viernes, 13 de enero de 2017

VISITA GUIADA A LOS “ESTRECHOS DEL EBRÓN” ENTRE EL CUERVO Y TORMÓN, TERUEL (y II).


Segunda parte de la Ruta de los Estrechos del Ebrón: tramo de montaña por Tormón (Teruel).



“El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza
 proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros”
-Friedrich Nietzsche (1844-1900),
uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX-.




Viene de:



Otras consideraciones.
En la primera parte de esta entrada dividía la ruta de los Estrechos del Ebrón en dos partes, una fluvial (de El Cuervo a los Estrechos del Cañamar, incluidos) y otra de montaña (desde poco más arriba de los Estrechos del Cañamar hasta la Cascada de Calicanto, vía el Puente de la Fonseca).

Ambos trayectos pueden hacerse, sin embargo, seguidos; incluso en ambas direcciones, pues se trata de un sendero lineal de dificultad media-baja. No obstante, cabe tener en cuenta algunas consideraciones de las que decía en la primera parte, la distancia (21 km ida y vuelta), lo que puede hacer que el trayecto sea agotador, en especial si se sube a los miradores. Ello hace que la ruta completa no sea recomendable para niños; tampoco para su realización en bicicleta, dada la escabrosidad de algunos tramos.

De hacer el trayecto en una sola atacada, una vez sobrepasado el pontón metálico pintado de verde existente poco más arriba de los Estrechos del Cañamar (ya en término de Tormón), cabe continuar por el camino pedregoso que decía. De esta forma nos iremos alejando del río para ascender por un sendero abierto en la ladera de la vertiente derecha hasta un puntal rocoso, atalaya desde la que contemplar el panorama que se ofrece a nuestra contemplación, con el cauce del Ebrón en posición meridional, encajonándose en el terreno, y las manchas de pino laricio autóctono poblando las vertientes.

Detalle del Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Vista meridional del Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Camino del Puente de la Fonseca.
Siguiendo el camino hallo al paso varias señales verticales con palas de madera y metálicas indicando la dirección a seguir. La ruta está bien señalizada y el camino es perfectamente transitable. Poco más arriba se circunda otro puntal rocoso para dar de nuevo con la alta ladera a cuyos pies discurre el cauce del Ebrón. Al borde del camino puede observarse un abrigo natural en la roca, que antaño servía a los lugareños para guardar los corchos de las colmenas. Siguiendo el trazado cabe descender por una fuerte costanilla escalonada con atoques de madera, y por un desvío del camino principal que hay poco más adelante (mano derecha del mismo) bajar hasta el cauce, incluso entrar en el agua para ver –desde aguas abajo, en posición meridional inferior- el impresionante Puente de la Fonseca.

Cabe subir de nuevo al camino principal y continuar por unas escaleras de madera que bajan hasta la plataforma, para descender hasta el lomo del Puente de la Fonseca. Desde el puente natural –bien protegido el lugar con barras de hierro y cable de acero- puede contemplarse la escabrosidad del precipicio, con el cauce encajonado entre paredes verticales literalmente cortadas a pico. El camino prosigue aguas arriba, hasta unos farallones rojizos de gran potencia plagados de geodas y resaltes a los que se llega tras ascender varios tramos de escalera. Desde este punto puede observarse otra panorámica del puente –desde aguas arriba, en posición septentrional superior-.

Detalle de señalización vertical camino del Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Detalle de abrigo para los arnales, camino del Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Detalle de pinos laricios por encima del Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Detalle de pino laricio "tridente" por encima del Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Desde el citado farallón la vista de la ladera opuesta (que es la derecha) constituye un espectáculo geológico de primer orden, una detallada observación de los distintos tipos de roca nos permitirá comprender los fenómenos naturales de arrastre y sedimentación de los materiales que en un momento dado, tras grandes avenidas en el río primigenio dieron lugar al puente natural. Se trata de una ladera muy empinada, con resaltes rocosos de material variado que forma una cornisa pétrea a cierto nivel por encima del cauce. Aunque el camino se extiende más allá del picacho, cabe volver al puente, cruzarlo de nuevo y ascender hasta la plataforma de tablas que decíamos arriba, para continuar ahora por la escalera de la derecha.

