viernes, 29 de abril de 2016

JOSÉ MANUEL BLASCO BLASCO (a) PEPE el Santo, NATURAL Y VECINO DE MAS DEL OLMO (ADEMUZ).


Recuerdos –evocaciones y remembranzas- de un masdelolmeño octogenario.




“Si me muero aquí quiero que me pongan en tierra.
Y si muero en Bilbao o en Valencia, que me quemen,
traigan aquí las cenizas y las pongan donde mi mujer”
-del contenido de la entrevista-.





A modo de introducción.

Cierto día, mediada de la primavera pasada, subí a Mas del Olmo, aldea de Ademuz, por el camino de Los Molares, vía la Loma del Romance. La mañana era espléndida, el cielo despejado, los campos de cultivo lucían el verde tierno propio de los trigos y cebadales en la estación. Las cumbres de Javalambre todavía conservaban restos de las nieves invernales… El paisaje parecía de cuadro, sólo un airecillo fino y transparente producía cierta movilidad en el panorama, meciendo las copas de los pinos.

Entré en la población por el barrio del Puntal, la aldea parecía desierta, y tal vez lo estaba. Sólo el ladrido de un perro en algún lugar del caserío daba la impresión de vida animal, y unos patos que nadaban indiferentes en una balsa de aguas verdosas. Estuve haciendo algunas fotografías por el lugar, me llamaron poderosamente la atención las construcciones de piedra de pajares, corrales y viviendas, el primor de su trabajo, su colorido terroso, la armonía de formas y la simbiosis con el paisaje arcilloso de esta estupenda arquitectura tradicional –vernacular, que diría el arquitecto Fernando Vegas-.

Camino del paraje conocido entre los lugareños como La Mirándula me encontré con un vecino cargado con aperos de cultivo, un cubo, una azada y algo más que no recuerdo, tras saludarnos nos paramos a charlar. Dijo llamarse José Manuel, aunque en la aldea le conocen como Pepe el Santo, carpintero jubilado de profesión, y se iba a trabajar a un huerto con algo de hortaliza que tiene por la zona.

Al poco de estar charlando, pues él no tenía prisa alguna, nos enteramos de quiénes éramos cada uno, pues teníamos conocidos comunes: José Manuel es hermano de Amelia, la mujer de Julio, primos de Daniel el de Constantino de Torrebaja. Yo soy de Torrebaja, marido de la enfermera del Centro de Salud de Ademuz, que atiende la villa, esta aldea y Puebla de San Miguel. En un momento nos hicimos amigos, o casi. Sin duda, los aldeanos no son tan huraños como los pintan, prueba de ello es mi entrevistado: Me invitó a tomar algo en su casa -él vive en el barrio del Puntal, frente a la Balsa-. Rechacé la invitación para no interrumpir su marcha de esa mañana, pero quedamos en que subiría otro día, para hablar de la aldea, de la gente, de su vida… La entrada de hoy es el resultado de aquella conversación, que tuvo lugar, no obstante, al comienzo de abril del año siguiente.

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De izquieda a derecha: el señor Julio Morales Aparicio, su esposa, la señora Amelia Blasco Blasco y su hermano el señor José Manuel, en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2016.


Contenido de la entrevista:

Mi mujer ya había medio comprometido el día y la hora de la entrevista, pero a última hora le surgió algún asunto y no pudo acompañarme. Me gusta ir con ella, porque por su profesión conoce a casi todo el mundo en estos lugares de ambas vertiente del Rincón de Ademuz –de Mas de Jacinto a Casasbajas, y de Sesga a Negrón-, y me consta que es muy querida por los lugareños: Además de ser una gran profesional, se hace de querer... –me suelen decir de ella-. Para la entrevista subí por la tarde, aparqué en la placeta del Puntal, frente a la Balsa, con la intención de ir a la casa de José Manuel. Cuando me disponía a llamar me encontré con el señor Julio, su cuñado. Al decirle a quién buscaba me dijo que lo encontraría en su casa. Julio y Amelia viven en una casa del barrio de la Era, allí encontré a mi entrevistado, sesteando en un sofá. Tras saludarnos, previos unos momentos iniciales de charla, nos sentamos en torno a una mesa central en el comedor, y comenzamos propiamente la entrevista, acordando el tutearnos. De esta forma, con la pretensión de conocer algo de la vida de Mas del Olmo, de sus gentes, fiestas y tradiciones a su través, le pregunto:


-- José Manuel, ¿cuéntame algo de tu vida en la aldea, quienes fueron tus padres, qué recuerdos tienes de tu infancia y primera juventud?
  • Mi nombre es José Manuel Blasco Blasco, y nací aquí en Mas del Olmo el 17 de abril de 1928… Mis padres fueron Julio Blasco Aparicio (1899-1993) y Primitiva Blasco Tortajada (1905-1996), ambos naturales de la aldea. Como ves, mi padre nació el último año del siglo XIX, y mi madre cuatro años después... Y fuimos dos hermanos, yo que soy el mayor y Amelia, la pequeña, que nació el 27 de octubre de 1931: Ahora tengo 84 años –refiere Amelia-. Aquí se nos conoce como “los Santos” –a mi abuela del Val de la Sabina ya le decían la Santa-. A mi abuelo también le decían “el Santo” y a mi padre, que había trabajado mucho en Puebla de San Miguel: A mi padre todo el mundo le conocía por “el Santo” –mucha gente no sabría ni cuál era su nombre-. De mi infancia recuerdo que la gente llevaba una vida humilde y muy trabajada, sí, la gente de aquí era muy trabajadora, pero también le gustaba divertirse. Durante la semana, a trabajar; pero los sábados y domingos casi siempre se hacía baile…, sí, la gente aquí ha sido muy bailadora. Los músicos eran del pueblo, no habían estudiado música, tocaban de oído…, el laúd, la guitarra, el violín. Claro, tocaban las canciones de moda entonces… Cualquier excusa era buena para bailar: Se iba un mozo a la mili, esa noche baile. Se iba una muchacha a servir, aquella noche baile… Y cuando venía un soldado de la mili o una moza de servir, pues otra vez baile. Los bailes gustaban mucho, siempre estaban muy concurridos: Nos juntábamos cuarenta y tantos mozos y otras tantas mozas…, hemos llegado a ser quinientos habitantes –esto en los mejores tiempos de la aldea, años cuarenta y cincuenta del pasado siglo-.

Respecto de los maestros, comenta:
  • De la escuela y los maestros de mi infancia, pues recuerdo que estaban una temporada y se marchaban, no les gustaba esto, por lo aislado que quedaba… A la escuela entré a los 6 años –en 1934-, cuando se empezaba entonces, y estuve hasta los 11 años, porque a mi padre lo metieron en la cárcel después de la guerra. Mi primer maestro fue don Juan, no recuerdo el apellido. Después vino otro madrileño al que llamaban Jesús Herrera Alonso, éste sacó una canción de la aldea que decía: “Mas del Olmo es donde yo nací, y por sus goticas que alegre es vivir; niña de mi amor a esta aldea ven, que por sus goticas se pasea muy bien, y una mañana temprano, a una hortelana muy linda, la cogí de la mano. Mas del Olmo es donde yo nací…”. Sí, a don Jesús le gustaba esto, pero también estuvo poco. Después vino don Francisco Dobón, al que tuvimos hospedado en casa de mis padres… Este hombre era de Valencia, tiene un hijo médico, alguna vez ha estado por aquí… El maestro éste que te digo se marchó de aquí cuando terminó el curso (de 1935-36), un día antes de empezar la guerra civil… No me acuerdo de los libros de la escuela, teníamos las cartillas de aprender a leer, las libretas de rayas para escribir y las de los números, sumar, restar, dividir…

Lo que mi entrevistado explica de los maestros de su infancia en Mas del Olmo resulta perfectamente compatible con el relato que el escritor casasaltense Francisco Candel (1925-2007) hace al respecto de Puebla de San Miguel –en 1964-: “Los maestros están a disgusto por lo incomunicado que queda el pueblo, sobre todo en invierno, cuando nieva. Como dice el sacerdote con frase expresiva y gráfica: -Al maestro se le pone la cabeza gorda a los pocos días de estar aquí y sólo piensa en que acabe el curso y en marchar en cuanto pueda...”.[1]


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Foto de familia, el señor José Morales Morales (1906-1967) y su esposa la señora
Rosario Aparicio Aparicio (
1903-1985), con sus hijos Julio y Anunciación, sobre la caballería en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), s/f [Fotografía procedente del archivo familiar].


