sábado, 11 de noviembre de 2023

CARTAS DESDE MI RINCÓN (I).

A un amigo de la infancia, con el que tantos recuerdos comparto.



«Cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa,

todo está perdido»

Demócrito (460 a.C-370 a.C), filósofo y polímata griego,

discípulo de Leucipo.


«Libertad es poder (decir y) hacer lo que debemos»

Montesquieu (1689-1755), filósofo y jurista francés

cuya obra destaca en el contexto de la Ilustración.



Definición del subgénero epístola:

«Epístola es sinónimo de carta y hace referencia a un tipo de texto que busca establecer un canal de comunicación a través de la forma escrita, siendo el medio de notificación más usado en toda la historia de la humanidad. A menudo la carta es usada con la intención de expresar ideas, pensamientos, sentimientos, deseos, etc.»



Querido amigo,

tiempo atrás me comentabas sobre la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja, decías que la encontrabas la más desangelada de la comarca. Estoy conforme contigo; no solo es insulsa, además está desaprovechada. Cuando se hizo, esto fue en la segunda mitad de los años noventa del pasado siglo (con el plan provincial de obras y servicios de 1994-95), muchos pensamos que tendríamos plaza para los próximos cien años, pero nos equivocamos. El piso apenas ha durado unas décadas, y hace años que está descascarillándose. Lo peor, sin embargo, es el diseño, con un poyo de asiento elongado, coronado por un seto de boj y acacias de bola separando la bajada de la calle san Roque y la plaza propiamente, con una fuente circular de brocal en la parte de abajo, y un pilón con una descomunal farola de cinco brazos en el centro. La fuente posee ínfulas de modernidad, y siempre está estropeada. El conjunto, además de no encajar con las construcciones del entorno, es poco agraciado, por no decir feo con avaricia; además, ocupa mucho espacio. Aunque a fuerza de verlo uno se acostumbra, lo que resulta poco consolador. Ya sé lo que me dirás: Los gustos se hicieron para los colores... -pero no, lo feo es feo aquí y en Sesga-. Entiendo, sin embargo, que la belleza es una experiencia subjetiva que se percibe por los sentidos, y tiene que ver con la armonía, con la proporción y la simetría. Dejémoslo aquí, pues si profundizamos en el asunto tendremos que recurrir a Platón (belleza ideal) y a Kant (natural y sujeta a razón), y eso es ya mucho berenjenal. A efectos prácticos, la belleza es como el vino, el mejor es el que nos gusta. Todo esto para decir que cuando los pueblos intentan imitar a la ciudad con fuentes y jardines ornamentales hacen mal negocio, particularmente los pequeños, en los que el presupuesto de mantenimiento siempre anda corto.


Te diré más, en el seto de boj que bordea el parterre tenemos un criadero de gatos, a los que la buena gente del pueblo da de comer por caridad u otras razones. Con admirable puntualidad una vecina les alimenta y pone agua por la mañana y por la tarde. La señora viene todos los días, incluidos los festivos, haga frío o calor, llueva o nieve y les sirve su ración de pienso. ¡Enternecedor: absolutamente laudable! La comida se la pone en unos tarros ad hoc dentro del seto, aunque otras vecinas utilizan bandejas de plástico que colocan debajo de los contenedores de basura que hay por la parte que toca la plaza. En este caso les dan comida casera, macarrones, estofado, el menú del día… Hay que reconocer que los felinos son adorables, algunos son jóvenes y se pasan el día jugando, al sol, a la sombra, bajo los coches o encima de estos, subidos a los árboles, según la estación. No hacen nada, más que jugar y sestear. Se trata de "gatos socialdemócratas", hijos del estado del bienestar, propiamente subvencionados y mantenidos. Podría decirse que la socialdemocracia, en tanto ideología social y económica nace con la "tercera revolución" europea de principios del siglo XX, con la pretensión de instaurar una solidaridad relativa entre los ciudadanos,* extensiva ahora a los animales. Como te decía, los gatos por no saber no saben ni mayar ni buscarse la vida: juegan entre ellos y persiguen a las palomas (más por aburrimiento que por ánimo cazador), mientras los ratones los miran sorprendidos desde los rincones. Sin embargo, los mejores amigos de los animales son las niñas, que cuando salen del colegio los cogen, abrazan y besan con unos besos que ya quisieran sus padres. El problema es que los animalitos cagan y mean, con perdón. Y los excrementos y orines huelen mal; pero nadie se queja. Hay que reconocer que los lugareños son gente comprensiva, pacífica, sufrida. De los contenedores de basura te hablaré otro día, pues son una pesadilla: en la plaza hay dos, y cuando los vacían suelen dejar un asqueroso reguero de líquido pestilente en la calle... porque algunos vecinos echan la basura sin embolsar, y raramente los limpian.