No obstante el desnivel, la subida por la ladera no es penosa, en ello colaboran los trechos llanos que encontramos, y el amenísimo paisaje, correspondiente a la ladera opuesta (que es la izquierda). Llamará la atención del caminante la singularidad en las formas de algunos monumentales pinos. Fijándose, a media ladera puede verse a la mano izquierda (queda en alto) un curioso pino laricio de triple tronco (tridente) y grandes sabinas centenarias de rugoso tronco y ramas retorcidas.


Detalle de escaleras de madera en la bajada al Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Vista general (meridional) del Puente de la Fonseca en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).
  
La vereda continúa pendiente arriba unos cientos de metros, hasta arribar a una planicie, por encima de los muros desmochados de un resguardo. Se trata de la Era del Colmenarejo. La planicie sirve de hecho como aparcadero, siendo el último punto hasta el que puede accederse en vehículo desde la carretera de Tormón. A la mano izquierda hay unas señales verticales con palas de madera y metálicas indicando la dirección de un mirador, situado hacia el suroeste, el último y más elevado de los varios existentes a lo largo de la ruta de los Estrechos del Ebrón. El mirador está unos cien metros más adelante, en un ensanchamiento a la izquierda del camino. Posee un par de bancos de madera con respaldo y una tabla informativa titulada En el Mirador del río Ebrón, panel con texto e imágenes. El conjunto se halla protegido por una balaustrada basada en rollizos de madera, constituyendo el más espectacular del trayecto. Bajo el epígrafe -Una obra de ingeniería natural-, se lee:
  • En una etapa de su dilatada historia geológica, el río Ebrón discurría lentamente por esta zona, debido a los frecuentes represamientos que se producían en su lecho, y que motivó que el sedimento carbonatado disuelto que transportaban sus aguas se fuera depositando sobre la vegetación que crecía en sus orillas, y que colonizaba las áreas encharcadas, solidificándose y petrificándose posteriormente. De esta manera y con el paso del tiempo se fueron formando grandes acumulaciones de estas nuevas rocas de origen orgánico y vegetal conocidas como tobas y travertinos, llegando a constituir espesores de decenas de metros como observamos en la placeta abancalada inferior. Sin embargo, y debido a probables cambios bruscos en el caudal del río, éste comenzó a encajarse en sus propios depósitos travertínicos, incluso pasando bajo los mismos, quedándose colgados algunos de ellos, dando lugar a los puentes naturales y abriendo profundos y escarpados tajos en la roca, como los que vemos en los parajes de los estrechos.

Vista oriental desde el Mirador del Ebrón en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).


Otro epígrafe –El valor de un bosque autóctono- dice:
  • Un basto manto arbóreo cubre las laderas y cerros que nos rodean, se trata de un bosque mixto autóctono compuesto por especies perfectamente adaptadas al medio como son el pino laricio (Pinus nigra) y la sabina albar (Juniperus thurifera), que aparecen más o menos asociados, cubriendo los suelos pobres, escasos y pedregosos de estas tierras. La sabina que compite por los mejores suelos con el pino laricio, adquiere una presencia mayor, cuando los suelos empeoran en las primeras parameras calcáreas, formando bosques abiertos y adehesados apropiados para el pastoreo. Finalmente no hay que olvidar que aquí en Tormón existe la única mancha de pino laricio autóctono de la Sierra de Albarracín.