-- Entonces, ¿al terminar la escuela a qué te dedicaste, hacías el campo, ibas con los animales…?
  • No, bueno, teníamos algo de ganado, ocho o diez ovejas…, pero yo me dediqué a ayudar a mi padre, que era carpintero. Mi padre aprendió el oficio con el tío Dominguillas y yo con mi padre y el hijo del tío Dominguillas, al que decían Secundino, este hombre ya vivió en Torrebaja. Pero ellos, el Dominguillas y el tío Secundino eran de la Puebla de San Miguel… El tío Dominguillas fue un hombre muy inteligente, pertenecía a una casa bien de la Puebla, y su padre lo mandó a aprender a hacer toneles a Valencia, estuvo trabajando en el Puerto. Sus compañeros se reían de él porque vestía al uso del pueblo, ya sabes que los valencianos de entonces eran algo faltones con los churrets... Pero el dueño de aquello les dijo que el churret les iba a dar por el pelo, y se quedaron boquiabiertos cuando vieron cómo el Dominguillas hacía las juntas de las duelas con una azuela... Sí, en vez de hacerlo con la garlopa lo hizo con la azuela... Y cuando terminó el tonel se lo soltó a los que se reían del churret, diciendo: ¡Ahí tenéis, que vosotros no tenéis pitos de hacerlo...! Y desde entonces se terminó lo de churret. Yo recuerdo ver aquí al tío Secundino, que subía de Torrebaja a enseñarle a mi padre cómo se hacían los toneles, que es una labor delicada. El tío Secundino era un gran profesional, pero se le apoderaba la Iglesia, pues era sacristán y le dedicaba más tiempo que a su oficio. Yo soy quinto de Abel, un hijo de Secundino que venía aquí a tocar el violín. Cuando aprendía yo el oficio no había máquinas, todo se hacía a mano… Y hasta que trajeron la luz eléctrica –en 1958-, por las noches trabajábamos con candiles de carburo. Bueno, antes de la luz eléctrica tuvimos unos motores de gasolina para hacer funcionar las máquinas. Las maderas se ponían en una prensa para sujetarlas y entre dos se aserraban, uno se ponía arriba y otro abajo… Así se hacían los tablones. La madera de pino y sabina venía de la sierra de la Puebla de San Miguel, aquí sólo había chopo y nogal. Claro, mi padre me enseñó los secretos del oficio, porque la carpintería lleva su complicación. Hacíamos mesas, puertas, ventanas, cajas de colmenas… Básicamente para la construcción. Nosotros también tuvimos colmenas, a mi mujer le gustaba lo de cortar la miel, no tenía miedo a las abejas. En la carpintería utilizábamos sobre todo el pino local, también el nogal y el chopo. La sabina es una madera noble, no se corca ni se pudre como puede suceder con el pino. El que la madera se corque o no depende mucho de la época del año en que se tala el árbol: El menguante de invierno es el mejor momento… Ahora talan en cualquier momento, no miran eso y le ponen productos químicos. La de sabina es una madera incierta, porque por el medio te puede salir hueca… Sí, le aparecen “guarras”, huecos con piel que estropean la madera, como los nudos que tiene, que pueden saltar. Si te sale buena, la sabina es muy agradecida… El pino es más uniforme, se trabaja mejor, pero no tiene la calidad de la sabina. Antes en la Puebla había muchas subastas de sabina, y se compraba como madera para leña. Los maderistas no la cubrían, porque tenía poca aplicación… Aunque mi padre la aprovechaba todo lo que podía. Aquí había poca leña, se iba a cogerla al monte de la Puebla: Sí, los de Mas del Olmo iban a robarles la leña para el horno y para el fuego de la casa, por eso nos hemos llevado siempre regular… Aquí había un forestal que era de Torrebaja, tío Alejos le llamaban, llevaba un buen bigote y una carabina al hombro, era un hombre muy aparente; vivía en la calle Cantón, donde el tío Secundino… ¡Cuántas hormigas mataría este hombre por los caminos! –exclama el señor Julio, que también quiere aportar a la conversación-. Pero ya te digo, los de la Puebla y Mas del Olmo nunca se han llevado muy hasta allá por el asunto de la leña. Pero tenían razón los de la Puebla –advierte la señora Amelia- porque les robábamos la leña. Pero si a ellos se les perdía en el monte… -tercia el señor José Manuel-. Mira –advierte el señor Julio- con los de la Puebla, ni antes ni ahora… Bueno, pero nosotros siempre nos hemos llevado bien con ellos, porque mi padre –dice el señor José Manuel- trabajó mucho allí toda su vida. Sí, me ha gustado mi oficio, he sido feliz trabajando en lo mío…

Se cita aquí al tal Dominguillas, alias de Domingo Giménez (que procedía de Mas del Olmo), y a su hijo Secundino Giménez Azcutia (1886-1961), alias Mecún, natural de Puebla de San Miguel, con quienes el señor José Manuel y su padre aprendieron el oficio de carpintero. El tal Secundino casó en Torrebaja con la señora Ramona Manzano Camañas (1892-1953), con las que tuvo varios hijos: Juan Manuel, Raimundo, Carmen, Esteban y Abel. El tal Abel era quinto de mi entrevistado, y subía a Mas del Olmo a tocar el violín... De Abel dice su hermano Secundino: Mi hermano pequeño tenía muchas cualidades para la música; de haber tenido posibles le hubiéramos mandado al conservatorio, pero no pudo ser...[2]


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Vista parcial del barrio de La Plaza de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle del Ayuntamiento y Horno -actualmente Museo del Pan-, tras la restauración (2016).


-- Según parece, Mas del Olmo está formada por varios barrios, ¿cuáles son los nombres con los que se conocen en la zona los distintos núcleos urbanos?
  • Según tengo yo entendido, antiguamente los barrios actuales estaban separados… Contaban los viejos que en la Merándula (Mirándula) había un vecino, en las Casas de Arriba otro, en la Loma otro y en el Ustal, otro: Se juntaron los cuatro para hacer la iglesia, pero a uno que no quiso ayudar, lo mataron… Será o no verdad, pero yo siempre lo he oído contar así –refiere la señora Amelia-. Las Casas de Arriba son ahora un montón de ruinas, pero nosotros hemos conocido gente que se crió allí… Y contaba mi padre que su bisabuela se crió en el Ustal. Los barrios actuales son el del Puntal, el de la Era, el de la Plaza y el de la Ermita -que también llaman de los Gitanos, señala la señora Amelia-. En el del Puntal, junto a mi casa hay una balsa… Antes de cementar las calles, en la Balsa se recogía el agua de los caminos, pero allí mismo hay también un nacimiento. Allí se acopiaba, y servía para dar de beber a los animales. No, para regar no; sólo para los animales. Cuando se limpiaba el pozo se veía cómo nacía allí el agua, junto a una junquera que había… Del agua del nacimiento podían beber las personas, pero sólo cuando se limpiaba. Contaba la abuela Rosarios que las patatas las trajeron a la aldea unos carreteros que venían de la parte de Cuenca: Antiguamente, como nevaba muchísimo, bajaban la madera del alto de la sierra y la dejaban aquí encambrada, luego la bajaban hasta Torrebaja, para transportarla por el Turia, y río abajo hasta Valencia o hasta donde la llevaran. Los carreteros que bajaban la madera llevaban patatas para comer, y los vecinos de aquí plantaron las pieles y les salieron patatas: Claro, si la piel lleva la yema, sirve como una patata para sembrar… Al principio les saldrían pequeñas, con poca fuerza, pero la siguiente vez ya plantarían las patatas, y así hasta que las mejoraron… Contaban que el primer año, cuando sembraron las pieles, cogieron un vaso de colmena llena de patatas, sí, una caja de esas de corcho que se utilizaban antaño para las colmenas… Estos carreteros que te digo encerraban las caballerías en unos corrales que había donde el Ustal, yo los he conocido todavía y éstos también –dice el señor José Manuel refiriéndose a los contertulios-.

