sábado, 9 de septiembre de 2017

RIODEVA, PUEBLO DE TERUEL (I).


Aproximación al conocimiento de Riodeva
-a través de sus edificios religiosos más emblemáticos-:
iglesia de la Virgen de los Dolores, ermita de la Purísima y
ermita de Santa Bárbara, y patrimonio natural.




“El caserío se asienta en una hondonada, con cerco de montañas.
Los árboles sombrean el paisaje idílico.
El cauce del Riodeva recibe poco antes de llegar a la población
los vertidos de las rambla de Amanaderos,
y luego prosigue su curso hasta desembocar en el Turia”
-Alfonso Zapater, Teruel, pueblo a pueblo (1986)-.








Palabras previas, a modo de justificación.
Continuando con la serie de pueblos de Teruel, en el entorno extracomarcal del Rincón de Ademuz, llegamos a Riodeva, municipio situado al noreste de la comarca valenciana, en las estribaciones meridionales de la fosa de Teruel: su término posee una extensión de 34,3 km2 y un censo de 198 habitantes (en 2008), lo que supone una densidad de población de 5,8 habitantes/km2. Forma parte de los 46 municipios que constituyen la Comarca Comunidad de Teruel. La villa asienta “en una hondonada, cercada por todas partes de montañas” –así la define Madoz (1849)-, ubicada en las laderas medio-bajas de las estribaciones de la Sierra de Javalambre, como bien se evidencia desde el cercano cerro de Altamira.

Como en el resto de artículos de esta serie, el propósito del escrito es colaborar en la divulgación del lugar, aunque Riodeva es sobradamente conocido a nivel mundial, particularmente desde el descubrimiento de fósiles de dinosaurios en su término. Aunque antes ya lo era por sus ricas minas de caolín y cuarzo o mineral de sílice -el cuarzo se utiliza en la fabricación del vidrio y el caolín en la industria papelera y cerámica, dependiendo de su calidad-,[1] y la estupenda Ruta Geológica del Parque Natural de Puebla de San Miguel sita en sus proximidades. Personalmente, me interesa todo lo relacionado con nuestros lugares: el paisaje, la historia y tradiciones, la gastronomía..., y el patrimonio histórico-artístico, particularmente los monumentos y edificios religiosos, y la arquitectura tradicional (vernacular).

El pueblo y municipio turolense de Riodeva y su río (el Riodeva, que nosotros llamamos rambla) se hallan íntimamente unidos. El pueblo dio nombre al río, o el río al pueblo, vaya usted a saber. Pues en documentos antiguos, bajomedievales (siglo XII), el lugar viene reseñado como "Cuevas de Eva". En cualquier caso el topónimo resulta curioso, pues Riodeva parece ser contracción de “río de Eva”.[2] Aunque también he visto escrito “río Eva” y “río Deva”, expresión moderna cuya contracción sería “Rioeva” y “Riodeva”. No voy a dejarme enredar por la cuestión terminológica, dejemos que sean los lingüistas y filólogos quienes lo aclaren, si ello es posible.

Vista parcial (noroccidental) de Riodeva (Teruel), 2017.

Dejando aparte el origen filogenético del topónimo, veremos que como asentamiento humano Riodeva tiene un origen antiguo, y aunque en los registros bajomedievales su nombre aparece por primera vez tras la conquista cristiana de la zona por Alfonso II de Aragón, es muy probable que ya existiera con anterioridad, cuando el territorio se hallaba bajo dominio musulmán. Existió también un asentamiento humano en tiempos de los romanos, según evidencian los hallazgos de ciertas tumbas de ese periodo en la partida de Morat (1954).[3] Desconocemos cómo denominaban los hispano-romanos a Riodeva; en cualquier caso, de las nueve tumbas halladas sólo una fue estudiada, las demás –lamentablemente- fueron saqueadas. Restos cerámicos y algún fragmento metálico de esta tumba se hallan en el Museo Provincial de Teruel.

La historia de Riodeva en los tiempos modernos se halla íntimamente ligada a las minas de azufre de Libros, clausuradas a mediados de los años cincuenta del pasado siglo XX (ca.1955), en cuyos pozos y hornos trabajaron multitud de riodevanos. En las margas pizarrosas de La Azufrera de Libros apareció la mundialmente famosa rana pueyoi. A la célebre rana de Libros, sin embargo, le ha salido un vigoroso competidor en Riodeva, se trata de un enorme dinosaurio del Cretácico Inferior (Turiasaurus Riodevensis) de grandes dimensiones, el más grande de los hallados en Europa, de cuya excavación existe una película.[4]

Desde una óptica deportiva, Riodeva cuenta con el magnífico descenso de la rambla de Amanaderos; senderos de gran recorrido, como el GR-8 que procede de Villel, y pequeño recorrido, como el PR TE-46, ruta de la Sierra de Santa Bárbara entre Valacloche y Riodeva, que pasa por Cascante del Río y puede prolongarse hasta Riodeva por la ruta Circular de Los Amanaderos.[5] Una gozada para los amantes de la naturaleza...

Entre los hijos ilustres de Riodeva cabe destacar al catedrático y escritor Ramón Ríos y Marqués, nacido en la primera mitad del siglo XIX, “defensor de la causa carlista, hasta el punto de haber ejercido como consejero del pretendiente, el príncipe Carlos”.[6] Existe otro hijo notable de Riodeva nacido a principios del mismo siglo, don José Ríos y Marqués (1804-1875), canónigo mayoral de la santa iglesia catedral de Teruel cuyos restos descansan en la Ermita de la Purísima (Inmaculada Concepción), lado de la epístola. En su momento diremos de ambos personajes, intentando desentrañar su identidad.



Vista parcial (noroccidental) de Riodeva (Teruel), 2017.


Riodeva en la historia bajomedieval (siglos XII-siglo XIII).
Alfonso II de Aragón (1157-1196), alias “el Casto” por no conocérsele amoríos extra-conyugales ni hijos bastardos, en sus incursiones contra los musulmanes conquistó las tierras del Matarraña y fundó la ciudad de Teruel (1171), estableciendo la zona como avanzadilla para la conquista de Valencia. Para asegurar lo conquistado repobló el territorio (fuero de Teruel, 1177) y estableció una Orden Militar en Alfambra (1174), con Encomiendas en Aliaga, Cantavieja, Castellote y Villel.[7]

Para consolidar la conquista Alfonso el Casto repobló Teruel y ante el avance de los almohades lo fortificó, designando entre los nobles de su hueste que habían participado en la ocupación un representante, con la nominación de “tenente” o “señor de la villa”. Entre ellos destaca Fernando Ruiz de Azagra: señor de Daroca, Calatayud, Estella y Arlucena -a la sazón hermano y sucesor del primer señor de Albarracín, Pedro Ruiz de Azagra (1170-1186)-.[8] Fernando Ruiz de Azagra se declaró fiel vasallo del rey de Aragón, y rigió el señorío independiente de Albarracín una década en los años ochenta y noventa del siglo XII (1186-96).[9] Durante el periodo que tuvo la tenencia de la villa de Teruel el de Azagra nombró alcaide a Lope de Varea (también, Lupo de Varea), cuya progenie acabaría poseyendo extensas propiedades en Escriche. Otros personajes destacados de entonces fueron los Ruiz de Lihori, que poseyeron Cascante, Tramacastiel, Riodeva, Tormón y otros lugares.[10] Gil Ruiz de Lihori entroncó por matrimonio con los Fernández de Heredia señores de Mora de Rubielos, que a partir del siglo XVI (1508) ostentaron el título de Condes de Fuentes.[11]

