miércoles, 26 de septiembre de 2012

EL CAMINO DE LA "VERA CRUZ": DE ADEMUZ A LANDETE [y II].

 Descripción del camino peregrino, 
en su primer tramo conquense.






          
La entrada principal al recinto se halla cerrada por una gran verja de madera, pero nosotros entramos por una puerta aneja, dispuesta para los peatones. Junto a la entrada hay un cartel con un plano, dos retratos a plumilla –correspondientes a los primeros marqueses de Moya- y un texto ilustrativo, que dice:
  • La villa de Moya fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1982, se asienta en un cerro con una extensión aproximada de 140.000 m2, cuya visibilidad le confiere una posición estratégica privilegiada. Los primeros vestigios de ocupación datan de la edad de bronce y en la edad del hierro debió ser un importante castro ibérico según se deduce de los hallazgos cerámicos. En 1176 se cita que los moros de Moya junto a los de Cuenca y Alarcón entraron por las tierras de Uclés, que ya era de la Orden de Santiago. Sin embargo, las pruebas arqueológicas de un hisn –poblado fortificado- o medina árabe –ciudad- en Moya son de momento muy parcas./ Hasta 1183 no hay un intento decidido de repoblar estas tierras, concediéndose (a) uno de los arcedianatos de Cuenca por parte del obispo Janes. En 1210, el Rey Alfonso VIII concede fuero a la villa, provocando la ruptura de la tregua con los almohades. La contienda subsiguiente se saldará favorablemente al bando cristiano en la batalla de las Navas de Tolosa (1212)./ En las cortes de Valladolid de 1351 se menciona a Moya como “Puerto Seco”, es decir el lugar de frontera donde pecharán todas las mercancías provenientes de los Reinos de Aragón y Valencia, lo cual explica la riqueza e importancia que esta villa adquiere en la baja edad media. Por ello, fue codiciada por Don Juan Pacheco –el Marqués de Villena-, que la puso sitio en 1451 con poca fortuna. [La villa] Fue confirmada en 1475 a D. Andrés De Cabrera, esposo de Doña Beatriz de Bobadilla camarera de Isabel la Católica. Cinco años después la villa y sus tierras ascendieron al rango de marquesado./ A fines del S. XVI, el paisaje urbano medieval se transforma en la característica ciudad convento española al construirse el edificio de las Concepcionistas y reformarse la práctica totalidad de sus iglesias. [El lugar] Se abandona definitivamente en los años 50 del S. XX.

 
Resulta comprensible que no se hayan encontrado en las ruinas de Moya restos de baluartes árabes, pues los moros nunca tuvieron ninguna fortificación en Moya. El error parte de la conocida crónica del fraile calatravo Francisco de Rades y Andrada (+1599). Escribe el historiador en su crónica:
  • Este mismo año los Moros que poseían la cibdad de Cuenca con las villas de Alarcón y Moya entraron por tierra de Uclés en 1173 que era de la Orden de Santiago y la robaron y talaron aunque no pudieron ganar el castillo de Uclés ni el de Alharilla que eran los mas principales de aquella tierra porque los Cavalleros de la Orden les resistieron varonilmente.[1]

Pero mal pudieron colaborar los moros de Moya con los de Cuenca y Alarcón en la acometida contra Uclés y Alharillas, porque a la fecha –1173- Moya era un cerro pelado. De facto, las ruinas moyanas más antiguas que conocemos proceden de edificios construidos entre los siglos XIII y XV.[2]
 
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Vista de la iglesia de Santa María la Mayor de Moya (Cuenca),
con detalle del pórtico y espadaña, desde la plaza del Mayor (2012).

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Acceso a las ruinas de Moya (Cuenca), 2012.

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Torres y murallones en el acceso a las ruinas de la antigua villa fortificada de Moya (Cuenca), 2012.

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Plano de Moya (Cuenca), con detalle de la ubicación de cada elemento del conjunto,
según aparece en un panel a la entrada de las ruinas (2012).

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Detalle del antiguo empedrado en una calle de Moya (Cuenca), 2012.

