jueves, 20 de noviembre de 2025

CARTAS DESDE MI RINCÓN (XII).

A un amigo de la infancia, con el que tantos recuerdos comparto.


«De todos los infortunios que afligen a la humanidad

el más amargo es que hemos de tener conciencia de mucho y control de nada»

-Heródoto de Halicarnaso (484-425 a.C.)-.


«Si quieres ser respetado por los demás, lo mejor es respetarte a ti mismo.

Solo con eso, solo con el respeto propio obligarás a otros a que te respeten»

-Fyodor Mikhaylovich Dostoyevsky (1821-1881), novelista ruso-.


«La ciencia nos enseña, en efecto,

a someter nuestra razón a la verdad y a conocer y juzgar las cosas tal como son,

es decir, como ellas mismas eligen ser y no como quisiéramos que fueran»

-Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936),

escritor, poeta, dramaturgo español-.




**EL AUTOR DE ESTA WEB ES CONTRARIO AL USO DEL LENGUAJE INCLUSIVO**


Definición del subgénero epístola:


«Epístola es sinónimo de carta y hace referencia a un tipo de texto que busca establecer un canal de comunicación a través de la forma escrita, siendo el medio de notificación más usado en toda la historia de la humanidad. A menudo la carta es usada con la intención de expresar ideas, pensamientos, sentimientos, deseos, etc.»



Querido amigo,

vaya por delante una noticia triste, el fallecimiento de Manuel E. Tortajada Matos, que fue alcalde de Torrebaja en la legislatura 2015-19. Manolo, alias Manolón, era hijo del señor Evaristo Tortajada Aliaga (1922-2008), militar de profesión que estuvo muchos años de instructor en el cuartel de Paterna (Valencia); ayudó a muchos mozos de la comarca que pasaron por allí, durante la instrucción del servicio militar y buscándoles después un buen destino. Manolón tuvo dos hermanos más, uno fallecido joven y una chica, Teresa Angelina, en la actualidad concejala del ayuntamiento, que cuida de su madre, ya muy mayor. No, no creo que le recuerdes; además de que son más jóvenes que nosotros, de pequeños no vivieron en el pueblo. De hecho yo tampoco les recuerdo, ni a los hermanos ni a los padres. Para que te hagas una idea, el señor Evaristo, padre de Manolón, era hijo de Evaristo y de Teresa. Esta familia vivía en una casa grande de estilo tradicional que hace esquina entre la calle san Roque y la calle de Valencia. En esta casa la tía Teresa tuvo carnicería, recuerdo haber ido alguna vez a comprar siendo yo niño: Dile a la tía Teresa que te ponga una cuarta de chuletas de cordero… -me decía mi madre. Recuerdo que la carnicería tenía el mostrador elevado y la carne la envolvían en un papel de estraza gris… Teresa Aliaga Esparza fue hija de Vicente Aliaga Simeón y de Blanca Esparza Esparza, y hermana de León Aliaga Esparza, más conocido como comandante Aliaga, que vivió en la calle Fuente -entonces calle de Pedro Arnalte-, por donde el callejón de la Talega. De joven, el comandante había estado en Rusia con la División Azul. Claro, la División Azul formó parte del dispositivo alemán que sitiaba Leningrado y combatió en su periferia durante dos años, siendo una de las unidades extranjeras más destacadas del frente oriental alemán. El comandante Aliaga estaba casado con una señora forastera, de nombre Pilar, con quien tuvo dos hijas: Pilar y Carmen. Según la información recogida, una de ellas fue funcionaria en Valencia y la otra estudió medicina, se casó con un puertorriqueño y se marchó para allá: el matrimonio tuvo un hijo de nombre Juanito. Me han contando otras versiones, como que el médico fue el hijo, aunque ambas posibilidades son factibles… El caso es que la familia de Torrebaja y la de Puerto Rico hace tiempo que perdieron el contacto, algo por lo demás bastante frecuente con el paso de las generaciones.


XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".


Paisaje Rural del Rincón de Ademuz:
vista oriental de Torrebaja (Valencia), desde El Rento (2025).


