lunes, 15 de septiembre de 2014

“LAS BLANCAS”, SABINAS CENTENARIAS EN PUEBLA DE SAN MIGUEL (VALENCIA) [I].


Vista desde el mirador de “Mirar Bueno”,
a propósito de una visita guiada al lugar de las centenarias sabinas pueblanas.




“Intuyo pues que el carácter de los pueblanos se asemeja al de las sabinas
-su árbol más emblemático-: resistente a una climatología extrema y rigurosa,
incluso a la despoblación”
-Del contenido textual-.






            
Hasta hace unas décadas, el paraje donde se halla el secular sabinar pueblano era solo conocido por los lugareños. Hoy, por suerte, ya no puede decirse lo mismo, ya que son muchos los que saben de él. Prueba de ello es que desde hace unos años, en las fiestas patronales de Torrebaja (Valencia) es costumbre celebrar un concurso “Conoce tu pueblo y comarca”, en el que las parejas participantes hacen alarde de su conocimiento. Este año, una de las preguntas era la siguiente: Si alguien te dice que ha ido a Puebla de San Miguel a ver Las Blancas, ¿qué entenderás que ha visto? La pareja a la que tocó esta pregunta respondió sin dudarlo: Las sabinas centenarias… Además, buscando en Internet “sabinas” y/o “blancas” en relación con Puebla de San Miguel, se obtienen multitud de entradas, todas referidas a estas célebres sabinas de las que estamos diciendo.

Pero para disfrutar efectivamente de la compañía de “Las Blancas”, hay que ir a Puebla de San Miguel, municipio del valenciano Rincón de Ademuz sito al oriente del territorio rinconademucense, en las estribaciones de Javalambre.[1] Puebla de San Miguel es una de las poblaciones locales con título de villa –junto con Ademuz, Castielfabib y Vallanca-: tras segregarse de Ademuz, alcanzó el villazgo en tiempo de Carlos III de España (1759-1788).[2] El relativo alejamiento de su término y las tradicionalmente dificultosas comunicaciones con el resto del territorio comarcano y del entorno provincial han favorecido la conservación de su rico patrimonio arquitectónico y medioambiental, aunque su censo se halla bajo mínimos: 75 habitantes en 2013. Actualmente, y desde mayo de 2007, la mayor parte del término municipal de Puebla de San Miguel está declarado Parque Natural: la disposición administrativa del Consell de la Generalitat provocó un agrio enfrentamiento vecinal, aunque sin consecuencias.[3] Lo esperable, sin embargo, es que a la larga la medida sea beneficiosa para todos.

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Vista de Puebla de San Miguel (Valencia), desde la carretera de Losilla (2014).


En busca de Puebla de San Miguel.
No obstante hallarnos en la segunda década del siglo XXI, el acceso a Puebla de San Miguel, incluso desde Ademuz, cabecera de la comarca, tiene su dificultad. El escritor casasaltense Francisco Candel (1925-2007),[4] ya lo constató en su recorrido por la zona en septiembre de 1964:

  • Entramos por la parte baja del pueblo y por un lugar empinado. Calles pedregosas para favorecer el caminar de los mulos. Ambiente triste. Gente huidiza. Es uno de los pueblos que más pena nos da de los que hemos encontrado./ En las puertas de las casas hay calabazas amarillas para alimentar a los puercos./ Los chiquillos, al vernos, se marchan corriendo, abandonando sus juegos y sus juguetes. [...] Vamos a su casa [se refiere a la del cura], un enorme caserón. Sólo nos puede ofrecer agua fresca que tiene en la nevera, un enorme frigorífico. Es el único frigorífico del pueblo, traído también, hasta allí, en mulo. [...] En el pueblo hay dos motos. Una es la del capellán. Tiene a su cargo varias parroquias, pero las ha de visitar a pie o en mulo, nada de moto, pues los caminos no lo permiten.[5]
¡Qué distinta la Puebla de San Miguel actual si la comparamos con la que describe Candel! Las calles están hoy cementadas y limpias, las casas con sus fachadas remozadas, sencillas y señoriales a la vez…; eso sí, vacías de gente, sin niños jugando, ni calabazas amarillas para los puercos a la entrada: porque ya no hay niños y tampoco cerdos... Pero la despoblación es un mal que afecta a todos o casi todos los pueblos del Rincón de Ademuz, y también a los de su entorno aragonés o castellano.

