martes, 16 de mayo de 2017

LIBROS, PUEBLO DE TERUEL (I).


Aproximación al conocimiento de Libros -a través de sus edificios más emblemáticos-:
iglesia de San Juan Bautista, ermita Virgen de la Huerta y castillo roquero.


«Respecto de la producción industrial, menciona el esparto,
 “que es la ocupación principal de estos habitantes”,
cuya población ascendía entonces  a 257 vecinos (1847),
equivalente a 630 almas (habitantes)»
-del contenido textual-.







Palabras previas.
Continuando con la serie de artículos de estudio y divulgación, relativos a los municipios de la zona meridional de Teruel, lindantes con el valenciano Rincón de Ademuz, la entrada de hoy se refiere a Libros, pueblo de Teruel.

Son incontables las veces que he pasado por Libros, camino de Teruel. De niño recuerdo haber pasado también muchas veces con el coche de línea, el autobús paraba junto a un secular olmo negrillo (Ulmus minor) que había al borde mismo de la carretera. Digo de mucho tiempo atrás, cuando los vehículos de la línea regular iban llenos hasta los topes, la gente de pie en el pasillo, la baca llena de bultos. Ya adolescente iba con los demás chicos a las fiestas de octubre, las últimas que se celebraban en la zona. La celebración de la Virgen del Pilar congregaba al mocerío de los pueblos del entorno, que acudía al baile a ver a las mozas. Siendo ya mayor, he pasado igualmente infinidad de veces por el lugar –camino de Teruel, decía- por el trabajo.

Las veces que he estado en Libros me he dedicado a callejear por el caserío, he subido a las ruinas del antiguo castillo y visitado el oratorio de la Virgen, ubicado al otro lado del río, a los pies del cerro. La calle de la carretera la han bautizado Paseo del Turia, otras calles son la de San Antonio, del Carmen, Solana, Grilla, Horno, Umbría (grafiada Hombría en un ladrillo antiguo), Molino, etc. Incluso he subido al cementerio municipal para ver el panorama desde el lugar, y tomar algún dato que me interesaba de las lápidas. Sin embargo, nunca hasta ahora había entrado en la iglesia parroquial de San Juan Bautista, porque no había tenido oportunidad, ni quizá especiales deseos de verla. Algo similar me ocurría con la preciosa Ermita Virgen de la Huerta, situada en el barrio de las Eras, de la que desconocía incluso su existencia.

Detalle de la entrada meridional de Libros (Teruel),
desde el Rincón de Ademuz (Valencia), 2017.

Mas las circunstancias cambian, y dispuesto a escribir sobre el lugar no podía por menos que visitar el templo. Una tarde de principios de mayo me acerqué a Libros desde Torrebaja. Aparqué frente al Ayuntamiento y me dirigí directamente al “Bar Daniel”. Bajo los todos de la entrada había varias hombres tomando café, eran las primeras horas de la tarde. Tras saludarles les pregunté si habría posibilidad de ver la iglesia por dentro: Pregunte por Dionisio el sacristán, está dentro mirando jugar a las cartas, grítele que está muy sordo... –me indicó uno de los presentes-. Entré al bar, en una mesa a la derecha estaban jugando al guiñote, y varios hombres mirando. Pregunté por Dionisio el sacristán –me refiero al señor Dionisio Miguel Gómez (Libros, 1931)-, y me señalaron un anciano que había en un extremo. Me acerqué y le dije lo que pretendía, si podía enseñarme la iglesia, el hombre contestó que no había problema. Se levantó y nos acercamos hasta su casa, para coger la llave. El señor Dionisio vive en una casita de la plaza, entró por la llave y fuimos a la iglesia. Después de tantos años iba a tener la oportunidad de visitarla, y de subir al campanario. Para visitar la Ermita Virgen de la Huerta tuve que ir otro día, en esta ocasión me acompañó el señor Camilo Díaz Culla (Libros, 1933), que tiene la llave de la ermita, y del oratorio de Santa Bárbara, la iglesia del barrio de Las Minas.


Vista general (nororiental) de la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Libros (Teruel),
 obra neoclásica del siglo XIX (2017).


Libros en la geografía.
Pascual Madoz (1847) sitúa el caserío de Libros “en un barranco debajo de un elevadísimo peñasco (la denominada Peña Grajera), resguardado de todos vientos”. Como suele ser habitual en el estadista, su descripción resulta acertada, cabalmente precisa. Situado en la margen derecha del Turia, por su casco urbano discurre la doble carretera N-330-420 –a la altura del punto kilométrico 277 de la primera vía-.