En cualquier caso,

el comandante Aliaga fue un personaje singular, se dice que dormía con su pistola de reglamento bajo la almohada, por miedo a no sé qué, tal vez por traumas o recuerdos de la guerra. En cierta ocasión, siendo yo niño, estuve en su casa con mi padre y nos enseñó su uniforme militar, la gorra y un sable de oficial que tenía guardados en un arcón de la alcoba. El uniforme -y el sable- lucían magníficos… Cuántas historias podría contarnos el comandante Aliaga de su estancia en Rusia, pues debieron ser muchas las calamidades que pasaron aquellos soldados españoles. Hubo otro vecino hijo de Torrebaja que también estuvo en la División Azul: Francisco Fandos Lagunas -hermano de Arturo, Carmen (mujer de Marcial el Rito) y Trini (la de Luis el Cuchillos). Al tal Francisco, que era soldado raso, le dieron por desaparecido en Rusia, pero un día le vieron bajar del coche de línea con su uniforme de divisionario -tan campante- y todos se quedaron pasmados. La que más se alegró fue su madre, la tía Adelina, que se enteró de su llegada antes que el hijo llegara a su casa y salió a recibirle, loca de contenta. Según me refirió el señor Esteban Giménez Manzano (Torrebaja, 1922):

Sus padres habían hecho promesa u ofrecimiento de restaurar el pilón de san Antonio de Padua, que está en el Cantón, junto al Ebrón, para que apareciera su hijo.1


Este pilón devocional, como otros del pueblo fueron arrasados durante la revolución y guerra civil española (1936-39). De ahí el ofrecimiento de los padres de Francisco, comprometiéndose a levantarlo de nuevo a su costa, para que apareciera su hijo. San Antonio de Padua ha sido siempre un santo muy milagrero, patrón de las personas desaparecidas y objetos perdidos. Una vez licenciado, el divisionario Francisco trabajó como conductor en un negocio de carbonería que Gonzalo Hernández Sánchez tenía en Valencia.



Paisaje Rural del Rincón de Ademuz:
detalle de almezo (Celtis australis) en otoño (2025).


XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".



Para Todos los Santos estuve en el cementerio,

limpiando las lápidas de los padres y abuelos, y poniendo flores. Es la tradición, ya sabes, se quitan las flores de plástico que solemos tener durante el año y se ponen otras naturales. Durante estos días el camposanto es muy frecuentado por vecinos y forasteros que viene a cumplir con la costumbre y devoción de visitar a los familiares y amigos difuntos. La gente aprovecha para saludarse e intercambiar noticias. En el huerto tenemos flores para este día, las populares octubreras, así como claves chinos, margaritas de colores, dalias… Como sabes, Luisa, mi mujer, es aficionada a la jardinería. Un día me vino con un mazacote de flores que le había dado Vicente el Sastre para plantar en el huerto. El caso es que desde entonces no nos han faltado flores. No sé si te acordarás de Vicente, hijo de Manuel y Josefa, que vivían en la calle Cantón. Lo de Vicente el Sastre le vino después, por el oficio que ejerció. Aunque también fue cocinero, o pinche de cocina. Es un personaje muy polifacético. A quien sí recordarás es a Vicente el Montero (abuelo de Vicente el Sastre), a Vicente el Aurelio, a Vicente el Gasiosero, a Vicente el Bolo… estos son de una generación anterior a la nuestra. De nuestro tiempo es Vicente Cortés, alias el Herrero, por la profesión de su padre. Lo de los apodos es cosa curiosa, en los pueblos pocos se libraban de tener alguno. Había entonces muchos nombres iguales, por aquello del santoral, y los vecinos preferían ponerles apodos a utilizar el apellido. En la mayoría de casos eran apodos familiares, más descriptivos que ofensivos. Entre los clásicos latinos los apodos fueron también comunes, basta recordar al filósofo, político y escritor romano Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C), más conocido como Cicerón: literalmente, el Garbancero o el del Garbanzo. Según la versión familiar tradicional, era muy común en Roma que las familias adoptasen cognomina (tercer nombre) derivados de oficios, defectos físicos o rasgos distintivos. Otra explicación más pintoresca sostiene que uno de sus antepasados (no necesariamente el propio Marco Tulio) tenía una verruga o marca en la cara con forma de garbanzo, lo que habría originado el mote. Esta versión, aunque popular, no está documentada en fuentes contemporáneas, sino que se transmitió más tarde en la tradición anecdótica romana. La respuesta del propio Cicerón es que en su juventud, algunos le aconsejaron cambiar ese cognomen poco elegante para un político y orador. Pero Cicerón rehusó hacerlo con orgullo, diciendo que él haría célebre el nombre de “Cicerón” hasta que dejara de sonar ridículo: esto es lo que cuenta Plutarco en su Vida de Cicerón. Mi conclusión es que sea cual sea el origen del sobrenombre de Cicerón, no hay por qué avergonzarse del apodo familiar, a no ser que sea demasiado humillante o bochornoso. Recuerdo a un señor, vecino de Ademuz, al que llamaban Fermín el Albacoro: me lo dijo él mismo y lo llevaba con orgullo.2