            
La descripción del lugar de las ruinas se escapa a las posibilidades de este artículo... Aunque someramente, diré sin embargo que se trata de un espacio singular, de cuya magia se apercibe uno en cuanto atraviesa las desdentadas murallas que lo circundan. Iglesias arruinadas, conventos demolidos, muros desmochados, estrechas callejas con restos de su empedrado original... Junto a las ruinas principales hay paneles explicativos que ilustran al visitante acerca de su significado, con una breve reseña histórica, basada en textos, dibujos y esquemas coloreados. El recinto es oblongo, orientado de norte a sur: la parte septentrional se halla ocupada por las ruinas de distintos edificios, viviendas, templos y claustros –iglesia de san Juan, de san Bartolomé, de san Miguel, convento de Concepcionistas, Hospital de la Madre de Dios, de Cautivos, Casa de las Rejas, y otros edificios, estos restaurados, como la Casa Ayuntamiento o antiguo Pósito –que luce una estupenda balconada en madera- y la magnífica iglesia de Santa María la Mayor –con su pórtico y espadaña a los pies, aquel al lado del evangelio y ésta en el de la epístola-; ambos edificios miran a la plaza Mayor. En el lado norte de la Plaza Mayor yacen las ruinas de una gran iglesia -la Santísima Trinidad (siglos XIII, XVI y XVII)- cuya importancia y tamaño se pueden inferir de la impresionante espadaña que luce todavía: en dicha iglesia tenían su sede dos cofradías, la del Santísimo Sacramento y de la Vera Cruz (Sáez Fernández, 2011).

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Acceso al castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
con detalle de la Torre del Homenaje al fondo (2012).
            

La parte meridional del cerro se halla ocupada por el castillo-fortaleza de los mencionados primeros marqueses de Moya –don Andrés Cabrera (1430-1511) y doña Beatriz de Bobadilla (1440-1511)-, recinto amurallado del que todavía restan diversas estructuras almenadas y el soberbio torreón del Homenaje. Un panel explicativo del conjunto fortificado, dice:

  • Edificio símbolo por excelencia de la Edad Media, el castillo es medio de dominio con que la nobleza feudal se asegura la posesión de una villa. En caso de disturbios o revueltas, la guarnición se encastillaba a la espera de refuerzos. En realidad este edificio no asegura la posesión de la villa, sino (que) protege a los que aseguran esa propiedad./ Su origen seguramente debemos remontarlo a 1215 cuando Enrique –se refiere a Enrique I de Castilla (1214-17)- le entregó diversas propiedades y el mismo Alcázar de Moya a la Orden de Santiago. Sus caballeros construyeron un primer castillo en el extremo (meridional) del recinto con el fin de crear la albacara (para la protección y resguardo de personas y ganados) aprovechando parte de la muralla del S. XII. La función de esta se comprende como lugar protegido en el que acantonar hueste antes de una expedición. El último cuarto del S. XV marcó la gran transformación cuando el primer Marqués de Moya, D. Andrés Cabrera promovió la construcción de la Torre del Homenaje y las barreras (falsasbragas) artilleras. El carácter simbólico de la primera se manifiesta en la celebración del acto del homenaje, donde el alcalde de la fortaleza –nunca el vasallo del pueblo llano- rendía pleitesía al señor de la misma. Estratégicamente era también una unidad independiente de los recintos exteriores para aislarse en caso de crisis. A este respecto, al cuerpo superior de esta torre se accedía mediante un puente levadizo de contrapeso. Por dentro se conservan unos lujosos espacios dotados de cortejadores y chimeneas. Originalmente tenía por lo menos una altura más que fue desmontada en época carlista.

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Ruinas del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
con detalle de la entrada y Torre del Homenaje en su fachada septentrional (2012).


            
Poco más abajo, refiriéndose a las "Barreras de Artillería", otro panel dice:
  • Las barreras o falsasbragas que comienzan a proliferar en la segunda mitad del S. XV, son la consecuencia directa de adaptar la tradicional poliorcética medieval –se refiere a la estrategia militar para atacar o defender ciudades fortificadas o castillos- a los nuevos medios artilleros de expugnación. Al ser complicado izar piezas de fuego a las altas torres y recintos de los castillos, se optó por la construcción de esos antemurales perimetrales donde se alojarían las cámaras de tiro, y a los que se les protegería de un foso seco normalmente excavado en la roca natural./ El castillo de Moya dispone de dos barreras, una cubierta mirando al interior de la albacara y la que aloja la entrada principal. Más que para protegerse de amenazas exteriores, estas barreras se concibieron como respuesta a la violencia antiseñorial que proliferó en esta época. Una revuelta armada por parte de la población de la villa podía de un plumazo privar a los marqueses de su más preciada posesión, por lo que se concibió que esta pudiera ser reducida por la artillería del castillo que les mantendría a raya, mientras se tomaban medidas para restablecer el orden./ La entrada a la barrera se protegía por matacanes y un puente levadizo, las torres se adornaban con arquillos ciegos, y aparte de las troneras son destacables la existencia de espingardas para arma de fuego portátil. En la barrera que mira la albacara se aprecian sistemas de tiro que denotan la influencia del sistema poliorcético que por entonces se estaba construyendo en el castillo real de Medina del Campo (Valladolid).

