lunes, 1 de octubre de 2012

¿TIENE LA CELEBRACIÓN DE LA VIRGEN DE SANTERÓN SU PRECEDENTE EN LA CELTIBERIA?

Acerca de la “Federación celtibérica de Santerón”,
el bosquejo de una hipótesis.



“Es una norma de la historia de las religiones:
los santuarios raramente se desplazan y las nuevas religiones recuperan lugares antiguos
  para la construcción de nuevos edificios...
Esto es debido al hecho de que un lugar sagrado sigue siendo sagrado
 incluso si la religión ha cambiado”.
Jean Bertrand (1928-2008), 
estudioso e investigador francés del mundo celta.






Palabras previas.
Sobre la Virgen de Santerón he escrito en diversas ocasiones, tanto con motivo de los septenarios –XL (1998) y XLI (2005)- como en su festividad anual por Pentecostés (2012).[1] Mis trabajos son descriptivos, basados en la observación, en la bibliografía y en la intuición. Con todo, a la hora de decir de esta Virgen hay que considerar, de una parte la historia cristiana tradicional, enmarcada dentro de las celebraciones marianas del entorno, y de otra las conmemoraciones celebradas en su honor: una anual, por Pentecostés, que tiene lugar en la Ermita de Santerón en Algarra (Cuenca); y otra, cada septenio –lo que propiamente conocemos como septenario. Con este motivo, los vallanqueros y devotos de otros lugares lindantes suben por la imagen de la Virgen a su ermitorio y tras una celebración religiosa, comida y siesta, se la baja sobre sus andas hasta Vallanca (Valencia), para celebrar un novenario. Pasados nueve días, devuelven la imagen a su ermita. Antaño, y hasta hace pocos años, la imagen de la Virgen se quedaba en su capilla todo el año, pero ahora, por causa del robo sufrido, los algarreños se la bajan precavidamente a la parroquial; allí tiene una sencilla hornacina reservada junto al presbiterio, lado de la epístola.

Imagen barroca de la Virgen de Santerón,
en su hornacina de la iglesia parroquial de Algarra (Cuenca), 2005.

De forma absolutamente impensada y casual, esto es, providencial, llegó a mis manos la copia de una publicación historiográfica –La federación celtibérica de Santerón (Zaragoza, 1997)-, firmada por Francisco Javier Fernández Nieto, Jefe del Departamento de Escritura y Lengua Antiguas de la facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia.
            
El trabajo del profesor Fernández Nieto me pareció deslumbrante y digno del mejor elogio, tanto por su estructura como por su contenido y argumentación; y aunque no pueda compartir su hipótesis en su totalidad -tampoco estoy en condiciones de rebatirla-, me parece digna de divulgación. Además, no contiene nada ofensivo ni contrario a mi creencia, la fe cristiana. De ahí el motivo de traer su trabajo a estas páginas, pues las Actas de un Coloquio universitario sobre lenguas y culturas paleohispánicas no son el mejor escaparate para el lector común.
            
El objetivo del presente artículo es colaborar en la divulgación de la festividad santeroniana, basándome en este caso en la exposición y el análisis de una hipótesis, según la cual, la actual celebración de Santerón podría tener su lejano precedente en una ancestral federación céltica prerromana.

Vista de Algarra (Cuenca), con detalle de la iglesia parroquial y del caserío,
bajo el cerro del castillo y cementerio (2007).

Imagen románica, presuntamente de la Virgen de Santerón,
hallada en un nicho bajo el altar mayor de la parroquial algarreña -Nuestra Señora de la Asunción- durante la restauración del piso del templo,
descrita en el "Catálogo Monumental de la Diócesis de Cuenca" (1987).


La hipótesis pergeñada.
Fernández Nieto comienza por hacer saber que su trabajo es una hipótesis, basada en una serie de observaciones todavía vigentes, las cuales sólo pueden explicarse a su entender conjugando el análisis científico –histórico y etnográfico, y el método etimológico o lingüístico- con lo que ya sabemos acerca del mundo y la civilización celta. Dichas observaciones, a la luz del conocimiento acopiado, le permiten proponer la existencia de dos antiguas confederaciones celtas de tipo “anfictiónico”, aludiendo a las pretéritas agrupaciones de ciudades griegas dirigidas por Atenas, de las varias que, según él, existieron en la Península Ibérica. Asimismo, se propone la recomposición del panteón celta en la península, de cara a cimentar el estudio de los lugares sagrados (santuarios) y de lo que pudieron ser las principales festividades celtíberas. Tan importantes debieron ser estas celebraciones en el mundo celta que su influencia ha atravesado los siglos, manifestándose todavía bajo las actuales celebraciones cristianas.
            
De esta forma, el ponente nos propone la existencia de dos “federaciones celtibéricas”:
  • la de Santerón, ubicada en la zona nororiental de la actual provincia de Cuenca, que tiene su reflejo en las actuales celebraciones de la Virgen de Santerón, y
  • la de La Caballada, situada en la zona de Atienza (Guadalajara), que tiene su manifestación en la vigente Cofradía de este nombre.

El motivo de singularizar en el título del trabajo a la federación santeronera lo explica “como muestra de reconocimiento a un término a partir del cual” intuyó el autor la forma de expresarse del mundo celta; a posteriori siguió la pista a otros “fósiles lingüísticos” –éstos procedentes de la población atencina-[2] que le facilitaron la comprensión de un universo sorprendente.

Vista parcial del rento de Santerón en Algarra (Cuenca),
con detalle de la ermita en el centro del valle (2007).


La celebración del Santerón.
Respecto al tiempo de la solemnidad, el ponente explica que de forma tradicional se venía celebrando “el lunes llamado de Pentecostés”, pero en la actualidad se ha adelantado al sábado, por la simple cuestión práctica del despoblamiento de estos términos a causa de la emigración sufrida a partir de mediados del siglo pasado; ello suponía que el día de la fiesta no había gente que pudiera participar... De esta forma, “para favorecer la presencia de visitantes” y por acuerdo municipal de Algarra con los pueblos circunvecinos participantes, la fiesta se adelantó al fin de semana. Respecto a la ubicación geográfica, dice:
  • El lugar conocido como Santerón pertenece al municipio de Algarra (Cuenca); forma un alto y amplio valle, en forma de circo, que se extiende longitudinalmente de norte a sur, cercado por dos estribaciones montañosas, la sierra de Santerón y la llamada Atalaya –el lomo de la sierra de Santerón sirve como demarcación entre la provincia de Cuenca y el Rincón de Ademuz (Valencia).[3]
Vista posterior de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle del ábside octogonal (2007).