Paisaje urbano de Torrebaja (Valencia),
vista parcial de la plaza del Ayuntamiento con detalle del seto, el asiento corrido y la fuente (2023).

Dicen que hay un nuevo proyecto para la plaza del Ayuntamiento en Torrebaja, y que las obras comenzarán en enero del próximo año. No he visto el diseño, pero temblando estoy de que pueda ser otra chapuza como los últimos que hemos tenido. De facto la plaza no ha tenido un bosquejo decente desde el que hubo a principios del siglo XX, que duró hasta bien entrados los años sesenta. Consistía éste en una hilera de árboles de sombra tipo ailanto (Ailanthus altissima) separando la plaza de la calle, alternando aquellos con unos sólidos bancos de obra imitando madera: los bancos fueron labrados en los años cuarenta (ca.1943), mientras que los árboles ya eran viejos cuando la guerra civil (1936-1939); las fotografías que se conserva de entonces así lo demuestran.

Paisaje urbano de Torrebaja (Valencia),
detalle de los bancos de piedra y ailantos en la antigua plaza de Ramón y Cajal (ca.1960). 

Como recordarás, la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja, que fue la de nuestros juegos de infancia, la de los recreos y peleas, pues las escuelas de niños estaban en las antiguas Casas Consistoriales, se llamaba simplemente la Plaza. No había más plaza que la Plaza, aunque debajo de la iglesia había una placeta pequeña con una barbacana al levante, sobre la calle Cantón. Esta era la Replaceta, actual plaza Rey Don Jaime. La Replaceta estaba bien como nombre, pero con la modernidad se le impuso otro histórico. Nadie nombra la Replaceta como del rey Conquistador, aunque su nombre figura en una placa cerámica. Volviendo a la plaza del Ayuntamiento, esta siempre fue conocida por la vecindad como “plaza del Señor”, pues en su lado septentrional se alzaba la Casa Grande, que fue solar de los Ruiz de Castellblanque, titulares del mayorazgo. Sin embargo, su denominación oficial era plaza de Santiago Ramón y Cajal; imagino que el cambio de nombre pudo deberse a la concesión del Premio Nobel de Medicina (1906) al ilustre médico aragonés: el orgullo patrio por tan enorme galardón debió imponerse y fueron muchas las plazas y calles de España que se le dedicaron. Pero todo esto ya debes saberlo; lo que probablemente no sepas es que la popular calle de san Roque cambio de nombre durante la guerra, pasando a nombrarse «Calle Luis de Sirval», seudónimo de un periodista asesinado en la represión tras el levantamiento socialista y nacionalista catalán contra la II República en octubre de 1934.1 Este señor periodista nada tenía que ver con Torrebaja (como tampoco lo tenía Ramón y Cajal, aunque el caso es distinto), solo que era de la misma cuerda política que los que gobernaban entonces el Consistorio. Asimismo, la calle del Rosario pasó a denominarse «Calle de Pablo Iglesias», y la carretera de Cuenca-Teruel, «Avenida de la República». En general, las calles y plazas nombradas a impulsos políticos suelen tener poco recorrido; propiamente, después de la guerra, las calles de Torrebaja recuperaron su antiguo nombre, pues los vencedores no estaban por la labor de mantener los republicanos. Asimismo, los nombres impuestos en el franquismo tampoco perduraron con el advenimiento de la democracia: en Ademuz, la antigua plaza del Rabal, renombrada en la posguerra «Plaza de D. Blas Mañes» (párroco asesinado durante la guerra), ha pasado a llamarse plaza de la Iglesia; y en Vallanca, las calles «Caudillo» y «Calvo Sotelo» se denominan calle Regajo y Cuesta la Plaza, respectivamente. Es el devenir de la historia: Amo nuevo, zarza fuera


Paisaje urbano de Torrebaja (Valencia),
detalle de los bancos de piedra y ailantos en la antigua plaza de Ramón y Cajal (ca.1960).