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Vista del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
con detalle del acceso y Torre del Homenaje
-la población de Manzaneruela (Landete) se observa al fondo izquierda- (2012).

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Muro de un torreón, detalle de aspillera o tronera "de palo y orbe"
en el castillo-fortaleza de Moya (Cuenca), 2012.

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Detalle de la Torre del Homenaje del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca),
 desde la Albacara -siglo XIII- de la Orden de Santiago (2012).

            
A la vista de tanta Historia como reúne el lugar, uno no puede dejar de preguntarse por el sentido del devenir histórico... El gran historiador griego Polibio (200-180 a.JC), entiende la historia de una sociedad, cultura o civilización, como una sucesión de etapas, tal la infancia, juventud, madurez, senectud y muerte de un ser vivo, a lo que cabría añadir la sucesión de las distintas formas de gobierno o regímenes políticos: monarquía, tiranía, aristocracia, oligarquía, democracia y demagogia -lo que conocemos como anaciclosis-. De esta forma, la demagogia entraría en crisis, para dar lugar nuevamente a una monarquía y así comenzar otra vez el ciclo. Según esta concepción recurrente de la Historia –sin duda influida por el fatum o tijé, esto es, por la fuerza ineludible del destino-, toda sociedad y todo régimen político tienden a degenerarse... Frente a la concepción helenística se halla la interpretación de la Historia traída por el cristianismo que, conforme al saber bíblico, la concibe de forma lineal y continuada -aunque no necesariamente recta, pudiendo tener altibajos, detenciones y retrocesos-, en cuyo centro, sin embargo, dotando de sentido al proceso, se halla Cristo. Dicho de otra forma, para el cristiano la Historia ha tenido un comienzo y tendrá un fin, y el progreso o retroceso de la misma depende de la libre voluntad del hombre.[3] "No olvidemos –lo decía Sánchez Albornoz- que la historia es la hazaña de la libertad y la libertad, la hazaña de la historia...".


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Vista de Santo Domingo-Moya (Cuenca), desde las ruinas de la iglesia de San Bartolomé, en cuyo desmontaje -durante la Guerra Civil (1936-39)- fue obligado a trabajar don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), cura párroco de Henarejos natural de Fuentelespino, finalmente asesinado en el rento de Benarruel el 30 de agosto de 1936.

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Vista de Los Huertos de Moya y Landete
-con detalle del Pico de Ranera al fondo de la serranía de Cuenca-,
desde la Albacara del castillo-fortaleza de Moya (Cuenca), 2012.

            
Además de la historia, lo más espectacular del cerro donde asientan las ruinas de Moya es su privilegiada posición –a 1.155 m de altitud-: hacia el norte, desde la puerta de la Calzadilla y Mirador de la Coracha, la vista se extiende hasta la sierra pinada de Santerón, a cuyos pies se hallan las poblaciones de Algarra y Garcimolina, y más próxima a nosotros, la aldea de Santo Domingo de Moya. Hacia el sur, desde el extremo meridional de la Albacara de la Orden de Santiago -del siglo XIII-, la vista alcanza hasta el pico de Ranera y sus estribaciones, con las vegas de Landete y Los Huertos a nuestros pies. Hacia el este, desde la puerta de San Diego e iglesia de San Bartolomé, se distingue la aldea de Pedro Izquierdo y las tierras gredosas sobre las que asienta, y la de El Arrabal, ésta en la misma ladera del cerro moyano, extendiéndose en la lejanía hasta Javalambre y sus ramificaciones, que cierran por esta parte el horizonte. Hacia el poniente, desde la puerta de los Ojos, la vista permite observar los campos de cultivo de rojizas tierras arcillosas, con sembraduras y almendrales, hasta perderse en la línea azulada de los montes más lejanos.

