sábado, 9 de septiembre de 2023

LAS IGLESIAS DEL RINCÓN DE ADEMUZ, UNA UNIDAD PARROQUIAL.

A propósito de los cambios en la organización de la Iglesia en la comarca.



«El demonio quiere convencernos

de que la Iglesia ya no tiene nada que aportar al mundo. […]

¡Cuanto peor está el mundo más razón tiene la existencia de la Iglesia!»

Marcos Nicolás Delía (Saladillo, 1992), deportista argentino

en la revista Misión, junio, julio y agosto 2023.



Este es un artículo de opinión;

mis palabras, aunque compartidas por personas que conozco,

no representan ni pretenden representar a nadie


Palabras previas.

El propósito de esta entrada es hacer un sano comentario, y reflexionar, respecto a la Iglesia católica en el Rincón de Ademuz. Me refiero al antiguo arciprestazgo de Ademuz, un territorio bien definido por la geografía y por la historia que hasta hace unos años comprendía las parroquias comarcanas de villas, pueblos y aldeas, y que por diversas circunstancias (poblacionales y de otra índole) ha debido reorganizarse. Tras la reordenación de la Archidiócesis de Valencia (en 2010) el territorio de Ademuz se halla incluido en la Vicaria V, junto con Liria y Requena.1

Vaya por delante mi confesión religiosa cristiana, esto es, mi creencia y práctica como católico, así como mi ideología liberal -sería absurdo decir que no tengo ideología-; la tengo y la debo tener, porque soy humano, porque el ser humano es un animal político, y ello no me impide ser y hacer otras cosas con libertad y objetividad.2 Europa y la mentalidad occidental (me refiero a la ciencia, el arte y cualquier otro signo de civilización propiamente europea) son el resultado de combinar tres grandes superestructuras mentales: la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo. Si le quitamos una pata a esta mesa, la mesa se caerá… -de hecho ya se está tambaleando, porque alguien, algunos, pro domo sua, se la están moviendo-. Europa es muchas cosas más, por ejemplo la lucha que durante gran parte de la Edad Media y Moderna mantuvo con el Islam: «No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta». Quiero decir que Europa se construyó contra los musulmanes, y que en varios momentos de la historia estuvo a punto de sucumbir a la presión agarena, y si se libró fue por los pelos. Ya en la modernidad, el dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) decía que "Europa se hizo peregrinando a Compostela" -que no es poco decir. Por lo demás, la identidad entre Europa y el cristianismo se sintetiza en la célebre frase del apologista católico anglo-francés Hilaire Belloc (1870-1953): «La fe es Europa y Europa es la fe». Reemplazando términos, afirmaba también que  «la Iglesia es Europa, y Europa es la Iglesia».

En una entrevista que le hace Nuria Richart (Para el nacionalismo, Cataluña es irrelevante), dice M.ª Elvira Roca Barea (El Borge, Málaga, 1966), que “desde el Concilio Vaticano II la Iglesia (católica) camina hacia su propia destrucción, cuesta abajo y sin freno... se ha descafeinado... apenas se distingue del protestantismo”. Me gustaría preguntarle a mi admirada ensayista, escritora y profesora española qué quiere decir exactamente con estas palabras, porque nunca la he escuchado explayarse en su afirmación. Ella se confiesa no creyente, pero su respuesta me interesa; en principio para ver si lo que dice coincide con lo que yo pienso, porque me temo que pensamos lo mismo.3

En cualquier caso, puedo ser muy crítico con la Iglesia y sus representantes -porque creo en ella y en su mensaje-; podrá haber cometido muchos errores y faltas a lo largo de la historia, y lo ha pagado caro; pero que no me la toquen. Para defenderla los católicos debemos conocerla y exigirle que cumpla con su finalidad. En la Iglesia actual los entendidos observan dos grandes tendencias: los que se sienten atraídos por la corriente progresista y relativista (todo cabe, la verdad absoluta no existe, vivimos “tiempos líquidos” como dice Zygmunt Bauman) y los que se aferran a las enseñanzas tradicionales. Esto por simplificar, porque seguramente existen otras muchas orientaciones, como la que propone el último sínodo, esto es, una iglesia que escucha y que camina unida como pueblo de Dios, frente o otra autoritaria, distante y clerical. ¿Hay que posicionarse, o basta con acomodarse en un espacio intermedio? Según el Papa Francisco, “la Iglesia del futuro será más pequeña, más pobre y menos política”. No sé si el santo padre acertará en el pronóstico, pero los jóvenes se alejan de su magisterio y la secularización de occidente resulta palmaria.