Vista general de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
desde la "Mesa de la Virgen" (2007).

El santuario -donde tiene lugar la fiesta y ritos que se pretenden describir- lo ubica en el centro del mencionado valle. Anota que en la celebración participan siete poblaciones –Algarra, Vallanca, Salvacañete, El Cubillo, Casas de Garcimolina, Arroyo Cerezo y Casas Nuevas-: “todas las cuales se encuentran situadas formando perímetro alrededor del valle, de modo que Santerón constituye una especie de centro geométrico respecto a la ubicación física de estas poblaciones”. De las localidades mencionadas, Vallanca y Arroyo Cerezo (Castielfabib), pertenecen a Rincón de Ademuz (Valencia), mientras que el resto son de Cuenca. Cabe decir, sin embargo, que Arroyo Cerezo nunca ha participado de la fiesta, mientras Casas Nuevas lo hace como aldea de Salvacañete. Olvida mencionar a Negrón, aldea de Vallanca, cuya vecindad también participa o ha participado siempre en la peregrinación y los festejos. Obviamente, como bien dice el ponente, todos estos términos de Cuenca, Teruel y el Rincón de Ademuz por Valencia, formaban parte de la celtiberia.
            
En nota al pie, se cifra la existencia de un poblado prerromano en la cima del cerro de Algarra –arabización de la raíz romana kar-, karr-, karra (roca)-, “a juzgar por algunos hallazgos fortuitos de cerámica de la época del hierro e ibérica”. Asimismo en las proximidades de Salvacañete, “a la que debió pertenecer el tesoro allí localizado”;[4] y en Arroyo Cerezo (Castielfabib), donde existió un oppidum (poblado) del que da cuenta el profesor Martín Almagro Gorbea, y otro poblado ibérico en el cerro de La Morrita (1.314 m) en la partida de La Nava de Castielfabib -me refiero a la necrópolis denominada "Morrita de la Nava"-, estudiado por José Aparicio Pérez (1985), arqueólogo de la Diputación Provincial de Valencia.


Vista parcial del atrio exterior o porche de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle de la cobertura del soportal, antes de la restauración (2007)

El Ayuntamiento de Algarra (Cuenca) tiene una participación esencial en los festejos, su ascendiente se extiende sobre la ermita y el lugar, y esto ya mucho antes de que la zona se incluyera en su término municipal:
  • El día de la festividad, el pueblo de Algarra (autoridades y vecinos), que se situaba previamente en la ermita de la Virgen, salía al encuentro de cada una de las comunidades participantes a medida que aquéllas iban acercándose en comitiva al lugar santo. En la actualidad el rito de la recepción tan sólo se tributa a los habitantes de Vallanca -la comunidad más numerosa-, [...]: toda la comunidad de Vallanca, que antiguamente se desplazaba andando y en caballerías hasta el valle, se reúne (al arribar a la ermita) junto a un gran bloque (la mesa de la Virgen) y esperan la llegada de la gente de Algarra, que marcha presidida por las autoridades civiles, aunque les precede una persona que lleva cruz y estandarte. Cuando han llegado ante el grupo foráneo que aguarda en la mesa, el portaestandarte baja ligeramente la cruz y el pendón y las autoridades de Vallanca efectúan como una señal de acatamiento; acto seguido, ambas comunidades se funden y emprenden juntas el camino hacia la ermita.[5]

Reunida la vecindad de los distintos pueblos asistentes a Santerón, tiene lugar la celebración de una Santa Misa, lo que constituye “la parte religiosa de la festividad”, junto con la peculiar procesión que se realiza después, desde la ermita hasta la “Mesa de la Virgen”, un gran bloque labrado en roca caliza y de una sola pieza –que se halla a un tiro de piedra del ermitorio, en dirección al centro del valle-, el cual fue laborado a principios del pasado siglo XX. La piedra tiene grabada una inscripción que dice: Año 1916// Por don/ Antonio José Dolz/ cura párroco// por Julián López/ Martínez// Viva la Virgen de Santerón.[6] Don Antonio José Dolz fue párroco de Algarra, natural de Santo Domingo de Moya, y Julián López Martínez, alcalde. Al decir del ponente, sin embargo:

  • [...], la misa constituye sólo el preámbulo ineludible de aquella ceremonia que los asistentes perciben como el núcleo ritual, a saber, la procesión de la Virgen, cuyo desarrollo es muy simple, puesto que se procede a transportar las andas hasta el gran bloque cuadrangular de piedra tallada, distante unos doscientos metros de la ermita y que ocupa asimismo una posición central respecto del valle. En la superficie de la piedra se deposita la peana, de ahí el nombre que recibe de mesa de la Virgen; luego se reza una salve. El actual bloque de piedra fue construido a comienzos de este siglo a expensas de un antiguo párroco y reemplaza a una vieja roca, desbastada por arriba, que cumplía la misma función. La pompé regresa desde la mesa a la ermita, da tres vueltas con la imagen alrededor del edificio, siguiendo el sentido de la izquierda, y entra por último en el recinto sagrado para devolver la imagen al altar.[7]
Vista del interior de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle del arco toral que separa la nave del presbiterio, antes de la restauración (2007).



Vista parcial del interior de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle de los distintos elementos del presbiterio y las andas de la Virgen al lado del evangelio, antes de la restauración (2007).

Vista interior de los pies de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle de la balaustrada del alto coro, antes de la restauración (2007).

Según hemos podido comprobar, en el portón de entrada a la ermita hay labrados unos dibujos geométricos figurando arados de labranza, y también unas cruces y otros dibujos geométricos, lo que lleva a Fernández Nieto a interpretar “como una reiteración ininterrumpida de un motivo representado en el santuario original de la edad antigua” –sin duda, una aventurada suposición, pues las hojas de las puertas son relativamente recientes,  pero que encaja en el contexto de la hipótesis del profesor.