Paisaje urbano del Rincón de Ademuz:
detalle del pasillo central del Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia), 2025.


Como te decía,

produce cierta satisfacción poder cultivar las flores que después ofrecemos a los familiares, amigos y vecinos difuntos. A mis padres les tengo siempre presentes, tanto en la memoria como en mis oraciones; imagino que a muchas personas les ocurre igual. Rezar por los seres queridos resulta consolador, además de que es lo único que podemos hacer por ellos. A mi madre le pasaba lo mismo, y se lo oí decir más de una vez. En su lecho de muerte, teniendo yo sus manos entre las mías, momentos antes de fallecer dijo: Madre, madre… -como si la estuviera viendo. Siempre he pensado que su madre, mi abuela Dominica de El Cuervo, la ayudó en ese tránsito. Quién mejor que la madre para ayudarnos en ese momento que la persona que nos trajo a la vida, que sea la misma la que nos ayude a entrar en la muerte. Para los creyentes la muerte no deja de ser una puerta de entrada a la otra vida: a la eterna. Resulta consolador para los cristianos pensar que después de la vida terrena hay otra vida más allá de la muerte, y que en ella podremos reencontrarnos con nuestros seres queridos, abrazarles y besarles como lo hacíamos en vida. Y que lo haremos con nuestro propio cuerpo, pues a eso se refiere el Credo cuando dice de la resurrección de la carne. Aunque la idea pueda resultar atractiva, nadie sabe cómo puede ser eso. Pero para Dios no hay nada imposible. Para muchos todo esto no son más que paparruchas, mentiras de los curas, pero nadie ha regresado del otro lado de la vida para decirlo. La sola idea de concebirlo crea la posibilidad de que sea verdad. Y aunque fuera mentira no por ello deja de ser consolador. 

La vida no deja de ser un sueño,

 y para muchos la realidad son las sombras móviles de la cueva de Platón. En los pueblos pequeños los vecinos suelen visitar el cementerio con frecuencia. Es por ello que en el pueblo sea habitual encontrar siempre a alguien visitando el camposanto. Cada cual va cuando quiere o puede, pero casi nadie suele faltar en los entierros: acompañando a la familia y rindiendo un último homenaje al vecino fallecido. Antaño los difuntos se transportaban de la casa a la iglesia y al cementerio a hombros de familiares, amigos y vecinos. De mi lejana infancia recuerdo que se utilizaban una especie de andas para facilitar el transporte del féretro. Tras la misa o el respondo, la comitiva mortuoria salía del templo, cruzaba la calle Arboleda y subía por la de san Roque hasta la carretera N-420, y así hasta el cementerio de Los Llanos. Cuando se abrió la calle Nueva y su prolongación, en vez de subir la cuesta de san Roque se atajaba por esta calle, que discurre paralela a la carrera por la parte baja. Pero la modernidad ha llegado también a los pueblos. Hoy ya no se suele velar al difunto en las casas, se lleva al tanatorio de Ademuz. Y de allí a la iglesia o directamente al cementerio. Aunque cada vez hay más personas que no desean ceremonia religiosa. Les basta una liturgia laica, civil: hacer un discurso en el cementerio, leer algunos versos… y cosas así. 