No sé si sabrás que, en Ademuz, han dedicado o pretender dedicar la plaza del Ayuntamiento a la célebre autora de Manolito Gafotas (1994), Elvira Lindo Garrido (Cádiz, 1962)2 que cuenta en su haber con numerosos premios literarios, entre los que destaca el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1998). La vinculación de la escritora con Ademuz creo le viene por su madre, que era hermana de Elvira, la viuda de Andrés Soriano Pescador, panadero de grata memoria. Elvira Lindo se halla entre las Hijas Predilectas de la Provincia de Cádiz, aunque no sé si en su ciudad natal posee algún reconocimiento de este tipo. Personalmente me parece estupendo que se reconozca la labor de los intelectuales, escritores, artistas… eso lo hemos hablado muchas veces. Lo que no acabo de entender es que le hayan dedicado a la señora Lindo la plaza del Ayuntamiento, esto es, la plaza del pueblo por excelencia, cuando podrían haberle homenajeado igual con una calle, busto o placa en cualquier punto de la villa. No me cabe duda que la escritora lo merece -por su simpatía y buen hacer-, eso y mucho más; pero dedicarle la plaza del Ayuntamiento me parece excesivo, fuera de lugar. Lo cierto es que el Consistorio puede hacerlo y lo ha hecho o lo hará. Al respecto, un vecino de Ademuz me comentaba: Se han pasado tres pueblos... En cualquier caso, se trata de una opinión, y si preguntamos veremos que cada cual tiene la suya, pues las opiniones son libres. Dicho lo cual solo cabe felicitar a la escritora por tan magnífico homenaje. De lo que no podemos dudar es del sentido del humor de los lugareños, ni de su orgullo de serlo; prueba de ello es una placa que figura en la misma plaza de Elvira Lindo, que dice: No me vendas lotería/ yo lotería no quiero/ que a mí ya me tocó/ por ser ademucero. ¡Olé la gracia!


Paisaje urbano en Ademuz (Valencia), vista septentrional de la plaza de Elvira Lindo (2023).

Paisaje urbano en Ademuz (Valencia),
con detalle de la placa de cerámica en la esquina de la lonja (2023)

Paisaje urbano en Ademuz (Valencia), placa cerámica en la plaza Elvira Lindo (2023).

Paisaje urbano en Ademuz (Valencia),
detalle de placa en la plaza de Elvira Lindo (2023).

Continuando con el tema de las plazas, has de saber que en Castielfabib han renovado la plaza de la Villa, y hecho peatonal el espacio circundante. Sin duda, un acierto; aunque también en esto habrá quien disienta. El piso de la vía, desde El Barrioso hasta la plaza ha quedado espléndido, es de esperar que les dure más que a nosotros el de Torrebaja. Nada que objetar al respecto, aunque la gente, los lugareños y visitantes discrepan en cuanto a la disposición y hechura de la fuente y bancos que la circundan. Si vienes para la Fiesta de la Manzana Esperiega, que este año se celebra en Castielfabib, podrás ver la plaza y la fuente, y opinar. Como hemos hablado tantas veces, estamos de acuerdo en que la plaza de un pueblo debería tener tres elementos imprescindibles: agua, sombra y asiento. Al parecer, los Reyes Católicos ya mandaron plantar olmos en las plazas de los pueblos, villas y lugares, disposiciones que recogieron también otros reyes como Carlos III y Fernando VIII. No obstante las diferencias entre Austrias y Borbones, en esto sí estuvieron de acuerdo. Sin duda sabían lo que hacían. El agua hace falta para beber; ponerla de adorno en el pueblo es una tontería; el asiento, hace falta también, para charlar sentados y acomodarse en los espectáculos. Porque la plaza del pueblo constituye, debiera constituir, el corazón social y afectivo de toda comunidad. Lo lamentable es que las plazas de nuestros lugares se hayan convertido en aparcamientos de coches: porque no ha habido sentido estético, ni autoridad en los gobernantes locales. Las plazas debieran destinarse a lo que siempre estuvieron destinadas, a mercado, centro festivo, reunión social… y los vehículos a los garajes o aparcaderos. Pero claro, queremos ir en coche a todas partes, y el pecado de la comodidad excesiva arrostra consigo la penitencia, y un rastro de carbono.

Paisaje urbano de Casas Bajas (Valencia),
vista parcial de la plaza Mayor desde la fuente, con la parroquial al fondo (2018).