Representación de un arado en la puerta de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), 2012.

Representaciones de arados, cruces y dibujos geométricos
en la puerta de la E
rmita de Santerón-Algarra (Cuenca), 2012.


La celebración religiosa concluye propiamente con el retorno de la imagen a la ermita y su colocación junto al altar del presbiterio, lado del evangelio. Pero el ponente aún recoge otras manifestaciones o “aspectos sacrales” de gran importancia etnológica, como “la comida o banquete ritual” y los “episodios agonísticos”, esto es, gimnásticos o de competición:

  • En efecto, formando parte de la propia fábrica de la ermita, en prolongación del coro, existe una fría y oscura habitación rectangular de planta baja utilizada por el ayuntamiento de Algarra para realizar una comida el día del Santerón; la estancia cuenta con una gran mesa y varias bancas de madera. Los platos a consumir corren a cargo de la propia corporación municipal, pero la participación se halla rigurosamente limitada, puesto que los vecinos se hallan excluidos y sólo banquetean, a puerta cerrada, las autoridades -en la actualidad, en el banquete participan el alcalde y los concejales de Algarra, párroco de Salvacañete y dos representantes del Instituto de la Guardia Civil destacados desde el puesto de Landete-. La habitación destinada a esta comida es bastante reciente, pues data de una reforma llevada a cabo hacia el año 1965. Entonces se arrasó el edificio anejo a la iglesia (la casa del santero), que poseía una superficie mucho mayor que la actual estancia, en cuyo piso superior existía una gran sala exenta, toda de madera -incluyendo las tablas de división de los pisos-; y allí se realizaba, en absoluto silencio y aislamiento, la colación reservada al grupo de personas que ejercían la jefatura civil/religiosa de la comunidad.[8]
Detalle de la cúpula mudéjar del presbiterio de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
antes de la restauración (Pentecostés, 2012).


Según mi propia investigación, la antigua casa del santero se comunicaba con la ermita mediante una puerta que daba bajo el coro, y su demolición no estuvo justificada, ya que no se hallaba en ruinas; más bien parece que fue para aprovechar la madera vieja de su estructura. El nuevo edificio levantado en su lugar, de menor tamaño que el anterior, resulta totalmente inadecuado a la estética del conjunto, secuela, sin duda, de los nuevos tiempos.
            
A la vez que el “banquete ritual”, que por cierto ha dejado de celebrarse en los últimos años, la vecindad de los pueblos asistentes se dispersa en grupos separados por los alrededores para celebrar su propia colación: los de Vallanca y Negrón se ponen en un cerrillo rocoso, al levante; los de Salvacañete en otro frontero, junto a la fuente; los de El Cubillo en un sotillo que hay al medio día, por encima de los de Casas de Garcimolina, que se sitúan junto a la vereda, mientras que los de Algarra se quedan en la ermita.[9] Al respecto, el ponente escribe:
  • A su vez, todos los pueblos asociados a la festividad inician una comida perfectamente separados unos de otros, y a tal objeto se instalan siempre en un mismo sitio, determinado por costumbre ancestral. Esta segregación en siete posiciones espaciales constituye a la par un deber y un derecho. Únicamente los vecinos de Algarra están autorizados a comer debajo del árbol contiguo a la ermita, mientras que el resto de las comunidades se distribuye en seis pequeñas eminencias conocidas de antemano, no demasiado alejadas entre sí, las cuales dibujan casi un semicírculo en torno a la ermita (al árbol y a la fuente).[10]
Vista parcial de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), con detalle del viejo olmo (Ulmus minor) que ataño señoreaba la plazuela del ermitorio (ca. 1950-55)
[Foto tomada de "Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía" (Valencia, 2008)].

Respecto al árbol, se trataba de un monumental olmo (Ulmus minor) que había en el centro de la plazuela, frente al ermitorio y para abarcar su tronco “debían unirse cinco o seis personas”; fue talado a comienzo de los años setenta, según parece porque “sus raíces levantaban el suelo del atrio y de la ermita y sus ramas dañaban, al parecer, el tajado”. Otras fuentes dicen que se secó, por efecto de la grafiosis... En sustitución del viejo olmo se plantó un nogal (Juglans regia), éste junto al camino o Vereda Real de noventa varas, que conduce desde Salvacañete -vía Solano y Talayón-, hasta Santa Cruz de Moya (Cuenca), en dirección a Alpuente y Pedralba (Valencia).
           
En cuanto a la dimensión “agonística”, gimnástica o deportiva de la fiesta, cabe decir que prácticamente ha desparecido también, aunque el ponente la rememora merced a distintos testimonios:

  • La asistencia a Santerón el día “panegírico” solía realizarla la mayoría de los varones con los mejores atavíos y muchos de ellos llevaban en la grupa a las mujeres (esposas, hermanas y novias). Sabemos que de Algarra partían juntos todos los jinetes de la hueste y que los conducía un abanderado, que lleva tapado el estandarte hasta haber recorrido un tercio del camino de Santerón: y asomando al lugar que denominan La Dehesa, descubría la enseña, que permanecía al viento hasta que, al atardecer, la comitiva llega de nuevo a la Dehesa. Allí se enfundaba hasta el año siguiente.[11]
Vecinos de Vallanca (Valencia) con sus monturas
en la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), ca.1950-55
[Foto tomada de "Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía" (Valencia, 2008)].

Vecinos de Vallanca (Valencia) en la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
durante la comida, ca. 1955-60
[Foto tomada de "Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía" (Valencia, 2008)].


Al parecer, el mencionado estandarte sólo contenía símbolos marianos, sin incluir motivos de otra índole, como es probable que los tuvieran los pendones más antiguos. Y sigue diciendo:

  • Realmente, los caballeros protagonizaban la última manifestación de la fiesta. Después de la comida, daba comienzo una serie de carreras y de desafíos ecuestres, cuyo propósito era averiguar quién mostraba mayor dominio en velocidad y pericia. En estas pruebas, tan pronto se enfrentaban los jinetes de una misma comunidad como menudeaban, sobre todo, los retos entre dos cabalgaduras de distinta población.[12]

Vecinos de Vallanca (Valencia), caminando o en sus cabalgaduras,
portando a la Virgen de Santerón sobre sus andas (ca.1955-60)
[
Foto tomada de "Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía" (Valencia, 2008)].