Para ir a Puebla de San Miguel desde cualquier pueblo de la comarca, lo más cómodo es acercarse a Ademuz. En Ademuz cabe tomar la salida norte en dirección a Teruel, cruzar el puente del Sotillo sobre el Turia y seguir después el camino rural que conduce a Mas del Olmo, vía Val de la Sabina. Se trata de un camino rural asfaltado, en bastante buen estado hasta el Val. Antes de entrar en el Val hay que desviarse a la izquierda, camino de Mas del Olmo: desde este punto la carreterita, estrecha y zigzagueante asciende penosamente por la ladera del monte hasta el altiplano. Para evitar accidentes lo mejor es ir despacio, y parar si nos encontramos con otro vehículo. ¡El que avisa no es traidor! Sería fácil ensanchar la carreterita por la parte del monte, poniendo quitamiedos en la vertiente opuesta. Pero la vía es camino rural, y los municipios afectados no pueden costear su mantenimiento. Al ser camino rural, la Diputación Provincial tampoco quiere hacerse cargo, ni acepta el cambio de denominación… ¡Unos por otros, la casa sin barrer!

Por la planicie, la vía discurre entre paradas de almendros, labradas y barbechos, hasta llegar a Mas del Olmo. Al arribar a la aldea, la carreterita atraviesa el barranco del Mas por un sólido puente y se convierte en la CV-363 que lleva a Puebla de San Miguel y Losilla, y de Losilla a Aras de los Olmos, por la CV-355: ésta empalma a su vez con la CV-35 que lleva a Valencia, vía Titaguas, Tuéjar, Chelva… Para venir desde Valencia, podemos seguir la A-3, saliendo de ésta a la altura de Utiel: aquí puede continuarse en dirección Teruel, hasta Ademuz.

Existen otras formas de llegar a Puebla de San Miguel… Para los amantes de la moto de montaña, por ejemplo, una ruta recomendable es utilizar la pista que comienza en Torrealta, aldea de Torrebaja, hasta Mas del Olmo, vía la Loma del Romance (1.208 m). Con la excepción de algún tramo en mal estado por las arroyadas y la gravilla, el camino es bueno y el paisaje mejor, espectacular; con la Sierra de Javalambre y Tortajada cerrando el horizonte de norte a sur: en su perspectiva destacan notables eminencias, como el Alto de las Barracas (1.836 m), también conocido como Calderón, y el Gavilán (1.745 m). Desde la del Romance, el trayecto discurre por una planicie en suave declive hasta la aldea ademuceña: a ambas manos del camino podremos ver varias barracas de piedra en seco que merecen la pena.[6] Arribados a Mas del Olmo hay que bajar hasta la carreterita que viene de Ademuz, vía Val de la Sabina, para seguir después por la de Losilla que decíamos, hasta Puebla de San Miguel. 


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Detalle de la ermita de San Roque en Puebla de San Miguel (Valencia), desde el puente que salva la rambla: dicha ermita debe corresponder a la que Pascual Madoz (1849) denomina "San Guillermo", que posteriormente cambió de advocación (2014).
 
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Detalle de indicadores de dirección frente a la Ermita de San Roque en Puebla de San Miguel (Valencia), 2014.


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Detalle de indicadores de dirección frente a la ermita de San Roque en Puebla de San Miguel (Valencia), 2014.

Desde Mas del Olmo, la CV-363 es una subida continuada y sinuosa de varios kilómetros entre pinos, carrascas y quejigos que pueblan ambos lados de la vía, hasta llegar a La Tejería: desde este punto la carretera desciende por la ladera del Carrascal en suave pendiente hasta la ermita de san Roque, que se halla frente al puente que cruza la rambla, para continuar luego por la vertiente opuesta, en costanilla hasta la villa. Junto a la ermita hay varios paneles de dirección, y unas paletas señalando los tiempos aproximados para los senderos de pequeño recorrido que se indican -Pico Gavilán, Collado del Buey, Alto de las Barracas-, y poblaciones próximas: Arcos de las Salinas y Riodeva, ambas de Teruel. Desde La Tejería hasta la ermita podremos ver una estupenda vista de Puebla de San Miguel, con su caserío apiñado en torno a la parroquial –no en vano Puebla es uno de los pueblos más fotogénicos del Rincón de Ademuz-: aunque su mejor perspectiva es la meridional, singularmente al atardecer -y ello contra mejor opinión.