El mito, la tradición o leyenda conforme los fundadores de Mas del Olmo fueron cuatro vecinos la recoge también Candel en una conversación que tuvo con el posadero de la aldea, marido de la señora Nieves, referida a la despoblación del lugar: -Pronto quedaremos cuatro –dice el hombre-; igual que los fundadores del pueblo, que también fueron cuatro...[3] Por el momento son todavía seis habitantes..., habrá que esperar a que sean cuatro para refundar de nuevo el pueblo -que diría el señor Julio-.


-- Cuando comienza la Guerra Civil tú tienes unos ocho años, ¿qué recuerdas de entonces, sucedió algo en la aldea en relación con la guerra?
  • De la guerra recuerdo poco, porque era muy pequeño… Me acuerdo de ver pasar los aviones a bombardear, aunque aquí no cayó ninguna bomba, y cuando vinieron los refugiados de Aldehuela, Camarena y esos pueblos de Teruel que evacuaron por la proximidad del frente. Los refugiados se metieron (en casas y pajares) donde pudieron… Por donde sí cayó alguna bomba, aunque no explotó, fue por Los Molares, y en Torrebaja, allí sí que bombardearon. A Esteban, el hijo del tío Secundino el carpintero, un trozo de metralla le dejó un brazo seco… No, aquí no hubo soldados estacionados, pero venían algunos de Las Minas de Libros a buscar comida… Estos soldados que te digo le robaron al alcalde los jamones, y algo del embutido de la matanza. Mi madre les hacía algo de comer a los soldados, una vez uno se cargó un candil, sí, al pasar lo rozó y le cayó encima. Porque aquí entonces nos apañábamos con candiles -la luz eléctrica no llegó hasta 1958-: Nos la pusimos Mas del Olmo y Puebla de San Miguel, pagándonosla nosotros, porque Ademuz no quiso aportar nada… Sí, se pagó a escote de vecinos: Nosotros –dice la señora Amelia- nos casamos al año siguiente, y todavía pagamos tres mil pesetas por la luz. Antes de esto en la Puebla de San Miguel ya tuvieron luz, la hacían en un molino que había allí, no sé como la harían… Contaba mi abuelo -Ramón Blasco Valentín, que era del Val de la Sabina-, que allí también tuvieron luz eléctrica, venía de una centralita de Casasaltas, pagaban una perrica por bombilla, entonces no había contadores. Después aquella central de Casasaltas despareció y en el Val aún tuvieron la luz eléctrica después que en Mas del Olmo. Cuando despareció la luz que venía de la Puebla la trajeron de Torrealta, luego ya vino de Ademuz, vía Val de la Sabina –y la que venía de Torrealta la quitaron-.

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Vista parcial del caserío de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle de la rica arquitectura vernacular, basada en piedra caliza (2016).


Se alude aquí a los bombardeos de Torrebaja por la aviación franquista durante la guerra (noviembre de 1938), y al hecho de que “A Esteban, el hijo del tío Secundino el carpintero, un trozo de metralla le dejó un brazo seco...” –el relato de este episodio lo hace el propio afectado –señor Esteban Giménez Manzano (Torrebaja, 1922)-, narración que hace extensiva a su estancia en el "Hospital de Sangre" de Torrebaja, y la peripecia que le supuso ser herido de guerra.[4] Continúa diciendo:
  • Lo que te decía de mi padre, que lo metieron en la cárcel, fue después de la guerra… Resulta que aquí montaron un comité y una cooperativa. Recogían huevos, porque aquí todos tenían algo de corral, gallinas y eso… Con los huevos y otros productos que acopiaban bajaban a Valencia y se subían azúcar, arroz, jabón… y aquí lo vendían a la gente de la aldea. Cuando terminó la guerra, lo que son las envidias, pues aquí en los pueblos, cuanto más pequeños más envidias… El caso es que alguien debió denunciar lo de la cooperativa y a cuatro vecinos los cogieron y los metieron en cárcel. A mi padre le salieron tres años de cárcel, y cuando salió la sentencia ya llevaba 42 meses detenido… -aún le sobraron seis meses, y no se los abonaron-. Por eso te decían antes que tuve que dejar la escuela a los 11 años, porque esto de detener y meter en la cárcel a mi padre sucedió en esa época (en 1939), antes de que terminara yo la escuela. Así que dejé la escuela y me puse a trabajar con mi abuelo, que andaba algo cojo… La cojera le venía de un accidente que tuvo estando en Francia. Sí, te hablo de mi abuelo el del Val (Ramón Blasco Valentín), que se casó aquí en Mas del Olmo, pues el abuelo, la abuela y mi padre emigraron a Francia -esto sería en la primera década del siglo XX-: Con 11 años mi padre ya hacía allí de pastor… El abuelo trabajaba en una vía de tren y una máquina le aplastó la pierna, de ahí la cojera. Entonces no había seguridad social, y se puso con un ganado. Por eso tenía que ayudar yo a mi abuelo, a aparejar las caballerías, a cargar el aladro, labrar y todo eso, porque él sólo no podía… Un día estaba yo labrando en una zona de subida, un macho se recostó y se clavó la reja, porque yo no tenía fuerza suficiente para tirar del macho: Al animal lo trajeron vivo, pero murió, parece que se reventó por dentro… Nosotros teníamos huerta y algo de monte, como todos; pero el negocio principal de mi padre era la carpintería. Aquí se cultivaba sobre todo trigo, cebada, y centeno para los cerdos, por la harina… Sí, también había muchas viñas y varios cubos, nosotros teníamos uno. El vino era para consumo propio, pero en cierta ocasión mi cuñado Julio y yo fuimos a vender vino por esos pueblos de Cuenca -Toril, Masegoso, Terriente, Javaloyas...- con un tractor y un remolque que construimos nosotros: El vino lo comprábamos aquí en la aldea a peseta el litro y luego lo vendíamos como podíamos, por dinero y a cambio de otros productos, como patatas, que eran muy apreciadas para la siembra. Los de aquí molían en el molino de los Cuchillos, pero también bajábamos al molino de Abajo de Torrebaja, al de los Lázaros, porque al Molino de los Cuchillos íbamos los de Mas del Olmo, la Puebla de San Miguel y Sesga, y no daba para tanto… Claro, porque aquí se molía a balsadas, y no había suficiente agua… Aunque antaño llovía mucho más que ahora, también nevaba más y hacía más frío: Una mujer de aquí se heló con la nieve en El Portillo, está enterrada en Ademuz –comenta la señora Amelia-. Con las lluvias y la nieve las ramblas bajaban llenas, no como ahora… La rambla de Mas del Olmo pasa al poniente de la aldea –viene del alto de la Sierra-; lo que baja por la Plaza, justo por debajo de la iglesia, es un barranco, que llamamos del Pocico.