Todavía pueden verse algunos caballos con sus monturas en las celebraciones, ya que los animales han sido sustituidos por vehículos a motor, razón por la que han desparecido también las pugnas, carreras y desafíos que se daban antaño entre los mozos de los pueblos concurrentes. Se hace algo de baile bajo la noguera, “a los sones de la dulzaina y el del tamboril”, y por poco tiempo. En su lugar, prima la charla y la bebida junto a los chiringuitos, y los saludos entre amigos y vecinos, especialmente entre los de las distintas parroquias, que sólo se ven de año en año.
           
Según Fernández Nieto, la fiesta del Santerón tiene su reflejo en otra celebración “pentecostológica”, aún latente en el corazón de la Celtiberia: La Caballada de Atienza (Guadalajara), pero, dada su extensión y por referirse a una zona alejada del Rincón de Ademuz, no entraremos en su descripción.

Vista parcial de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
desde la noguera (Juglans regia) que sombrea la plazuela, con detalle del porche (Pentecostés, 2012).

Vista parcial de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle de algunas amazonas sobre sus cabalgaduras (XLII Septenario, 2012).


Claves para una interpretación.
El profesor Fernández Nieto dice estar trabajando en un estudio más pormenorizado de las dos celebraciones o festivales nombradas: la del Santerón y La Caballada atencina.[13] Entretanto, adelanta algunos argumentos y conclusiones, basándose en elementos lingüísticos, festivos y sacros:
            1] Desde una óptica lingüística, esto es, filológica y gramatical, descarta de antemano que el topónimo “Santerón” tenga una explicación hagiográfica de filiación latina. Las razones que apunta para mantener esta afirmación son varias y complejas de entender para el lector no especializado, como resulta ser mi propio caso. Pero intentemos una somera aproximación... De una parte, si dividimos la expresión “Santerón” en “san-terón” o “sant-erón”, vemos que la segunda parte del compuesto no se identifica con la actual advocación del santuario, que es la Virgen (María) de Santerón o del Santerón. Según el ponente, la admisión de una filiación latina para el topónimo, constituiría una rareza dentro de la “heortología” cristiana.[14] Cabe decir al respecto, no obstante, que el mero hecho de la singularidad del término no basta para excluir su origen latino.
            
Más adelante, sin embargo, el propio autor reconoce que ésta podría ser una tercera posibilidad, “ya que la voz (santerón) podría derivar del latín sanctuarium, préstamo lingüístico que en antiguo irlandés dio como resultado sanctáir, con pérdida de la desinencia”. Personalmente, es ésta la posibilidad que más me convence, quizá por influencia de mi profesor de latín en el bachillerato, que a la hora de traducir una palabra al castellano siempre aconsejaba emplear la vía más sencilla: sanctuarium> santuario> santero> santerón... Una deducción quizá poco científica, pero razonable.
            
Respecto a la primera explicación lingüística, recurre a una compleja y erudita disertación, que le lleva a decir que el topónimo santeron (>Santerón) expresaría un “lugar que está en medio o en el centro de”, equivaliendo a la expresión medionemeton, que significa “el santuario que ocupa el centro”: recreando así la idea del centro, tan del gusto de la civilización celta, que daba una gran importancia “a la fijación del centro del país”. Realmente, el centro ha tenido siempre un carácter simbólico y sagrado para el mundo céltico (el Oenach) y griego (ónfalo de Delfos).[15] Sin embargo, el propio autor reconoce que todo ello resulta “demasiado inconsistente”, manifestando a la vez su extrañeza de que el nombre del santuario no incluyera el genérico de -nemeton, propio del habla común celta.

Vista posterior de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle de algunas cabalgaduras junto a la fuente (XLII Septenario, 2012).

Vista general de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca) desde el noroeste
-detalle de la noguera y un postizo edificio anexo a los pies, donde estuvo la casa del santero-,
con los montes de Santerón al fondo (Pentecostés, 2012).

Seguidamente, expone una segunda suposición, aludiendo al encabezamiento del nombre del segundo mes intercalar del calendario celta –calendario de Coligny-, en el que figura la palabra [...]santaran. El propio autor se pregunta si el topónimo Santerón esconde la memoria del mes intercalar del sistema céltico, para responderse que “No hay modo, realmente, de despejar esta incógnita”, pues “en todo lo relacionado a los cómputos de los años celtas nos movemos prácticamente a ciegas, e ignoramos asimismo muchas cosas sobre la dinámica de los periodos festivos”. Con todo, persevera diciendo:

  • [...] si mi hipótesis sobre el origen del topónimo no anduviese errada, exigiría al menos un requisito en la evolución del proceso: en concreto, para que el nombre de uno de los dos meses que se intercalaban dentro del ciclo céltico de dos años y medio haya transferido su impronta a la titulación del festival, sería preciso que el acontecimiento, aun siendo periódicamente constante (anual), gozase dentro de cómputos más extensos de una relevancia excepcional. [...], en concreto, en la posibilidad de que existiera un ciclo festivo de siete años que coincidiese con la intercalación de un mes de *Santarán durante el cual la festividad anual, [...], revistiese la categoría de una gran fiesta septenaria; algo parecido, en suma, a las grandes reuniones “trietéricas” y “pentetéridas” frecuentadas por los griegos. Semejantes periodos de siete años poseen un destacado papel en la cultura céltica, y es éste un expediente que aun sigue ligado a ciertas festividades coetáneas.[16]

En nota al pie alude a la propia fiesta de la Virgen de Santerón, “que cada siete años se celebra dos veces, a saber, el lunes de Pentecostés y en el mes de septiembre”, momento en que “la imagen de la Virgen cruza la sierra y reside diez días en Vallanca; luego regresa, con el otoño, a su ermita”. Interesante reflexión, pero absolutamente dudosa.