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Vista de Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca),
desde las murallas del castillo-fortaleza de Moya (2012).

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Vista de los campos de cultivo existentes en la vega de Moya (Cuenca),
desde la vertiente occidental del cerro, con la serranía conquense al fondo (2012).

            
La hora de comer nos cogió en el castillo y allí mismo comimos lo que llevábamos, un bocadillo y fruta como postre, para sestear después a los pies del torreón del Homenaje. Dejamos las ruinas de Moya con cierta nostalgia, debiendo continuar nuestro Camino... El camino peregrino continúa por debajo del cerro, poco antes de entrar en Los Huertos de Moya, por una vía de tierra que sale a la mano izquierda de la carretera: el poste tiene una señal aflechada indicando en sureste. Poco más adelante hay que salvar un fuerte desnivel para subir a la planicie, que continúa hacia los llanos de Landete por entre campos de cultivo, rastrojos, tierras yermas y almendrales, hasta salir a la carretera de Teruel; esto es a la altura de la piscina municipal, por encima del Cuartel de la Guardia Civil.


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Poste señalizado del Camino de la Vera Cruz,
indicando el camino de Landete, por debajo de Moya (Cuenca), 2012.

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Receso en el patio de un restaurante de Los Huertos-Moya (Cuenca).


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Ladrillo cerámico indicando un punto de sellado de la Credencial del Peregrino 
en Los Huertos-Moya (Cuenca), 2012.

            
Existe una vía alternativa, yendo directamente por la carreterita que venimos siguiendo, hasta llegar a Los Huertos: ésta fue la que nosotros seguimos, para tomar una infusión del tiempo en el "Restaurante Moya", donde la casa rural Señorío de Moya, que posee un espléndido patio sombreado ciertamente agradable. Mitigado el calor continuamos la marcha, yendo directamente a Landete por la carretera comarcal. En Landete hay buenos lugares donde comer y pernoctar: conviene dejarse llevar de la intuición y perderse por sus callejas, de sabor rural y urbano a la vez, aunque sin dejar de visitar la iglesia parroquial –Nuestra Señora de la Asunción- y la plaza del Ayuntamiento, donde la Casa Consistorial, entre otros lugares de interés. La localidad se halla a 989 metros de altitud y censa 1.381 habitantes, lo que la sitúa entre las más importantes de la zona. Y si el peregrino dispone de tiempo, no debería dejar de visitar la ermita de la patrona -Virgen de la Fuen María- un lugar con encanto muy estimado por los landeteros, aunque ésta queda fuera de la población, yendo por la carretera de Fuentelespino de Moya...


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Calle a la entrada de Landete (Cuenca) -procedente de Los Huertos-Moya (Cuenca)-,
con detalle de la torre-campanario de la parroquial al fondo (2012).

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Fachada principal y pórtico de la iglesia parroquial
Nuestra Señora de la Asunción de Landete (Moya), 2012.

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Detalle de un antiguo cartel anunciador -basado en ladrillos cerámicos-,
en la fachada de una casa de Landete (Cuenca), 2012.

            
Palabras finales.
            
El Camino de la Vera Cruz de Ademuz (Valencia) a Landete (Cuenca), sale de la villa ademuceña por el cerro de Horca, en busca del Pinar Llano, una altiplanicie con cultivos de almendro, eriales, páramos y rastrojares. Lo más notable del trayecto es el espectáculo de los horizontes que pueden admirarse en los cuatro puntos cardinales, además del silencio y la soledad que reina en estos elevados parajes.
            
El Camino continúa hasta encontrarse con la carreterita de Negrón, aldea de Vallanca, lo que sucede a la altura de las ruinas del rento de Benarruel, un lugar en despoblado que tiene su historia en relación con la Guerra Civil (1936-39), y que en el pasado formó parte del poblamiento disperso de estos términos.
            
Desde este punto, la Vía sigue en dirección a Pedro Izquierdo, aldea de Moya, cuyo caserío asienta en las cotas bajas de un cerrito alomando y pedregoso, cuya cima corona la Ermita de San Cristóbal: desde el lugar del ermitorio puede admirarse otro magnífico espectáculo, con el caserío aldeano a los pies, el de Santo Domingo poco más adelante y el cerro de Moya con sus ruinas a la izquierda, hasta perderse en el poniente más lejano.
            