Fachada oriental de la parroquial de Torrebaja (Valencia),
con el campanario al fondo (2003).


Una anécdota significativa que hace al caso.

Pontificando en Valencia don Carlos Osoro Sierra (2009-2014) trasladaron al cura de Ademuz (don Juan José) a otra parroquia, razón por la que al de Torrebaja (don Eduardo) se lo llevaron a Ademuz. La noticia sentó muy mal en Torrebaja, porque nuestro cura era muy querido aquí. Don Eduardo era un joven circunspecto, que hacía unas homilías preciosas y sustanciosas (suponiendo que una homilía pueda serlo); se notaba que se las preparaba a conciencia. Algo largas para mi gusto, sin embargo, pues dice el papa Francisco que los sermones de más de 8-10 minutos ya no son adecuados. El anuncio de la marcha del párroco causó cierto revuelo y algún malestar. Si lo hubieran trasladado a otra parroquia fuera del Rincón no hubiera pasado nada, todos lo hubieran comprendido, porque es lo que suele suceder. Aquí mandan a los curas misacantanos, para hacer tablas (pensando quizá que la gente es poco exigente) y a los tres o cuatro años los trasladan. Puede decirse que si superan su primer curato en el Rincón de Ademuz ya serán buenos curas; al menos es buen augurio, aunque no necesariamente. Pero que se lo llevaran al pueblo de al lado no le pareció de recibo a la feligresía local. Los de Torrebaja (torrebajeros o torrebajenses, que tanto monta) son así: buena gente, tolerantes y hospitalarios, pero muy suyos. Un grupo de feligresas me convenció para que escribiera una carta al señor obispo, y con el mejor ánimo le escribí contándole nuestro disgusto. El buen prelado, sin embargo, jamás me contestó; signo de una Iglesia prepotente que no escucha, ni responde a sus ovejas. El párroco me dijo que él debía obediencia a su obispo, que nada podía hacer más que obedecer, y que la decisión tomada estaba “muy rezada”. No parece de recibo envolver las decisiones autoritarias en rezos. Porque incluso siendo las decisiones “muy rezadas” pueden ser equivocadas. Una vez más, la clave está en escuchar… Propiamente, la Iglesia es una monarquía electa con una jerarquía muy bien definida, y estructurada, jerárquica y piramidal. Entiendo que no es ni puede ser democrática; de serlo habría desaparecido hace tiempo.


La Iglesia del Rincón de Ademuz: cambio y renovación.

Hasta hace unos años, a efectos tácticos, las parroquias comarcanas se disponían en dos grupos (sectores), dirigidas cada una por un párroco. Posteriormente se dijo que ambos párrocos lo eran de cualquiera de las parroquias locales. No sé si entre ambos tipos de organización hubo otros intermedios. Hoy se plantea un nuevo paradigma, lo que pone en evidencia que no se sabe muy bien hacia dónde tirar, qué hacer, porque no es fácil. La nueva propuesta define el Rincón de Ademuz como una “unidad pastoral” o “unidad parroquial”. Se supone que ya existía antes una unidad pastoral, pues no se entendería la existencia de dos tipos de pastoral en un mismo territorio. Tras la marcha del último párroco (don Ignacio) se habla pues de una “unidad parroquial” regida por un párroco y un vicario. La idea resulta comprensible, pues la escasa población del conjunto comarcano (menos de 2.200 habitantes en 2022),4 así lo exige. Las consecuencias de esta nueva organización son varias, por ejemplo, que los libros parroquiales (Quinque libri) de las distintas parroquias se han llevado a Ademuz; de facto, sin embargo, ya hace más de dos años que está allí y nadie sabía nada. Asimismo, que el cura que hasta ahora residía en Torrebaja pasará a residir en Ademuz. Habrá pues dos sacerdotes en la zona: un párroco (don José) y un vicario (don Jonatán). Parece que ya están nombrados estos nuevos cargos, aunque todavía no han tomado posesión. Con todo, la vida parroquial continúa su quehacer...