En humilde opinión, la plaza más coqueta de la comarca es la de Vallanca; su sencilla belleza se ve aureolada por su nombre: plaza de España. La mejor y más espléndida, sin embargo, es la de Casas Bajas: un amplio espacio triangular en el centro del pueblo, cuya base la forma la fachada de la epístola de la iglesia parroquial. Antaño, y hasta mediados los años treinta del siglo XIX (1834), estuvo allí el cementerio local.3 Su traslado al actual emplazamiento mejoró notablemente la zona, así como la demolición de la antigua Casa Lugar, que fue en los últimos sesenta o primeros setenta del pasado siglo XX. Las buenas decisiones urbanísticas suelen tener favorables consecuencias; a los hechos me remito. Como sabes, porque lo hemos nombrado a veces, en Torrebaja disponemos de varios ejemplos que abonan lo que digo (en la calle Rosario, callejón del Horno, intersección de calle Fuente con Fuentecillas...); de haber tomado las decisiones oportunas en su momento el urbanismo sería más diáfano, y notablemente mejor… pero no se tomaron. Nadie tuvo tampoco la previsión de mandar fotografiar la antigua iglesia parroquial de Torrebaja antes de demolerla (esto fue a finales de los años cuarenta), ni el Ayuntamiento ni el Obispado. ¡Qué lástima!


Aunque sé que no eres de misa, en nuestra última conversación me dijiste que habías leído mi artículo relativo a las Iglesias del Rincón de Ademuz, que te había interesado, en particular “por la valentía y frescura de mis manifestaciones”.4  Si creemos en la libertad el texto tiene poco de meritorio, pues al decir de Montesquieu, "la libertad es (decir y) hacer lo que debemos". Creí que mi deber era decir lo que pensaba, y lo dije. Lo cierto, sin embargo, es que ha sido una entrada de mi blog con pocas lecturas, menos de 250 visualizaciones hasta el momento. Si fuera un tema de la guerra civil seguro que hubiera tenido varios cientos más. La mayoría de lectores se inhiben antes estos temas, como en lo relativo a la política. Mejor no decir nada, no manifestarse; como mucho un tímido “me gusta” en facebook y algún comentario anónimo en el blog. Los asuntos de la Iglesia interesan poco; por lo menos en nuestra zona; y cuando interesan es para ponerla en evidencia, por algún escándalo. Ya conoces el dicho, “para que te den el carné de intelectual no tienes más que agraviar a España”; y “para que te den el de progre basta con criticar a la Iglesia”. En cierto sentido es como decir: Reunámonos y critiquemos al Ayuntamiento -ayudar, colaborar, resolver no; solo criticar-. En nuestros pueblos hay mucha gente así; al menos yo conozco un montón. Una vez más se hace realidad aquello de que lo malo prospera por sí mismo; pero lo bueno requiere esfuerzo, trabajo, perseverancia. No sé lo que pasará en otros países, pero los españoles somos especialistas en denigrar lo nuestro, en la mayoría de casos por ignorancia, estulticia u otras razones. Como escribe Maquiavelo (1469-1527) en "El Príncipe" (1532): ¡Qué peligroso es liberar a un pueblo que prefiere la esclavitud!


A propósito de aquella entrada sobre la iglesia local, alguien me comentó que había reenviado el artículo a varias personas, y que una le había contestando: Pero éste, ¿de qué va, qué pretende?... Desconozco el nombre de la persona en cuestión, así como su nivel académico, pero resulta obvio lo que la entrada en cuestión ansía, basta un simple análisis de texto. Respecto a la organización de la Iglesia en la zona, hemos entrado en un nuevo paradigma: un párroco y un vicario para todas ellas. Y gracias, pues en el futuro puede que sea peor. De esta forma, el párroco de Ademuz es el mismo que el de Casas Altas, Casas Bajas, Castielfabib, Puebla de San Miguel, Torrebaja y Vallanca; asimismo podría decirse del vicario. Se trata, pues, de un proceso centralizador comprensible en aras de la eficiencia, iniciado hace un par de años, cuando se trasladaron los libros parroquiales (Quinque libri) de todas las parroquias a Ademuz: concretamente a la Casa Abadía, antiguo solar de los Eced. Además de los libros parroquiales se domicilió allí la correspondencia y los recibos. Asimismo, tras el último curato se ha ubicado la residencia de los sacerdotes en la Villa. Nada me extrañaría que el próximo paso fuera unificar la economía de las distintas parroquias comarcales en una sola cuenta. Tal vez se mantengan las cuentas corrientes locales, pero la tendencia parece ser poner todo en un montón para utilizar el dinero del común donde se precise. Dudo, sin embargo, que a la feligresía le complazca esta medida. Sin embargo, atendiendo al principio de solidaridad que rige o debiera regir en la Iglesia, la medida no parece descabellada. Caso de llevarse adelante esta posibilidad, la única condición debiera ser la exposición pública de cuentas, para saber lo que cada parroquia aporta. 