De Santo Domingo a Moya hay un tiro largo de fusil, pero conviene ir despacio, disfrutando del panorama del cerro y de la silueta recortada de sus ruinas. Para subir a Moya caminando conviene hacerlo por El Arrabal, accediendo al tercer recinto por la Puerta de la Villa y entrando en la antigua población por la Puerta de San Diego, ésta en el segundo recinto, frente a la devastada iglesia de San Bartolomé-; pero si vamos en bicicleta es mejor subir por la rampa de la ladera, hasta la Puerta de Carros y  entrar en el segundo recinto por la Puerta de San Juan, o continuar hasta la  de San Diego, para ir directamente a la plaza Mayor –donde se halla la casa del Ayuntamiento o antiguo Pósito y la iglesia de Santa María la Mayor-, y comenzar desde este punto la visita. Lo cierto, sin embargo, es que cada cual puede hacerlo desde donde le plazca. Quien guste de la Historia podrá leer los paneles informativos, allí se instruye acerca del origen de estas ruinas y de su importancia y significación en el pasado medieval y moderno; aunque, quien no disfrute con las piedras viejas, siempre podrá hacerlo con el paisaje...

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Indicadores de dirección -Teruel y Valencia- sitos en la carretera nacional 330, a la salida de Landete (Cuenca), 2012.
          
En suma: el trayecto de la Vera Cruz desde Ademuz hasta Landete reúne condiciones de las que podrá disfrutar en abundancia el peregrino o excursionista –bien sea caminante o ciclista-: pues aquí se dan cumplida cita un agreste y abierto paisaje, y una densa historia, pudiendo disponer también de muchas ocasiones para recapacitar y meditar en silencio y soledad. Vale.






[1] RADES DE ANDRADA, Francisco. Chronica de las tres órdenes y cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara: en la qual se trata de su origen y successo, y notables hechos en armas de los maestres y caualleros de ellas: y de muchos senores de título y otros nobles que descienden de los maestres: y de muchos otros linajes de España (Toledo: J. de Ayala, 1572), p. 14.
[2] La nota de referencia y su cifrado me ha sido proporcionada por don Niceto Hinarejos Ruiz, ilustre paleógrafo, latinista y estudioso local, al que se cita en la Bibliografía Recomendada.
[3] SUÁREZ, Luis (2008). La construcción de la cristiandad europea, Biblioteca Homolegens, Madrid, p. 38.


Etapa Teruel-Landete: detalle de alturas (máxima: 1.174,87 mts, mínima: 717,28 m), distancia (83,72 km) y desnivel acumulado (1.174,27 mts) [Tomado de http://www.caminoveracruz.blogspot.com.es]



BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
* GÓMEZ, Eusebio y SÁEZ, Teodoro. Moya, su historia, sus hombres, sus tradiciones, Edita "Asociación Amigos de Moya (Cuenca)", Valencia, 2001.
* ID. Los septenarios. Moya por Santa María, Edita "Asociación Amigos de Moya (Cuenca)", Valencia, 2004.
* PITARQUE, Juan, HINAREJOS, Niceto y GÓMEZ, Eusebio [Coordinador: Teodoro SÁEZ]. Moya (Cuenca), tierras de frontera (1269-1375), Historia y Documentos (a la luz del Archivo de la Corona de Aragón), Edita "Asociación Amigo de Moya (Cuenca)", Valencia, 2007.
* SÁEZ FERNÁNDEZ, Teodoro. Guía práctica de Moya (Cuenca), Edita "Asociación Amigos de Moya (Cuenca)", Segunda edición, Valencia, 2011 [Cuenta con la colaboración especial de Eusebio Gómez García y de Niceto Hinarejos Ruiz e incluye un plano general desplegable de las ruinas de Moya].  

EL CAMINO DE LA "VERA CRUZ": DE ADEMUZ A LANDETE [I].

Descripción del camino peregrino,
en su primer tramo conquense





A mi hijo Alfredo-Ferran Sánchez Sendra
que me acompañó en este viaje.