Respecto a la detención del padre del entrevistado después de la guerra, sabemos que en Mas del Olmo (Ademuz) sólo hubo un Comité Revolucionario, constituido voluntariamente por siete vecinos y tenía carácter socialista; actuó desde el 14 de agosto de 1936 hasta el fin de la guerra. Con la excepción de tres de ellos (Francisco Aparicio Aparicio, Patricio Blasco Blasco y Julio Blasco Aparicio) todos los demás fueron detenidos, padeciendo prisión en la “Cárcel Modelo “ de Valencia. Dicha información no parece conformarse con el relato del entrevistado, afirmando éste que su padre (señor Julio Blasco Aparicio) también estuvo detenido: hemos de pensar, sin embargo, que los documentos de referencia dicen que a la fecha de los mismos (1 de agosto de 1942), el tal Julio Blasco Aparicio, vocal socialista del Comité, se hallaba residiendo en la aldea, lo que no significa que no estuviera preso entre 1939 y 1942. A la fecha de agosto citada, el resto de miembros del Comité continuaban detenidos en la "Prisión Celular" de Valencia: Constantino Aparicio Raez (Presidente), Joaquín Aparicio Giménez, Francisco Febrero Novella y Eugenio Morales Luz.[5]


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Vista general (oriental) de la iglesia parroquial de Santa Bárbara en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), desde el barrio de La Era (2016).


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Vista general (oriental) de la iglesia parroquial de Santa Bárbara en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), desde el barrio de La Era (2016).


-- A propósito del molino de Los Cuchillos, ¿recuerdas quiénes fueron los últimos molineros que hubo en esta industria?
  • Claro que me acuerdo, era un matrimonio con varios hijos –un chico y dos chicas-: al hombre le decían Daniel y a ella Rafaela, al hijo le llamaban Antonio y a una hija Juanita, que se casó con un guardia civil que hubo en el cuartel de la Puebla de San Miguel, no recuerdo el nombre de la otra hija. Cuando trajeron la electricidad, estos molineros pusieron un molino eléctrico en una casa de la aldea, por debajo de donde viven Amelia y Julio, sí, entrando al pueblo... En aquel molino sólo molían para pienso de los animales, pero seguían utilizando el de los Cuchillos, allí molían la harina para amasar... Pero antes de la guerra hubo otros molineros, un matrimonio que descendía de Santa Cruz de Moya y que tenía varios hijos –al hombre le decían Dionisio Torrijos-: Lino, Pedro, Emilio, Ponciano, Clotilde..., fueron los hijos. Pedro se casó aquí, Emilio se mató cazando. Clotilde estuvo de casera con un cura de Torrebaja que llamaban don Pedro. Te contaré una historieta... Durante la guerra, Ponciano, uno de los hijos de los molineros que te digo, subió a la aldea diciendo que bajaran a por patatas, cebollas, harina y demás, para la cooperativa que el Comité habían formado aquí. Mi padre formaba parte del Comité y bajaba a Valencia con estos productos y con huevos, y se subían otros productos que no había aquí, hilos de coser, retales de pana, azúcar, jabón... Después los del molino se llevaban los productos que traía mi padre, a cambio de lo que habían aportado ellos. Cuando comenzó la guerra, un cura al que decían don Pedro estuvo escondido en el molino de los Cuchillos, parece que lo perseguían. Pero bajaron del comité a avisarle, que se marchara, porque si no lo detendrían, y esa misma noche se pasó con los nacionales... Después de la guerra, estando mi padre preso, mi madre y yo bajamos con el macho a Torrebaja, a pedir a don Pedro que nos hiciera un aval para que mi padre saliera de la cárcel, nos dijo que no nos conocía, y no nos firmó... Ese fue el pago que nos dio el tal don Pedro, que vivía en la Replaceta, junto a la iglesia...

Cuando dice de “El tal don Pedro, que vivía en la Replaceta, junto a la iglesia” se refiere a don Pedro Manuel Miguel Benedicto (1892-1975), que fue arcipreste en Ademuz y párroco de Torrebaja, en cuyo curato se erigió la torre-campanario de Santa Marina Virgen (1959).[6] Según mi entrevistado, la razón esgrimida por el sacerdote para no firmar el aval que le pedían fue "que no nos conocía", obviamente se trata de un argumento socorrido. Pudo haber otros motivos que desconocemos; pero el cura no vive ya para explicárnoslos... Algunos pensarán, sin embargo, que perdió una oportunidad de hacer el bien. En cualquier caso, la negativa del clérigo a firmar el aval no fue un hecho aislado; conozco varios casos similares ocurridos entonces con otras personas.


-- Según he oído, de Mas del Olmo iba gente a trabajar a La Azufrera de Libros, ¿qué recuerdas de esto, y de una mina de carbón que hubo aquí ?
  • Es cierto, de aquí iba gente todos los días a las Minas de Libros, y también de la Puebla de San Miguel y de Sesga... Algunos iban por la mañana y regresaban por la noche, porque no todos tenían allí caseta o sitio donde meterse... Desde Sesga a Mas del Olmo hay dos horas de camino, y de aquí a las Minas otro tanto, cuenta tú mismo lo que se pasaban andando cada día, sólo para ir al trabajo. Y entonces no eran ocho horas de jornada, eran diez. Sí, se dijo que el mineral de azufre se había terminado, entonces pensaron en explotar el material de deshecho que había por las escombreras para reutilizarlo y extraer de allí abonos o no sé qué, pero el ingeniero que tenía que dirigir todo esto, no sé si alemán, parece que se mató en un accidente, y todo aquello se paró. Las Minas las cerraron por los años cincuenta, pero lo que te digo que iba gente de aquí, de la Puebla y de Sesga era antes de la guerra, y durante la guerra. Un tío mío trabajaba allí en las minas, yo recuerdo haber ido a las Minas con mi tía (Antonia Blasco Tortajada), a llevarle avío al tío, porque él tenía una cueva y pasaba allí la semana, los sábados y domingos se venía aquí con su familia. La mujer de este hombre, al que llamaban Lucio Morales Martínez, era hermana de mi madre. Sí yo dormí una noche en aquella cueva; después mi tío ya tuvo una casa, pero al principio vivía en la cueva... Mi padre trabajó también en las minas de carbón que había aquí en Mas del Olmo. Esta mina estaba en una zona conocida como La Cueva, dentro de lo que llamamos el rento Caballero. Las minas de carbón las descubrió un hombre de aquí al que llamaban Ángel Martínez, se dio cuenta de que aquel producto podía arder como el carbón, y se lo llevó a los ingeniero de las Minas. Aquellos, que eran unos pillos, explotaron estas minas pero al hombre no le dieron nada... Al principio encendían los hornos de las Minas con leña, entonces allí había muchas pinadas, luego utilizaron el carbón de Mas del Olmo, y al final usaban unas piedras de pizarra que sacaban de la misma Azufrera... Esto lo sé porque mi padre, siendo un muchacho de catorce o dieciséis años (hacia 1913-1915), trabajó allí de pinche, llevando del ramo a las caballerías que tiraban de las vagonetas que sacaban el mineral... Cuando descubrieron las minas de carbón de Mas del Olmo dejaron de utilizar la leña para los hornos, y más tarde ya usaron las pizarras que sacaban allí mismo...

Se alude aquí a las Minas de Azufre de Libros (Teruel), más conocida como La Azufrera,[7] nombrándose también la mina de carbón de Mas del Olmo, sita en el Barranco de Vallurgo y denominada “mina de San Jorge”, cerrada hacia 1927: la actividad minera y el empleo generado en la elaboración de puntales para el entibado de las galerías tuvo repercusión económica positiva en la aldea.[8]


-- Antiguamente y hasta los años cuarenta y cincuenta, ¿qué caminos había para subir a Mas del Olmo desde el valle del Turia?
  • Había varios caminos, todos malos, de herradura… Había uno que subía desde Ademuz, por el Val de la Sabina, cruzaba la aldea, bordeaba el cementerio y subía por la solana arriba hasta el llano… -por donde viene ahora la carretera de Ademuz-. Antes era un camino malo, hasta que hicieron el carril: Lo hizo Enrique Sánchez de Torrebaja, que tenía tractores… Esto sería en la primera mitad de los sesenta, después asfaltaron el carril y es la carretera actual, que no es más que un camino rural asfaltado. Fíjate si tendrá poca vergüenza Ademuz, que en tantos años no ha tenido narices de hacer una carretera en condiciones hasta Mas del Olmo… La carretera de Losilla, que viene de Valencia y pasa por la Puebla de San Miguel, estaba proyectada para bajar hasta Torrealta, pasando por Mas del Olmo. Pero los de Ademuz estorbaron la marcha para que no se hiciera, porque les convenía a ellos que pasara por Ademuz… El trazado que te digo de Mas del Olmo a Torrealta hubiera sido muy bueno para la aldea; pese a la pendiente, la carretera hubiera ido bastante llana…, y nos hubiera comunicado en Torrealta con la carretera de Teruel. Eso hubiera sido muy  bueno para Mas del Olmo. Pero ya te digo, los de Ademuz se entrometieron y estorbaron el proyecto para que pasara por Ademuz. Y ya ves la carretera que tenemos, estrecha, empinada y con muchas curvas… -un verdadero peligro-.