Porque mejorando lo presente, la clerecía no tiende a la claridad ni a y la transparencia, tan deseable en la Iglesia; prueba de ello es que son remisos a que los laicos participen en la contabilidad, además de que no han hecho una exposición de cuentas en los últimos seis años. La cuestión resulta llamativa, pues en Torrebaja la contabilidad de la parroquia la llevaron durante décadas -y hasta mediados los noventa- los laicos: don Bernardo-Manuel Pérez Gimeno (maestro) y el señor Luis Gómez Martínez, alias el Rito (comerciante); ambos de grata memoria. La participación de los laicos en esta labor podría descargar de trabajo a los sacerdotes, permitiéndoles disponer de más tiempo para la pastoral, el culto y la liturgia. Un feligrés me comentaba: Cuando hago un donativo a la Iglesia me gusta saber a dónde va, en que lo emplean los curas… Yo mismo comparto esa preocupación, y me parece lícito el manifestarlo. En cierta ocasión le preguntaron a Antonio Escohotado (1941-2021) sobre el papa Francisco. El pensador respondió:

Ya era hora de que llegase un pontífice expresamente fiel al santo de Asís, que recobró el ideal del pobrismo evangélico cuando la Iglesia se dejaba tentar tanto por los bienes terrenales. Jesús expulsó por dos veces a los mercaderes del templo, y veremos hasta dónde está dispuesto a llegar este simpático Papa.5


Iglesia parroquial de Santa Marina Virgen en Torrebaja (Valencia),
detalle del pórtico con altorrelieve representando a la titular (2016).

Jesús no portaba la bolsa del dinero, la cedió a uno de sus seguidores, Judas Iscariote, personaje controvertido y maltratado por la historia. Lamentablemente, el pobre acabó mal, al parecer más por amor que por odio o codicia. Yo no sé hasta dónde llegará el papa Francisco en los cambios que pretende para su Iglesia, aunque en alguna manifestación ha dicho que “la Iglesia del futuro será más pequeña, más pobre y menos política”. Él sabrá por qué lo dice. A propósito del papa Bergoglio, en una carta a los sacerdotes de su diócesis, esto es, de Roma (en agosto de 2023) alertaba sobre estas cuestiones, diciendo que “el peligro más grande para la Iglesia” es la “mundanidad espiritual”, concepto que define como “una forma de vivir que reduce la espiritualidad a apariencia”.6 En su misiva cita al célebre teólogo y jesuita francés Henri de Lubac (1896-1991), un peso pesado de la teología del siglo XX , perteneciente a la Nouvelle théologie, un movimiento "de ruptura con la teología católica" no fundamentado en la tradición y por ende “ásperamente atacad(o) en algunos ambientes de la curia romana” en su tiempo. Vinculados a la Nueva teología encontramos a otros autores de renombre: Pierre Teilhard de Chardin, Yves Congar, Jean Daniélou, von Balthasar, Karl Rahner, Joseph Aloisius Ratzinger, futuro Benedicto XVI, entre otros. De Lubac, especializado en teología y catolicidad, fue apartado de sus funciones docentes durante diez años (1950-1960) por la Santa Sede, sin darle ninguna explicación para semejante castigo.7 Una forma de esta “mundanidad espiritual” es el clericalismo, que afecta tanto a clérigos como a laicos. Los clérigos afectados por este mal se creen superiores por su ministerio; digamos que son los curas que van de curas (como los médicos que van de médicos), a los que les gustaría subirse a la silla gestatoria si pudieran. Puede que no se aperciban de ello, pero ese oculto sentimiento de superioridad les aleja de su feligresía. El propio papa Francisco refiere que un sacerdote le escribió diciendo: “el clericalismo es síntoma de una vida sacerdotal y laical tentada de vivir en el rol y no en el vínculo real con Dios y los hermanos”. El remitente debió ser un cura "con olor a oveja", de los que gustan al papa.