Vista septentrional desde el Mirador del Ebrón en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Un tercer epígrafe –Los usos del monte- dice:
  • Este silencioso paisaje ha sido hasta hace bien poco escenario de buen número de actividades humanas guiadas por el conocimiento de los recursos del monte y dirigidas hacia una economía de autoconsumo. Así los cultivos se extendieron en terrazas abancaladas hasta lo inverosímil, muchas de las cuales forman parte hoy del dominio del bosque que se está empezando a recuperar de la sobreexplotación a que fue sometido durante siglos. Ya en 1798 Ignacio de Asso, al hablar de las herrerías de la Sierra de Albarracín, como la que existió en Tormón, decía: “En los principios estuvieron todas muy pujantes por la abundancia de leña en los montes inmediatos, de cuya destrucción han sido ellas la única causa, de modo que en el día suelen estar paradas los seis meses del año por la escasez de carbón”. Pero el monte no sólo abastecía de maderas, también sustentaba otras actividades esenciales para la economía y la dieta doméstica, como la apicultura, para ello se construían colmenares, como el situado en la Era del Colmenarejo, a la izquierda de la pista, del que sólo quedan los ruinosos muros donde se almacenaban los arnales o vasos de corcho en los que las abejas producían la miel y la cera.

Se cita aquí al naturalista ilustrado aragonés, Ignacio Jordán de Asso y del Río (1742-1814), profesor, escritor y cónsul de España en Ámsterdam, Holanda.[1] El panel informativo recoge en forma de pregunta -¿Sabías que?-:«Según cuenta la leyenda, el nombre del río Ebrón le fue dado tras una gran sequía que asoló el país durante la cual el río Ebro llegó a secarse, pero el Ebrón no». Esta misma historieta se la oí contar muchas veces a mis abuelos del El Cuervo durante mi infancia; aunque exagerada, no parece descabellada, aludiendo a que el río suele mantener su caudal, sin apenas estiaje, incluso en los momentos de mayor utilización del agua del río en verano, por los riegos. Valga como ejemplo el hecho de que en los años noventa del pasado siglo, el cauce del río Turia, a la altura del puente de La Palanca en Torrebaja, era un cascajar seco.


Vista septentrional desde el Mirador del Ebrón en Tormón (Teruel),
con detalle del Puente de la Fonseca en la ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).


Merece la pena sentarse en alguno de los bancos del Mirador del Ebrón para contemplar con detenimiento el hermoso paisaje que se nos ofrece. El cauce del río discurre zigzagueante de norte a sur, encajonado en un profundo cañón, pudiendo imaginarnos los fenómenos geológicos descritos en el primer epígrafe del panel, el represamiento del agua del río originario y el depósito de los sedimentos carbonatados sobre la vegetación circundante, origen de las rocas solidificadas de decenas de metros de espesor, que en un momento determinado, por efecto de alguna fuerte avenida o aumento en el caudal, el río comenzó a horadar, pasando incluso por debajo de algunos y dando origen a los singulares puentes naturales de piedra, labrando los espectaculares tajaduras en la roca que hoy podemos admirar en los Estrechos.

Asimismo, podremos ver la cobertura vegetal del monte, las amplias manchas de pino laricio autóctono en competencia con las sabinas albares, en trance de recuperación tras siglos de sobreexplotación humana –básicamente por la tala y el carboneo para las herrerías, además del laboreo y el pastoreo-; las terrazas abancaladas, expresión del desmedido aprovechamiento de la pedregosa y escasa tierra de cultivo. Sumido en estos pensamiento, sin dejar por ello de admirar el agreste paisaje, regreso a la placeta que el panel informativo denomina Era del Colmenarejo, para ir en busca de la Cascada de Calicanto.


Vista oriental desde el Mirador del Ebrón en Tormón (Teruel),
con detalle del encajonamiento del río en la ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Camino de la Cascada -y el molino- de Calicanto.
Arribado a la Era del Colmenarejo atiendo a las señales verticales que indican el camino a seguir. Se trata de una pista amplia y cuidada que puede seguirse con vehículo, bordeando la ladera. Enseguida puede verse hacia el noroeste el cerrito en cuya cima se halla la Ermita de San Cristóbal, a sus pies pasa la carretera que viene de Alobras, por detrás del montículo ya aparece el caserío de Tormón.

La pista que vengo siguiendo continúa unos centenares de metros por una umbrosa ladera hasta descender al vallejo, allí encuentro nuevas señales verticales indicando la ubicación de la Cascada de Calicanto. No obstante, la vía prosigue hasta la carretera de Alobras y Tormón, pasado a los pies de una escombrera. La vista de la escombrera resulta penosa, desdice del entorno natural y debiera clausurarse. Tomo el camino de la derecha hasta el río; arribado al cauce continúo aguas arriba, por la margen derecha, que queda a la izquierda del caminante.