Es una moda más que nos llega de la cultura protestante anglosajona

subir al altar durante el acto religioso y narrar cosas del muerto, tristes, alegres, graciosas. A mí no me parece bien ni mal, pero en mi funeral preferiría no dijeran nada. La familia no suele estar en ese trance para escuchar historias, y los acompañantes lo que quieren es acabar cuanto antes. Pero claro, siempre habrá a quien le guste el teatrillo. Lejos de ser una sociedad teocéntrica, como lo fue la cristiana en el medioevo -como lo es hoy la sociedad islámica-, la española actual ha dejado de creer en Dios -ya sabes, hablo en general-: a muchos ya no le preocupa la trascendencia ni la eternidad. Son los del muerto al hoyo y vivo al bollo. Es un signo -y un síntoma- de los tiempos. Basta ver la iconografía de las lápidas en nuestros cementerios: se obvia la cruz cristiana, así como las imágenes de santos o vírgenes, para poner en su lugar palomas (presuntamente de la paz), árboles (presuntamente de la vida) y otros símbolos o signos por el estilo. La descristianización de España y de Europa es evidente. El problema es que cuando un espacio se queda vacío alguien viene a ocuparlo. En el mundo de la biología sucede igual: cuando una colonia vírica o bacteriana se marcha o se debilita, otra ocupa su lugar. Así de sencillo, sin perturbarse ni sonrojarse.


Paisaje rural del Rincón de Ademuz:
punta de ganado pastando en El Rento de Torrebaja (Valencia), 2025.


XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".




Venía esto a cuento de lo que te contaba de Vicente el Sastre,

con el que me encontré en el cementerio cuando fuimos a poner flores por Todos los Santos. Tenía un montón de ramos de octubreras por colocar, parece que la gente le encarga el ponerlas a sus difuntos cuando no pueden venir ellos mismos, pero es posible también que lo haga por propia iniciativa. No sé. Vicente es servicial por naturaleza, durante años se ha encargado de las flores del altar en la iglesia. En su huerto nunca faltan flores. Es también muy artista, con un gusto estético muy particular a la hora de hacer centros de flores y otros adornos: se le dan muy bien todo tipo de manualidades. Montar el belén por Navidad era cosa suya también, así como dirigir el montaje del Monumento por Semana Santa. Hay que reconocer que existen personas que les nace hacer esto -y lo hacen con gusto y pasión-, cuando otros no lo harían ni cobrando. Su participación en la vida de la comunidad llega hasta ayudar a la familia a amortajar a los difuntos. Hay que tener mucho coraje y arrestos para esta labor. Pues Vicente lo hace, o lo ha hecho durante muchos años. Lavar al muerto, afeitarle si es el caso, taponar los orificios naturales, vestirle, colocarlo en el cajón... Antaño hubo parteras en nuestros pueblos, mujeres con habilidades especiales y ciertos conocimientos prácticos que ayudaban a las mujeres a traer niños a la vida. Cobraban la voluntad, muchas veces en especie y a veces nada.3 Y de la misma forma que la parteras ayudaban a las madres traer hijos al mundo, Vicente ayuda a las familias a preparar al difunto para el viaje final. No, no creo que cobrase nada por ello, ni la voluntad. Y no contentos con eso, le llamaban también para el rezo del santo Rosario en el velatorio. Porque como sabes en nuestra infancia había velatorio del muerto en las casas, y las familias hacían café y sacaban pastas para ayudar a pasar la noche. Al muerto nunca se le dejaba solo. Hay personas que merecerían se les hiciera un monumento en vida, pues Vicente es una de ellas. Aunque nadie es perfecto, ya que a veces tiene un genio que no sabes muy bien por donde cogerlo: te cuento todo esto con absoluta confianza, y que quede entre nosotros. Pues no sé cómo se lo tomaría él de enterarse… ya te digo que es una excelente persona, pero tiene sus cosas. Sea como fuere, disponer en la comunidad de vecinos como Vicente el Sastre es una bendición, porque desarrollan una gran labor social sin hacer ruido. Y justo es reconocerlo, vaya.