       2] Otro elemento para la interpretación lo constituye la mencionada “Mesa de la Virgen”, aludiendo al “carácter sagrado del centro entre los celtas” y del que ya hemos hecho mención arriba:

  • Es verdaderamente asombroso cómo en ambas festividades –la de Santerón y La Caballada- hay una peña aislada (el Oenach y ónfalo) en la que se concentra una parte esencial del rito; de hecho, las procesiones no parecen responder a otro designio sino a la tenacidad de la Iglesia, cuando cristianizó cada santuario, por entronizar a la Virgen sobre el símbolo céltico más sacro, a fin de borrar su eficacia (pagana).[17]
Comienzo de la procesión desde la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
hasta la "Mesa de la Virgen", con detalle de los cruceros y estandartes (Pentecostés, 2012).

Comienzo de la procesión:
desde la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca) hasta la "Mesa de la Virgen",
con detalle de los cruceros y estandartes (Pentecostés, 2012).


    3] Un tercer elemento para la interpretación puede verse en los denominados “ritos circumambulatorios”, como el que se practica alrededor de la ermita de Santerón durante la procesión de retorno desde la “Mesa de la Virgen” en Pentecostés:
  • [Los] Ritos “circumambulatorios” [...] eran también propios de los celtas y constituían señal de reverencia a los dioses, según reconoce Posidonio; se giraba ya, al parecer, en dirección izquierda. No es tampoco extraño que se den tres vueltas, porque el número tres fue sagrado entre los celtas, si juzgamos por la utilización de los motivos simbólicos ternarios.[18]
           
Aquí se hace mención del célebre político, historiador y filósofo estoico griego Posidonio de Apamena (ca.135-51 a.JC).[19] Ritos de circunvalación pueden verse todavía en muchos lugares,[20] alrededor de ciertas ermitas –San Antonio Abad en Pego (Alicante)-: aquí es tradición dar tres vueltas por la izquierda al edificio en el día del santo, buscando su protección intercesora frente a dolores abdominales y de otro tipo, tanto para personas como para animales. Y en el interior de la propia catedral de Valencia, donde las embarazadas rezan y dan nueve vueltas por el deambulatorio, en recuerdo de los meses de embarazo de la Virgen María, buscando su ayuda en el momento del parto; allí en la girola se halla la imagen de una preciosa virgen gótica sedente de tamaño natural con un Niño Jesús en su regazo y un ramito de azucena en la mano derecha -la Virgen del Coro o de la Cadira-, labrada en alabastro policromado.[21]

Procesión con la imagen de la Virgen de Santerón sobre sus andas,
desde la ermita hasta la "Mesa de la Virgen" (Pentecostés, 2012).

Vista general de la procesión con la imagen de la Virgen de Santerón,
desde la ermita hasta la "Mesa de la Virgen" (Pentecostés, 2012).

Vista general de la procesión con la imagen de la Virgen de Santerón,
desde la ermita hasta la "Mesa de la Virgen" (Pentecostés, 2012).

         4] Un cuarto elemento interpretativo puede verse en los símbolos que representan objetos de labranza:
  • [...] ambas festividades –la de Santerón y La Caballada- mantienen vivo el tema del arado, una representándolo en el estandarte de la cofradía, la otra en el umbral o janua del recinto sacro: [...] este instrumento es otro dato esencial para entender una parte del significado religioso de la fiesta céltica (final de la primavera/ apertura del verano) y constituye además expresión de su dimensión jurídica y “agónica” (práctica de las ordalías). El arado tuvo consideración de objeto divino en el mundo indoeuropeo, y los ejemplares de rejas de arado que han aparecido enterrados en territorio galo se consideran, justamente, depósitos intencionales de carácter ritual.[22]

Se alude aquí a los dibujos de arados y otros objetos relacionados con la práctica agrícola existentes en el portón de entrada a la ermita algarreña, bajo el soportal, que se han hecho visibles tras la restauración. Dichos símbolos poseían significado religioso para los celtas, hallándose también vinculados a aspectos jurídicos y agonísticos, tal la práctica de las ordalías o juicios de Dios.[23]

           5] Otro elemento de interés interpretativo se refiere a la fecha de las celebraciones –de Santerón y La Caballada de Atienza-, coincidentes con Pentecostés, esto es, a los cincuenta días de la Pascua de Resurrección:
  • La fijación de ambas festividades [...] no es en absoluto casual y estoy convencido de que posee relación directa con la primitiva celebración celtibérica. Todas las fiestas de los celtas estaban desplazadas 40 días (duración de un ciclo lunar y medio) respecto a los solsticios y los equinoccios, y esta realidad provocó un grave conflicto con la Iglesia, en los primeros siglos de Cristianismo, porque el arraigo de la tradición en los territorios de los celtas interfería una fecha tan importante como la Pascua, que era el pivote del año litúrgico –y de él depende el ciclo entero de las fiestas móviles.[24]

Afirma el ponente que en las primeras centurias cristianas las gentes celtas siguieron apegadas a sus tradiciones, algo que resulta perfectamente comprensible:
  • Sabemos que hubo una costumbre antigua que consistía en clausurar la Pascua no a los 50 días, sino a los cuarenta, de manera que la solemnidad final del tiempo pascual no era Pentecostés, sino la fecha en que luego fue instituida la fiesta de la Ascensión. También en la Península Ibérica tuvo que prodigarse este fenómeno, pues el Concilio de Elvira declaró herética la práctica de concluir con un período cuadragesimal la fase de la cuaresma y celebrar una fiesta al final de la misma. Esa fiesta era [...] la celebración celta del primero de mayo (Beltaine). Finalmente, entre los siglos IV y IX la Iglesia pudo arrastrar la fecha diez días abajo e hizo coincidir el rito pagano con el Pentecostés cristiano.[25]

Se hace aquí alusión al Concilio de Elvira o de Iliberis (Concilium Eliberritanum), el primero que se celebró en Hispania Baetica por la iglesia cristiana. Tuvo lugar en Ilíberis, cerca de la actual ciudad de Granada. Su fecha es incierta, entre el 300 y el 324.[26] Asimismo, se alude a Beltane o Bealtaine (en irlandés Buenfuego), un antiguo día festivo irlandés celebrado el 1 de mayo en el hemisferio norte y el 31 de Octubre en el hemisferio sur.[27] En nota al pie, añade una palabras reveladoras: “El hecho de que Pentecostés conmemore la Luz y el Fuego divinos (las lenguas de fuego sobre los Apóstoles) facilitó la confluencia con los ritos de la fiesta celta del 1 de mayo, cuando se alumbra el fuego que daba paso a la gran luz del verano”.