El término de Libros se sitúa a 766 metros de altitud, se extiende por ambas márgenes del río Turia, posee una extensión de casi 38 km2 (37,9 km2), limita al norte con Villel, al sur con Torrealta y Ademuz, al este con Riodeva y al oeste con Tramacastiel y Castielfabib. Torrealta es pedanía de Torrebaja, aunque con término propio; Ademuz y Castielfabib son municipios del Rincón de Ademuz, comarca de Valencia.

El terreno resulta en extremo montañoso, las únicas partes llanas se hallan en la vega del Turia, siendo el resto muy accidentado. En el extremo meridional del término hubo un caserío habitado, denominado “Casas de Angelina”, se hallaban –todavía pueden verse, aunque despobladas- entre la rambla de Riodeva y el río Turia, justo enfrente del puente de tablas que lleva para Mas de Jacinto, aldea de Castielfabib. Asimismo, junto a la margen derecha de la rambla de Riodeva existió otro caserío -denominado “Masía de Floro”-, formando parte del poblamiento disperso. Más importante fue el barrio minero de La Azufrera, situado en el extremo suroriental del término, lindante ya con el de Riodeva. El bario surgió al amparo de la industria minera, cuya edad de oro fueron los años veinte y treinta del pasado siglo XX. La explotación cerró a principios de los años cincuenta, y al clausurarse las minas el lugar se despobló, arruinándose las numerosas construcciones, viviendas y almacenes, y afectando negativamente a la economía local.[1]



Vista parcial (meridional) del caserío de Libros (Teruel), desde el Cementerio Municipal (2017).


Libros en la historia.
La historia bajo-medieval de Libros se halla íntimamente unida a la de Villel, de la que fue aldea, junto con Cascante (del Río), Cuevas de Eva (Riodeva, presuntamente), Tramacastiel, Valacloche y Villastar. La afirmación se sustenta en la donación hecha por Alfonso II de Aragón (1164-1196) del castillo y villa de Villel, que incluía sus aldeas, términos y pertenencias a la Orden de Monte Gaudio (también,  Orden de Alfambra), en 1187. A finales de la década siguiente (en 1196), la Orden de Monte Gaudio se fusionó a la del Temple, siendo este el momento en que Villel y sus aldeas pasan a los templarios. Todo lo dicho al escribir sobre este período referido a Tramacastiel en “Tramacastiel, pueblo de Teruel (I y II)” puede asimilarse a la historia de Libros, solo que Libros permaneció bajo la jurisdicción de Villel y del Temple, mientras que Tramacastiel se desligó de esta autoridad en fecha temprana, pasando al señorío laico del reino.[2]

Al respecto, cabe saber que a finales del siglo XIII, Villel y sus aldeas (Libros, Riodeva y Villastar) pertenecían al Temple, mientras que Alobras, El Cuervo, Tormón, Tramacastiel y Veguillas de la Sierra, así como Cascante del Río y Valacloche se hallaban en manos de la nobleza laica del Reino. Visto en perspectiva histórica observamos que el territorio descrito, aunque con distinta jurisdicción en cuanto a la posesión de la tierra, forma a modo de cuña entre la Comunidad de Aldeas de Albarracín (al noroeste) y la Comunidad de Aldeas de Teruel (al noreste). Al sur de este territorio aragonés queda el Rincón de Ademuz (Ademuz y Castielfabib), que a estas alturas del siglo (y desde la proclamación de los fueros romanceados valencianos, en 1261) ya pertenecía de pleno derecho al Reino de Valencia.[3]

La propiedad de la tierra en la zona meridional de Teruel a finales del siglo XIII.

Jurisdicción territorial y administrativa

VILLAS Y LUGARES
Comunidad de Aldeas de Albarracín
Bezas, Valdecuenca, Jabaloyas, Toril y Masegoso, Vallecillo, etc.
Comunidad de Aldeas de Teruel
Rubiales, Campillo, Teruel, Castralbo, Aldehuela, Cubla, Camarena de la Sierra, Arcos de las Salinas, etc.
Orden Militar del Temple
Villel, Villastar, Libros y Riodeva.
Señorío laico del Reino
Alobras, Tormón, El Cuervo, Tramacastiel, Veguillas de la Sierra, Cascante del Río, Valacloche.
Tomado de Gargallo Moya (1984), citado por Ledesma Rubio (1988). Nota: se recogen sólo las poblaciones meridionales de Teruel, del noreste al noroeste del Rincón de Ademuz. Elaboración propia (2017). 