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Vista de Puebla de San Miguel (Valencia) desde el camino que conduce al Mirador de Mirar Bueno y al paraje Las Blancas: al fondo la loma del Carrascal (2014).

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Vista del nuevo Cementerio Municipal de Puebla de San Miguel (Valencia), desde el camino que conduce al Mirador de Mirar Bueno y el paraje Las Blancas: el horizonte lejano lo cierra al noroeste la loma del Carrascal  (2014).

Camino del Mirador del Mirar Bueno y del paraje de Las Blancas.
Puebla de San Miguel merece una visita detenida, pero nuestro objetivo de hoy es subir al paraje de Las Blancas, viendo de paso el Mirador de Mirar Bueno. Para nuestra excursión, si partimos de la plaza de san Miguel, donde la parroquial de San Miguel Arcángel, pasaremos frente a la fuente y abrevadero en cuyo frontispicio luce un bonito plafón cerámico con la imagen de san Antonio Abad -propiamente llamada la Fuente de Arriba (fuente del Gamellón), en contraposición a la de Abajo (fuente del Lavadero), sita en la parte inferior del pueblo-. Tras un suave repecho arribaremos de nuevo a la carretera por la que hemos venido, siguiendo ahora en dirección a Losilla, vía Hoya de la Carrasca. La vieja Casa Forestal queda a la izquierda, frente a las que crecen unas frondosas acacias. Junto a la casa hay un pilón con varios ladrillos de cerámica y una fuente de frontis triangular con abrevadero, éste sin agua. Poco más adelante se halla la Ermita de la Purísima, que queda a la derecha, una bella construcción con un singular pórtico similar al de la de san Roque que hemos visto en un lado de la rambla.

Frente a la ermita hay una placeta con los pilones del Vía Crucis encalados y su hornacina donde habitan los ladrillos que representan la pasión de Cristo. Desde este punto se ofrece una nueva perspectiva de la población, que irá cambiando conforme ascendemos. Poco más adelante la carreterita, de piso en regular estado de conservación, sube un pequeño repecho para enfilar en dirección suroeste: nos hallamos en el punto kilométrico 17 de la CV-363. En este punto veremos que a la derecha nace un camino cementado que lleva a Sesga, al nuevo cementerio municipal de Puebla de San Miguel y a la misma población, entrando por la calle del Sol, donde la Fuente de Abajo y el antiguo lavadero municipal. El antiguo camposanto, del que ya nos dice Pascual Madoz a mediados del siglo XIX (1849), ha quedado obsoleto, aunque sus características constructivas e iconografía aconsejan conservarlo.[7] A la izquierda de la carretera nace una pista de tierra, con paneles indicando el Mirador de Mirar Bueno (4 km.) y el paraje de Las Blancas (5 km.). Este es el camino que deberemos seguir para nuestro propósito…

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Carretera de Puebla de San Miguel a Losilla (CV-363), con detalle del camino de la izquierda, que conduce al Mirador del Mirar Bueno y al paraje Las Blancas (2014).


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Detalle del comienzo del camino que conduce al Mirador del Mirar Bueno (4 km.) y
al paraje Las Blancas (5 km.), 2014.

Decía que la representación de la villa es singularmente bella desde la posición meridional en la que nos encontramos, por lo que conviene detenerse un momento para disfrutarla. Conforme ascendemos la vista del pueblo desaparece entre el arbolado, mas de trecho en trecho nos encontraremos con hermosos ejemplares de sabinas, como prolegómeno de las que pretendemos ver. La sabina es el árbol más representativo de la zona, paradigma de longevidad y resistencia a las condiciones más extremas, como la propia localidad pueblana.