Tamboril y pita:
elementos de la fiesta para el baile en la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), ca. 1950-55
[Foto tomada de "Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía" (Valencia, 2008)].


Palabras finales, a modo de conclusión.
En las conclusiones a su excelente trabajo, el profesor Fernández Nieto afirma que ambas fiestas –Santerón (Algarra) y La Caballada de Atienza (Guadalajara)- se han mantenido en sus lugares geográficos, conservando “numerosos rasgos esenciales del mundo céltico” –proponiéndolos como ejemplo entre otros casos similares europeos.[28]
            
Entre las fiestas celtas, destaca la de Samain –1 de noviembre-, con la que daba comienzo en cómputo del año, que corresponde al mes galo de Samonios del calendario de Coligny. Se trataba de una fiesta militar, en la que se celebraba un banquete real y sólo participaban guerreros.
            
Otra festividad de similar importancia era la de Beltaine –1 de mayo-, fiesta sacerdotal y de exaltación divina “en su aspecto luminoso y renovador”, como indica su nombre, pues Beltaine significa “fuego de Bel”. Por razones que el autor no puede precisar, “todo apunta hacia el hecho de que en la Celtiberia hispana la fiesta de Beltaine pasó a ocupar el protagonismo [...] del año religioso-político”. El ponente sospecha que dicha fiesta estaba dedicada a Esus-Cernunnos,[29] el dios salvaje de los bosques –al que se representa con cuernos de ciervo, barba y un pelo salvaje, cubierto de maleza, serpientes y torques, y se identifica con Dis Pater,[30] deidad del inframundo tenida por el ancestro de los celtas-; ello significa que “estaríamos ante una fiesta de carácter propiciatorio de la abundancia y de la fecundidad, fiesta de renovación y de purificación, que fue en su origen un rito pastoril”. En la misma festividad de Beltaine, a esta figura de Cenunnos se le asocia la de un “paredro (consejero, asesor) femenino de la abundancia que comparte caracteres con algunas de la matres germanas”. Su vinculación con los aspectos guerreros, “aboga por la celebración, bajo el patrocinio de Cernunnos, de una asamblea jurídica anual para impartir justicia, dirimir la reconciliación con los enemigos y establecer las alianzas de familias y pueblos, entre los que destacaba el vínculo de la ghilde, el tributo u obligación que se contrae con una fraternidad en el banquete sagrado o comida sacrificial [...]”.
            
Respecto a las consideraciones políticas del festejo, el ponente anota:
  • Tengo la convicción de que ambos lugares, el valle de Santerón y la explanada de la ermita de la Estrella (en Atienza, Guadalajara), fueron santuarios que actuaron como sede de las reuniones federales de las poblaciones celtibéricas que ocupaban el entorno del mismo, constituyendo, en concreto, federaciones de siete miembros. Este uso “anfictiónico” de los santuarios, que es común al mundo celta y al mundo griego, se halla estrechamente unido al desarrollo del año litúrgico, de modo que la asamblea principal (o única) de aquellas federaciones se hace coincidir con la fiesta más importante del santuario común.[31]

Se alude aquí al “uso anfictiónico de los santuarios”, refiriéndose a una liga religiosa de pueblos al estilo de los que hubo en la Grecia central.[32] Para defender su hipótesis, el ponente arguye que la confederación celta de Santerón sería similar a las documentadas en la Galia, basadas en pagi y pagus: un pagus equivaldría a la unión de varios hombres para combatir juntos, esto es, “una fraternidad de armas”, y entre muchos de ellos pudo haber parentesco. De esta forma, “los pagi constituían pues una unidad étnica, militar y territorial, pero también administrativa, política y religiosa, con organización y magistrados propios; pero la mayoría de ellos se asociaron y formaron lo que las fuentes antiguas denominan una civitas o una gens”. De esta forma, añade:
  • Los siete pequeños oppida celtibéricos que eligieron a Santerón como santuario común formaron sin duda una de esa anónimas civitates indígenas que, aun aliadas eventualmente con otras, pusieron pocas trabas a la conquista romana [...]. Cabe la posibilidad de que estas federaciones de siete miembros estuviesen presididas por una de las poblaciones (Algarra, Atienza), pero no es descartable que todas participasen por igual en el gobierno de la civitas y que el nombre colectivo de ésta se hubiera asignado a un oppidum -poblado- concreto porque en su territorio radicaba el santuario federal.[33]
Continúa:
  • El día de la fiesta principal del santuario, la federación reuniría a su “consejo armado”, [...] y este elegiría anualmente a un jefe militar, que no puede decidir las hostilidades, pues debía limitarse a conducir la guerra. Es probable que los jefes de cada oppidum desempeñasen un papel especial como consejo restringido...[34]

Y concluye, haciendo referencia a los testimonios arqueológicos arriba expuestos:
  • Me refiero al conocido tesoro de plata de Salvacañete, que no tendría carácter votivo ni relación alguna con los tributos a pagar a los romanos, sino que representaría la vajilla sagrada de uno de los oppida para su participación en la fiesta federal común [...]. El grupo de monedas que contiene el tesoro estaría destinado bien a la caja común, [...], bien al pago de ciertos tributos [...] que los pagi entregaban al santuario. Y en última instancia, vemos cómo la frontera oriental y meridional de la Celtiberia se sitúa ya en la proximidad de las tierras valencianas.[35]
Vista general de la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca),
con detalle de los edificios anexos, hoy parcialmente destruidos (ca.1955-60)
[
Foto tomada de "Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía" (Valencia, 2008)].

Basándose en la detallada observación de la doble celebración santeroniana –pentecostológica (anual) y septenaria (cada siete años)- el profesor Fernández Nieto elabora una compleja hipótesis que, aunque no fuera aceptable en todos los aspectos expuestos, resulta cuanto menos absolutamente verosímil y brillante.