Sigue comentando:

  • Había otro camino que era el de Los Molares, éste tenía dos ramales: uno bajaba por la cuesta de La Palanca y otro por el barranco del Charcal, hasta el puente de Guerrero y el molino de los Lázaros, en Torrebaja. Nosotros bajábamos a Torrebaja a serrar la madera a las serrerías de “Los Cesáreos”, después la subíamos hasta la aldea a lomos de caballerías o en carros… En la carpintería lo hacíamos todo a mano, usábamos la garlopa, el garlopín, el formón, el berbiquí, el guillame, la sierra, el serrucho, el tronzador, el entrecallador, el recalador, el trauque, el rosete… Si subes a la carpintería te enseñaré las herramientas, cuál es cada una, para qué sirve y cómo funciona. Los de Camarena bajaban hasta aquí a cortar la madera con “Asturianas”, unas sierras especiales manejadas entre dos, uno arriba y otro abajo… Para marcar la madera y que el corte saliera recto se usaban unos hilos de lana que se metían en humo de la chimenea, como hacen los albañiles y pintores (con el azulete), para marcar por donde tenían que cortar. Las gentes de la sierra, de Camarena y otros lugares cortaban madera del monte para venderla y sacarse alguna perra extra, pero estaba prohibido -la Guardia Civil estaba al acecho, pero pocas veces los cogían-: Claro, eran furtivos, porque no tenían más remedio..., y se conocían muy bien el monte. Después de la guerra, una vez que mi padre salió de la cárcel, fuimos él y yo a pelar pinos de una subasta que nos habíamos quedado en la sierra de la Puebla. En esto que viene la pareja de la Guardia Civil y le pide a mi padre la licencia de la tala. Él la tenía sacada, pero se olvidó de cogerla, entonces el guardia le arreó un par de hostias, porque no la llevaba... Mi padre tuvo que contenerse, pero si no estoy yo allí le hubiera dado un hachazo al cabrón aquel..., claro, abusaban de su mando.


-- Cuando llegó el momento imagino que harías la mili, ¿dónde te tocó, que recuerdas de esa época?
  • Claro que hice la mili, soy de la quinta del 49 y estuve en Tetuán… A la mili nos fuimos dos de la aldea, yo y un primo mío, pero él estuvo en Regulares… Dentro de lo que cabe, estuve muy bien allí, un mes en un regimiento de carros de combate -Oviedo 73 le decían-, y después ya en la carpintería. El Jefe militar en África era el general Varela, por entonces se empezaron a construir unos pabellones para los oficiales, de cabo primero para arriba… No, yo no conocí personalmente al general, pero le vi de lejos: Lo recuerdo porque estando yo aquí de permiso, murió él… Claro, allí habíamos de todas las profesiones, albañiles, carpinteros, herreros, electricistas… Como yo puse que era carpintero, me cogieron para la carpintería. Mi regimiento, que era de carros de combate, estaba allá en un cerro, a once kilómetros… Cuando hacía viento, hasta los tanques se movían. Desde que me bajaron del Regimiento al lugar donde se estaban construyendo las viviendas que te digo, ya no me enteré de la mili, allí habíamos cuatrocientos o quinientos soldados, todos personal de oficio… Hacíamos ocho horas diarias, pero no, no nos pagaban nada, a cuenta de la paga nos daban dos bocadillos, uno por la mañana y otro por la tarde, cuando plegábamos; además del rancho. Para la construcción de aquella viviendas, sólo traían de fuera la madera, el hierro y el cemento, lo demás todo se hacia allí, incluso las tejas… Mi reemplazo se marchó por san José, y al año siguiente por las mismas fechas me dieron un mes de permiso, estuve cuatro días para venir y otros cuatro para volver. Y por octubre de ese mismo año me licenciaron. Los viajes antes eran muy costosos...

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Detalle del campanrio de la parroquial de Santa Bárbara en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), fachada septentrional (2016).

Se nombra aquí al “general Varela”, refiriéndose al general José Enrique Varela Iglesias (1891-1951), militar español durante la dictadura franquista, Ministro del Ejército (1939-42) y Alto Comisario de España en Marruecos (1945-51). Hay una estupenda publicación sobre este personaje, considerado “el general antifascista de Franco”, con prólogo del historiador hispanista estadounidense Stanley G. Payne, de gran interés para conocer a su través el periodo histórico.[9] El hispanista británico Paul Preston, sin embargo, en su obra Franco y sus generales (2008), ofrece una visión distinta del célebre general, tachándole de duro y reaccionario, vinculado a los carlistas.[10] Respecto de los trayectos, refiere:
  • Mira, de aquí de Mas del Olmo se bajaba hasta Torrebaja andando, y de Torrebaja a Teruel se iba en el coche de línea, y de Teruel hasta Valencia en el tren borreguero, y desde Valencia hasta Alicante también en tren: De Valencia salimos a las tres de la tarde y llegamos a Alicante al hacerse de día. El tren iba muy despacio –marchaba con carbón-, te daba tiempo de bajar, coger alguna naranja y subir de nuevo. De Alicante a Ceuta fuimos en barco. Y de Ceuta a Tetuán en un tren que iba todavía con leña, no con carbón como el otro… Y de Tetuán al Regimiento, en unos camiones del ejército. Yo me llevé una maleta de madera que me hice en la carpintería, la utilizaba como almohada. Cuando vine de permiso, como el viaje era pagado, tenías que ir por donde te mandaban: De Tetuán a Ceuta, de Ceuta en barco hasta Algeciras. Y de Algeciras a Valencia, por Madrid. Y a la vuelta, de Teruel a Madrid por Calatayud, y de Madrid a Algeciras, por Córdoba, aquí hicimos noche. Y de Algeciras a Tetuán, por Ceuta… Te pasaste media mili viajando –comenta el señor Julio, riéndose-. Cuando vine de permiso llegué a Teruel un domingo -ese día no había coche de línea-. Estando en Teruel me encontré con Joaquín Hernández, el de la serrería de Los Santos, y me bajé con él hasta Torrebaja. En Torrebaja fui a casa del tío Constantino, porque éramos familia: Constantino Aparicio y mi padre eran primos hermanos… Ese día que te digo estaba nevando, hicieron un caldero de gachas y después de comer me subí a Mas del Olmo. Ellos vivían entonces en las Casas de la Venta y no querían que me subiera –recuerdo cómo me miraban desde la ventana cuando me marchaba-, pero como yo tenía tantas ganas de llegar a casa me subí andando… Subí por los antiguos arrastraderos hasta Los Molares, no por el camino de La Palanca, y luego por la Loma del Romance arriba; cuando llegué a la aldea estaba ya nevando fuerte, llegué muy mal… En casa no me esperaban, porque entonces no había teléfono para avisar como ahora, y recuerdo que mi madre estaba en cama, enferma.


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Vista parcial del caserío de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle de la rica arquitectura vernacular, basada en piedra caliza (2016).