Para aclarar algo más lo dicho volvamos a los años finales del siglo XII: hacia 1180 Alfonso II de Aragón hace donación del territorio de Villel a Martín Pérez de Arándiga: Arándiga es un municipio zaragozano, en la Comunidad de Calatayud. Este notable personaje de la corte de Alfonso el Casto (presuntamente, de la Orden de Monte Gaudio), a partir de entonces se le conoce en la historiografía como Martín Pérez de Villel. Los límites de la tenencia militar de Villel incluía Villastar (por el norte), Valacloche y Riodeva (por el sureste), llegando hasta Rubiales y Tormón (por el oeste): al suroeste quedaban las tierras de Ademuz y Castielfabib, territorio entonces todavía en manos musulmanas (in extremo sarracenorum), y que no se conquistaría hasta finales de la primera década del siglo XIII (1210). La zona sur quedaba así como una frontera basculante entre cristianos y musulmanes. Unos años más tarde (en 1187), Alfonso el Casto cede Villel -con sus términos y pertenencias: Villastar, Tramacastiel, Libros y Riodeva- a la Orden de Monte Gaudio (también, Montegaudio), “expresando su confianza de que desde allí hicieran paz y guerra a los sarracenos y otorgándoles la posesión de todo lo que de ellos alcanzaran”.[4]

Vista general (meridional) de las Casas de Angelina en Libros (Teruel),
con detalle de la rambla de Riodeva (2017).

La posesión de Villel por la Orden de Montegaudio (también, Orden de Alfambra, en razón de su ubicación en esta localidad turolense) duró apenas una década, pues en 1196 aquella orden militar se fusionó con la Orden del Temple; de este modo pasó Villel a los templarios, el monarca les concedió el control del castillo y los habituales monopolios señoriales (horno y molino), “además de las décimas y primicias”.[5] A todo esto, en la década siguiente –principios del siglo XIII (1210)- tuvo lugar la citada conquista por Pedro II de Aragón de las tierras de Ademuz, Castielfabib y otros lugares del entorno, con lo que la frontera meridional de la Encomienda del Temple de Villel se vio reforzada –y más protegida, no estando ya en la primera línea de frontera-:

  • En noviembre de 1212 (los templarios) extendieron carta de población al lugar de Libros, zona fronteriza con Ademuz, recientemente incorporado al dominio cristiano. Se trataba de suscribir un contrato agrario entre la entidad señorial y los cultivadores, en este caso tres pobladores nominados en el documento y aquellos otros que quisieran acudir al lugar. El Temple, después de reservarse la iglesia, el horno y el molino, retenía además tres piezas de tierra; el resto de la heredad quedaba en tenencia para los cultivadores a cambio de la entrega de décimas y primicias y la obligación de prestar a los freiles el servicio de hueste y cabalgada.[6]

El contrato entre la entidad señorial (el Temple) y los cultivadores incluía algunas restricciones, como la prohibición de enajenar (vender o empeñar) las tierras de su tenencia a otras personas, singularmente a clérigos o infanzones que hubieran podido poner en peligro la competencia señorial. Los templarios hicieron extensivas este tipo de políticas al resto de la encomienda (Riodeva y Villastar), parcelaron sus bienes y los entregaron a los colonos en usufructo, renunciando así a la gestión directa de sus propiedades. La parcelación suponía la limitación del número de colonos para que la familia arrendataria pudiera vivir con cada lote. De lo que se trataba era de repoblar y proteger el territorio, a la par que las tierras se hacían productivas. Al comienzo de la segunda mitad del siglo XIII (1260), los templarios dieron carta de población a Riodeva y Villastar, con las características contractuales reseñadas en la tabla siguiente.

Características de la carta de población templaria en Riodeva y Villastar (1260-1264).

Población

Características y obligaciones de los cultivadores
Reserva señorial

Riodeva

* Lotes (pobladores): veinte (20).
* Usufructo: casas, campos yermos, acequias, etc.
* Canon tributario (imposición): censo colectivo anual (20 cahíces de cereal), además de las décimas y primicias.
* Prestación de servicios: hueste, cabalgada, contribución a la cena del rey, infante o procurador.
* Obligación (servidumbre) de llevar el cereal a la era y la vid al lagar de los freiles, y de residir en el lugar.
* Torre, casa, iglesia y huerto.
Monopolios: horno, molino, con sus azudes y acequias.