A efectos prácticos (administrativos), la idea de trasladar los libros parroquiales de todas las parroquias a Ademuz no es descabellada, ya que centralizarlos puede ser una medida adecuada a la hora de su gestión. También pueden estar más protegidos, pues dejarlos en sus parroquias de origen tiene su riesgo al no estar tan custodiados como lo estarán en Ademuz. Hay que pensar que con esta nueva organización las casas rectorales de las distintas parroquias quedarán vacías, a la espera de otro uso. Ciertamente, hasta ahora solo había dos habitadas: las de Ademuz y la de Torrebaja.(*) ¿A qué se destinará la de Torrebaja a partir de ahora, quién se encargará de su gestión y mantenimiento? ¿Quién pagará los gastos que ocasione? Todavía no lo sabemos.

El hecho de que ambos sacerdotes vivan en Ademuz es una cuestión más discutible. Si vivieran en una misma casa (por ejemplo, en la Casa Abadía de Ademuz, antigua casa de los Eced), resultaría comprensible, ya que formarían una especie de “comunidad sacerdotal”, instrumento útil de cara a paliar la soledad que suelen padecer nuestros curas, y compartir recursos materiales. El inconveniente de esta nueva organización está en que los curas correrán el riesgo de convertirse en funcionarios eclesiales (dispensadores de sacramentos), pues acudirán cada día a las parroquias locales que tengan previsto, pasarán allí unas horas (celebrando, visitando enfermos, repartiendo la comunión, etc.) y se marcharán. Tal como sucede con los sanitarios (médicos y enfermeras), que se ubican en el Centro de Salud de Ademuz y desde allí se dirigen cada día a atender las consultas periféricas de pueblos y aldeas. Todo ello es resultado de la falta de curas (falta de vocaciones), de la despoblación y la dispersión geográfica de la comarca. Por lo demás, se trata de un fenómeno sociológico generalizado, que afecta a extensas zonas del interior peninsular. No sabemos cómo resultará la nueva organización, ni los efectos de esta logística; habrá que esperar meses o años para ver qué sucede. En cualquier caso cabe ser realista y acomodarse al nuevo modelo; es lo que hay. Sea como fuere, los creyentes laicos debemos tomar conciencia de la necesidad de hacernos presentes en la sociedad, y de asumir responsabilidades en la Iglesia, para atender los retos y necesidades que se plantean. No se trata de un capricho; es una necesidad ineludible, ¿acaso no somos todos Iglesia?.

Respecto a que ambos sacerdotes vivan en Ademuz, me consta que durante la última estancia del obispo de Valencia en el Rincón de Ademuz (don Enrique Benavent estuvo celebrando en la iglesia de Torrealta, la visita era privada), se le planteó que reconsiderara el hecho de que ambos sacerdotes tuvieran que residir necesariamente en Ademuz y respondió que la decisión estaba tomada y no tenía vuelta atrás. Signo de una Iglesia autoritaria que no escucha… pues realmente no ha habido una explicación oficial ni convincente al respecto.


La Unidad parroquial del Rincón de Ademuz y el Consejo Parroquial de Torrebaja.

Escribo del Consejo Parroquial de Torrebaja (CPTb), porque es el que conozco, aunque mis palabras podrían valer para cualquiera de los consejos parroquiales comarcanos existentes o futuros. No estoy diciendo de un Consejo Parroquial de Pastoral (CPP) ni del Estatuto Marco establecido para los Consejos Parroquiales de Pastoral, pues el nuestro es distinto y peculiar a la vez, ya que no es un órgano consultivo y deliberativo al uso, sino mucho, muchísimo más.

El CPTb está formado por laicos que aman a la Iglesia y a su parroquia: de momento dos voluntariosos varones y varias admirables mujeres. ¡Qué sería de la Iglesia sin las mujeres! Su media aritmética de edad está en los 63 años y su mediana en torno a los 68 años. Obviamente, estará presidido por el párroco y el vicario, cuando estos tomen posesión. El consejo se constituyó con el último párroco titular; sin embargo, la institución es antigua, pues existieron otros consejos parroquiales que funcionaron con altibajos en otros curatos. Yo mismo formé parte de uno de ellos, el constituido en los años noventa por don Antonio Godino Córcoles, pontificando en Valencia don Agustín García-Gasco (1931-2011), de grata memoria.