El panorama del río es muy agradable, el agua discurre mansamente entre los chopos y sargas de la ribera. A la izquierda vislumbro las ruinas del molino, y al fondo la cascada, al pie de un enorme peñasco con forma de esfinge que emerge entre las copas de los árboles, en la margen izquierda. Del molino quedan todavía muchos restos, un muro de piedra tosca delinea en la base un arco ensanchado correspondiente al sobradero del molino. En la parte alta del muro, sujetas por una ceñidor de hierro, lucen todavía tres jícaras de porcelana del antiguo cableado eléctrico. Frente a este edificio hay otro formando calle, al fondo de la cual se halla el molino propiamente; junto a la entrada yacen los restos de una vieja muela carcomida y desdentada.

Vista septentrional de las ruinas del antiguo molino de Calicanto, en Tormón (Teruel), ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Detalle de las ruinas del antiguo molino de Calicanto en Tormón (Teruel), 
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Detalle de las ruinas del antiguo molino de Calicanto en Tormón (Teruel),
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Todos los lugares tienes su historia, también el molino de Tormón. La señora Aurora Sánchez Fortea (1926-2019) me contaba de sus abuelos –Miguel Fortea y Anica Garrido-, remontando su historia a los años noventa del siglo XIX (1898):
  • Contaba mi madre que cuando ella tenía unos ocho o diez años, murió su padre en Tormón, un pueblo de Teruel más arriba de El Cuervo donde estaba de molinero. [...] sucedió que la víspera del Corpus de aquel año cayó una gran tormenta por aquellas sierras y bajó una riada muy grande, de tal forma que el agua entraba por todas partes (en el molino). Mi abuela Anica subió los muchachos a las cambra y mi abuelo y los que hubiera se pusieron a retirar talegas y quitar agua para evitar se mojaran. Entonces oyó un ruido muy fuerte y pensó que el molino se hundía, por lo que rápidamente sacó a todos por una ventana... Al día siguiente era el Corpus y se fueron a la iglesia, cuando volvieron se dieron cuenta que el molino se estaba inundando... Al parecer, se había obstruido la salida del aguadero. Antaño bajaban por el Ebrón los troncos producto de las talas del Rodeno, y probablemente serían ramas, broza o palos lo que impedía el desagüe del molino. Mi abuelo tenía unos trabajadores y les dijo: Venga, entrar en el agua, vamos a desembozar... Pero los trabajadores comenzaron a remolonear, que si el agua estaba muy fría, tal y cual, que entrara él con ellos... Así que tal como venía de misa, se quitó la chaqueta de pana que llevaba y con los pantalones puestos se metió en el agua, y los demás con él... Pero mi abuelo, entre el susto y el acaloro que tenía debió coger frío, o lo que fuera; el caso es que murió de una neumonía, con apenas 44 años y mi abuela se quedó sola con los hijos...[2]
Los señores Miguel y Anica, abuelos de mi informante y molineros de Tormón tuvieron cuatro hijos: Antonio, Lucía, Anita y Miguel Fortea Garrido. Tras el fallecimiento del marido, la señora Anica se bajó con sus hijos a Torrebaja -de donde procedía-: Contaba que bajaron con un carro por el Rodeno... –refiere la señora Aurora-.