Para intentar aclarar el momento histórico y situar a Riodeva en su lugar tendría que remitir al lector a lo dicho en los artículos referidos a Tramacastiel y Libros –mas para no marearlo, enviándolo de uno a otro, trascribo lo allí escrito-:
  • La historia bajo-medieval de Libros se halla íntimamente unida a la de Villel, de la que fue aldea, junto con Cascante (del Río), Cuevas de Eva (Riodeva), Tramacastiel, Valacloche y Villastar. La afirmación se sustenta en la donación hecha por Alfonso II de Aragón (1164-1196) del castillo y villa de Villel, que incluía sus aldeas, términos y pertenencias a la Orden de Monte Gaudio (también, Orden de Alfambra), en 1187. A finales de la década siguiente (en 1196), la Orden de Monte Gaudio se fusionó a la del Temple, siendo este el momento en que Villel y sus aldeas pasan a los templarios. Todo lo dicho al escribir sobre este período referido a “Tramacastiel, pueblo de Teruel” puede asimilarse a la historia de Libros (y Riodeva), solo que Libros (y Riodeva) permanecieron bajo la jurisdicción de Villel y del Temple, mientras que Tramacastiel se desligó de esta autoridad en fecha temprana, pasando al señorío laico del reino.[12]

Vista parcial (noroccidental) de Riodeva (Teruel), 2017.


Sigo diciendo:
  • Al respecto, cabe saber que a finales del siglo XIII, Villel y sus aldeas (Libros, Riodeva y Villastar) pertenecían al Temple, mientras que Alobras, El Cuervo, Tormón, Tramacastiel y Veguillas de la Sierra, así como Cascante del Río y Valacloche se hallaban en manos de la nobleza laica del Reino. Visto en perspectiva histórica observamos que el territorio descrito, aunque con distinta jurisdicción en cuanto a la posesión de la tierra, forma a modo de cuña entre la Comunidad de Aldeas de Albarracín (al noroeste) y la Comunidad de Aldeas de Teruel (al noreste). Al sur de este territorio aragonés queda el Rincón de Ademuz (Ademuz y Castielfabib), que a estas alturas del siglo (y desde la proclamación de los fueros romanceados, en 1261) ya pertenecía de pleno derecho al Reino de Valencia. Para aclarar algo más lo dicho volvamos un momento a los años finales del siglo XII: hacia 1180, Alfonso II de Aragón hace donación del territorio de Villel a Martín Pérez de Arándiga: Arándiga es un municipio zaragozano, en la Comunidad de Calatayud. Este notable personaje de la corte de Alfonso el Casto (presuntamente, de la Orden de Monte Gaudio), a partir de entonces se le conoce en la historiografía como Martín Pérez de Villel. Los límites de la tenencia militar de Villel incluía Villastar (por el norte), Valacloche y Riodeva (por el sureste), llegando hasta Rubiales y Tormón (por el oeste): al suroeste quedaban las tierras de Ademuz y Castielfabib, territorio entonces todavía en manos musulmanas (in extremo sarracenorum), y que no se conquistaría hasta finales de la primera década del siglo XIII (1210). La zona sur quedaba así como una frontera basculante entre cristianos y musulmanes. Unos años más tarde (en 1187), Alfonso II el Casto cede Villel -con sus términos y pertenencias: Villastar, Tramacastiel, Libros y Riodeva- a la Orden de Monte Gaudio (también, Montegaudio), “expresando su confianza de que desde allí hicieran paz y guerra a los sarracenos y otorgándoles la posesión de todo lo que de ellos alcanzaran”. La posesión de Villel por la Orden de Montegaudio (también, Orden de Alfambra, en razón de su ubicación en esta localidad turolense) duró apenas una década, pues en 1196 aquella orden militar se fusionó con la Orden del Temple; de este modo pasó Villel a los templarios, el monarca les concedió el control del castillo y los habituales monopolios señoriales (horno y molino), “además de las décimas y primicias”.[13]

Y concluyo:
  • A todo esto, en las décadas siguiente –principios del siglo XIII (1210)- tuvo lugar la citada conquista por Pedro II de Aragón (1178-1213) de las tierras de Ademuz, Castielfabib y otros lugares del entorno, con lo que la frontera meridional de la Encomienda del Temple de Villel se vio reforzada –y más protegida, no estando ya en la primera línea de frontera-. El contrato entre la entidad señorial (el Temple) y los cultivadores incluía algunas restricciones, como la prohibición de enajenar (vender o empeñar) las tierras de su tenencia a otras personas, singularmente a clérigos o infanzones que hubieran podido poner en peligro la competencia señorial. Los templarios hicieron extensivas este tipo de políticas al resto de la encomienda (Riodeva y Villastar), parcelaron sus bienes y los entregaron a los colonos en usufructo, renunciando así a la gestión directa de sus propiedades. La parcelación suponía la limitación del número de colonos para que la familia arrendataria pudiera vivir con cada lote. De lo que se trataba era de repoblar y proteger el territorio, a la par que las tierras se hacían productivas. Al comienzo de la segunda mitad del siglo XIII (1260), los templarios dieron carta de población a Riodeva y Villastar, con las características contractuales reseñadas en la tabla siguiente.[14]

Vista parcial (meridional) de Riodeva (Teruel), 2017.

Características de la carta de población templaria en Riodeva y Villastar (1260-1264).

Población

Características y obligaciones de los cultivadores
Reserva señorial

Riodeva

* Lotes (pobladores): veinte (20).
* Usufructo: casas, campos yermos, acequias, etc.
* Canon tributario (imposición): censo colectivo anual (20 cahíces de cereal), además de las décimas y primicias.
* Prestación de servicios: hueste, cabalgada, contribución a la cena del rey, infante o procurador.
* Obligación (servidumbre) de llevar el cereal a la era y la vid al lagar de los freiles, y de residir en el lugar.
* Torre, casa, iglesia y huerto.
* Monopolios: horno, molino, incluidos azudes y acequias.

Villastar

* Lotes (pobladores): veinte (20).
* Canon tributario (imposición): septeno de la cosecha: cereales y hortalizas (exceptuando de estas las de consumo propio), lino, cáñamo, cebollas, ajos, nabos, puerros y zanahorias, además de las décimas y primicias. Vid (uvas): la cuarta parte (con la excepción de la viña de secano y tierras ganadas al monte, que no pagaban).
* Prestación de servicios: hueste, cabalgada, contribución a la cena del rey, infante o procurador.
* Obligación (servidumbre) de llevar el cereal a la era y la vid al lagar de los freiles, y de residir en el lugar.
* Franquicia: ganados y pastos (lo que favoreció el incremento de la cabaña).
* Torre y casa señorial con sus dependencias, establo, lagar y horno, sargal y chopera.
* Derechos sobre: iglesia.
Elaboración propia (2017). Tomado de Ledesma Rubio, 1988: 30-32.

Dado que el propósito del epígrafe era situar a Riodeva en el inicio de la historia bajomedieval cristiana (siglos XII-XIII), ponemos aquí el punto.


Vista parcial (meridional) de Riodeva (Teruel), 2017.