¿Qué hace el CPTb, para qué sirve? En la práctica, hace muchas cosas y sirve para todo. Sin faltar a la verdad podría decirse que limpia, barre, frega, lava, cose, plancha, borda, prepara el servicio del altar, toca las campanas, viste las imágenes, monta a los santos sobre las andas para las procesiones, hace el belén de Navidad, prepara el Monumento de Semana Santa, organiza los horarios de las celebraciones y la lista de lectores, atiende la liturgia, canta (pues varios de los miembros del coro son también del Consejo), pone y quita las flores del altar, prepara el catafalco para los entierros y oficios de difuntos, organiza las procesiones, compra el material para la limpieza, recoge la ropa, los alimentos y demás donativos para Cáritas, etcétera. En la práctica solo le falta bailar… En última instancia y a todos los efectos, hace funcionar la parroquia. Obviamente, en estas tareas colaboran otras personas que no son del Consejo. Pero no es el cura quien abre el templo, ni quien enciende las luces y prende las velas, ni quien prepara el servicio del altar, ni quien toca las campanas, ni quien pone la calefacción o el aire acondicionado. ¡Propiamente, sin el CPTb la iglesia estaría cerrada! Es lo que sucede, por ejemplo, en Puebla de San Miguel.

En justicia, antes de la constitución del CPTb todas estas funciones las realizaban las mismas personas, a las que cabe añadir un gran sacristán como lo fue el vecino señor Manuel Roselló Domingo (q.e.p.d), y el señor Vicente Soriano Morales, persona de innata sensibilidad artística y gran colaborador con la parroquia que dejó sus funciones por razones personales.

En las últimas semanas, tras la marcha del último párroco y el anuncio de la nueva organización de la Iglesia en la comarca se observa una cierta tensión entre el CPTb y los eclesiásticos. Ello resulta evidente en el chat o grupo de WhatsApp que tienen los miembros del “Consejo Santa Marina”. En un futuro inmediato, para evitar que el Consejo se convierta en un campo de Agramante, habrá que definir sus funciones para saber a qué atenerse, y que cada cual ocupe su lugar. Desde los clérigos que lo presiden hasta los miembros que lo forman. En esencia, por decirlo pronto y rápido, necesitamos curas que escuchen y caminen junto a nosotros, el pueblo de Dios. Curas sencillos, humildes y sensibles “que huelan a oveja”,(**) que sepan nuestros nombres, que conozcan las familias a las que pertenecemos, nuestros problemas, tendencias, sensibilidades. En el primer cuarto del siglo XXI los curas de la iglesia clerical (aquellos que huelen a cera e incienso) ya no nos sirven. En la Oración del Sínodo de la Sinodalidad se reza: “Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre. Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones. Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta. Impide que perdamos el rumbos como personas débiles y pecadoras...”. Bellísima oración que deberíamos rezar al comienzo de cada sesión del Consejo de Parroquia. Personalmente, sin embargo, prefiero la oración del Papa Francisco, para que el Sínodo dé los frutos esperados:


Ven, Espíritu Santo.

Tú que suscitas lenguas nuevas

y pones en los labios palabras de vida,

líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo,

hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro.


Ven en medio nuestro,

para que en la experiencia sinodal

no nos dejemos abrumar por el desencanto,

no diluyamos la profecía,

no terminemos por reducirlo todo

a discusiones estériles.


Ven, Espíritu de amor,

dispón nuestros corazones a la escucha.

Ven, Espíritu de santidad,

renueva al santo Pueblo de Dios.

Ven, Espíritu creador,

renueva la faz de la tierra.


Amen.




Detalle de Cristo crucificado en la iglesia parroquial de Torrebaja, 
obra de Ramón Granell Pascual (1971).

Palabras finales, a modo de conclusión.

Las palabras con las que expresamos las ideas y los pensamientos son herramientas poderosas, pues sirven para interpretar la realidad y cambiar el mundo. Habrá quien critique y afee mis palabras por airear cuestiones y problemas de la Iglesia en nuestras parroquias. A estos les diría que la Iglesia no debe tener miedo de divulgar sus problemas; mejor ser abierta, clara y transparente que oscurantista.