Vista parcial de las ruinas del antiguo molino de Calicanto en Tormón (Teruel),
con detalle de una vieja muela a la entrada, ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Las ruinas del molino de Tormón se hallan en la margen derecha del río -a pocos metros del cauce-: un lugar idílico, con el agua límpida discurriendo entre los chopos y sargas de las riberas. El molino de Calicanto fue el segundo que hubo en la villa, las ruinas del primero, denominado molino de la Fuente se hallan frente a la villa, mucho más arriba. El de la Fuente era un "molino de rueda", cuya tecnología lo hace más antiguo que el de Calicanto, que era un "molino de Cubo", cuya estructura cuadrangular todavía puede verse emergiendo del conjunto. Cabe considerar, sin embargo, que los molinos de rueda se generalizaron en España a partir del siglo XV-XVI, pero el de Calicanto podría datarse posiblemente en los siglos XVI-XVII, aunque faltaría un estudio arqueológico para datarlo con más exactitud. Con posterioridad al fallecimiento del molinero de Torrebaja (señor Miguel Fortea) el molino de Calicanto se reconvirtió en una minicentral eléctrica -esto sería ya en la segunda década del siglo XX-, toda vez que la maquinaria allí instalada procedía de "Averly, S.A." -razón social que aparece grabada en la maquinaria y que la empresa aragonesa adquiere a partir de 1918-:
  • En 1945 la central de Tormón (ubicada en el molino de Calicanto) tenía una potencia instalada de 15 kilovatios hora, produciendo un total de 18.000 kilovatios hora anuales, lo que la situaba en el nº 27 de un total de 56 centrales, estando en funcionamiento unas 1.200 horas al año (una media de 3,5 horas al día). Tras el abandono de la minicentral eléctrica, el conjunto inició su lento pero irreversible deterioro, paralelo al proceso de despoblación general de Tormón.[3]

Un centenar de metros aguas arriba del molino está la Cascada de Calicanto, al pie de un ciclópeo peñasco. El río se precipita bruscamente al vacío formando un salto de una veintena de metros. El ruido del agua al caer se oye desde lejos. En los momentos de máxima avenida la catarata –que forma un amplio semicírculo cubierto de musco- debe ser impresionante, majestuosa. Cuando yo la vi formaba apenas dos mangas de río cayendo sobre un fondo herbáceo, musgoso. El caidero hace una somera poceta en el cauce tras la cual el río sigue su curso entre álamos y sargas, como si nada -tranquila, mansamente-, camino de los Estrechos.

Vista parcial del río Ebrón en Tormón (Teruel), por debajo de la Cascada de Calicanto, 
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Vista parcial del río Ebrón en Tormón (Teruel), por debajo de la Cascada de Calicanto, 
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Vista parcial del río Ebrón en Tormón (Teruel), por debajo de la Cascada de Calicanto, 
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).


Palabras finales, a modo de epílogo.
Aunque la ruta de los Estrechos del Ebrón se narra aquí de forma seguida -digamos, lineal-, valga decir que esta segunda parte de la excursión la hice al día siguiente de la primera, esto es, el 2 de enero de 2017. Para ello subí en coche hasta Tormón, siguiendo la carretera N-420 hasta el desvío de Arroyo Cerezo (Castielfabib). Desde el Royo continué por la carreterita local que une Veguillas de la Sierra y Alobras con Tormón.

Antes de llegar a Tormón hay una explanada a la izquierda de la vía, por encima de la escombrera. Frente al aparcadero pueden verse varias señales verticales mostrando la dirección a seguir para visitar la Cascada de Calicanto, el Puente de la Fonseca y los Estrechos del Ebrón, en dirección hacia El Cuervo. Dejé el coche aparcado y –siguiendo las indicaciones- me encaminé hacia los lugares que pretendía visitar. La pista hace una brusca revuelta hacia la derecha, pasa a los pies de la escombrera y continúa al frente, donde se hallan las indicaciones arriba aludidas. El camino sigue por la izquierda hacia la Cascada de Calicanto, aunque yo elegí el camino de la derecha, para ver primero el Mirador del Ebrón y el Puente de la Fonseca.


Vista parcial de la Cascada de Calicanto en Tormón (Teruel), 
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).


Vista general de la Cascada de Calicanto en Tormón (Teruel), 
ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

Vista parcial del río Ebrón en Tormón (Teruel),
por debajo de la Cascada de Calicanto, ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).