El Cabroncillo: lugar y castillo medieval.
El Cabroncillo (castri et loci del Cabronciello) fue un lugar -y castillo medieval- existente en el término de Riodeva, del que solo pervive el topónimo, aplicado a un Cerro (1.498 m) y una partida de monte al sureste de la población, en las estribaciones de la Sierra de Javalambre.

Como se dice en la introducción histórica, Alfonso II de Aragón entregó el castillo y la villa de Villel (con sus aldeas, términos y pertenencias) a la Orden de Monte Gaudio (también, Orden de Alfambra), en 1187. Villel incluía varias aldeas: Cascante, Riodeva, Tamascastiel, Valacloche y Villastar. Antes de finalizar el siglo XII (en 1196), la Orden de Monte Gaudio se fusionó a la del Temple, con lo que Villel y sus aldeas pasaron a pertenecer a los templarios, dependiendo igualmente de Alfambra. De las aldeas de Villel, Libros, Riodeva y Villastar quedaron en sujetas a la Encomienda de Villel, pero Cascantes del Río, Tramacastiel y Valacloche pasaron a manos del señorío laico. Asimismo, hemos visto las características de la carta de población templaria en Riodeva: lotes, usufructo, canon tributario, prestación de servicios y obligación (1260-1264) y la reserva señorial: torre, casa, iglesia y huerto, además de los monopolios: horno, molino, azudes y acequias.[15]

A finales del siglo XIII (en 1294), Jaime II de Aragón (1291-1327) prohibió la caza mayor en los montes de Cabronciello, siendo esta una de las primeras menciones documentales a este lugar de Riodeva. Consta también que a principios del siglo XIV (en 1306) tuvo lugar un enfrentamiento por cuestiones territoriales entre el Concejo de Teruel y la Encomienda templaria de Villel, razón por la que Cabronciello fue ocupado por los templarios.[16] Tras la desaparición de la Orden del Temple (en 1312), sus bienes y pertenencias en Aragón pasaron a la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén, más conocidos como Hospitalarios, con sede en Amposta. Esta es la razón por la que a mediados del siglo XIV se encuentre Cabronciello entre las propiedades de la Castellanía de Amposta. Castillón Cortada (1983) anota que “el Comendador hizo varias llamadas a los vecinos de Añón, Alfambra, Villel, Cabronciello y Ambel, miembros todos de la Orden hospitalaria sanjuanista, para que acogiesen la ayuda de los vecinos de Monzón”.[17] En el documento -datado en Monzón el 16 de febrero de 1352-, se dice en lemosín:
  • Ara ojats per manament del senyor Castellá d'Amposta que tot hom que estaiant o habitant sia de la villa de Monssó ab vestre armes a cavall i a peu be arreats ab pa a quatre meses siats aparellats d'anar e anets tantost personalment al loch e Castell del Cabronciello, lo qual es del spital e de la Castellanía Damposta per defendre lo dit loch e Castell del Cabronciello el comendador, frares e homens del dit loch par tal car algunes gents estranyes se son ajustades ir arellades en gran multitud a cavall e a peu per entrar e envahir lo Regne Daragó et per donar e fer mal e dampnantg en lo dit senyor Castellá sots les penes de fieldat sagrament e homenatge e altres civiles et criminales en las quals, vos dites homens de Monssó, sots tenguts e obligats de fer host e cavalgada al dit senyor Castellá.[18]

Camino de Los Amanaderos en Riodeva (Teruel), con detalle del cerro del Navajuelo,
al fondo (2017).


Por la fecha del registro “quod die jovis, sexta decima die menssis febroarii, anno a Nativitate domini millessimo trecentessimo quiquagessimo secundo” (1352), cabe situarlo en el momento previo a las guerras castellano-aragonesas del siglo XIV: ante el peligro de invasión del Reino de Aragón, el Castellán de Amposta exige su derecho de hueste y cabalgada a los hombres de Monzón para defender “el lugar y castillo de Cabronciello” (lo dit loch e Castell del Cabronciello). Ya en el contexto de la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369), con fecha 24 de junio de 1358, el comendador de Villel –Fortún Gonçalvez de Heredia- ordena reparar los castillos de Libros y Cabronciello.[19] Como puede observarse, la orden del comendador tiene lugar durante la primera fase de la contienda (1356-1361), en que se produjeron distintas incursiones militares por parte de ambos bandos, aunque el incidente principal fue el ataque de la flotilla castellana (con ayuda genovesa) al puerto de Barcelona (en 1359). Esta primera fase de la guerra se cerró con la Paz de Terrer (1361), en la que se acordó la restitución de las plazas conquistadas y el intercambio de prisioneros. En la segunda fase del conflicto (1362-1363) los ejércitos castellanos ocuparon muchas villas y ciudades de Aragón y Valencia, asediando sus capitales. En esta segunda fase el conflicto se zanjó mediante la Paz de Murviedro (1363).[20]

La Guerra de los Dos Pedros duró nueve largos años, incluidas las treguas y periodos de paz que hubo. Consecuencia de ella fue la grave crisis económica que afectó a los principales reinos peninsulares mediado el siglo XIV. La comarca del Rincón de Ademuz se vio afectada por aquella lamentable guerra, sufriendo especialmente los castielfabienses, que vieron por dos veces ocupada su fortaleza por los castellanos (1363). Consta la estancia del rey Pedro I de Castilla (1350-1366) en Castielfabib.[21] Tras la toma de Castielfabib los castellanos se presentaron ante los muros de Teruel, donde entraron al día siguiente, aunque la tradición local dice que fue tras ocho días de asedio y mediante traición. El traidor fue el propio Juez de Teruel, quien por temor a que destruyeran la población, como había ocurrido en otros lugares, entró en conversaciones con los castellanos, y acabó por abrirles un portal de la muralla norte, que desde entonces es conocido como “portal de la traición”: situado bajo el acueducto de Los Arcos. El nombre del juez traidor se prohibió pronunciarlo, siendo borrado de cuantos documentos había firmado. La dominación castellana de Teruel y gran parte del territorio duró tres años. durante la ocupación, las tropas que custodiaban la zona cometieron todo tipo de tropelías, y al retirarse a Castilla por Cañete (Cuenca) se llevaron todo lo que hallaron de valor, oro, armas y los pendones que los turolenses habían arrebatado a los castellanos en la célebre batalla de Pajarón (en 1289).[22]


Vista general (occidental) del cerro del Navajuelo en Riodeva (Teruel),
desde el camino de Los Amanaderos (2017).

Vista general (oriental) del cerro del Navajuelo en Riodeva (Teruel),
desde el camino de Puebla de San Miguel y Arcos de las Salinas (2017).


En los años veinte del siglo XV (1429) Cabronciello figura como “Aldea de la comunidad de aldeas de Teruel”. Respecto a la propiedad de la tierra: el 12 de abril de 1429 –reinando Alfonso V de Aragón (1416-1458)- la ciudad de Teruel -y sus aldeas: entre las que estaba Cabronciello- se incorporó a la corona.[23] Cabe pensar, sin embargo, que Cabronciello se despobló a lo largo del mismo siglo, pues en el fogaje de 1495 –reinando Fernando el Católico- ya no figura como lugar. Sus moradores debieron emigrar a Riodeva u otros lugares.