Sé lo que piensas respecto de la Iglesia y los curas, y entiendo que tu trayectoria vital te haya llevado a no bautizar a tus hijos. Pero la amistad y confianza que nos tenemos debería justificar que te exprese la impresión que me produjo aquella carta del papa Francisco a los sacerdotes de su diócesis, en particular su parte final, cuando el pontífice anima a sus sacerdotes a arremangarse (entiendo que la sotana, los pantalones, las mangas... y que no lo dice como metáfora) y a doblar las rodillas para evitar convertirse en funcionarios y clérigos del Estado, a renovar las viejas instituciones eclesiales, con unas palabras finales llenas de esperanza -la negrita es mía-:

[…] trabajamos juntos, entre sacerdotes y con los hermanos y las hermanas laicos, iniciando formas y caminos sinodales, que nos ayuden a despojarnos de nuestras seguridades mundanas y “clericales” para buscar, con humildad, vías pastorales inspiradas por el Espíritu, porque el consuelo del Señor llegue realmente a todos.8


Para mí, la palabra clave de la frase es la preposición “con”, que en este caso significa “juntamente” o “en compañía de”. El pontífice no dice que los curas deban ir delante de los laicos, señalando el camino al pueblo de Dios; ni detrás, empujando; ni debajo, suportando sus pecados; ni encima, sobre los laicos. Dice “con los hermanos y las hermanas laicos”, esto es, codo con codo. Las preguntas son, ¿será esto posible? ¿Hasta dónde podemos llegar los laicos en tan deseable colaboración? ¿Acaso puede la Iglesia permitirse el despreciar la opinión y la colaboración de los laicos? ¿De quién es la Iglesia... quiénes forman la Iglesia? Las preguntas no son retóricas, porque tengo la sensación de que muchos curas se muestran celosos de sus prerrogativas y prefieren mantener el statu quo a las novedades propuestas por el papa Francisco. 


Iglesia parroquia de Santa Marina Virgen en Torrebaja (Valencia),
detalle del altorrelieve representando a la titular (2006).

Como puedes imaginar, el hecho de centralizar la residencia de los sacerdotes (párroco y vicario) en Ademuz ha hecho que la Casa Abadía de Torrebaja se quede vacía. Ello ha supuesto un pequeño trauma emocional para la feligresía local, pues por primera vez en siglos dejará de vivir el párroco en la localidad. Por esta experiencia ya pasaron hace años Casas Altas, Casas Bajas, Castielfabib, Puebla de San Miguel y Vallanca. Tampoco es que tenga demasiada importancia, pues al último cura que vivió aquí apenas se le veía… siempre de un lado para otro. La cuestión es que a alguien se le ocurrió la idea de dedicar la Casa Abadía a residencia o albergue para personas o grupos vinculados a la Iglesia: seminaristas en formación, sacerdotes de paso, monjas mendicantes, seguidores del Camino Neocatecumenal ("Kikos"), voluntarios en la restauración de algún edificio religioso, etc. Hasta aquí todo normal; mejor darle una utilidad a la Casa que dejarla vacía y sin uso. Ya sabes, una casa vacía se deteriora más que si está habitada. El problema surge a la hora de regirla, administrarla, mantenerla. El nuevo párroco dijo que de ella se ocuparían “los sacerdotes y la parroquia”, lo que traducido al román paladino significa que se ocupará “el consejo de parroquia”. Lo cierto es que el Consejo tiene ya mucha labor, resumida en llevar adelante la parroquia. ¡Casi nada! Pretender que de la Casa Abadía de Torrebaja reconvertida en Albergue se encarguen las mismas personas que hacen funcionar la parroquia parece un abuso, pues habrá que limpiar antes y después de su ocupación, preocuparse del mantenimiento del mobiliario, de las camas, sábanas, toallas, cocina, calefactores, etcétera; y todo ello no puede llevarse a cabo con mano de obra gratuita, y menos todavía por personas que no van para jóvenes. Cabría pensar en la posibilidad de crear un puesto de trabajo, aunque sea a tiempo parcial -un autónomo, por ejemplo- que se responsabilice de todo lo relacionado con ella. Justificadamente, quienes se alojen en la Casa-albergue deberían costear su limpieza y el mantenimiento del edificio, incluido el recibo de eléctricas, con alguna aportación dineraria. Mientras tanto, los gastos corren a cargo de la parroquia; más adelante, ya veremos. Al punto y de forma provisional se ha nombrado a un miembro del Consejo como responsable, junto a otro que teóricamente llevará la contabilidad. Pero todo ello está en el aire, ya que no se ha dicho ni cómo ni cuándo comenzará la gestión... aunque la Casa ya funciona como albergue.


Paisaje urbano en Ademuz (Valencia),
plaza de Elvira Lindo con la Casa Abadía al fondo (2023).

Paisaje urbano en Torrebaja (Valencia),
inicio de la calle del Rosario con el Centro Parroquial y la Casa Abadía a la izquierda (2023).