Villastar

* Lotes (pobladores): veinte (20).
* Canon tributario (imposición): septeno de la cosecha: cereales y hortalizas (exceptuando de estas las de consumo propio), lino, cáñamo, cebollas, ajos, nabos, puerros y zanahorias, además de las décimas y primicias. Vid (uvas): la cuarta parte (con la excepción de la viña de secano y tierras ganadas al monte, que no pagaban).
* Prestación de servicios: hueste, cabalgada, contribución a la cena del rey, infante o procurador.
* Obligación (servidumbre) de llevar el cereal a la era y la vid al lagar de los freiles, y de residir en el lugar.
* Franquicia: ganados y pastos (lo que favoreció el incremento de la cabaña).
* Torre y casa señorial con sus dependencias, establo, lagar y horno, sargal y chopera.
* Derechos sobre: iglesia.
Tomado de Ledesma Rubio, 1988: 30-32. Elaboración propia (2017).

No obstante, los primeros intentos de colonización de Villastar fracasaron por causas desconocidas, razón por la que se intentó una nueva repoblación (en 1271): la nueva carta parceló la propiedad en 17 lotes, con una renta global de 200 sueldos de cereal y vid (de pan y vino), productos que podían tener mejor salida en el mercado de Teruel. En cualquier caso, los colonos (cultivadores o arrendatarios) de la Encomienda de Villel se obligaban a no sustraerse a la señoría del Temple, y a cumplir los compromisos adquiridos, “como vasallos deven séller a sennores”.[7] La disminución del número de lotes (en la parcelación de 1271), siendo la tierra la misma, hace pensar que eran de mayor extensión que los establecidos en la colonización precedente (de 1260).


Detalle de un tramo de escalera en el acceso al Castillo de Libros (Teruel), 2017.

Detalle de un tramo de escalera en el acceso al Castillo de Libros (Teruel), 2017.


Visita al castillo de Libros.
Poco o nada queda del antiguo castillo roquero de Libros, “que dependió del cercano de Villel bajo las Ordenes (primero) del Redentor y (después) del Temple”.[8] Los escasos vestigios hacen pensar que las piedras y sillares de sus muros y torres fueron reaprovechadas, empleándose en otras construcciones, como las casas del lugar, incluido su templo parroquial.

Dada su situación, dispuesto en lo alto de un cerrito rocoso junto al río Turia, el castillo de Libros pudo ser un baluarte táctico de pequeñas dimensiones y planta irregular, adaptado al terreno sobre el que se asentaba, antes que una fortaleza estratégica, de aspecto aguerrido y gran complejidad, como el de Villel, que disponía de varios recintos amurallados.[9]

El centro de la encomienda templaria en la zona se ubicó durante todo el siglo XIII en Villel, desde donde la orden militar llevó a cabo su política (agraria y colonizadora) en el territorio de su jurisdicción, implantando para ello los mencionados contratos agrarios con los cultivadores o colonos que decidían establecerse en el territorio. Dado su peculiar emplazamiento, resulta evidente que el castillo roquero de Libros constituía también un puesto de control junto al paso del río Turia, acceso meridional a la Encomienda desde Castilla y las recién conquistadas tierras del Rincón de Ademuz. Como se apuntaba arriba, las tierras de Ademuz y Castielfabib fueron conquistadas a principios del siglo XIII (en 1210), pero no se incorporaron al reino cristiano de Valencia hasta 1261 (fecha de la jura de los fueros romanceados). Durante un largo período (anterior y posterior a la conquista cristiana de las tierras de Ademuz y Castielfabib), la zona debió permanecer expuesta a las razias moras y las cabalgadas cristianas, siendo pues un territorio de frontera, in extremo sarracenorum, escasamente poblado e inseguro.


Vista parcial del Castillo de Libros (Teruel),
con detalle de la explanada (2017).

Vista parcial del Castillo de Libros (Teruel),
con detalle del acondicionamiento (2017).


En fecha reciente el Ayuntamiento de Libros ha acondicionado el acceso al solar del antiguo castillo, construyendo varios tramos de escaleras metálicas, escalones de traviesas y barandas hasta la cima. Antaño podía subirse por distintos puntos, pero hoy sólo es posible acceder por el camino preparado, cuya entrada está en la parte septentrional del cerro. Conforme se asciende el horizonte se amplía, aunque cerrado por todos los puntos cardinales, no en vano el cerro del castillo es denominado por los lugareños como El Mortero, en virtud de la semejanza al mango de un mortero, figurado recipiente formado por las montañas que lo circundan. Los únicos puntos abiertos del paisaje se hallan al norte y al sur, correspondientes al paso del Turia y de la  carretera N-330-420 que discurre de norte a sur, paralela al cauce. Teruel se halla aguas arriba del Turia, el Rincón de Ademuz al sur.