En la organización del Consejo de Parroquia de Torrebaja faltan una o más personas que a modo de los antiguos “fabriqueros” se ocupen de la fábrica del templo y las ermitas; esto es, de la conservación y el mantenimiento de los edificios. Asimismo, alguien que junto al párroco lleve la contabilidad (ingresos, gastos, haber), haciendo todos los años un informe público sobre el estado económico parroquial. Hace más de seis años que nadie da cuenta de este aspecto de nuestra parroquia: el último balance económico fue el de don Pablo Soriano Martínez (2017).5 Cabe velar también por el patrimonio (artístico, documental, material e inmaterial), elaborando un inventario de los bienes parroquiales, para saber lo que tenemos y lo que debemos mantener y proteger.

Cariñosamente, a los señores curas les diría que nadie cuestiona su autoridad, pero que por su juventud e inexperiencia deberían ser más humildes y dejarse asesorar por los que saben: de hecho sabe más el tonto en su casa que el sabio en la ajena. Les diría también lo que decía aquel Deán de la Santa Iglesia Catedral de Segorbe: Los obispos pasan, el cabildo queda -esto es, los curas pasan, el consejo de parroquia queda-. Y que por mucho que amen las parroquias que rigen, nosotros las queremos más… porque son nuestras. Entiendo que su labor es difícil, todo hay que decirlo, evangelizar y difundir la palabra de Cristo, particularmente entre los jóvenes. Debe quedarles el consuelo de que nuestro templo ya está concluido, y en este punto quiero recordar a don Antonio Martínez Gabalda (1915-1976), en cuyo curato se erigió el templo (1954-1956) y al que algunos todavía recuerdan con la sotana remangada hasta la cintura llevando carretillas de grava y repartiendo agua y tabaco entre los de la concejada. Don Antonio fue un cura sencillo, con pocos latines pero de gran fortaleza espiritual, y que no se acostaba siempre con el estómago lleno.6 Quiero hacer mención también, de don Ricardo Cebolla Juan (sacerdote actualmente secularizado), bajo cuyo curato la iglesia de Torrebaja adquirió el aspecto que tiene hoy: con un magnífico pórtico neoclásico, unas puertas extraordinarias, procedentes de la Basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia, y un hermoso Pantocrátor en el presbiterio, obra del pintor cubano Manuel-Alejandro Martínez Ojea (2006).7 Entre ambos curas hubo otros muchos, y cada cual hizo lo que pudo; pero la prioridad hoy no está en concluir el templo, sino en su mantenimiento, y en la evangelización.

En otro orden de cosas, a los jóvenes de nuestra comarca les diría que se acerquen a la Iglesia sin temor, así como a las demás instituciones comarcanas (ayuntamientos, organizaciones culturales, comisiones festivas...), para que continúen su proceso histórico. En la Iglesia no aprenderán nada malo, más bien todo lo contrario, pues su mensaje esta lleno de amor, belleza y verdad: no en vano nace del evangelio. Las bellezas de la religión católica las podemos ver cada día en la liturgia de las celebraciones, en su quehacer diario: en la visita a los enfermos, en el acompañamiento de ancianos, en el ejercicio de la caridad. En este sentido, merece la pena asomarse al extraordinario libro de Chateaubriand (1768-1848), El genio del cristianismo (1802), una obra caleidoscópica y singular.

En última instancia, los seguidores de Jesús de Nazaret somos conscientes de la caída en el número de vocaciones sacerdotales en España, y en Europa (***), de que las iglesias están vacías de gente joven y de que la presencia de los católicos en la vida pública apenas se percibe -como si declararse católico fuera políticamente incorrecto. Con todo, no queremos “convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro”, sino en una Iglesia viva que nos ayude a vivir nuestra fe y a transmitir su mensaje en las circunstancias adversas por las que atraviesa nuestra comarca. Vale.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.

De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).