No quisiera concluir esta carta sin hacerte participe de lo sucedido en la última reunión del Consejo de parroquia del que te hablé, relativo a la estructura y el funcionamiento del Consejo de Torrebaja. Te lo puedo contar, porque no hay que guardar el secreto de las deliberaciones; al menos a mí no me lo han exigido. El Consejo está formado por clérigos y laicos, hombres y mujeres, casados y solteros...  abierto a cualquier feligrés que desee participar en él. Que una parroquia posea un Consejo como el de Torrebaja es un lujo nunca bien ponderado, siendo el único que funciona como tal en la comarca. La forma de pensar de los componentes laicos es tan variada como las personas. Quiero decir que hay quienes están solo a lo que dice el párroco y a cómo lo dice, mientras que hay otros que perciben la necesidad de hacer las cosas de otra manera, más abierta, más consensuada y liberal, esto es, más sinodal. No obstante, el amor a la parroquia, a la Iglesia y al pueblo es el común denominador que une a todos. Permíteme un inciso, ¿cómo crees tú que puede permanecer la Iglesia en el futuro -por mucho que se diga que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mateo 16:18)-, encerrándose en fórmulas ultraconservadoras (Opus Dei, Kikos...), o transitando por los caminos de la sinodalidad (apertura, escucha, acompañamiento...)? La Iglesia es una institución antigua y sabia -ya sabes aquello de que el diablo sabe más por viejo que por diablo-, y lo más probable es que atendiendo a la lógica aristotélica elija una posición entre ambas: la virtud como término medio.


El borrador que se propuso pretendía definir conceptualmente el Consejo, dotarlo de una estructura orgánica y especificar su funcionamiento. En rigor, el borrador apenas sí llegó a debatirse, pues el párroco vino a decir que el Consejo era un “órgano consultivo cuya cabeza era él”, esto es, los clérigos. Obviamente, el Consejo es algo más que un “órgano consultivo”; en la práctica es también deliberativo, ejecutivo y mucho más, hasta el punto que sin el Consejo la parroquia no funcionaría. ¿Sabes por qué no funciona la parroquia de Puebla de San Miguel?, pues porque no hay Consejo de parroquia ni cosa que se le asemeje. Si el párroco es la cabeza, cosa por lo demás razonable, cabe pensar que los laicos son los pies. ¿Dónde va una cabeza sin pies? ¿Dónde van unos pies sin cabeza? Es cierto que los trabajos de la parroquia se distribuyeron según proponía el borrador, nombrando algunos responsables: Casa-albergue, Culto y liturgia, Fábrica del templo y ermitas, Limpieza, Mantenimiento y restauración, Ornato, Pastoral y catequesis, Patrimonio e inventario. No se concluyó nada, sin embargo, respecto de la Administración y contabilidad general, punto neurálgico y soporte material de todo lo demás. Como te decía, intuyo que los clérigos son remisos a dejar que los laicos participen de este aspecto fundamental; parecen no querer entender que la claridad y la transparencia debieran guiar cualquier actividad de la Iglesia, máxime en lo que a estos puntos se refiere. Porque el ocultamiento y la opacidad inducen al recelo y a la sospecha.


Comparto tu idea, cuando dices "que a la Iglesia le iría mejor si recibiera más críticas"; entiendo te refieres a críticas constructivas, aunque es preferible una crítica negativa a la indiferencia. Pienso que el problema de la Iglesia presinodal es que no sabe escuchar, con excepciones. En los primeros meses del presente año se repartieron unas encuestas impresas a doble folio por ambas caras. Era entonces vicario el actual párroco. Según se dijo, la intención era recoger el sentir de la feligresía respecto de la Iglesia, qué le pedíamos y esas cosas. Desconozco cuántos vecinos la respondieron. En mi casa la cumplimentamos todos, mi mujer y yo, y mis dos hijos, que sobrepasan la treintena y ya son independientes... aunque ellos no pisan la iglesia: el mayor desde la primera comunión y el pequeño desde la confirmación. Y ello, no obstante, ser nosotros gente de iglesia y hablar en las sobremesas de todo lo humano y lo divino. ¿Qué fue de aquellas encuestas? Nadie lo sabe, porque nunca, en ningún momento se volvió a decir de ellas. ¿Quién las concibió y compuso? ¿Llegaron a tabularse, a estudiarse? No lo sabemos; en todo caso fue un tiempo y un dinero aparentemente perdido. No cabe duda que fueron concebidas con la mejor intención, pero ya sabes lo que dice el proverbio: El infierno está empedrado de buenas intenciones... Un conocido mío, observador de lo que sucede en la comarca me dijo: "El espíritu de Dios nos habita y sopla cuando y como quiere; parece que ahora está soplando, mantengamos pues las velas desplegadas a ver a dónde nos conduce"... -me dijo esto o algo parecido, y sus palabras me evocan a Corintios 3:16.