El camino que vamos siguiendo es una larga y sinuosa pendiente, aunque muy entretenida por el paisaje que hallamos a cada momento. Aquí se puede respirar a pleno pulmón, a la par que descubrimos la naturaleza en estado puro. La pista es ancha y bien señalizada. En algunos momentos podremos observar hacia el suroeste la carreterita que hemos dejado camino de Losilla, vía Hoya de la Carrasca, que aparece y desaparece a nuestra vista según ascendemos. De trecho en trecho veremos unos paneles triangulares al borde del camino, ilustrando sobre plantas autóctonas, con bellos dibujos y una explicación:

  • Salvia de la Puebla de San Miguel (Salvia lavandulifolia ssp., approximata). Planta aromática que sólo habita en los claros de pinares y sabinares de alta montaña del este de la península. Esta subespecie se distingue del resto de salvias por el color rosado incluso rojizo de sus grandes flores que pueden observarse a partir de mayo. Los ejemplares que soportan un clima más extremo presentan a menudo un porte postrado./ Esta variedad de salvia es endémica del este de la Península Ibérica y norte de África. Las mejores y casi únicas poblaciones las encontramos en la Sierra de Javalambre (Teruel) y aquí en el Rincón de Ademuz.

Aunque en cuesta y con repechos, el camino se lleva bien; todo depende del medio que utilicemos para la subida, del momento del día y de la estación. La primavera y el otoño son las estaciones ideales para esta excursión, pero principios de verano es también una buena época para llevarla a cabo. Sin embargo, las primeras horas de la mañana constituyen las mejores  del día para esta visita. Respecto al medio, desde Puebla de San Miguel puede subirse caminando, en bicicleta o moto de montaña. Pero para los que por edad u otras circunstancias no puedan subir del modo aconsejado, y no quieran perderse el espectáculo del paisaje y el sabinar, siempre queda el coche…

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Panel con información sobre la flora local: Salvia de la Puebla de San Miguel (Salvia lavandulifolia ssp., approximata), 2014.

Más arriba, otro panel explicativo de la flora local nos ilustra acerca del Hisopo (Hyssopus officinalis):
  • Pequeño arbusto aromático de base leñosa con tallos muy ramificados y rectos que suele encontrarse en los claros de encinares y quejigares. Las flores de intenso color azul aparecen en verano, agrupadas en la parte superior de los tallos. Es una planta melífera ya que produce una excelente miel./ Planta poco abundante que es cultivada por el hombre por sus innumerables propiedades medicinales y culinarias. Con el hisopo se hace famosos licores como el Benedictino y el Chartreuse.


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Panel con información sobre la flora local: Hisopo (Hyssopus officinalis), 2014.

Arribamos así a una zona llana, ampliada hacia la derecha, en cuya margen puede observarse una típica construcción de piedra, correspondiente a un corral, aprisco o paridera, que nos dice de la actividad ganadera de estos pagos en otro tiempo. Junto a la construcción se yergue una notable sabina solitaria de noble porte. Al otro lado del camino, frente al corral, hay un poste de señalización indicando varias direcciones: Fuente de El Javandal (800 metros), hacia el oeste; Cueva de La Pez (1,2 km.), hacia el suroeste; Mirador de Mirar Bueno (1,5 km.), hacia el noreste. Es ésta la dirección que debemos seguir... En un punto del camino, tras un suave repecho, veremos nuevos postes de señalización a la izquierda, indicando el camino del Mirador de Mirar Bueno, que se halla 500 metros más adelante…

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Collado del aprisco en Puebla de San Miguel (Valencia),
con detalle de la sabina solitaria que hay frente al cerramiento (2014).

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Detalle de paletas indicadoras de dirección en Puebla de San Miguel (Valencia), en el collado del aprisco: Fuente de El Javandal (800 m), Cueva de La Pez (1,2 km.), Mirador del Mirar Bueno (1,5 km.)

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Detalle de paletas de dirección en Puebla de San Miguel (Valencia), indicando el Mirador del Mirar Bueno (500 m) y el Sabinar de Las Blancas (1,5 km.), 2014.