Arribados a la cima del cerro encontraremos una somera planicie de perímetro irregular, toda ella bordeada por una sólida baranda de rollizos de madera, con mesas y bancos de asiento. Desde el alcor la vista resulta espléndida, con el caserío a los pies, circundándolo de norte a sur. Sólo la parte occidental se halla libre de construcciones, en su lugar pueden verse fincas de cultivo, mayormente abandonadas. La ubicación del castillejo se eligió convenientemente para la defensa del paso. Mirando hacia levante, el grueso del pueblo de Libros queda a nuestra mano derecha, que es el suroeste. Del caserío destaca la parroquial y su torre-campanario de teja vidriada, con la fachada mirando hacia la plaza Mayor, abierta a la carretera y el río, quedando el conjunto a merced de un imponente peñasco, ceñudo y protector a la vez.

Decía que del antiguo castillo quedan escasos restos materiales, algunos muros arrasados por la parte meridional, correspondientes a lienzos de muralla o torreones, basamentos de mampostería ordinaria tomada con argamasa de cal, y yeso. Existen otros restos muy perdidos en distintos puntos, que pudieron ser cerramientos de la irregular muralla perimetral, todos ellos completamente arrasados, lo que sugiere el reaprovechamiento de sus piedras y sillares.

Vista parcial del Castillo de Libros (Teruel),
con detalle del acondicionamiento (2017).

Vista parcial del Castillo de Libros (Teruel),
con detalle del acondicionamiento (2017).


Tras la desaparición de la Orden del Temple, con sus bienes se formó en el reino de Valencia la Orden de Montesa, mientras que en el resto de la Corona de Aragón sus posesiones pasaron a los hospitalarios de san Juan de Jerusalén. Como sus posesiones ocupaban extensos territorios, en Cataluña se creó la dignidad del Gran Priorato, paralela a la del Gran Castellán de Amposta: “A la Castellanía de Amposta se incorporaron los bienes de las encomiendas aragonesas de Alfambra, Ambel, Ascó, Barbastro, Calatayud, Cantavieja, Castellote, Chalamera, Miravet, Mirambel, Villarluengo, Villel y Monzón”.[10]

La encomienda de Villel y su prolongación en Libros pasó a la Orden de San Juan de Hospital de Jerusalén (asimismo que Riodeva y Villastar). Los hospitalarios o sanjuanistas poseyeron el lugar y su castillo durante todo el siglo XIV. A mediados del siglo -en junio de 1358, en el contexto de la Guerra de los Dos Pedros (entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón)-, el comendador de Villel, Fortum Gonçalvez, recibe la orden de mandar reparar las fortificaciones de los castillos de Libros y de Cabroncillo (Cabronciello, lugar actualmente despoblado en el término de Riodeva).[11]

A partir del siglo XV, con la unión dinástica de la Corona de Aragón y de Castilla, el castillo de Libros, como todos los demás de la zona, perdieron su razón de ser y fueron abandonados, con el consiguiente deterioro y ruina total en los siglos siguientes. A finales del siglo XVIII, principios del XIX, reinando Carlos IV (1788-1806), el Gobierno de Godoy decretó la toma de los bienes del Hospital, erigiéndose el monarca en Maestre de la Orden en España. Seguidamente (1806), el Estado se apoderó de todos los señoríos temporales de dicha orden. A continuación tuvo lugar la Desamortización de Mendizábal (1836), creándose en los años setenta del mismo siglo la Orden militar de San Juan de Jerusalén (1874), con cien caballeros por la lengua de Castilla y otros cien por la de Aragón.[12]


Vista parcial del Castillo de Libros (Teruel),
con detalle del acondicionamiento (2017).

Vista parcial del Castillo de Libros (Teruel),
con detalle del acondicionamiento (2017).