Más arriba te decía de la “mundanidad espiritual”, entendida como “el peligro más grande para la Iglesia” al decir de Henri de Lubac. Puede que este sea un peligro interno, pero tiene otro externo y es la falta de jóvenes en los templos de nuestra comarca, de la provincia, de la diócesis. Baste decir que entre los miembros del Consejo de Torrebaja con hijos, ninguno de ellos frecuenta la iglesia, por lo menos la nuestra. Si las familias de creyentes no saben o no pueden transmitir la fe entre sus hijos, ¿qué pasará en las de los no creyentes? Cuando nuestra generación marche para la casa del Padre, ¿quién ocupará nuestro lugar en las parroquias? Atajar esta situación no parece tarea fácil; la cuestión esta relacionada con los tiempos que vivimos (en los que impera el relativismo moral, la banalización de la creencia, la indiferencia hacia la religión, cuando no la franca hostilidad), pues esto ocurre en toda la Europa católica occidental, donde el alejamiento de los jóvenes de las iglesias y la disminución de vocaciones es patente. Aquí surge una pregunta incómoda: ¿tiene la Iglesia católica alguna responsabilidad, por acción u omisión, en todo esto? Es de pensar que en el mundo protestante europeo pase algo similar, aunque lo desconozco.


Amigo, con frecuencia me reprochas lo prolijo de mis escritos; paradójicamente, sin embargo, siempre quieres saber más sobre lo que te cuento. Como me has hecho notar alguna que otra vez, debo reconocer que tienes razón cuando dices que en mis cartas toco puntos sensibles que pueden molestar a alguien. Bueno, ya me conoces; tengo poco de diplomático y prefiero la franqueza y la espontaneidad a lo políticamente correcto. Puedo decir en mi descargo que mis palabras son sinceras, que no pretendo ofender y siempre estoy dispuesto a pedir perdón, y rectificar. En cierta ocasión, con motivo de la presentación de un libro mío en Ademuz, un vecino me dijo: Me gusta lo que escribes, porque lo entiendo todo… -el mejor elogio que me han hecho-. Vale.

© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.

De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).


* SORMAN, Guy. Europa ante su decadencia, en revista de prensa Tribuna Libre, del domingo 25 de mayo de 2014.


Véase también:

** CARTAS DESDE MI RINCÓN (II).

** CARTAS DESDE MI RINCÓN (III).

** CARTAS DESDE MI RINCÓN (IV).

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1 «Luis de Sirval (Valencia, 1898-Oviedo, 1934), seudónimo de Luis Higón y Rosell, fue un periodista español, asesinado por legionarios en la represión de la Revolución de Asturias de 1934. Su muerte generó gran repercusión y provocó una serie de protestas a raíz de la condena del asesino, por «simbólica o demasiado benevolente», a juicio de personalidades como Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Azorín o Juan Ramón Jiménez». Cf. Wikipedia, voz Luis de Sirval.

2 SORIA, Amparo. Ademuz dedica su plaza más significativa a Elvira Lindo, en diario Levante-El Mercantil Valenciano, del miércoles 04, octubre de 2023. AGENCIAS. Elvira Lindo, homenajeada este domingo en Ademuz (Valencia), donde veraneó en su infancia, en diario La Vanguardia, del sábado 7 de octubre de 2023. 

3 MADOZ, Pascual (1847). Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España y sus posesiones de ultramar, por Pascual Madoz, Madrid, tomo VI, p. 42.

4 SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Las Iglesias del Rincón de Ademuz, una unidad parroquial, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado, 9 de septiembre de 2023. 

5 ARMADA, Alfonso. Antonio Escohotado: «La utopía, además de una memez, es una inmoralidad», en diario ABC Cultura, del lunes 4 de noviembre de 2013.

6 Carta del Santo Padre Francisco a los sacerdotes de la diócesis de Roma, en L`Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, Año LX, número 32, 11 de agosto de 2023, p. 12.

7 Cf. Wikipedia, voz Henri de Lubac.

8 Ibídem.


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