No salimos del cementerio,

después del entierro de Manolón -y pasado Todos los Santos- hemos vuelto al camposanto para acompañar a la familia y a José María el Mecánico, fallecido estos días. Quizá no le recuerdes, era hijo de Elías y de María, unos vecinos que vivían en la calle Cantón. Sí, sus padres tenían vacas y vendían leche. Recuerdo haber ido muchas veces a recoger la leche a su casa, en cuya entrada hacían la venta. Íbamos con la lechera, un recipiente alargado de aluminio con tapadera donde nos ponían la leche: un cuarto, medio litro, un litro… Yendo por la leche a veces coincidía con Manolo, el gemelo de Rosa Mari, que también iba a recogerla. Manolo se bebía la mitad de la leche por el camino. A mí no me gustaba la leche sin hervir y sin azúcar, pero Manolo no tenía problema. En casa la leche la bebíamos mezclada con malta o achicoria y sopas de pan duro, el café no se gastaba entonces. Pero te hablaba de José María, que falleció inesperadamente, aunque su estado de salud era precario. Era de la quinta de Manolón y había sido mecánico, el taller lo tenía en una nave del Parque Artesanal local, pero tuvo que cerrarlo por cuestiones de salud. Sí, estaba casado con Amparo y tenía un hijo, Carlos, que no ha seguido la profesión del padre. Seguramente no le recordarás, era bastante más joven que nosotros y cuando marchamos del pueblo todavía era muy niño. Y cuando volvimos, él y otros tantos ya habían desaparecido en busca de oportunidades en la ciudad. Descansa en paz, José María, y que la tierra te sea leve. Aunque ahora todo el mundo se inhuma en nicho o los incineran y ponen la urna en un columbario; poco importa llegado el momento. Lo importante es respetar la voluntad del difunto, si se puede. Cada época lleva lo suyo. Lo único cierto es que unos marchan primero y otros después, pero todos estamos en la lista, es cuestión de tiempo. Y para no salir del cementerio, hemos tenido otro fallecimiento, el de Jesús el Peteque, viudo de Pili, seguro que le recordarás. El matrimonio vivía en la calle Fuente, esquina la del Cantón. No, no tuvieron hijos… Dejo aquí el obituario porque esto es un no acabar, y me pone de mal humor.


Paisaje rural del Rincón de Ademuz:
partida de Sargandonero en Torrebaja (Valencia), (2025).


XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".


Me preguntabas por la Feria de la Manzana Esperiega,

cuya XI edición ha tenido lugar en Casas Altas este último fin de semana: del 14 al 16 de noviembre de 2025. Este año se ha celebrado bajo el lema Una visita al pasado, un viaje al futuro. El evento se desarrolló con la sencillez y el entusiasmo de siempre, y tuvo una asistencia masiva, aunque el tiempo no acompañó. Me refiero a la climatología. Al menos durante el sábado, que estuvo toda la tarde cellisqueando. Yo fui por la mañana, con el cielo bajo -cubierto de nubes grises y blandas- pero ya te digo, la asistencia fue masiva. La gente no se arredra a la hora de la fiesta, importa poco que llueva, nieve o haga sol. En casa no se queda nadie. Aparqué el vehículo al comienzo del Camino Viejo de Ademuz -por donde éste sale del pueblo a la carretera-, y tuve suerte, porque en el momento de aparcar yo otro coche salía. El resto del camino hasta la subida de la iglesia estaba a rebosar de vehículos, todo pillado. Hice un recorrido rápido, desde la plaza del Ayuntamiento hasta la entrada del pueblo por la Avenida de la Diputación, donde se encontraba el grueso de las paradas de exposición y venta. Quizá lo más original que observé fue el nombre de las calles, ostentaban el nombre o la denominación de distintas variedades de manzanas: Reineta, Brun, Esperiega, Ricarda, Miguela, Delicia, Fuji, Pink Lay, Golden, royal Gala. La esperiega lucía bajo el nombre de Plaza Esperiega: la reina de la fiesta.


XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".

La manzana fue en otro tiempo la base de la economía del Rincón de Ademuz, al menos en los pueblos del valle del Turia, del Bohílgues y el Ebrón. Puebla de San Miguel no entra en este cómputo por ser zona de secano. El fruto era de una calidad excepcional, sin parangón en toda la geografía nacional. Prueba de ello es que se cotizaba a precios máximos en los mercados. Pero fue la ubicación geográfica de la comarca, su aislamiento de los mercados y la precariedad viaria lo que determinó su depreciación. Hubo otros factores, como la crisis agraria territorial, pues cuando la red viaria mejoró la población comarcana ya había emigrado. La importancia del producto se evidencia en el número de manzanos y en el volumen de la producción que alcanzó mediado el siglo pasado.


Tabla relativa al número de manzanos y cosecha en kilos, por localidades (1955).

LOCALIDAD

NÚMERO DE MANZANOS

COSECHA EN KILOS

Ademuz

22.869

1.080.000

Torrebaja

22.340

1.170.000

Castielfabib

18.942

908.750

Casas Altas

6.000

200.000

Vallanca

3.619

50.000

TOTALES

73.770

3.408.750

Modificado de El Rincón de Ademuz y sus problemas (1964). Fuente: Comisión Central de Defensa del Cultivo del Manzano (1955).


XI Feria de la Manzana Esperiega:
Plano de Casas Altas (Valencia), 2025.


XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".


La tabla arriba expuesta pone de manifiesto un hecho incontestable, la importancia del cultivo del manzano en los pueblos del Rincón de Ademuz mediados los años cincuenta (1955), con más de tres millones de kilos de manzanas, valorada en unos 15 millones de pesetas.4 Para entender la cifra habría que hacer algunos cálculos. Si solo cambias las pesetas por euros: 15 millones de pesetas = ~90.145 €. Pero si además ajustas la cifra al poder adquisitivo actual (inflación): serían equivalentes a alrededor de 6,17 millones de euros en valor de compra hoy.[*]

Como te he comentado en alguna ocasión, Casas Altas es uno de los pueblos más aseados, quiero decir más limpios y ordenados de la comarca. Recorriendo el casco urbano puedes observar muchas casas de estilo tradicional, algunas de ellas todavía con su aspecto original, otras ya restauradas, la mayoría con gusto y respetando la idiosincrasia arquitectónica o constructiva del lugar. Habrá quien no participe de esta sensibilidad, pero es de agradecer que se mantenga el aspecto rural del municipio. Me gusta ejercitar la mirada en estos pequeños detalles, porque es ahí donde realmente se descubre la identidad de un pueblo, en las cosas pequeñas. Y lo mismo podría decirse de las personas.