-- Me decías que te casaste después de la mili, ¿cómo fue el noviazgo, cuándo fue la boda, adonde fuisteis de viaje de novios...?
  • Cuando me fui a la mili todavía no tenía novia, eso fue después... Era una chica de aquí del pueblo –Casilda Luz Aparicio (1937-2005) -, y tras cuatro años de novios nos casamos. Éste y yo –tercia la señora Amelia, refiriéndose a su marido, el señor Julio- estuvimos doce años de novios... –pero aún no nos conocemos del todo. Nos casamos mi hermana Amelia y yo, sí, los dos hermanos el mismo día, esto fue el 30 de mayo de 1959: Hacía un año que teníamos luz eléctrica en la aldea. Nos casamos aquí en la iglesia de Santa Bárbara... Nos casó el cura de la Puebla de San Miguel, don Pascual, que atendía también Mas del Olmo y Sesga: Al cura había que ir a buscarlo a la Puebla con el macho cada domingo, y luego subirlo. Había establecida una tanda de vecinos para bajar y subir al cura. Recuerdo que después de la guerra, estando mi padre en la cárcel me tocó ir a mí, así que cogí el macho y me fui a buscarle, porque sino hubiera tenido que ir mi madre. El cura vino todo el camino montado en la caballería, yo andando, llevando el macho del ramal para que no se espantara...  Claro que hicimos convite en la boda, una caldera de arroz con pollo y conejo. Porque vino mucha gente, entre parientes y amigos; y no era plan de hacer tantas paellas. Guisaban las mujeres de la familia, que ayudaban en la cocina. Por la tarde chocolate y después baile, subió a tocar uno de Ademuz, Saturnino el Maroto... Sí, aquí la gente ha sido siempre muy bailadora. Subieron también los parientes de Torrebaja: Constantino y Carmen, Eusebio y Emilieta, y los hijos... Entonces daban tres mil pesetas de ayuda por casarse –esto se lo daban a todos los recién casado, en Valencia: No sé si la Diputación o el Ayuntamiento-, y los cuatro nos fuimos al Puerto de Sagunto. En el Puerto vimos todo aquello de los Altos Hornos... Nos alojamos en la Hospedería del Pilar de Valencia, allí estuvimos cinco días... Tuvimos dos hijos, Javier y José Manuel: Javier está en Valencia y José Manuel en Bilbao, y tengo tres nietos: dos chicas del de Bilbao y un chico del de Valencia. Estos últimos años me voy a Bilbao a pasar tres meses -de Año Nuevo a Semana Santa-: Allí estoy muy bien, por la familia y las nietas... Sí, mi nuera es de Bilbao. Me encuentro muy bien con ellos, porque no tengo que preocuparme de nada; pero también estoy bien aquí en Mas del Olmo, me llama la tierra, los recuerdos y una casa que tenemos... Allí me tienen entretenido con pequeños encargos, que si comprar el pan, que si el vino o unas patatas, unas pechugas y eso... Aunque mi hijo va cada mes o cuando hace falta a hacer la compra grande al supermercado, pero siempre falta algo, y de eso me encargo yo. También voy al Hogar del Jubilado: Tengo el número de socio tres mil y pico... Pero ya te digo, la tierra, la casa y los recuerdos me llaman mucho, además aquí tengo enterrados a mis padres y a mi mujer...

Cuando dice de don Pascual, el cura que casó al señor José Manuel y a su hermana Amelia, se refiere a don Pascual Costa Vercher (1933-2008), cura párroco de Puebla de San Miguel, que atendía también Mas del Olmo y Sesga. Francisco Candel le conoció durante su viaje por el Rincón de Ademuz, y le define con estas palabras: "Es un cura muy joven -tenía entonces 31 años-, y muy pulcro, con zapato inglés y sotana entallada".[11]

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La señora Amelia Blasco Blasco y su esposo, el señor Julio Morales Aparicio, posando frente a su casa en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2016.

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La señora Amelia Blasco Blasco y su esposo, el señor Julio Morales Aparicio, posando frente a su casa en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2016.

Sigue diciendo el señor José Manuel:
  • Mis padres están enterrados nada más entrar al cementerio, siguiendo la tapia izquierda hacia el depósito... Claro, en la carpintería hacíamos cajas de muertos. Mi padre tenía ya el modelo hecho –estrecho por abajo, se ensanchaba hacia el medio y luego se estrechaba de nuevo, con su tapa-, se utilizaba madera local que luego forrábamos por fuera con tela negra y un galón dorado bordeando todos los ángulos. No, no teníamos cajones hechos –siempre andábamos faltos de tiempo, y no se podían hacer varios para tenerlos allí-, se hacían cuando moría la gente, mi padre iba a tomar la medida del difunto y hacíamos el féretro... Claro, trabajabais a lo seguro –tercia el señor Julio, con el buen sentido del humor que le caracteriza-. Arriba de la tapa se ponía una cruz y unos angelotes de cartón, dorados... Los cajones quedaban muy lucidos: No te diré que mejor que ahora, pero mejor... Se ponía al difunto dentro y se le enterraba en tierra –porque en el camposanto de aquí no hay nichos-: Enterrarse en tierra es lo mejor... Si me muero aquí quiero que me pongan en tierra. Y si muero en Bilbao o en Valencia, que me quemen, traigan aquí las cenizas y las pongan donde mi mujer. Pues yo no quiero que me entierren –dice la señora Amelia-, quiero que me incineren... -el señor Julio no se pronuncia al respecto. En cierta ocasión se murió una mujer, era domingo y tuvimos que hacerle el cajón. Pero resulta que había venido a tocar un músico de Aras de Alpuente –sí, venía por la carretera de Losilla y Puebla de San Miguel-: El caso es que subieron varios mozos con el músico a la carpintería donde estábamos haciendo el cajón, y los mozos apostaron a ver si el músico se metía en el ataúd. Al final se metió, pero cuando le pusieron la tapa comenzó a sudar como un carretero, y al sacarlo estaba blanco como la cera... –seguro que no se volvió a meter en un cajón hasta que se murió-. Esto sucedió siendo nosotros mozos, en el 54 o el 56...


-- Comentabas arriba que el cura que atendía la aldea era el de Puebla de San Miguel, ¿pero quién atendía los servicios sanitarios?
  • El médico que nos atendía era el de Ademuz, pero aquí había practicante fijo... El practicante que hubo después de guerra fue Virgilio Martínez Montolio, pero antes hubo otro al que llamaban Florencio, padre de Martirián, que era de Ademuz, seguro que lo habrás oído nombrar porque fue alcalde de Ademuz. Pues Martirián nació aquí en Mas del Olmo, porque su padre, Florencio, estaba aquí de practicante. En la guerra se marcharon, creo que estuvieron en Libros... Entonces, cuando la guerra, vinieron unos evacuados de Aldehuela, entre ellos el practicante que te decía antes, Virgilio Martínez, que se quedó ya aquí unos años, éste fue el último que tuvimos viviendo aquí... Como te decía, el cura que venía a decir misa los domingos, y para los entierros, era el de la Puebla de San Miguel, pero había que ir a buscarle con el macho, y después subirle. Cada semana iba una familia de la aldea, y había que poner el macho para que montara el cura. Yo recuerdo haber ido a buscarle en alguna ocasión después de la guerra, porque ya te digo que mi padre estaba en la cárcel y no iba a ir mi madre, estando yo... De subida a la Puebla montaba yo en el macho, pero al bajarme con el cura quien iba montando era él y yo andando, llevando el ramal para que el macho no se espantara. De subirlo de nuevo a la Puebla ya se encargaba otro vecino..., así nos apañábamos.

Se nombra aquí al señor Florencio, practicante y a su hijo Martirián, refiriéndose a don Martirián Sánchez Monterde, natural de Mas del Olmo y alcalde de Ademuz durante dos legislaturas municipales: la primera por Unión de Centro Democrático (UCD), de 1979 a 1983, y la segunda por la Organización Independiente Valenciana (OIV), de 1983 a 1987. Durante la última legislatura fue también Diputado Provincial.