Libros en el siglo XIX (1847).
Pascual Madoz ofrece una singular estampa de Libros, correspondiente a los años cuarenta del siglo XIX (1847) –escribe el estadista-:

  • LIBROS : 1. con ayunt. en la prov. part. jud. y dióc. de Teruel (5 leg.) aud. terr. de Zaragoza y c. g. de Aragón. SIT.: en un barranco debajo de un elevadísimo peñasco, resguardado de todos vientos; goza de buen CLIMA y las enfermedades mas frecuentes tercianas. Se compone de 176 CASAS de muy mala construcción, algunas de ellas metidas dentro de cuevas; tiene una escuela de primeras letras; casa para la municipalidad; igl. parr. (San Juan Bautista) servida por un cura de entrada y provisión ordinaria y un cementerio que en nada perjudica á la salud pública. Confina el TÉRM. al N. con Villel; E. Riodeva y Cascante; S. Torrealta (part. de Chelva, prov. de Valencia), y O. Tramacastiel, estendiéndose en dirección de cada uno de los puntos 5/4 de leg.; en él se encuentran varias minas de azufre, que en la actualidad se benefician por diferentes asociaciones, siendo las mas aventajadas las que esplota la Sociedad de Zapateu y consortes, que ademas de una magnífica fáb. con toda clase de almacenes, habitaciones y oratorio, cuenta con diversos hornos de fundición, cuya invención es debida al profesor de farmacia D. Pedro Lagasco; los productos químicos, particularmente la flor de azufre, son de la mas superior calidad. El TERRENO es desigual cubierto de monte bajo; báñale el r. Blanco ó Guadalaviar, con cuyas aguas se riegan varias huertas y diferentes trozos de terreno; la agricultura sin embargo de la bondad dé las tierras, está sumamente abandonada; tiene 486 yugadas de primera clase, 774 de segunda y 1,060 de tercera. Los CAMINOS comunican con los pueblos limítrofes en mediano estado. La correspondencia se recibe de la adm. de la cap. dé la prov. PROD.: trigo, cebada, avena, maiz, cáñamo, nueces, frutas, patatas, vino y legumbres; cria algún ganado lanar y poco vacuno y hay caza de conejos, liebres y perdices. IND.: la elaboración del esparto que es casi la ocupación principal de estos hab. POBL.: 257 vec., 630 alm. RIQUEZA IMP.: 37,486. reales. Paga de contribuciones 8,006 rs.[13]

Dice Madoz del lugar de Libros, que a la fecha (1847) ya poseía ayuntamiento propio, perteneciente a la provincia (partido judicial y diócesis) de Teruel, de la que distaba 5 leguas (antigua medida de longitud, variable según las zonas, equivalente a 4-7 km: lo que una persona caminando o en cabalgadura puede recorrer en un ahora), en la Audiencia Territorial de Zaragoza, capitanía general de Aragón.

Respecto a su situación, ubica el lugar “en un barranco debajo de un elevadísimo peñasco, resguardado de todos los vientos”. El "elevadísimo peñasco" es conocido entre los lugareños como Peña Grajera. Antaño los viejos decían a los niños: No tengas miedo de la Peña Grajera, no se caerá nunca sobre el pueblo porque está atada con cuerdas de esparto... Su situación hacía disfrutar al lugar de buen clima, siendo las fiebre tercianas (malaria o paludismo) la enfermedad debilitante (producida por parásitos del género plasmodium) que más frecuentemente afectaba entonces a la población.

Vista parcial (meridional) del caserío de Libros (Teruel),
con detalle de la salida hacia el Rincón de Ademuz (2017).


Respecto de las casas del lugar, establece su número en 176, “de muy mala construcción”, hasta el punto de que “algunas de ellas (se hallan) metidas dentro de cuevas”, refiriéndose quizá a las más próximas al peñasco bajo el que se halla el caserío. Menciona “una escuela de primeras letras”, sin especificar si se trataba de una escuela mixta (niños y niñas juntos), o sólo de niños, y unas “casas para la municipalidad”, esto es, la Casa Consistorial o Casa Lugar. Nombra a la iglesia parroquial, a la que pone bajo la advocación de San Juan Bautista, “servida por un cura de entrada y provisión ordinaria”, por el obispo diocesano, y “un cementerio que en nada perjudica á la salud pública”. Hemos de pensar que se refiere al actual cementerio, ubicado lejos de la población, sobre un cerro al poniente de la población, junto al antiguo camino de Tramacastiel. Asimismo, resulta razonable pensar que el cementerio anterior se hallaría junto al templo parroquial anterior del actual, obra de fábrica neoclásica (siglo XIX), del que diremos.