(*) Respecto a las Casas Abadía del Rincón de Ademuz: en Ademuz hay tres: una la habita el párroco (la antigua casa de los Eced), otra el vicario y otra está alquilada. La de Casas Altas está muy deteriorada, aunque alquilada. La de Casas Bajas, pendiente de restauración: esta fue una notable construcción, "toda de piedra sillería para el vicario" (Madoz, tomo VI, 1847, p. 42). La de Castielfabib, pendiente de negociación con el Ayuntamiento (esto desde hace décadas). La de Puebla de San Miguel, vendida al Ayuntamiento. La de Los Santos (Castielfabib), muy deteriorada, se usa como trastero, para guardar cosas de la Iglesia. La de Torrealta, se vendió a un particular. La de Vallanca, está alquilada. Cuesta creer que en Arroyo Cerezo (Castielfabib) y en Sesga (Ademuz) hubiera casas parroquiales, pues en su tiempo tuvieron cura, pero estas desaparecieron hace ya muchos años. En la práctica puede observarse que el patrimonio inmueble de la Iglesia en la comarca es importante, aunque en grave riesgo de deterioro y desaparición; todo ello efecto de la despoblación y del descuido de sus responsables, que todo hay que decirlo.

(**) El 28 de marzo  de 2013 (Jueves Santo), en su primera misa crismal, el papa Francisco dijo ante más de 1.600 sacerdotes que tenían que ser "pastores con olor a oveja". Ciertamente, los buenos pastores "tienen que oler a oveja, a campo, a caminata junto al rebaño. Nada de pastores de despacho y aire acondicionado". Cf. ARMADA, Pedro Sj. Pastores con olor a oveja, en el sitio web CampoSerena.

(***) Esperemos que en el Sínodo de la Sinodalidad los obispos se plantee de una vez el celibato opcional, y el diaconado y presbiterado femenino, cuestiones que podrían paliar la falta de sacerdotes. Aunque no solo por eso. No debemos olvidar que "la pobreza tiene rostro femenino", que las mujeres son "los pobres entre los pobres", y que "la pobreza se feminiza" a marchas forzadas. ¿Qué será de la Iglesia en el futuro sin las mujeres? Vid Mercedes Carrozosa y Pilar Yuste (1993). El sacerdocio de la Mujer, Editorial San Esteban, Salamanca, p.77-98. De hecho presbíteras, en el sitio web Wijngaards Instititue for Catholic Research.

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1 Cf. Wikipedia, voz Archidiócesis de Valencia.

2 «El ser humano es un ser político, y como ser político debe buscar la justicia social, el derecho a la vida, no porque lo diga una ley, sino porque como personas tenemos esos derechos, y estos no se pueden someter a la mal llamada ‘democracia’ de la mitad más uno». Cf. Henríquez Pagés, Milton. El ser humano como ser político, en el sito web El Siglo, del martes 23 de septiembre de 2014.

3 No conozco personalmente a doña Elvira, pero le tengo mucho cariño; dos de sus libros -Imperiofobia y Leyenda Negra (2016) y Fracasología. España y sus élites: de los afrancesados a nuestros días (2019)- constituyen algunos de mis libros de cabecera y le estaré siempre profundamente agradecido por haberme descubierto una Historia de España que desconocía. Una historia llena de luces y sombras, pero enorme, grandiosa y única como fue la del Imperio Español en América, y en el mundo. La interpretación de la historia que ella propone no se estudia en los institutos ni en las universidades españolas. ¡Gracias, doña Elvira por su valor, por su inteligencia y capacidad didáctica!

4 SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Rincón de Ademuz agoniza, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del martes 15 de diciembre de 2015.

5 SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La parroquia de Santa Marina de Torrebaja: las cuentas claras, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 30 de julio de 2018.

6 SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2022). Don Antonio Martínez Gabalda (1915-1976) y la nueva iglesia de Torrebaja, en Desde el Rincón de Ademuz (I), autopublicación Kindle Direct Publishing (Amazon), segunda edición, pp. 345-357.

7 SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). Representación y análisis del mural del presbiterio de la iglesia parroquial de Santa Marina Virgen en Torrebaja y Rutilante fachada en la parroquial de Torrebaja en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz (I), Valencia, pp. 383-391.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días, unas palabras para hacer una defensa de los sacerdotes diocesanos que hacen lo que buenamente pueden, si les dejan. Lo primero, que al no ser monjes pueden vivir perfectamente cada cual en su casa... Aunque mejor cerca que lejos.
También decirle que no veo el peligro de que se conviertan en funcionarios eclesiales, ¿¿es de funcionarios dispensar los sacramentos??... En misiones los curas recorren territorios mucho más extensos y gracias a Dios, dispensan lo más propio suyo como son los sacramentos.
Y por último y siguiendo con la defensa de las cosas tal con son, pues decirle que los curas que mejor conocen a las gentes de un lugar por sus nombres, familia, tendencia y problemas, son los nacidos en esos mismos pueblos, no los misacantanos llegados de otros lugares. Sin embargo los oriundos del Rincón parece que huyen de permanecer con sus paisanos, y no cambiarían sus destinos actuales por oler a oveja entre sus propios paisanos, como por ejemplo don Carlos últimamente, y algunos otros que menos mal que ayudan por vacaciones en tanta fiestecita y procesión... pero realmente es muy fácil venir a pasar algún mes solo, de buen tiempo y largos días... Así que no carguemos a los demás con lo que nadie parece querer llevar a cuestas.