Sin embargo, quedan muchas cuestiones en el aire; pues, aunque, como dice Jean Markale, las religiones pasan y los santuarios quedan, resulta difícil explicar, por ejemplo, el interregno musulmán: desde el siglo VIII (711) hasta el XIII (1210), fecha de la reconquista cristiana de estos lugares. ¿Qué pasó en el territorio considerado de influencia espiritual del santuario de Santerón durante este tiempo, asumieron los musulmanes como propio el lugar santo? Si así fue, no hay el menor rastro de ello. Hay que pensar que tanto la romanización como la islamización debieron penetrar poco en la zona, tanto por la escasa población como por la pobreza de la tierra. Ello significa que los ritos ancestrales debieron permanecer con fuerza durante mucho tiempo. ¿Cómo recuperó, pues, el cristianismo el santo lugar, haciendo “aparecer” una imagen románica junto a una fuente, como dice la tradición? Puede ser, pero para ello debía tener previa conciencia de su existencia, lo cual resulta difícil de concebir tras cinco siglos de dominación musulmana. Al respecto, cabe destacar la hipótesis del carmelita Roque Alberto Faci (1750), aludiendo a que muchas imágenes de las halladas tras la conquista cristiana en distintos lugares correspondían a otras tantas “imágenes escondidas (por los cristianos), para que no fuesen sacrílegamente profanadas” por los musulmanes. La hipótesis resulta sugerente, pero, aun teniéndola en cuenta, nos inclinamos a pensar que aquellas imágenes se hallaron o “aparecieron” ante la necesidad espiritual de los nuevos conquistadores y repobladores cristianos de señalizar el lugar, santificándolo a su religión, otra forma de consagrar el nuevo espacio vital, buscando la unión entre lo mágico y religioso a que tan propensa fue la mentalidad medieval.[36]

En suma: aparentemente, nada tiene que ver la celebración de la Virgen de Santerón con las festividades celtas; sin embargo, la festividad cristiana, en la que los católicos celebramos a María, la madre de Jesús de Nazaret, contiene elementos que traducen la parcial cristianización de aquellas ancestrales fiestas paganas prerromanas. Porque, en última instancia, lo que se celebra es la divinidad –su presencia, reconocimiento y adoración-, aunque bajo distintas formas. Vale. 

© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.

De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).

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[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). La romería de la Virgen de Santerón, estudio historiográfico, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 403-411. ID (2007). La romería de Santerón en Algarra (Cuenca), crónica y testimonio en el XLI septenario (2005), en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 417-419. ID. La celebración de Pentecostés en el Rincón de Ademuz (I y II), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 1 de junio de 2012.
[2] Cf. Wikipedia, voz Atienza.
[3] FERNÁNDEZ NIETO, Francisco Javier (1997). La Federación Celtibérica de Santerón, en Pueblos, lenguas y escrituras en la Hispania prerromana, Actas del VII Coloquio sobre lenguas y culturas prehispánicas, Zaragoza, 12 al 15 de marzo de 1997, p. 183-202.
[4] Cf. Wikipedia, voz Salvacañete. LOPEZ MARÍN, Mariano (2004). Salvacañete: su historia y sus gentes, Edita Ayuntamiento de Salvacañete (Cuenca) Gráficas Llogodi, Utiel. ID. Nuevos datos del Tesoro de Plata de Salvacañete, en Revista Moya 25 (2007) 7-11
[5] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 185.
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). La romería de la Virgen de Santerón: estudio historiográfico, a propósito de la celebración del XLI septenio (2005, septiembre 16-26) en Del  paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, p. 410.
[7] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 186.
[8] Ibídem.
[9] SÁNCHEZ GARZÓN (2007), p. 410.
[10] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 186.
[11] Ibídem, p. 187.
[12] Ibídem.
[13]  LAYNA SERRANO, Francisco. La histórica cofradía de "La Caballada" en Atienza (Guadalajara), en revista española de historia HISPANIA nº 9 (1942), pp. 483-556 ISSN: 0018-2141
[14] Cf. Enciclopedia Católica Online, voz Heortología. (Del griego heorte, festival, y logos, conocimiento, discurso). Etimológicamente el término heortología implica una relación con las fiestas y festivales en general, una exposición de su significado. La palabra, sin embargo, se usa para denotar específicamente la ciencia de los festivales sacros, abarcando los principios de su origen, significado y desarrollo histórico, con referencia a las épocas o incidentes en el año cristiano. Fuente: MacAuley, Patrick. "Heortology." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910.
[15] Cf. Wikipedia, voz Ónfalo.
[16] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 192.
[17] Ibídem, p. 196.
[18] Ibídem.
[19] Cf. Wikipedia, voz Posidonio.
[20] Pedro R. Moya. "La sacralidad y los ritos circumambulatorios en la Hispania Céltica a través de las tradiciones populares", en Ritos y mitos. VI Simposio sobre los celtíberos, Simposio celebrado en Daroca (Zaragoza) del 27 al 29 de noviembre de 2008, Editado por Fundación Segeda, Centro de Estudios Celtibéricos de Segeda, IFC, Zaragoza, 2010, pp. 553-562.
[21] LÓPEZ ALFONSO, Jesús. La Virgen del Coro o de la Cadira. Catedral de Valencia.
[22] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 196.
[23] Cf. Wikipedia, voz Ordalía.
[24] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 196.
[25] Ibídem, p. 197.
[26] "En sus 81 cánones, todos ellos disciplinares, se encuentra la ley eclesiástica más antigua concerniente al celibato del clero, la institución de las vírgenes consagradas (virgines Deo sacratae), referencias al uso de imágenes (de interpretación discutida), a las relaciones con paganos, judíos y herejes, y muchas otras, relativas a temas como matrimonio, bautismo, ayuno, excomunión, enterramiento, usura, vigilias, o cumplimiento de la obligación de asistir a misa. En el concilio, se trató el tema de la separación de las comunidades judías que había en España, al mismo tiempo colocaron estrictas prohibiciones para alejar a los cristianos del ambiente pagano, estas prohibiciones iban desde las carreras de cuadrigas hasta el culto imperial". Cf. Wikipedia, voz Concilio de Elvira.
[27] "Para los celtas, la noche de beltane marcaba el comienzo de la temporada de verano pastoral, cuando las manadas de ganado se llevaban hacia los pastos verdes y a las tierras de pasto de las montañas. Una de las principales actividades de la festividad consistía en encender hogueras en las montañas y colinas con ritual y significado político". Cf. Wikipedia, voz Beltane
[28] Fernández Nieto toma de Jean Markale, alias del conocido estudioso e investigador francés del mundo celta Jean Bertrand (1928-2008), una nota llamativa que, traducida al español, dice: “Es una norma de la historia de las religiones: los santuarios raramente se desplazan y las nuevas religiones recuperan lugares antiguos para la construcción de nuevos edificios... Esto es debido al hecho de que un lugar sagrado sigue siendo sagrado incluso si la religión ha cambiado”.
[29] Cf. Wikipedia, voz Cernunnos.
[30] Cf. Wikipedia, voz Dis Pater.
[31] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 199.
[32] Cf. Wikipedia, voz Anfictionía.
[33] FERNÁNDEZ NIETO (1997), p. 199.
[34] Ibídem.
[35] Ibídem.
[36] FACI, Roque  Alberto (1750). Aragón, Reyno de Cristo y dote de María Santísima: fundado en Zaragoza: tomo segundo/ publica su historia fray Roque Alberto Faci del Orden del Carmen, Editor: en Zaragoza, imprenta de Francisco Moreno. SÁNCHEZ GARZÓN (2007), p. 406.