Respecto del término municipal, extendido “en dirección de cada uno de los puntos” cardinales tres cuartos de legua (unos 38 km2), limita por el norte con Villel, por el sur con Torrealta (que antes de su anexión a Torrebaja tuvo ayuntamiento y término propio),[14] por el este con Cascante y Riodeva y con Tramacastiel por el oeste. En el mismo punto alude a la existencia en el término de “varias minas de azufre” explotadas por distintas empresas, “siendo las mas aventajadas” las de la “Sociedad de Zapateu y consortes”, que poseían “toda clase de almacenes, habitaciones y oratorio”, así como “una magnífica fábrica”, amén de hornos de fundición inventados por el farmacéutico Pedro Lagasco: “los productos químicos, particularmente la flor de azufre, son de la mas superior calidad”.[15] Cuando en el párrafo anterior el estadista se refiere a las casas de Libros, “algunas de ellas metidas dentro de cuevas”, no podemos descartar que se esté refiriendo a las casas trogloditas de la ladera del monte donde asienta el barrio minero, excavadas por los primeros trabajadores de las minas.


Vista parcial del caserío de Libros (Teruel) con detalle de construcciones tradicionales (vernaculares), 2017.

Vista parcial del caserío de Libros (Teruel),
con detalle de construcciones tradicionales (vernaculares), 2017.

Respecto del terreno del término, lo define como “desigual cubierto de monte bajo”, lo que equivale a decir que en general es poco productivo. Nombra al río Turia como “Blanco ó Guadalaviar”, que es como se le denominaba entonces entre los lugareños de estos términos. Con las aguas del río “se riegas varias huertas y diferentes trozos de terreno”, seguramente las situadas en la parte baja del valle, aguas arriba y abajo del río, en ambas márgenes. Con todo, dice que la agricultura, “sin embargo de la bondad de las tierras”, está muy abandonada, clasificando las tierra en tres clases: primera (486 yugadas), segunda (774 yugadas) y tercera (1.060 yugadas). La “yugada” es una medida agraria de superficie -variable según las zonas-: originariamente equivalía a lo que un par de bueyes podía arar en un día completo.

Respecto a los caminos mediante los que se comunicaba con los pueblos lindantes, los define como “en mediano estado”. Por la población pasaba el antiguo camino viejo de Ademuz a Teruel, parte del Camino Real o Nacioal de Valencia y Castilla a Aragón por esta parte. La correspondencia la recibía de la administración de la capital provincial, Teruel, situada a cinco leguas aguas arriba del Turia (actualmente, 27 km por carretera, equivalentes a unos 27 minutos en coche).

Respecto a su producción agropecuaria, menciona los cereales habituales en la zona (avena, cebada, maíz, trigo), nueces y frutas, legumbres, hortalizas (patatas) y vid (vino). Asimismo, “algún ganado lanar y poco vacuno”, habiendo “caza de conejos, liebres y perdices”.

Respecto de la producción industrial, menciona el esparto, “que es la ocupación principal de estos habitantes”, cuya población ascendía entonces (1847) a 257 vecinos, equivalente a 630 almas (habitantes).

Tabla comparativa de pueblos del entorno de Libros (Teruel), relativa a la población, riqueza imponible y contribución por vecino y habitante (1849).

Municipio

Casas
Población
(vecinos/almas)
Riqueza imponible (reales)
Presupuesto municipal
(reales)
Alobras
-
90/349
-
-
Cuervo, El
60
99/405

4.717
Libros
176
257 /630
134.983

Riodeva
179
134/537
54.287

Tormón
36
44/140
32.160

Tramacastiel
141
129/518
63.520

Veguillas
36
32/132

2.522
Villastar
122
125/500
59.927

Villel
291
245/1.081
96.989

Tomado de Pascual Madoz (1849), tomo XV, p. 737. Nota: la Riqueza imponible varía respecto de la tomada por poblaciones particulares. Elaboración propia (2017). 

Detalle de ladrillo cerámico del antiguo callejero de Libros (Teruel), 2017.


Vista parcial de la plaza Mayor de Libros (Teruel),
fachadas septentrionales (2017).

Vista parcial del caserío de Libros (Teruel),
con detalle de la CN-330-420 a su paso por la localidad, la Casa Consistorial a la izquierda y
el pretil de la ribera del Turia a la derecha (2017).



Detalle de ladrillo cerámico con número de policía del antiguo callejero de Libros (Teruel), 2017.