El Mirador del Mirar Bueno.
Tomamos el sendero del Mirador que nace a la izquierda del camino principal, yendo entre pinos y monte bajo. En un punto se produce una brusca bajada, hasta llegar a una zona de menor pendiente que acaba en un área protegida por una balaustrada de madera, lo que constituye propiamente el Mirador de Mirar Bueno. A la entrada del mirador hay un banco de obra bajo una copuda sabina, entre otras muchas que la circundan…

Conforme nos aproximamos a la baranda vamos apercibiéndonos del lugar donde estamos: un balcón natural sobre un cantil de mediana potencia, que da sobre la ladera oriental del valle de san Miguel. El panorama es sobrecogedor, conjugando espectacularidad y belleza… Bajo un cielo azul intenso podemos observar la totalidad del valle de San Miguel, en un circo de montañas abierto hacia poniente, con el caserío en la vertiente izquierda, sobre un somero altozano. Propiamente, Madoz sitúa el pueblo "en un hondo, rodeado de montes y escarpadas sierras: le baten los vientos del N(orte) y E(ste)". En cuanto al terreno, dice que "es montuoso, secano y de mediana calidad el hondo".[8] Las cuadrículas abancaladas de las fincas de cultivo lucen variados colores térreos, en franco contraste con el verde oscuro de las pinadas que cubren los montes próximos.

Frontero al lugar donde nos hallamos se yergue majestuoso el monte verdioscuro del Carrascal, una loma alargada que cierra el valle al noroeste. Por su extremo meridional, en lo que corresponde a La Tejería y la Fuente del Castillo, aparece la carretera por donde hemos venido, descendiendo sinuosa por la pendiente oriental. De la carretera surge una pista de tierra que lleva en dirección norte, a Camarena de la Sierra y Riodeva, el mismo camino que conduce al Pino Vicente y al Alto de las Barracas y Gavilán. La carretera continúa su descenso, haciendo una amplia curva hacia el sur, para enfilar la bajada hasta la ermita de San Roque, donde nace otro camino que comunica con el anterior… La carreterita salva la rambla frente el ermitorio por un puente de piedra y asciende la costanilla hasta el caserío de Puebla de San Miguel. Al llegar al caserío la carretera hace un ángulo recto, para enfilar hacia Losilla, vía Hoya de la Carrasca. En la parte interna del ángulo recto que forma la carretera al cambiar de dirección se halla el frontón de pelota y la zona correspondiente a las antiguas eras y pajares del lugar, mientras que en la parte baja se halla propiamente el caserío, arracimado en torno a la parroquial, sita en la parte alta del pueblo.

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Vista general del valle y caserío de Puebla de San Miguel (Valencia), desde el Mirador de Mirar Bueno: el horizonte más lejano lo cierra al poniente el Talayón (1.602 m) y la sierra de Santerón (Cuenca), 2014.


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Vista general del valle y caserío de Puebla de San Miguel (Valencia),
desde el Mirador del Mirar Bueno (2014).

La parte baja del caserío corresponde a la calle del Sol -más conocida como la calle Larga-, donde la Fuente de Abajo y el lavadero público, de allí parte el antiguo camino que llevaba para Losilla –por allí salían los pueblanos en sus romerías a Hoya de la Carrasca, donde la Ermita de Santa Quiteria-,[9] camino que poco más arriba confluye con el de Sesga… Por esta zona se halla el Pilón de la Hoya que luce un ladrillo cerámico representado una Virgen con manto amarillo, a cuya vera discurre la vía que lleva al nuevo cementerio municipal, situada en la vertiente meridional de un cerrito pinado frente a la villa. El horizonte más lejano lo cierran al occidente los montes de Santerón y su cima, el pico Talayón (1.602 m), lo que constituyen las estribaciones de la Serranía de Cuenca por esta parte.