En la versión del Fuero de Teruel (Forum Turolii), transcrita al castellano por Gil de Luna al comienzo de la segunda mitad del siglo XVI (1565), el topónimo todavía vine escrito como “Cabronciello”, la designación antigua aragonesa.[24]

Finalmente, en el Suplemento a la Gaceta de Madrid -del jueves 17 de mayo de 1821-, hay un Artículo de Oficio relativo a la lista número 135 de fincas que se están subastando de las aplicadas al Crédito público para pago de la deuda nacional. En la provincia de Teruel, procedentes de la encomienda de Villel y priorato de Monzón, del orden de s. Juan, para cuyo primer remate (que se debía verificar en las ciudades de Teruel y Barbastro), estaba señalado el día 13 del corriente. Entre las fincas que se remataban en la ciudad de Teruel, pertenecientes a la encomienda de Villel, sitas en el término de Riodeva (Rio-Deva) figura “una Masía en la partida de Cabroncillo, de 75 fanegas, 2 cuartales y 2 cuartillas, (valorada) en 32.610 reales.[25]

Detalle de la cumbre del cerro del Navajuelo en Riodeva (Teruel),
orientación septentrional (2017).

Durante mi estancia en Riodeva pregunté por la partida del Cabroncillo, con la intención de visitarla. Erróneamente me indicaron un cerro pelado, alomado, y de tonos rojizos situado al sureste de la villa -en realidad se trataba del cerro del Navajuelo. Para subir hasta la zona debía seguir el camino de Los Amanaderos. El camino –una pista de tierra en relativo buen estado- asciende progresivamente hasta circundar la base del cerro y situarse en posición oriental respecto del mismo. Poco antes de arribar a Los Amanaderos hay un cruce de caminos, debía seguir el de la derecha, donde se halla el mejor acceso al cerro por la vertiente suroriental. La cima del Navajuelo es alargada, con dos pequeños montículos en los extremos y una depresión central. Observé algunos montones de piedras sin tallar, pero ningún rastro de construcción antigua. Aunque mi inspección fue parcial, tampoco hallé restos de cerámica superficial ni de arrastre en la cima del monte ni en las vertientes. El motivo de no encontrar restos arqueológicos se debió a que no se trataba del cerro del Cabroncillo, pues según me hace saber una lectora (Pilar Rodríguez, natural de Riodeva), el cerro del Castillo es una eminencia peñascosas situada más arriba, cerca de la fuente de la Canaleja. Dejo pues para otra ocasión la descripción del solar donde estuvo el antiguo castillo de Cabronciello.

Desde la cima del cerro del Navajuelo, sin embargo, la vista es espectacular -de gran alcance visual-: con el Polígono de Teruel al norte, la Serranía de Albarracín al noroeste, la Sierra de Santerón al suroeste, la Serranía de Cuenca al sur y las estribaciones de Javalambre al levante. Un lugar propicio para establecer una fortaleza, pero sin rastro de construcciones defensivas ni de asentamientos humanos. 

El castillo de Cabronciello debió desaparecer tras la Guerra de los Dos Pedros (siglo XIV), en cualquier caso su vigencia, como la de tantos otros castillos de la zona perdió su sentido con la unión dinástica de Aragón y Castilla (siglo XV). La población del lugar de Cabroncillo debió emigrar a Riodeva antes del fogaje de Fernando el Católico (1495), aunque como se ha visto, a principios del siglo XIX (1921) todavía existía “una masía en la partida del Cabroncillo”, último vestigio de la encomienda de Villel y el priorato de Monzón, de la Orden de San Juan, que fue objeto de la desamortización para el pago de la deuda nacional.


Riodeva a mediados del siglo XIX (1849).
Al decir de Riodeva, el estadista escribe (1849):

  • RIODEVA: v. con ayunt. en la prov., dióc. y part. jud. de Teruel (5 leg.), aud. terr. de Zaragoza y c. g. de Aragon: SIT. en una hondonada, cercada por todas partes de montañas, el CLIMA es templado y sano, y no se conocen enfermedades especiales. Se compone de 179 CASAS, entre ellas la del ayunt.; una escuela de instruccion primaria regularmente concurrida; igl. parr. (San Lorenzo) servida por un cura de primer ascenso y de concurso y provisión ordinaria, y un cementerio que en nada perjudica á la salud pública. Confina el TÉRM. por el N. con Camarena; E. Torrijos y Arcos; S. Hoya Carrasca, y O. La Puebla de San Miguel (prov. de Valencia); nace en este térm. un riach., que tomando la direccion SO. sale de esta prov. á la de Valencia, incorporándose al r. Turia ó Guadalaviar por bajo del pueblo de Sta. Cruz. El TERRENO ademas de lo quebrado y montuoso es de mala calidad, siendo casi todo de secano, pues con las aguas del r. que hemos mencionado, se riegan algunos trozos de tierras. Los CAMINOS conducen á los pueblos limítrofes. El CORREO se recibe de la cap. de la prov. PROD.: trigo, panizo, cebada, avena, legumbres, algunas frutas, cáñamo, vino y nueces; hay muy poco ganado lanar y caza de conejos y perdices, y de cabras montesas y corzos en los barrancos llamados Cueva Fuerte y Salto de las Yeguas. POBL.: 134 vec., 537 almas. RIQUEZA IMP. : 45,239 rs.[26]

Detalle de antiguo ladrillo cerámico
correspondiente a la calle de la Parra en Riodeva (Teruel), 2017.


Comentario al texto de Madoz (1849).
El estadista define a Riodeva como “villa con ayuntamiento en la provincia, diócesis y partido judicial de Teruel”, capital emplazada a 5 leguas aguas arriba del Turia, en la audiencia territorial de Zaragoza, capitanía general de Aragón. Sitúa la villa con acierto, “en una hondonada, cercada por todas partes de montañas”, de clima “templado y sano”, sin que la afecten “enfermedades especiales”.

Componen la población 179 casas, entre las que incluye la del ayuntamiento (Casa Consistorial, también Casa Lugar), y una escuela primaria “regularmente concurrida”. Sin duda se refiere a que no solía llenarse, pese a la abundancia de niños y niñas en edad escolar. En aquella época los niños comenzaban pronto a trabajar, bien en el campo o atendiendo alguna punta de ganado. Las niñas también iban al campo entonces, aunque atendían más al cuidado de la casa, ayudando a las madres. Seguramente, la escuela estaba más concurrida en invierno, en especial si llovía o nevaba. En la estación invernal los escolares solían llevar a la escuela un tarugo de leña, para alimentar la estufa: esto fue así hasta bien entrados los años cincuenta y sesenta del pasado siglo XX. En el mismo apartado incluye la iglesia parroquial, que pone bajo la advocación de “San Lorenzo”, tal vez un error de información, pues el templo se halla –y se hallaba, que sepamos- bajo la advocación de la Virgen de los Dolores (también, Nuestra Señora la Virgen de los Dolores, una advocación mariana, asimismo conocida como Virgen de la Amargura, Virgen de la Piedad, Virgen de las Angustias o simplemente Virgen Dolorosa), cuya imagen preside el retablo del altar mayor. Su onomástica se conmemora el Viernes de Dolores (Viernes Santo) y el 15 de septiembre. San Lorenzo es el patrón del lugar: su imagen ocupa la hornacina que preside la entrada a la iglesia, siendo su festejo el 10 de agosto. La parroquia estaba entonces atendida (servida) por un cura de primer ascenso y provisión ordinaria, esto es, por el ordinario (obispo diocesano). Menciona también “un cementerio” que por su situación “en nada perjudica á la salud pública”. Ello significa que se hallaba fuera del casco urbano, seguramente en el mismo solar que ocupa el actual camposanto.