A la hora de organizar la Feria de la Manzana Esperiega,

cada pueblo se esmera al máximo en ello, intentando dar la talla respecto al listón que ha dejado la anterior. La última Feria fue la X edición y tuvo lugar en Torrebaja (2024)5 y la anterior IX edición en Castielfabib (2023);6 en ambas lucieron días despejados y los colores del otoño destacaron como unos elementos más de la fiesta. La luz destaca los colores del paisaje, influyendo decisivamente en el ánimo de los visitantes. Pero sí, cada año resulta más difícil cumplir el cometido, porque con cada edición se superan los objetivos. Lo importante, sin embargo, no es la competición, cada cual hace lo que puede y quien hace lo que puede no está obligado a hacer más; lo decisivo es que se sigan celebrando mientras haya manzanas, y podamos disfrutar de la fiesta viendo y saludando a los amigos y conocidos que todos los comarcanos tenemos en los pueblos del Rincón: el paisaje y el paisanaje resulta decisivo en estos encuentros. La asistencia de forasteros es también importante, en cada edición de esta fiesta suelen venir muchos, atraídos por la curiosidad y el deseo de conocer la zona. Las casas rurales suelen llenarse con estos eventos y ello resulta saludable para la economía local. Algunos han pronosticado la desaparición de nuestros pueblos y aldeas, pero no deja de ser un pronóstico -un augurio escénico y apocalíptico- y razones e indicios no les faltan; pero yo no creo que vayan a desaparecer, sencillamente se transformarán en otra cosa. No pienso que vayan a desaparecer, de la misma forma que tampoco volverán a ser lo que fueron. En cierta ocasión, charlando con un paisano me quejaba yo del abandono de los terrenos de cultivo en los abancalamientos de las laderas de estas montañas, lamentando que los paredones de contención se estuvieran desmoronando. El vecino me respondió con aplomo: Estás equivocado, no hay que apenarse por ello; lo lamentable sería tener que volver a cultivar estos pitañares, bastante padecieron nuestros padres y abuelos… -y tenía razón, cada tiempo conlleva lo suyo y volver al pasado no sería tan agradable como la añoranza nos hace creer. Porque cualquier tiempo pasado no suele ser mejor que el presente, aunque nos lo parezca. Ello es debido a que la nostalgia no describe el pasado con precisión: lo anestesia. Pero date cuenta, idealizar el pasado es también una forma de queja social. Siempre que una sociedad se percibe en crisis, los discursos nostálgicos florecen: “antes había más respeto”, “antes había más valores”, “antes la gente era más amable”, “antes había más educación”, “antes la política era otra cosa”. Históricamente, cada generación ha dicho lo mismo desde la Antigüedad clásica griega o romana. Y sin embargo, seguimos aquí.


Hay un detalle de la Fiesta de la Manzana que no me gustó,

fue ver colgadas en el solanar de un alto edificio de la avenida Diputación las banderas de Palestina y republicana. No sé ni como lo permitieron las autoridades municipales, son ganas de dar la nota, mezclar un evento lúdico-festivo y comercial con la política. Parece que no podemos librarnos de esta acechanza ni en la fiesta. Una pena. Aunque pone de manifiesto la politización, o más bien polarización que está sufriendo el país, me refiero a España. El consuelo es que la mayoría de los asistentes no debió siquiera darse cuenta, pero las banderas estaban y maldita la falta que hacían.


XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".

XI Feria de la Manzana Esperiega: Casas Altas 2025,
"Una visita al pasado - un viaje al futuro".


Tengo que dejarte,

aunque ya sabes que siempre lo hago con pena. Recién ha pasado la Feria de la Manzana y ya están colocando por las calles las luces de Navidad, y el árbol navideño en la plaza del Ayuntamiento. Antaño plantaban un pino del monte y lo adornaban con bolas brillantes, lazos de colores y paquetes de regalo. Hoy lo han sustituido por una estructura metálica llena de luces multicolores. Es el signo de los tiempos, hemos pasado de lo analógico a lo digital, de lo natural a lo electrónico, y no sabemos a dónde nos llevará todo esto. Pero de la misma forma que la vida no puede detenerse, los tiempos tampoco. Vale.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.

De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).


[*] Valor actual del euro (España) de 1955.

___________________________________________________

1 SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009). La Guerra Civil Española en el Rincón de Ademuz (1936-39), en Del paisaje del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, p. 157 (135-199).

2 ID (2007). En busca de los olmos perdidos del Rincón de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, p. 108 (107-115). 

3 ID (2013). Anecdotario rinconademucense (IV), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 3 de julio de 2013.

4 El Rincón de Ademuz y sus problemas. Conferencia pronunciada en el Centro de Cultura Valenciana -Dissabte literari dels Cronistes- el día 25 de abril de 1964 por el Ilmo Sr. Alcalde y Jefe local del Movimiento de la villa de Vallanca D. Isaías Ruiz Adalid. Presentación a cargo del ilustrísimo señor doctor D. Joaquín Tomás Teruel Eslava, Cronista de Ademuz, Ediciones “Valencia Cultural”, pp. 13-14.

5 SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2024). X Fiesta de la Manzana Esperiega: Torrebaja (2024), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 18 de noviembre de 2024. 

6 ID (2023). IX Fiesta de la Manzana Esperiega: Castielfabib (2023), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 22 de noviembre de 2023. 

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