Palabras previas.
Recientemente escribí acerca del Camino de la Vera Cruz a su paso por el Rincón de Ademuz, lo que me llevó a recorrer antes su trazado entre Libros (Teruel) vía Torrealta (Torrebaja), Torrebaja y Ademuz, siguiendo el cauce del río Turia, que atraviesa la comarca de norte a sur.[1]

El presente artículo tiene por objeto describir el trayecto que sigue el camino peregrino, y lo que puede verse a su paso, entre Ademuz (Valencia) y Landete (Cuenca). La marcha tuvo lugar una despejada mañana de mediados de septiembre y la realizamos en bicicleta: partimos de Ademuz por la ermita del Rosel, subimos por el cerro de Horca hasta el Pinar Llano, pasamos frente a las ruinas del rento de Benarruel, las aldeas moyanas de Pedro Izquierdo, Santo Domingo, El Arrabal, Los Huertos y Landete. La hora de comer nos cogió visitando las ruinas de Moya, allí comimos y sesteamos.

Para llevar a cabo el trayecto, tanto si se realiza andando o en bicicleta, el peregrino o caminante debe ir bien provisto de lo necesario para este tipo de marchas -me refiero a vestido, calzado y protección contra los elementos-; debiendo insistir, no obstante, en la necesidad de ir acompañado y bien provisto de agua, pues no encontraremos ninguna fuente hasta la aldea de Pedro Izquierdo, lo que supone un trecho considerable en despoblado.

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Vista meridional de Ademuz (Valencia), desde el camino que asciende al cerro de Horca y el Pinar Llano, donde se inicia el Camino de la Vera Cruz en su tramo de Ademuz a Landete (Cuenca), 2012.



Una descripción del camino.
Propiamente, el Camino de la Vera Cruz comienza en la salida meridional de Ademuz, frente al Instituto, donde podremos ver unos de los pilones de piedra que lo señalan. Tomaremos el camino que baja hacia la Residencia de Ancianos y continuaremos por el llano, atravesando el Bohílgues –también llamado río de Vallanca- por un somero puentecito. Se trata de una pista de tierra entre huertas que conduce hacia la Ermita de Nuestra Señora del Rosel, un edificio de planta cuadrangular con cobertura a cuatro aguas, en cuya fachada principal puede verse un arco adovelado con dos aberturas rejadas laterales. Se trata de una ermita sin culto, sin nada notable que reseñar en su interior. El ermitorio queda a nuestra derecha, y ascendiendo una somera costanilla damos a la carretera que conduce de Ademuz a Casas Altas y Casas Bajas. La salida a la carretera se produce en medio de una importante curva. Al otro lado de la vía veremos una carreterita asfaltada que asciende por una umbrosa ladera hacia el cerro de Horca, en cuyo inicio veremos un poste con una señal roja aflechada, indicándonos la dirección del camino peregrino.


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Vista parcial del caserío de Ademuz (Valencia), sobre el cerro de los Zafranares (759 m), con el Pico Castro (897 m) al fondo (2012).


Yendo en bicicleta hay que poner una marcha larga -o blanda, como dicen los ciclistas-, y concentrarse en la subida; eso sí, sin mirar demasiado hacia delante… La costanilla es ciertamente muy empinada, razón por la que hace falta cierto entrenamiento previo que, por otra parte, se le supone al peregrino que utiliza este medio de locomoción. En cuanto ascendamos unos cientos de metros, pasando por una zona de eras y pajares abandonados, observaremos que el panorama se ensancha, ampliándose el horizonte y la vista del caserío de Ademuz. Durante la ascensión hasta el Pinar Llano (1.042 m), tramo que durará tres cuartos de hora bien cumplidos, tendremos ocasión de detenernos para descansar, lo que aprovecharemos para admirar el majestuoso espectáculo paisajístico que se ofrece a nuestra contemplación.