Detalle de antiguo ladrillo cerámico
en la fachada de una casa de Riodeva (Teruel), 2017.


Respecto al término municipal, por el norte le hace limitar con Camarena (de la Sierra), que realmente queda al noreste, además de con Cascante (del Río) y Valacloche. Yerra cuando dice que por el este linda con Torrijos y Hoya de la Carrasca, pues Torrijo (del Campo) pertenece a la comarca del Jiloca y Hoya de la Carrasca es un lugarcillo de Arcos de las Salinas, localidad y municipio con la que no limita el de Riodeva. Por el oeste le hace lindar con Puebla de San Miguel, pero esta localidad valenciana, junto con Ademuz, con la que también linda, quedan al sur del término. Por el noroeste y oeste limita respectivamente con Villel y Libros, municipios ambos de Teruel. En este punto alude al río Eva o río de Riodeva, del que dice que “nace en este término” y al que se refiere como “un riachuelo”, que desde su nacimiento en los montes de Javalambre toma su curso la dirección suroeste, para desembocar en el río Turia o Guadalaviar “por debajo del pueblo de Santa Cruz (de Moya), Cuenca. Propiamente, sin embargo, el río de Riodeva (también, rambla de Riodeva) desemboca en el Turia por la izquierda a la altura de las Casas de Angelina (Libros), entre este término y el de Torrealta, aldea de Torrebaja (Valencia), y frente a Mas de Jacinto, aldea de Castielfabib (Valencia). El geógrafo Carles Rodrigo (1998) refiere que el Riodeva no es propiamente un río, “dado lo discontinuo de su caudal”, y aguas abajo su cauce sirve de límite entre Aragón y Valencia:

  • Cuenta con una longitud ligeramente inferior al Ebrón y una cuenca de morfología alargada de 100 km2 de extensión, con nacimiento en el mismo corazón de la Sierra de Javalambre, a más de 1.600 metros de altitud. [Antes de] su paso por Riodeva recibe la aportación de la Rambla de Amanaderos y el Barranco de la Cuadraleja y posteriormente (sobrepasada Riodeva) de los barrancos de La Canaleja y Vallurgo, procedentes del Rincón (de Ademuz). [Sobrepasada] Riodeva, su curso fronterizo fronterizo se estrecha entre las calizas del Pontiense para finalmente ensancharse con características de rambla hacia su desembocadura, entre las Casas de Angelina (Libros) y Torrealta. Su caudal es escaso, [...]. Esto, unido a las características topográficas, ha relegado su aprovechamiento a la huerta de Riodeva y reducidas áreas discontinuas río abajo.[27]

El río Deva (también, rambla de Riodeva) próximo a su desembocadura en el Turia,
con las Casas de Angelina (Libros-Teruel), al fondo (2017).

Características del río Riodeva (rambla de Riodeva).
Nombre
Longitud
de cauce
Extensión
de Cuenca
Nivel
de cabecera
Nivel
de base
Pendiente total
Pendiente media
Riodeva
18,6 km
100 km2
1.615 m
805 m
810 m
43,54 m/km
Tomado de Rodrigo Alfonso, 1998: 24.

Detalle del interior del Cementerio Municipal de Riodeva (Teruel), 2017.


Respecto del terreno dice que es “quebrado y montuoso”, y “de mala calidad”, dado que en su mayor parte es de secano, lo cual es comprensible dada su situación en las estribaciones de la Sierra de Javalambre. Alude nuevamente al río, aunque sin decir su nombre para decir que con sus aguas “se riegan algunos trozos de tierras”, las más inmediatas al pueblo.

Respecto de los caminos, son locales puesto que sólo “conducen á los pueblos limítrofes”, recibiéndose el correo de Teruel.

Respecto de la producción, nombra los cereales habituales en la zona (avena, cebada, panizo, trigo), legumbres, frutas, cáñamo, vid (vino) y frutos secos (nueces). La actividad ganadera era entonces escasa, refiriendo que “hay muy poco ganado lanar”, pero sí algo de caza (cabras montesas, conejos, corzos, perdices) en los barrancos que denomina “Cueva Fuerte” y “Salto de las Yeguas”, refiriéndose a la zona de Los Amanaderos, donde se hallan los saltos de agua.

Respecto a la población, en 1849 Riodeva censaba 134 vecinos (cabezas de familia), equivalentes a 537 almas (habitantes). La densidad de población entonces era de 16,6 hab/km2 mientras que en la actualidad (2008) es de 5,8 hab/km2, evidenciando que la pérdida de habitantes ha sido considerable.

Evolución de la población censal e intercensal en Riodeva, Teruel (1900-2008).
Municipio
1900
1920
1940
1960
1981
1991
2001
2008

Riodeva

716
765
842
631
324
267
201
198
Tomado de Comunidad de Teruel, 2010: 382.

La tabla permite observar la evolución de la población en Riodeva desde comienzos del siglo XX, momento en que contaba 716 habitantes (en 1900), cifra que se incrementó hasta alcanzar su máximo poblacional (842 hab.) en la inmediata posguerra (1940), para descender de forma rápida en los años sesenta (613 hab.), y más lentamente hasta la actualidad: 198 hab. (2008).


Detalle de arco de medio punto labrado en piedra
 situado en el bajo del Ayuntamiento de Riodeva (Teruel), 2107.


Riodeva y el Rincón de Ademuz.
Para ir a Riodeva por carretera caben seguir dos trayectos, desde el Rincón de Ademuz, por la carretera N-330, aguas arriba del Turia hasta el Almacén de la Azufrera. Yendo desde Teruel, cabe seguir la misma vía, pero aguas abajo del Turia, hasta el citado Almacén. El depósito de la Azufrera se conserva prácticamente igual que en tiempos de la explotación minera, aunque con el alero recortado.

Junto al edificio del Almacén puede verse un cartel de carreteras indicando la dirección de Riodeva, localidad ubicada a 11 km en dirección este. Otro cartel indica “Titania”, la subsede de Dinópolis en Riodeva. El antiguo edifico del Almacén se sitúa en la ribera derecha del Turia, atravesado por un puente de cemento con barandas de hierro pintadas en azulón. Hasta el cierre de las minas de azufre de Libros (Teruel), el complejo minero y el Almacén de la Azufrera estaban unidos por un pequeño ferrocarril que funcionaba con carbón. El trenecito de vía estrecha servía para subir material industrial a las minas y para bajar el azufre molido envasado en sacos, aprovechando también para el transporte de viajeros entre el Almacén y el barrio minero. Cabe añadir que el Almacén servía para acopiar el azufre, allí se guardaba hasta su transporte a Teruel mediante “retahílas de burros y mulos, después con carros de varas y últimamente con pequeños camiones”. El tren atravesaba el puente y la máquina podía dar la vuelta en una explanada que había entre la carretera nacional y la ribera derecha del Turia, por encima del puente. El último encargado que tuvo el Almacén de la Azufrera fue José Morales (a) el Pitorro, natural de Riodeva, de cuyo municipio fue alcalde.[28]


Vista general del poblado minero de La Azufrera de Libros (Teruel), en los años treinta -lectura-: 1) Escuela pública, 2) Cuartel de la Guardia Civil, 3) Economato, 4) Frontón de pelota, 5) Hornos de azufre antiguos, 6) Plaza pública (servía como campo de fútbol), 7) Tienda (mercería), 8) Ermita, 9) Primera barriada, 10) Segunda barriada, 11) Tercera barriada, 12) Lupanar (Barrio chino), 13) Casa sindicatos, 14) Tasca, 15) Hospital, 16) Casa del médico, practicante y directivos, 17) Carnicería y panadería.