Un saludo para todos los que lo ven tan distinto a mí.

mjbo

Anónimo dijo...

Felicidades por este gran artículo y muchas gracias por nombrar a mi padre. Los pueblos, su gente y sobre todo lo población mayor, necesita una iglesia abierta, un cura cercano , que no solo venga a decir misa…. Hay que visitar a los enfermos y gente sola….. pero así, ¿como lo van a hacer? . La población de estos pueblos alejados de la capital, es la gran olvidada . Que pena .

ALFREDO SÁNCHEZ GARZÓN dijo...

Muchas gracias por el comentario, estimado lector Anónimo. Lástima no pueda usted escribir su nombre completo, pero entiendo que haya cierto temor a decir públicamente lo que pensamos: parece se trata de un temor ancestral, visceral, profundo… aun estando en democracia, un sistema político, el menos malo, que precisamente debería estimularnos a expresarnos con respeto y libertad.

Los sacerdotes pueden vivir solos a acompañados, eso es cosa suya, quiero creer que no les imponen esa obligación. Si vivieran juntos podrían compartir recursos, pero imagino que la cosa es más complicada. En todo caso es asunto menor en el artículo.

Dispensar los sacramentos no les convierte en funcionarios, obviamente; el artículo no dice eso. Pero las circunstancias en las que lo hacen podría colaborar en ello.

Comprendo lo que dice respecto de los curas misacantanos, les entiendo y les valoro por ello. Salir del seminario y verse solos en medio de estas montañas no debe ser fácil. Pueblos con escasa población, personas mayores, escasa formación, situaciones económicas no siempre fáciles, dispersión geográfica… no, no debe ser fácil para ellos. Cuando los curas tenían casera era distinto, pero eso se acabó. El Sínodo plateará seguramente el celibato opcional, lo que tal vez sea positivo en un futuro próximo para incrementar las vocaciones… porque la soledad puede ser terrible, abrumadora para algunas personas.

Desconozco la causa de que los sacerdotes oriundos del Rincón de Ademuz no deseen permanecer en estas parroquias; eso habría que planteárselo a ellos, sus motivos tendrán. Los sacerdotes oriundos de la zona o que veranean entre nosotros constituyen una bendición, sin duda, y se lo agradecemos. Pues no debe ser fácil atender tantos oficios, misas, procesiones… con motivo de las fiestas patronales. Celebrar tres o cuatro misas diarias debería estar prohibido, casi un pecado, por banalizar algo tan sagrado.


En cualquier caso, vaya por delante mi simpatía y admiración personal por los sacerdotes que han pasado por nuestra comarca, que siempre les ha acogido amorosamente y con simpatía. Pocos habrá que se hayan llevado mal recuerdo de estas parroquias y de sus gentes. De facto, muchos de ellos siguen volviendo una y otra vez por estos lares. Cierto también que otros se olvidaron completamente de nosotros, pero es comprensible, la distancia y los afanes de cada día justifican el olvido. Aunque creo que un primer curato, como una primera novia o un primer beso de amor nunca se olvidan.

Un cordial saludo.

ALFREDO SÁNCHEZ GARZÓN dijo...

Gracias por tus palabras, te digo lo que al otro Anónimo... Nombro a tu padre porque fue persona consecuente que perseveró en su sacristanía con tesón, abriendo y cerrando todos los días el templo, ayudando en el servicio del altar, llevando la comunión a personas mayores, encamados y enfermos... y preocupándose continuamente por el funcionamiento de la parroquia, y de la feligresía. Sin duda, Alguien se lo tendrá en cuenta... Saludos.