-- Respecto a las festividades de la aldea, ¿cuáles son las más importantes que se celebran aquí?
  • Aquí se celebraban varias fiestas importantes… Para la Pascua de Resurrección se hacía una procesión en la que se cambiaba a la Virgen el manto con una caña: la imagen llevaba el negro de dolores y se le ponía uno azul de gloria… Entonces se le cantaba una canción: “Quítale el manto a María/ que es un manto muy pesado/ Desde el jueves a la noche…” -entona el señor José Manuel-. Para el Corpus había procesión, se hacía una barraca (que en otros lugares llaman altares o monumentos) y el cura sacaba la custodia bajo el palio, las mujeres ponían sus mejores colchas en los balcones… Pero las más importantes eran las de Pentecostés, cuando vienen los de Sesga, entonces se hace lo de los parabienes con las banderas, y para Santa Bárbara, a comienzos de diciembre, cuando se hacen los molletes de pan... 


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Detalle de la procesión durante la fiesta de "Santa Bárbara" en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2006.

Respecto a la fiesta “de los parabienes con las banderas”, ver: La celebración de Pentecostés en el Rincón de Ademuz, allí se dice de la fiesta de las reverencias en Mas del Olmo.[12] En relación con la fiesta de Santa Bárbara, comenta la señora Amelia:
  • Había seis caridaderos, que eran los encargados de hacer la fiesta cada año, elegidos por tanda de vecinos. Iban de casa en casa recogiendo trigo con unas medidas y cada familia daba lo que quería, la cantidad era voluntaria. Una vez replegado el trigo por la aldea, se ponía en talegas y con los mulos se bajaban al molino de los Cuchillos o al de los Lázaros, en Torrebaja. Allí se molía durante toda la noche y al día siguiente el molinero les hacía a los caridaderos un buen caldero de gachas. Esa noche los caridaderos dormían en un pajar que el tío Lázaro tenía frente al molino. Sí, el tío Lázaro tuvo dos hijos –Paco y Pepe-, pero la mujer con la que se casó era viuda -y tenía tres hijos de un matrimonio previo-: un chico al que decían Ignacio, que se casó con una del Val, y dos chicas… Después de las gachas los caridaderos se subían a Mas del Olmo con la harina molina, y esa misma tarde se cernía: La harina servía para hacer los molletes de pan y el salvado resultante se repartía entre los que habían dado el trigo. Claro, el reparto se hacía en proporción a lo entregado, todo se tenía apuntado en una libreta. Hoy día, todavía se apunta... Luego los caridaderos llevaban cuatro artesas al horno, para amasar. Y otra artesa para hacer la levadura, cada caridadera llevaba un perol de levadura... Claro, la masa madre se preparaba para hacer después la masa del pan. Otro caridadero se ocupaba de las calderas y las estruices, sí, las trébedes... Y por la noche, baile: El baile no podía faltar... Pero ya te digo, hasta que trajeron la luz (en 1958) nos apañábamos con candiles de carburo. Un año se juntó el baile con un sacacubos en el trinquete, y el ayuntamiento estaba de gente que no cabía. Sobre la una de la madrugada se prendía fuego al horno y se hacían cuatro masas. La masa se dejaba en los capazos o escriños para que subiera, tapada con los mandiles. Luego se bajaba al horno, allí se le daba la mano. Luego se volvían a amasar otras cuatro masas, y así hasta que se acababa. Antiguamente, como había mucho cereal, daban mucha cantidad... Luego de la mano, conforme se habían hecho las masas, se horneaban. Entre masa y horneada pasaba una hora... Cuando sacaban los panes del horno se iban contando, el que hacía el número treinta era para el hornero, lo que llamaban la poya... Y si salía alguno roto o deformado, pues para el hornero también, de propina. Y así hasta que se acababa, lo que solía ocurrir a medio día del día siguiente... Entonces se hacía una calderada de gachas, con tocino y sardinas saladas de barril. Luego se ponían los panes en el suelo de una habitación del Ayuntamiento... A los panes les llamamos molletes, y son los que el cura bendice el día de Santa Bárbara, esto después de la misa y procesión, luego se reparten. Se da uno por familia, en aquella época venía gente de los pueblos de la contornada, de Casasaltas subían muchos pobres... Porque, según la tradición, los panes eran para repartir entre los pobres, como caridad; por eso a los que hacen la fiesta se les llama caridaderos...

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Vista parcial de la fachada principal (meridional) del "Molino de Abajo" en Torrebaja (Valencia), con detalle de las antiguas muelas frente a la entrada (1998).

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Vista parcial (frontal) del molino de Abajo o del Señor, también conocido como "de los Lázaros", en Torrebaja (Valencia), tras su restauración (2015).


Se nombra aquí a los molineros del molino de Abajo, refiriéndose al señor Lázaro Gracia López (1902-1962), y a su esposa, la señora Andrea Bertolín Español (1889-1961), que regentaron dicha industria durante años. Respecto a la fiesta de Santa Bárbara, hace tiempo escribí acerca de dicha fiesta, evocando la tradición “caridadera” de la aldea ademucena: A Mas del Olmo por Santa Bárbara (Ademuz).[13] El relato lo continúa el señor José Manuel:
  • Por san Antón se hacían las hogueras, y durante la fiesta los mozos disparaban tiros al aire… Sucedió que uno de aquí que era quinto de mi padre –y primo hermano de la madre, añade la señora Amelia-, accidentalmente se le disparó la escopeta y mató a una niña… Esto sucedió hace muchos años, ocurrió frente al Ayuntamiento, donde la puerta de arriba. El que la mató se llamaba Julián, y estuvo años en la cárcel, no sé cuánto tiempo, aunque la muerte fue accidental. Después colocaron, no sé si la familia, una placa con el nombre de la chica –Adoración Morales le decían-, la edad y eso, y allí estuvo muchos años…

La víctima de esta triste historia fue Adoración Morales Tortajada (1911-1924), de 13 años, hija de Miguel y Juana. El homicida involuntario fue Julián Luz Blasco (1889-1949): El pobre hombre le pidió perdón (a la familia) y fíjate si le penaría toda su vida... –me refería el señor Marcos Novella Aparicio, anterior pedáneo de la aldea-.[14] Sigue diciendo el entrevistado:
  • El Carnaval también se celebraba mucho, la gente se disfrazaba de zamburrio y se lo pasaba muy bien. En Navidades también se hacía buena fiesta... Por Nochebuena se cantaban las Albadas: Comenzaban en la iglesia, cantándole al cura después de la Misa del Gallo. Después se hacía pasacalle con los músicos, los mozos y mozas y toda la juventud: Le cantábamos al alcalde, a los vecinos que querían, a las novias... –y después, al baile-. Y al día siguiente, que era Navidad, pasaban los quintos por las casas, pidiendo de puerta en puerta. Unos te daban una longaniza, otros morcillas, tortas, pan... –cada uno la voluntad, lo que quería-. Después se hacia una comida con todo lo que se había recogido. A veces se mataba también un cordero... Un año fuimos a cantar las Albadas a Altamira, un rento que está en la linde con Riodeva. Claro, entonces había allí gente viviendo... Cuando el rento era de don José Torán, un señor de Teruel, estaban allí el pastor y varias familias viviendo. Después el señor Torán vendió el rento a los de Rideva y se quedó sólo una familia. Tres hijos de esta familia se casaron aquí en Mas del Olmo: Miguela, la Rufina y el Leandro... Allí nos hicieron un caldero de gachas, luego fuimos a cantarles a los de la rambla de La Azufrera de Libros, y por la tarde baile en Mas del Olmo... Ya te digo, la gente de aquí ha sido muy festera, pero también muy trabajadora: En agosto se iba a las fiestas de san Roque a Sesga y pasábamos toda la noche bailando, pero al amanecer ya estábamos de vuelta, y a tender parva a la era, para trillar… En la Puebla hacían –todavía la hacen- una romería a la Hoya de la Carrasca, para santa Quiteria: Pero los pueblanos no son tan festeros, ellos son más de misa… Claro, son pueblos vecinos, pero distintos; con tradiciones y formas de ser diferentes.
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Vista parcial del caserío de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), barrio de la Ermita, desde el Puntal (2016).
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Vista parcial (meridional) de la iglesia parroquial de Santa Bárbara en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2016.