Para ir a Riodeva hay que atravesar el puente del Turia y continuar carretera arriba, la vía está asfaltada, pero antaño era apenas unas pista de tierra que zigzagueaba entre los barrancos por las laderas del monte. Propiamente, “la vía que une la carretera general con Riodeva (Teruel) era una Pista” cuando la Guerra Civil Española (1936-1939).[29] A la altura del kilómetro 4 de esta vía veremos un desvío a la izquierda, con el cerro de Centellas al fondo. Las ruinas del antiguo poblado minero se hallan en la base del monte. Del complejo industrial sólo quedan las bocaminas, algunos hornos y diversos edificios derruidos. Cuesta imaginar que el lugar estuvo habitado por varios cientos de personas, hasta cuatro centenares. Desde la carretera, afinando la vista puede distinguirse perfectamente la iglesia subterránea de barrio minero, bajo la advocación de Santa Bárbara, y multitud de puntos oscuros en la ladera del monte, correspondientes a las entradas de las viviendas subterráneas que labraron los primeros mineros. Mediado el siglo XIX (1849) dice Madoz del complejo minero de Libros:
  • [...] en él se encuentran varias minas de azufre, que en la actualidad se benefician por diferentes asociaciones, siendo las mas aventajadas las que esplota la Sociedad de Zapateu y consortes, que ademas de una magnífica fáb. con toda clase de almacenes, habitaciones y oratorio, cuenta con diversos hornos de fundición, cuya invención es debida al profesor de farmacia D. Pedro Lagasco; los productos químicos, particularmente la flor de azufre, son de la mas superior calidad.[30]
Detalle de la plaza Mayor del antiguo poblado minero de La Azufrera de Libros (Teruel), 2016.


Viendo el desolado panorama del antiguo poblado minero, y la ruina completa del complejo industrial desarrollado en las inmediaciones, resulta difícil imaginar tanta riqueza perdida. Asimismo, cuesta creer también que al comienzo de los años veinte del pasado siglo (1922) la producción de azufre en estas minas de Libros (incluidas algunas en Riodeva) se estimara en 43.000 toneladas... Su propietario era el turolense don Bartolomé Esteban Marín, ingeniero (director del Teruel-Alcañiz) y político (diputado conservador en Madrid, que fue también Gobernador Civil de la provincia), que explotaba las minas de azufre para la fabricación de pólvora.[31]

La explotación intensiva de las minas había comenzado a principios del siglo XX (1910), merced al acuerdo entre Esteban Marín y la Industrial Química de Zaragoza (IQZ), que compró las pertenencias de azufre (más de 750): Nuestra Señora del Pilar, San Bartolomé, San Joaquín y Santa Matilde eran las más productivas. A tenor del volumen de azufre producido, uno de los periodos más productivos fue durante la I Guerra Mundial (1914-1918), en que la producción casi se duplicó, llegando a 14.000 toneladas.[32]

La explotación minera del azufre y el aumento en la producción durante la contienda mundial está en relación con la explosión demográfica de la zona –particularmente de Libros durante las dos décadas siguientes- en que se duplicó la población, pasado de 794 habitantes a 1.586, lo que supuso un nuevo incremento en la producción.[33] Sin embargo, la apertura y explotación minera del azufre (en Libros y Riodeva) hay que vincularla inicialmente con el cultivo extensivo de la remolacha en las vegas del Alto Jiloca, Alfambra y Turia, y la producción de fertilizantes.[34] Dichos fertilizantes -básicamente el superfosfato de cal, producido por la IQZ en su factoría de Zaragoza-, eran vendidos a los cultivadores de remolacha.[35]

Decía que cuesta creer el número de trabajadores que llegó a tener el complejo minero, en los años veinte (1927) censaban cuatro centenares, muchos de ellos eran de Hellín (Albacete) y Lorca (Murcia) y ocupaban muchas de las viviendas construidas por la empresa minera. Pero otros muchos vivían con sus familias en las cuevas labradas en la ladera meridional del cerro de Centellas, “en condiciones muy lamentables” según constata el Gobernador Civil Jaime Ninet Vallhonrat en una visita (1931).[36] Ninet Vallhonrat fue el primer Gobernador Civil de Teruel en la II República, nombrado el 23 de abril de 1931 y cesado el 24 de agosto de 1931, era del Partido Republicano Radical (PRR).[37]


Vista frontal de la iglesia de Santa Bárbara,
en el antiguo barrio minero de La Azufrera de Libros (Teruel), 2016.


La propia actividad minera del azufre (extracción del mineral), así como el incremento en la producción tuvo consecuencias negativas para la salubridad del poblado minero, y el área propiamente industrial, “por las nubes de humo que cubrían todo el poblado y el enorme calor que desprendían los hornos”. Entendemos así “que los mineros prefirieran seguir viviendo en las cuevas por ser más impermeables al calor que las casas de la empresa”.[38] El azufre se extraía de las pizarras bituminosas, calcinándolas en hornos de ladrillo y piedra. El número de hornos varió a lo largo del tiempo, en los mayores, denominados “catedrales” cabían hasta 100 toneladas de mineral y en los menores, llamados “chatos” hasta 50 toneladas. Había otros de tamaño intermedio, denominados "iglesias". Inicialmente los hornos se calentaban con carbón traído de Mas del Olmo (Ademuz), después se utilizaron las pizarras extraídas de las propias minas.

Del tiempo de la Dictadura de Miguel Primo de Rivera cabe destacar la visita que el general hizo a las minas de Libros en los primeros días de agosto de 1927 –le acompañaba Galo Ponte y Escartín (1867-1943), ministro de Gracia y Justicia-: Primo de Rivera y su comitiva procedían de Madrid, vía Cuenca. De su paso por el Rincón de Ademuz se cuenta la anécdota de que paró en Torrebaja, frente al antiguo café de Los Cesáreos, que entonces regentaba un tal Julio de la Salud, y que el Dictador pidió agua para beber. Se la ofrecieron en una jara con un vaso y el mandatario alabó lo fresca que estaba, pero adivino -por el sabor- que era de pozo, y ciertamente lo era, pues procedía del pozo de la casa de la señora Francisca Vicente Casino, alias señora Paca.[39] Dicha casa tiene su historia, en ella se hospedó durante la guerra civil española (1936-1939) el coronel don Joaquín Vidal Munárriz (1882-1939), comandante del XIX Cuerpo de Ejército de la República, y su esposa doña Carmen. Años después, ya en la posguerra (ca.1943-45), dicha casa fue adquirida por el farmacéutico don Antonio Villanueva Garrido, que instaló allí su oficina de farmacia.[40]


Vista parcial de las ruinas del antiguo poblado minero de La Azufrera de Libros (Teruel), 2106.

Ruinas de las antiguas minas de La Azufrera en Libros (Teruel), con detalle del transformador (2016).

De talle de construcciones (molino de azufre y almacén) en La Azufrera de Libros (Teruel), 2016.