Eran las primeras horas de la mañana, con el piso de la pista enteramente cubierto de escarcha, y el cielo despejado. Tan fuerte había sido la helada que las piedras del camino no podía despegarlas del suelo. Al salir de la umbría me encontré con una chica –quiero decir una mujer joven- que bajaba de la Era del Colmenarejo. Me paré para saludarla, ambos nos sorprendimos al vernos tan de mañana por aquellos lugares, normalmente solitarios. Le comenté adonde iba y me dijo que el Mirador estaba cerca, pero que para el Puente de la Fonseca todavía me quedaba un buen trecho. Lo cierto es que por esta parte no había estado nunca, de ahí mi sorpresa –y emoción- al llegar al Mirador del Ebrón y ver el espléndido panorama que se ofrecía a mi contemplación. Aunque primero llegué a la Era del Colmenarejo, una explanada donde pueden aparcarse los vehículos, caso de haber llegado hasta allí en coche. Desde este punto la pista se convierte en sendero, prolongado por la derecha hasta el Mirador, y más allá. De regreso del mirador enfilé el camino que me indicaban las señales, una trocha todavía más estrecha que desciende bruscamente por la ladera, pasando frente a los muros desmochados del antiguo colmenar, donde los apicultores guardaban antaño las cajas o corchos de las abejas.

En mi descenso de aquel día bajé hasta el Puente de la Fonseca, descendiendo incluso hasta el cauce, aguas abajo del río, para obtener una perspectiva meridional del puente natural. Volví al camino, crucé el viaducto y ascendí por la margen izquierda hasta un peñasco rojizo que hay más arriba, con el propósito de observar el panorama aguas arriba, desde una posición septentrional. De vuelta continué por el camino hasta casi los Estrechos del Ebrón -poco más arriba del pontón metálico pintado de verde donde había estado el día anterior-: en mi descenso pasé junto a otro antiguo colmenar, practicado éste en la roca viva del monte, refugio natural con murete delantero donde se guardaban los arnales. Poco más abajo encontré nuevas señales verticales indicando la ruta de los Estrechos del Ebrón.

De vuelta a la Era del Colmenarejo, siguiendo la pista me dirigí a la Cascada de Calicanto, pasando junto a las ruinas del viejo molino de Tormón.

Detalle de señalización en las proximidades de Tormón (Teruel),
indicando la dirección del Puente de la Fonseca y la ruta de los Estrechos del Ebrón (2017).

En suma: el trayecto de los Estrechos del Ebrón es muy versátil, puede hacerse en sentido ascendente (desde El Cuervo) y descendente (desde Tormón); en una sola acometida o en dos excursiones distintas. Personalmente, recomiendo la segunda opción: es mucho más relajada y nos permitirá visitar sosegadamente El Cuervo y Tormón, pueblos serranos con mucho encanto. Una observación final, siendo una de las rutas más hermosas que pueden realizarse en la zona, asombra que no haya todos los días varios grupos de gente practicándola, pues reúne todos los elementos para constituirse en reclamo turístico (natural y cultural) de primer orden. Vale.





Véase también:
**  TORMÓN, PUEBLO DE TERUEL (I y II), del miércoles 1 de febrero de 2017. 
**  VEGUILLAS DE LA SIERRA, PUEBLO DE TERUEL, del viernes 20 de enero de 2017.



[1] Ignacio Jordán de Asso y del Río (1742-1814). «Erudito español. Estudió en Cervera y en Barcelona y fue profesor en Zaragoza y en Madrid. Publicó muchas de sus obras en Ámsterdam, donde ejerció como cónsul general de España. Organizó un gabinete de historia natural, un jardín botánico y un laboratorio químico. Es autor de estudios sobre botánica, sobre historia jurídica y literaria y sobre agronomía. Su obra más notable es Historia de la economía política de Aragón (1798)». Tomado de Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea (consultada el miércoles, 13 de enero de 2017).
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009). Aurora Sánchez Fortea (Torrebaja, 1926), la persistencia de la memoria, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. III, pp. 53-75.
[3] Informe sobre las potencialidades patrimoniales y turísticas de Tormón, Proyecto promovido por Parque Cultural Albarracín, Dirección General de Patrimonio Cultural, realizado por Qualcina. Arqueología, Cultura y Patrimonio [equipo dirigido por Javier Ibáñez González, arqueólogo], Teruel, diciembre 2008.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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