Se alude aquí a la romería que los pueblanos hacen a Santa Quiteria, ver al respecto: A Hoya de la Carrasca por Santa Quiteria.[15] A propósito del rento de Altamira, comentan mis entrevistados:
  • Aquí en Mas del Olmo había también un rento que era de un señor de Torrebaja al que decían Caballero... –se refieren al que fuera alcalde de Torrebaja a principios del siglo XX, don Manuel Izquierdo Caballero (1909-12)-: Este señor quería vender el rento, pero como los de la aldea no hacían mucho caso se lo ofreció a uno de Riodeva que llamaban el tío Pequeñín. Entonces los de Mas del Olmo se interesaron, y el dueño del rento deshizo el trato (con el de Riodeva) y se lo vendió a los de Mas del Olmo, pero más caro. A esa partida la conocemos como “rento Caballero”, está pasado el camino de Riodeva, yendo hacia la Loma del Romance, toda esa parte de la derecha...


-- Visto el panorama actual de Mas del Olmo, ¿cómo creéis que evolucionara la aldea, qué pasará con la despoblación…?
  • No sé lo que pasará, tendremos que ir por donde nos lleven… Pero esto tiende a desaparecer. Vecinos empadronados aquí somos uno, dos, tres, cuatro…, seis vecinos –recuenta mentalmente el señor José Manuel-: En el barrio de la Ermita hay un vecino, el que hace ahora de pedáneo. En el de la Plaza, nadie. Y aquí en el de la Era, Julio y Amelia, y la familia de Marcos; y en el Puntal estoy yo… Cuando en el año 46 fuimos 110 vecinos –anota la señora Amelia como contrapunto-: Unos quinientos habitantes… Esto contando una media de 4 ó 5 por casa, aunque nosotros teníamos un tío que tuvo diez hijos… En los últimos años unos valencianos han comprado varias casas aquí, para restaurarlas: Vienen los fines de semana, cuando pueden. Al verano sí viene mucha gente, pero aquí no hay economía, y si esto no cambia, pronto desaparecerá…

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Vista del edificio donde se ubicaba la carpintería del señor José Manuel Blasco Blasco en Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), bella muestra de arquitectura tradicional (2016).


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Detalle de la entrada a la antigua carpintería de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con el señor José Manuel Blasco Blasco posando en la puerta (2016).


Con estas palabras finales del señor José Manuel damos por terminada la entrevista, conscientes de que su significado no recoge el sentimiento de pesadumbre con que fueron dichas. Se trata de la inevitabilidad de lo ineluctable.  Mis entrevistados son conscientes de que la historia –el tiempo- no puede detenerse, de que la aldea de su infancia y juventud no volverá a ser lo que fue, porque su tiempo pasó. Ya que más que de nuestros padres biológicos somos hijos del tiempo que nos ha tocado vivir. Siempre cabe la esperaza, sin embargo, de que la situación de Mas del Olmo y demás pueblos y aldeas del Rincón de Ademuz, y zonas limítrofes de Cuenca y Teruel, evolucione hacia algo nuevo, insospechado. Porque –ciertamente- el futuro no está escrito...


A modo de conclusión.

Comenzamos la entrevista a primeras horas de la tarde, cuando la concluimos empezaba a oscurecer. No me dio tiempo de hacerles a mis entrevistados una fotografía en la calle -cual hubiera sido mi deseo, aprovechando la luz del atardecer-; tuve que conformarme con hacerles algunas en el interior de la casa.

Tengo la impresión de que mis contertulios han disfrutado hablando tanto como yo escuchándoles, porque da gusto escucharles –ya que son estupendos relatores-, rememorando su vida, anécdotas, pequeños recuerdos de infancia y juventud. Los tres son muy locuaces, especialmente la señora Amelia, pero su hermano José Manuel –que tiene otro genio- no se queda atrás. El señor Julio padece de sordera, lo que le hace retraerse algo en la conversación; pero en cuanto se tercia expone su opinión, mostrando siempre un admirable –y sano- sentido del humor.

El señor José Manuel vive en el barrio del Puntal, junto a la Balsa –entre sus ocupaciones diarias, además de atender el huerto, está la de dar de comer a los patos del pozo de la balsa-, aunque su mayor preocupación es la vista, que no ve bien; mientras que su hermana la señora Amelia y su cuñado, el señor Julio, viven en el barrio de la Era: ella se cuida de la casa, él de echar a unas gallinas que tiene en el corral, y le preocupa no oir.

Todos ellos se hallan en la octava década -bien cumplida- de su existencia terrena, y dan la impresión de haber tenido una vida sencilla -tranquila y feliz-, aunque trabajosa. Sus hijos se hallan lejos, si bien parecen tener buena relación. La tarde que pasé en Mas del Olmo me produjo la íntima sensación de haber estado conversando con mi propio padre, que también atesoraba recuerdos y experiencias, pero con el que no supe buscar la ocasión para que me los revelara con detalle.

Con toda propiedad, mis entrevistados constituyen el mejor ejemplo de los pobladores de Mas del Olmo de mediados de la centuria pasada -gente sencilla, trabajadora, apegada a su tierra, al tiempo que amigos de la celebración-: su mayor diversión ha sido el baile, reflejo de su espíritu festivo y sociabilidad. Dignos representantes -también- de un mundo rural en trance de desaparecer –en realidad, ya desaparecido- que se guiaba por el calendario estacional que marcaba el santoral.

Contaba arriba cómo conocí al señor José Manuel, camino de la Mirándula... A la señora Amelia y a su esposo el señor Julio los conocí en Vallanca, haciendo la romería de Santerón del XL septenario (1998): Mi mujer no podía con la mochilla y ellos, que llevaban un todoterreno, al verla jadear pararon y la llevaron hasta el rento, donde la ermita de la Virgen, en Algarra. De esto han pasado dieciocho años; ellos eran algo más jóvenes, y nosotros también… Vale.




[1] CANDEL, Francisco (1977). Viaje al Rincón de Ademuz, Plaza & Janés, S.A., Editores, Barcelona, p. 108.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009). La Guerra Civil Española en el Rincón de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, pp. 148-149.
[3] CANDEL, 1977: 101.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, 2009: 150-151.
[5] ID (2011). Ayuntamientos, Juntas Gestoras y Comités constituidos en Ademuz durante la Revolución, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, p. 174.
[6]  ID (2000). Acerca de la construcción de la torre-campanario de Torrebaja, en Desde el Rincón de Ademuz, Valencia, pp. 221-226.
[7] ID (2008). El barrio minero y La Azufrera de Libros (Teruel), una visita guiada (I y II), en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp. 387-424.
[8] RODRIGO ALFONO, Carles (1998). El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Edita Adira, Valencia, p. 185.
[9] MARTÍNEZ RODA, Federico (2011). Varela. El general antifascista de Franco, Edita Esfera de los Libros, Madrid.
[10] PRESTON, Paul. Franco y sus generales, en Diario El País, del domingo 20 de abril de 2008. (Consultado el 28 de abril de 2016)
[11] CANDEL, 1977: 107.
[12] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La celebración de Pentecostés en el Rincón de Ademuz, del viernes 1 de junio de 2012.
[13] ID. A Mas del Olmo por Santa Bárbara (Ademuz), del miércoles 7 de diciembre de 2011.
[15] ID. A Hoya de la Carrasca, por Santa Quiteria, del martes 28 de mayo de 2013.

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