El viaje del mandatario continuó hacia Teruel, vía Libros, Villel y Villastar... En Libros, el Dictador y su comitiva subieron hasta el barrio minero de La Azufrera, donde “el ingeniero de la Industrial Química (de Zaragoza), José Royo, le expuso la crisis por la que atravesaba la empresa debido a los aranceles”.[41] Es de suponer que visitaría las instalaciones, al tiempo que departía y se fotografiaba con los mineros, pues era un personaje muy peculiar, popular y populista. Consta que al paso del Dictador las autoridades de los pueblos y somatenes locales salieron a esperar o ver pasar la comitiva, poniendo arcos triunfales en la carreta –adornados con enramadas y pancartas-: la inscripción de Villel rezaba “La villa de Villel al Excmo. Sr. D. Miguel Primo de Rivera” y la de Villastar “Villastar, al libertador de España”.[42] Una dictadura es siempre una dictadura, pero en la primorriverista concluyó la Guerra del Rif (Segunda Guerra de Marruecos) y se hicieron infinidad de obras públicas, que dieron mucho trabajo y reactivaron la economía nacional: hay que reconocerlo.

A comienzos la II República (1931-1936) se crearon distintas sociedades ugetistas en la Comunidad de Teruel: en Riodeva el sindicato de Trabajadores de la Tierra (50 afiliados), y en Libros el Sindicato Minero, éste fue constituido meses antes de la República y a finales de 1931 contaba con un centenar de afiliados (101): Pascual Martínez y Diego Quiñónez fueron sus principales dirigentes.[43] En agosto del mismo año (1931) se constituyó el Comité Paritario del Azufre, órgano de arbitraje entre la patronal y los trabajadores: el de Libros estaba compuesto por seis vocales: tres por la patronal, otros tres por los mineros, con un presidente que nombraba el Gobierno.[44]

Disculpe el lector que me haya extendido en el detalle de las minas de azufre de Libros, pero creo que el tema lo merece, además de estar íntimamente relacionado con Riodeva, el objeto de esta entrada. La influencia social y económica de la explotación minera de Libros tuvo una honda repercusión en los pueblos limítrofes, particularmente en Riodeva, desde donde cada día se desplazaban multitud de trabajadores hasta la Azufrera –Melchor Pérez Sánchez (Riodeva,1921), trabajó en su infancia triando pizarras y en los hornos-:
  • Junto con otros muchachos de Riodeva, a los que nos llamaban pinches, venía yo todas las mañanas, antes que se fueran las estrellas, pues teníamos que estar en el tajo a los ocho en punto; y si llegabas tarde, el encargado te decía: ¡Oye, tú, mañana no vuelvas...! Daba igual si hacía frío o calor, si llovía o nevaba: recuerdo una vez que había nieve hasta la cintura... [...] Veníamos en cuadrilla desde Riodeva: 60 ó 70 hombres, unas 10 mujeres y una caterva de muchachos; vaya, un montó de gente... Todos llevábamos un saquico de tela con la comida, un trozo de pan abierto con un par de tajadicas para todo el día, pues los turnos eran de doce horas... [...] Los muchachos, y las mujeres, escogíamos el mineral que sacaban con las vagonetas. Cuando había cuesta arriba, las vagonetas las arrastraban dos o tres mulas ciegas que tenían en las galerías y vaciaban el mineral en los planos. Y allí, con unas picoletas que traíamos, separábamos el mineral de azufre, pedruscos y tierra que había enganchada a las chinas de azufre... Sí, eso hacía yo. A veces me mandaban de pinche para ayudar en los hornos chatos... Allí acarreaba las gavetas de madera desde los hornos hasta las balsas. Así se fraguaba el azufre, poniéndose duro como una piedra. Y cuando se enfriaba un poco lo echaba en la balsa...[45]
Detalle de las ruinas del almacén en La Azufrera de Libros (Teruel), 2016.

Vista general de las ruinas del almacén en La Azufrera de Libros (Teruel), 2016.


Ciertamente, como dice el testimonio del señor Pérez Sánchez, sesenta o setenta hombres, diez mujeres “y una caterva de muchachos” era mucha gente. La antigua vía desde la N-420 hasta Riodeva era entonces una pista de tierra con distinto trazado que la actual carretera. La de entonces atravesaba el barrio minero de Las Minas y continuaba por la ladera del cerro Centellas, con tramos muy penosos de subidas y bajadas. La vía actual está asfaltada, el firme se halla en bastante buen estado, aunque no se libra de continuas cuestas y revueltas. Esta nueva vía deja a la derecha el solar del barrio minero, y algunos hornos. A la derecha quedan las ruinas de antiguas construcciones industriales: el molino, el almacén, hornos, tejerías, el garaje donde se guardaba y reparaba la máquina del tren, etc. Puede verse también el viejo transformador de la luz, que queda a la derecha de la carretera, inmerso en una finca de almendros. Al salir de la zona minera, mano derecha de la carretera, hay una curiosa construcción de piedra en seco con forma de barraca; pero no es barraca, sino nevero donde antaño se guardaba la nieve apretada entre paja para el verano.

Conforme nos adentremos en el término de Riodeva veremos la explotación a cielo abierto de las minas de caolín, cuyos desmontes muestran los entresijos de la tierra, un festival de intensos colores minerales en el que predomina el rojo de las arcillas veteadas con distintos colores térreos, desde el blanco de nieve al escarlata. A la derecha de la carretera queda la rambla de Riodeva (también, río Eva) que sirve de linde interprovincial (entre Teruel y Valencia), ya que la ribera izquierda de la misma pertenece al Rincón de Ademuz y la derecha a Aragón. En las proximidades de Riodeva, al otro lado del río se alza el cerro de Altamira, en cuya vertiente meridional se halla el rento de este nombre (rento de Altamira: Casas de Altamira), un ameno lugar de cultivo en cuya ladera meridional perviven un conjunto de ruinas centradas por un copudo pino. El rento de Altamira fue adquirido por el Ayuntamiento de Riodeva a comienzos del siglo XX (1917), en la compra intervino Joaquín Torán, de Teruel, la compraventa se contrató por 160.000 pts., pagaderas en cuatro plazos. El rento fue parcelado en 73 acciones, y adquiridas por los vecinos.[46]


Detalle de la bóveda de un horno en La Azufrera de Libros (Teruel), 2016.

Detalle de los "hornos chatos" en La Azufrera de Libros (Teruel), 2016.


A la derecha de la vía surgen distintas salidas asfaltadas que conducen a la explotación minera, por la izquierda veremos otras, estas de tierra, una de ellas asciende por la ladera del monte, hasta el cerro de Santa Bárbara, donde se halla la ermita de su nombre, un lugar que visitaremos. Antes de llegar al hondo del valle hay otra salida a la izquierda, un cartel con tres cruces señala el Cementerio Municipal. Desde el cerrito del camposanto hay una estupenda vista del caserío de Riodeva –que se alarga de este a oeste-; merece la pena subir hasta la necrópolis para obtener una buena perspectiva del asiento de la población.