Familiares y amigos aprovechan para saludarse y fotografiarse
en la Ermita de Santerón-Algarra (Cuenca), XLI Septenario (2005).

6 comentarios:

Óscar Pardo de la Salud. dijo...

Alfredo me ha encantado el artículo, como me encantó hacer el camino de peregrinación a Santerón con Luisa y contigo.

Las explicaciones que me diste sobre el posible origen ancestral celta, se confirman con las averiguaciones que ahora has hecho.

Felicidades por este magnífico blog, por el cual es todo un lujo pasear.
Un abrazo.

ALFREDO SÁNCHEZ GARZÓN dijo...

Hola, Oscar: gracias por tu comentario, sin duda un elogio inmerecido. La subida por la Virgen fue un día estupendo, lástima que tuvieras que marcharte tan pronto, pues la bajada y llegada a la Vega de Vallanca, donde esperaba san Roque y multitud de gente, fue magnífica. Espero podamos repetirlo el próximo septenario -XLIII- que será, Dios mediante, el año 2019: no sé cómo estaremos entonces, pero que la Virgen nos pille confesaos... Un abrazo.

Ismael Roger Martínez dijo...

Interesante artículo, no conocía la peregrinación de la Virgen de Santerón y de su posible origen celtíbero.

Gracias a Alfredo y su blog, disfruto sabiendo de la historia y tradiciones de la comarca del Rincón de Ademuz, comarca hermana de la mía, La Serranía.

Un abrazo y sigue así.

ALFREDO SÁNCHEZ GARZÓN dijo...

Hola, Ismael: un placer saludarte y gracias por el elogio. Si tienes oportunidad, haz alguna vez la peregrinación a Santerón, no te defraudará: puede hacerse una vez al año -por Pentecostés- y cada siete años -por el Septenario-; pero cualquier momento es bueno para conocer el lugar como caminante o excursionista. Nuestra zona -Los Serranos y el Rincón de Ademuz- encierran paisajes hermosímos en plena naturaleza, a la vez que teñidos de una historia intensa y siempre apasionante. Un abrazo.

mariano dijo...

Excelente artículo que me ha encantado.He estado muchas veces en Santerón de peregrinación desde Salvacañete, la primera cuando sólo tenía dos años en los "cujones del serón" ,según me contó mi madre. La romería de Santerón la tengo descrita en la web de Salvacañete y en mi obra inédita " Etnología y costumbres populares de Salvacañete". Hace años que no he ido por diversas circusntancias pero conozco el lugar ligado nó solo a la religiosidad de los 7 pueblos que se concentraban y se siguen concentrando en la romería, sino también por la trashumancia ganadera ya que junto a la ermita pasa una vereda trashumante , por haber estado familias de Salvacañete allí de renteros, por ser una dehesa ganadera donde vivió gente hasta los años 1980 del siglo XX con gran contacto con sus vecinos de las dehesas de Las Desillas y Tórmeda que también tuvieron habitantes hasta pasados los añso 1940, y por otros muchso aspectos relacionados con la explotación de sus bosques,consu historia y con sus aspectos etnológicos relacionados con la famosa Romería de Santerón.En este lugar se encontró un molino romano y posiblemente pasase por allí una vía romana que enlazaba Salvacáñete con Santa Cruz de Moya,donde apareció un molino de aceite romano. Esta vía romana discurriría por donde va la antigua vereda trashumante desde Salvacañete hasta Santa Cruz de Moya y de la cual hay restos en Salvacañete,paraje de la Tejería.
VAriso autores defienden ,tal y como lo haces tú ,que este Santuario podría estar ligado a costumbres celtas qeu pondrían en relación a siete comunidades.
Gracias amigo Alfredo por darnos a conocer tantos aspectos del rincón de ademuz y de las tierras castellanas próximas a él .Feliz Navidad y lo mejor para ti los tuyos para el año 2014. Un abrazo. Mariano

La Caballada de Atienza dijo...

Estoy muy interesado en este tema. Pertenezco a la Cofradía de La Caballada de Atienza y he seguido esta nueva línea celtibérica aparecida. ¿Podría hacerme con la publicación de FERNÁNDEZ NIETO, Francisco Javier. La Federación Celtibérica de Santerón, en: Pueblos, lenguas y escrituras en la hispania prerromana, Actas del VII Coloquio sobre lenguas y culturas prehispánicas, Zaragoza, 12 al 15 de marzo de 1997?
Interesante estudio por su parte.
lacaballadadeatienza@gmail.com
Jesús de la Vega García. 19270-Atienza