En el extremo norte del Mirador, sobre el cantil exterior hay una escultura de hierro que simula una veleta, correspondiente al parque escultórico al aire libre. Podría decirse, sin embargo, que en realidad es una cruz ataviada de giroscopio, una cruz cristiana, símbolo del amor y del perdón, enseñoreándose del paisaje. A André Comte-Sponville (París, 1952), filósofo francés y agnóstico reconocido, le preguntaron en una entrevista cuál era a su entender el símbolo por excelencia del siglo XX: La cruz cristiana...-respondió sin dudarlo. La misma cruz que nosotros retiramos de las aulas y cruces de caminos de nuestros pueblos, porque somos “cojonudamente” democráticos, no vaya a ser que alguien se ofenda... Aunque durante mil años Europa fue conocida como Cristiandad: universitas cristiana y res publica cristiana –así lo dice Luis Suárez en La construcción de la cristiandad europea (2008). Observando el paisaje desde esta zona podremos apreciar en toda su amplitud el impresionante cerro del Carrascal, por cuya base discurre la pista que lleva hacia Riodeva y Camarena, vía la Fuente de Matahombres. En la base del extremo septentrional la pista se une con el camino que nace junto a la Ermita de San Roque: ambos conducen a las poblaciones turolenses mencionadas, al Pino Vicente, al Alto de las Barracas, al pico Gavilán… Por esta parte, el horizonte lejano lo cierran los montes del Rodeno y el fabuloso cerro Javalón (1.692 m.), con su típica figura de naveta invertida, ya en las derivaciones meridionales de la serranía de Albarracín.

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Vista del valle de san Miguel, con detalle de una escultura en hierro correspondiente al Parque Escultórico en el Mirador del Mirar Bueno de Puebla de San Miguel (Valencia): el horizonte lejano lo cierran al noroeste los montes del Rodeno y el cerro Jabalón (1.692 m), pertenecientes a la serranía de Albarracín  (Teruel), 2014.


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Vista del valle y caserío de Puebla de San Miguel (Valencia), con detalle de una escultura en hierro correspondiente al Parque Escultórico en el Mirador del Mirar Bueno (2014).


En los albores de la posmodernidad, muchos viven hoy etsi Deus non daretur, como si Dios no existiera… Y yo me pregunto, ¿cómo puede vivirse sin Dios, como si Dios no existiera frente a la magnificencia de la naturaleza? Parece que Dios no tiene cabida en este mundo donde predomina el materialismo cientifista, en el que se considera que sólo es verdad lo empírico y verificable. Pero entre el cielo y la tierra hay otras muchas cosas verdaderas que no pueden verse ni medirse... Sería este buen lugar para especular acerca de la dualidad del pensamiento calculador y el pensamiento contemplativo que establece el pensador alemán Martin Heidegger (1889-1976), pues ambos modos de pensamiento son legítimos y necesarios; pero quizá no sea el momento. Lo cierto, sin embargo, es que el espíritu es libre y cada cual puede experimentar emociones distintas frente al espectáculo de lo bello: unos se apasionan por el medioambiente, otros por la vertiente política y social que hace a su preservación, también los hay inmunes o indiferentes a la hermosura… ¡A mí me da por lo espiritual e imaginativo! Pero cuando digo "espiritual" no me refiero en exclusiva a la "espiritualidad religiosa", ya que cabe también una "espiritualidad laica", incluso atea: una espiritualidad sin Dios, sin dogmas, sin Iglesia -como la concibe Comte-Sponville-; pues comparto con el filósofo la idea de que lo espiritual es algo demasiado importante en el ser humano como para dejarlo en manos de los religiosos. Contemplando este amable regalo de formas y colores que desde aquí se nos muestra, uno tiende a pensar, siquiera por un instante, que no existe el mal, el dolor, la fealdad, la estupidez… ¡Aunque bien sabemos de la realidad de su existencia!

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Vista del valle de san Miguel, con detalle del cerro del Carrascal, desde el Mirador del Mirar Bueno en Puebla de San Miguel (Valencia), 2014.