Poco más adelante arribaremos a un cruce de camino, por la derecha se va al río y la rambla de Amanaderos, mientras que por la izquierda la carreterita lleva al centro de la población. En una cerrada curva observaremos una fuentecita con un alargado abrevadero a la derecha, bajo las rocas, seguramente muy utilizado en otro tiempo por las caballerías que bajaban o subía a la villa, tras la jornada de trabajo. Mas arriba de la fuente, a la misma mano podremos ver las entradas a las antiguas bodegas subterráneas, directamente labradas en el risco donde asienta el caserío, hoy abandonadas. Debía ser un buen lugar para conservar el vino, con temperatura constante. Siguiendo la vía entraremos en Riodeva por una calle estrecha que lleva al interior de la población: nuestro propósito es visitar la iglesia parroquial y la Ermita de la Purísima. Subiremos también hasta la Ermita de Santa Bárbara, y a Los Amanaderos.






[1] MONFORTE SORIANO, Natividad (2010). Fosas y sierras: geología de la Comarca de Teruel, en Comunidad de Teruel, Coordinador: Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior, Zaragoza, p. 25.
[2] BARRAGÁN, Juan José (2012). Miradores de Teruel y su Comunidad, Edita Bubok, Madrid, p. 61.
[3] ZAPATER GIL, Alfonso (1986). Aragón, pueblo a pueblo, Ediciones Aguaviva, Zaragoza, tomo VIII, pp. 2083-2084.
[4] MILLÁN AGUDO, Francisco Javier (2010). Chomón no hizo cine en Teruel, en Comunidad de Teruel, Coordinador: Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior, Zaragoza, p. 243.
[5] TORRES NUEZ, Julio (2010). Acercamiento deportivo al medio natural, en Comunidad de Teruel, Coordinador: Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior, Zaragoza, p. 329. BARRAGÁN (2012), p. 11 y 64.
[6] ZAPATER (1986), p. 2084.
[7] NAVASCUÉS ALCAY, Santiago (2017). Alfonso II de Aragón, en Historia de Aragón  (Consultado el 18 de julio de 2017)
[8] LÓPEZ RAJADEL, Fernando (2010). Hechos y sociedad del medievo turolense, en Comarca Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, p. 85. BARRAGÁN, Juan José (2015). Alfambra en la Edad Media y Moderna, Muñoz Moya Editores, Sarrión, pp. 29-30.
[9] MOTIS DOLADER, Miguel Ángel (2008). El señorío independiente de Albarracín. De los Azagra hasta su incorporación a la Corona de Aragón, en Comarca de la Sierra de Albarracín. Coordinador Javier Martínez González, Edita Gobierno de Aragón, Zaragoza, pp. 98-99.
[10] LÓPEZ RAJADEL (2010), p. 85.
[11] BARRAGÁN (2015), pp. 39-47.
[12] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Libros, pueblo de Teruel (I), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del martes 16 de mayo de 2017.
[13] Ibídem.
[14] Ibídem.
[15] BARRAGÁN (2015), pp. 35-36.
[16] ANDRÉS VALERO, Sebastián (1986). Homenaje a José Mª Lacarra de Miguel en su jubilación, Edita Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura, Institución Príncipe de Asturias, Volumen II, p. 454. 
[17] CASTILLÓN CORTADA, Francisco. Los Sanjuanistas de Monzón (Huesca), 1319-1351, Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita (CHJZ) 47-48 (1983), 234-235.
[18] Ibídem, p. 254.
[19] DELAVILLE LE ROULX, Joseph (1913). Les Hospitaliers à Rhodes jusqu'à la mort de Philibert de Naillac (1310-1421), Ernest Leroux, Éditeur, París, p. 137. [Nota 2 al pie de página y Table Générale, p. 408] (Consultado el 09 de septiembre de 2017)
[20] SALRACH, Joseph M y ESPADALER, Antón M (1995). La Corona de Aragón: plenitud y crisis. De Pedro el Grande a Juan II (1276-1479), en Historia de España 12, Edita Historia 16, Madrid, pp. 84-35.
[21] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). Acervo historiográfico comarcal: reyes aragoneses y castellanos en el Rincón de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, p. 20 (17-21).
[22] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2002). Aportaciones al conocimiento de la Encomienda de Montesa en el Rincón de Ademuz, Edita Ayuntamiento de Torrebaja, Valencia, pp. 72-73.
[23] UBIETO ARTETA, Antonio (1986). Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados (II), Anubar Ediciones, Zaragoza, p. 312.
[24] LUNA, Gil de (1565). Fori Turolii, Valencia, Liber primus, fol. VII (Consultado el 06 de septiembre de 2017) Cf. CASTÁN ESTEBAN, José Luis. Las ediciones de los fueros de Teruel y Albarracín en el siglo XVI, en revista Teruel 21 [II] 2006-2007.
[25] Suplemento a la Gaceta de Madrid, del jueves 17 de mayo de 1821, p. 717.
[26] MADOZ, Pascual (1849). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, vol. XIII, p. 483.
[27] RODRIGO ALFONSO, Carles (1998). El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Edita Asociación para el Desarrollo Integral del Rincón de Ademuz (ADIRA), Valencia, pp. 25-26.
[28] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). El barrio minero de la Azufrera de Libros, una visita guiada (I), en Desde el Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, p. 388.
[29] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Mapas y planos del XIX Cuerpo de Ejército durante la Guerra Civil, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 17 de octubre de 2015.
[30] MADOZ (1847), vol. X, p. 277.
[31] ALDECOA CALVO, J. Serafín (2010). Las minas de Libros, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, pp. 162-163.
[32] Ibídem, p. 163.
[33] Ibídem.
[34] ID (2010). El difícil impulso del nuevo siglo, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, p. 146.
[35] Ibídem, p. 148.
[36] ID (2010). Las minas de Libros, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, pp. 162-163.
[37] CUCALÓN VELA, Diego (2011). Y en el recuerdo, la cárcel: los gobernadores civiles radicales socialistas del primer bienio de la República, en Reevaluaciones. Historias locales y miradas globales. Actas del VII Congreso de Historia Local de Aragón, pp. 325-353.
[38] ALDECOA CALVO (2010). Las minas de Libros, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, p. 163.
[39] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Don Miguel Primo de Rivera, de paso por el Rincón de Ademuz, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 11 de marzo de 2012. ID. Agua de pozo para el dictador: Primo de Rivera de paso por el Rincón de Ademuz (1927), en Desde el Rincón de Ademuz (I), autopublicación Kindle Direct Publishing (Amazon), segunda edición, pp. 53-59.
[40] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Don Joaquín Vidal Munárriz, un coronel republicano en Torrebaja (I ), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 14 de diciembre de 2011. ID (2022). Don Joaquín Vidal Munárriz, un coronel republicano en Torrebaja (I y II), en Desde el Rincón de Ademuz (II), autopublicación Kindle Direct Publishing (Amazon), primera edición, pp. 433-453.
[41] ALDECOA CALVO (2010). Hacia la dictadura de Primo de Rivera, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, pp. 159-160.
[42] Ibídem.
[43] ALDECOA CALVO (2010). De la Dictadura a la República, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, p. 166. ID. Las minas de Libros, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, p. 163.
[44] ID (2010). Las minas de Libros, en Comarca de la Comunidad de Teruel. Coordinador Antonio Losantos Salvador, Edita Diputación General de Aragón, Zaragoza, p. 163.
[45] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 403.
[46] FOMBUENA VIDAL, Ricardo (s/f). Torrebaja, historia de un mayorazgo, pp. 36-37. Lamentablemente, el autor no cita fuentes.

1 comentario:

PILARA dijo...

Gracias por tanta información sobre Riodeva un pueblo con mucho encanto tanto en el caracter de sus gentes como en su paisaje.