La Riqueza imponible total de cada municipio es el sumatorio de la riqueza Territorial y parcelaria, la Urbana y la Industrial y comercial, que Madoz expone repartida por vecino y habitantes, en reales y maravedises. Al respecto puede verse que de los pueblos reseñados, el que más vecinos (cabezas de familia) censa es Libros (257), seguido de Villel (245), aunque en el reparto por habitantes (almas), resulta más poblado Villel (1.081), seguido de Libros (630). Ello se explica porque cada cabeza de familia de Villel suponía más miembros (almas o habitantes) que en Libros. Sin embargo, la mayor Riqueza imponible de la zona la hallamos en Libros (134.983 reales), seguida de Villel (96.989 rs), debido a la actividad industrial (minas de azufre) existente en su término.


De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).

Continúa en:
LIBROS, PUEBLO DE TERUEL (y II).





Véase también:
ALOBRAS, PUEBLO DE TERUEL (I), del viernes 24 de febrero de 2017.
ALOBRAS, PUEBLO DE TERUEL (y II), del viernes 24 de febrero de 2017.
* TORMÓN, PUEBLO DE TERUEL (I), del miércoles 1 de febrero de 2017.
* TORMÓN, PUEBLO DE TERUEL (y II), del miércoles 1 de febrero de 2017.
TRAMACASTIEL, PUEBLO DE TERUEL (I), del viernes 14 de abril de 2017.
TRAMACASTIEL, PUEBLO DE TERUEL (y II), del viernes 14 de abril de 2017.
* VEGUILLAS DE LA SIERRA, PUEBLO DE TERUEL, del viernes 20 de enero de 2017.
VISITA GUIADA A LOS ESTRECHOS DEL EBRÓN (I), del viernes 13 de enero de 2017.
VISITA GUIADA A LOS ESTRECHOS DEL EBRÓN (y II), del viernes 13 de enero de 2017.



[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Tramacastiel, pueblo de Teruel (I), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 14 de abril de 2017.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Casas Bajas, en el Rincón de Ademuz (I), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz,  del miércoles 5 de junio de 2013.
[4] LEDESMA RUBIO, María Luisa (1988). Cartas de población y fueros turolenses, Cartillas turolenses, Nº 12, Edita Instituto de Estudios Turolenses, Zaragoza, pp. 28-29.
[5] Ibídem, p. 29.
[6] Ibídem, p. 30.
[7] Ibídem, p. 31.
[8] GUITART APARICIO, Cristóbal (1987). Los castillos turolenses, Cartillas turolenses Nº 9, Edita Instituto de Estudios Turolenses, Zaragoza, p. 54.
[9] Ibídem, p. 14.
[10] CASTILLÓN CORTADO, Francisco. Los sanjuanistas de Monzón (Huesca): 1319-1351, en Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita: CHJZ 47-48 (1983), p. 145.
[11] «24 juin 1358. Ordre à Fortum Gonçalvez d´Heredia, commander a Villel, de faire réparer les fortifications des châteaux de Libros et Cabronciello [reg. d´Amposte, IV, f. 7b]». Cf. DELAVILLE LE ROULX, Joseph (1913). Les Hospitaliers à Rhodes jusqu`a la mort de Philibert de Naillac (1310-1421), Erneste Leroux, éditer, Paris, p. 137, nota al pie (3).
[12] CASTILLÓN CORTADO (1983), p. 146.
[13] MADOZ, Pascual (1847). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Imprenta del Diccionario Geográfico, a cargo de don José Rojas, Madrid, tomo X, p. 277.
[14] «La emancipación de Torrealta como municipio independiente de Ademuz debió producirse al amparo de las mismas disposiciones legales, aunque se desconoce la fecha exacta –pero antes de 1845-. Asimismo podríamos decir de Torrebaja, cuya independencia de Castielfabib tuvo lugar en fecha ignorada. Sabemos, no obstante, que Torrebaja ya tenía ayuntamiento propio en 1849, y que por esa fecha ya se le había agregado el de la vecina Torrealta, que, según dice Madoz, perdió su competencia municipal “por no reunir los 30 vecinos de la ley” -se refiere a la Ley de organización y atribuciones de los Ayuntamientos de 8 de enero de 1845, y a la Real Orden de 25 de enero de 1845, que establecía la supresión de todos aquellos ayuntamientos que no superasen los 30 vecinos, esto es, unos 150 habitantes-.» Cf. SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Casas Bajas, en el Rincón de Ademuz (I y II)en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 5 de junio de 2013.
[15] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). El barrio minero y La Azufrera de Libros (Teruel), una visita guiada (I y II), en Desde el Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp. 387-424.

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