Asimismo, ante tan soberbia vista uno no puede dejar de preguntarse por el carácter de los pueblanos... Resulta evidente la transformación que el ser humano ha hecho del paisaje, pero ¿hasta qué punto ha influido éste en el alma de sus moradores? Si tuviéramos que especular al respecto diríamos que aquí todo es cielo y tierra –una tierra antigua de edades geológicas, en la que predomina el Jurásico y el Terciario, con trazas de Triásico-, ondulados montes densamente poblados de pinos, encinas y sabinares, paradas de cultivo arrancadas con esfuerzo a las vertientes, labradas durante generaciones en laderas del valle, labrantíos de secano, almendrales y rastrojos, escuálidas fuentes, barrancos profundos, ramblas descarnadas, tierra de abundantes nevadas y lluvias escasas, de recias soledades... Aunque existieron algunas masías, tal la del Pomar, la de Sandalinas y otras, el poblamiento de Puebla aparece apiñado en torno de la iglesia y sus plazas –de san Miguel, de la Iglesia y la Placeta-, quizá buscando la divina protección, tanto frente a las rigores climatológicos como ante la aspereza de la vida, de la misma forma que la buscaban los caminantes en las imágenes que bordean los caminos locales -el pilón de la Santica, el de la Hoya, el de la Losa, el de la Virgen, el de san Miguel-; y de sus ermitas, tan próximas a la villa... Me refiero al temperamento y forma de ser de los pobladores de antaño; pues hoy, con la emigración y el continuo ir y venir todo es diferente, y la influencia del paisaje mínima. Con todo resulta evidente que la gente del secano no puede ser ni comportarse cual la del valle, donde prolifera el regadío y todo abunda. Aquí han estado acostumbrados a vivir con menos, a aprovechar cualquier cosa y a valorar lo que tienen, a ser más frugales y callados..., lo que se evidencia en el trato. Candel dice del “ambiente triste” y de la “gente huidiza” que halló en Puebla; pero lo que estimó como tristeza quizá no fuera más que gravedad y prudencia, y lo que interpretó como esquivo tal vez era solo sorpresa ante lo foráneo. Intuyo pues que el carácter de los lugareños se asemeja al de las sabinas -su árbol más emblemático-: resistente a las fatalidades de una climatología extrema y rigurosa, al aislamiento, incluso a la despoblación.

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Vista del valle y caserío de Puebla de San Miguel (Valencia),
desde el Mirador de Mirar Bueno (2014).


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Detalle del banco bajo una sabina en el Mirador de Mirar Bueno
de Puebla de San Miguel (Valencia), 2014.

Dejamos con pena el Mirador de Mirar Bueno para regresar al camino principal, en busca del paraje de Las Blancas... Poco más adelante hallaremos nuevo panel ilustrándonos acerca de la flora local:
  • Erizo de montaña, piorno azul o cojín de pastor (Erinacea anthyllis). Especie característica de la vegetación de alta montaña mediterránea, presentándose casi siempre por encima de los 1.200 m. Su forma redondeada y sus fuertes espinas son una adaptación al frío, la nieve, el viento y la falta de agua; también al ataque de los herbívoros. Presenta una abundante floración a partir de mayo. Las flores pequeñas son de un intenso color azul./ Utilizada sobre todo por los pastores como combustible y para fabricar el techo de los abrigos temporales para el ganado.


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Panel con información sobre la flora local: Erizo de montaña (Erinacea anthyllis), 2014.


Siguiendo por la pista principal, unos cientos de metros más adelante (1,5 km.), veremos un desvío a la izquierda, con un poste con paletas indicadoras señalando el sabinar centenario de Las Blancas (0,5 km.). Junto al poste de madera hay otro con una señal metálica que indica el “Depósito contra-incendios Las Blancas”.



Localización geográfica del Mirador del Mirar Bueno de Puebla de San Miguel mediante Google maps (satélite): 40.046897,-1.130391


[1] Cf. Wikipedia, voz Puebla de San Miguel.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2008). Carta de Privilegio del Rey don Carlos III, por la que se concede el título de Villa a la Puebla de San Miguel, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp. 271-280.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Francisco Candel Tortajada, un catalán de Casas Altas, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del viernes 6 de junio de 2014.
[5] CANDEL, Francisco (1977). Viaje al Rincón de Ademuz, Edita Plaza&Janés, S.A., Barcelona, 1977, pp. 105-107 y 109.
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Las barracas de piedra en seco de Mas del Olmo (Ademuz), paradigma de riqueza patrimonial, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 25 de febrero de 2012.
[7] ID. Iconografía funeraria en el cementerio de Puebla de San Miguel (Valencia), en la web Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 21 de enero de 2012.
[8] MADOR, Pascual (1849). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar, Madrid, tomo XIII, p. 239.
[9] ID. A Hoya de la Carrasca, por santa Quiteria, en la web Desde el Rincón de Ademuz, del martes 28 de mayo de 2013.

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