La imponente mole de los Zafranares o Azafranares (759 m) sobre cuya vertiente oriental asienta la villa y del Pico Castro (897 m), que resguarda el caserío por el norte, se van empequeñeciendo conforme ascendemos por el repecho de Horca. Desde una planicie que se abre a la derecha –donde una caseta de cazadores- ya nos encontramos por encima del nivel del caserío, hasta que poco a poco, remontando por entre labradas de almendros, superamos las mencionadas alturas –Zafranares y Castro-: desde este punto, sentados sobre el quitamiedos de madera que protegen la carreterita que venimos siguiendo, la vista es espléndida. El paisaje viene enmarcado de forma natural por el pico Javalambre y las estribaciones de la Sierra de Tortajada, que quedan al levante, esto es, a nuestra derecha; mientras que a nuestra izquierda, esto es, al norte y poniente, el horizonte nos lo cierran la serranía de Albarracín, los montes del Rodeno, el Javalón y la serranía de Cuenca, representada por los montes de Santerón y la cumbre del Talayón (1.602 m). En el centro de la panorámica queda la feraz vega del Turia a su paso por el Rincón de Ademuz, el Pico Castro y Azafranares, por cuya vertiente se descorre hasta el río el caserío de Ademuz: el cerro viene limitado por el barranco de la Virgen, al norte, y el barranco Seco, al suroeste. Por debajo de Ademuz, a la altura de Los Arenales, cruza la vega el imponente puente por donde discurre la carretera nacional de Alicante y Murcia a Francia por Zaragoza, en su tramo de Manzaneruela (Cuenca) a Torrebaja (Valencia).

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Vista del caserío de Ademuz (Valencia), desde el la carreterita que asciende al Pinar Llano,

Del caserío de Ademuz cabe destacar el cementerio parroquial, cuyo camino desde la villa viene perfectamente señalado en su tramo alto por una hilera de pinos y pilos del Vía Crucis que llega hasta la misma puerta del camposanto. Por debajo del cementerio se hallan las ruinas del castillo, de origen árabe, en cuyo interior se hallaba la antigua iglesia parroquial de San Pedro, derruida por el terremoto de 1656. El caserío lo centra la nueva parroquial de San Pedro y San Pablo, construida extramuros en el Seiscientos. Aguzando la vista podríamos ver también la ermita de la Virgen de la Huerta, que se halla en la parte baja del pueblo, junto al Turia, según se accede a la villa por la entrada norte. Para conocer con detalle el rico patrimonio histórico y artístico de Ademuz resulta apropiada –y recomendable- la lectura del ameno libro de Raúl Eslava Blasco (Ademuz, 1965), historiador licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Valencia (1989).[2]
            
La ubicación de la villa ademuceña sobre un terreno en pendiente hacen difícil su urbanismo, lo que se traduce en que no sea un pueblo especialmente cómodo para vivir; sin embargo, y precisamente por ello, visto en la distancia resulta de una gran belleza plástica. Algo parecido le sucede a Castielfabib, la otra antigua villa histórica de la comarca. La belleza estética de Ademuz la rompe un feo edificio –estirado y níveo, en contraste con los tonos térreos del caserío y del entorno- que se ubica en la parte baja, entre la avenida de Valencia y la huerta: se trata del nuevo instituto, centro de enseñanza media recientemente inaugurado. No pretendo valorar sus características arquitectónicas y constructivas, que seguramente serán las adecuadas a su función, pero desde una óptica estrictamente formal –estética y ornamental- se merece un cero rotundo. ¿Acaso no se podía haber levantado un edificio más integrado en el entorno en que se halla? Con toda seguridad que sí, pero el arquitecto que lo diseñó y los políticos que lo suscribieron no debieron visitar nunca la villa...

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Plantaciones de almendros en el Pinar Llano (Ademuz), con detalle de una barraca de piedra en seco, junto al Camino de la Vera Cruz de Ademuz a Landete (Cuenca), 2012.

            
Bajo un cielo azul, que resalta las formaciones térreas rojizas y el intenso verdor de la vega, continuamos nuestra ascensión, camino del Pinar Llano. Poco más adelante la carreterita asfaltada se convierte en camino pedregoso, aunque perfectamente transitable. El punto más elevado del Pinar Llano sobrepasa los mil metros de altitud, bastante por encima del cerro de los Zafranares y del Pico Castro. Pese a su nombre, la zona tiene poco de llana, más bien se trata de una sucesión de suaves subidas y bajadas, que en la distancia producen la impresión de cerritos alomados y desiguales, aterciopelados por el verde pajizo de los almendros que los cubren. Detenemos nuestra marcha en un punto del Camino, cerca de una de las muchas barracas de piedra en seco que siembran estas altas partidas. Se trata de una construcción circular cubierta de tierra y coronada por una falsa cúpula de lajas, similar a otras muchas que hemos visto en otras zonas de ambas vertientes del Rincón de Ademuz.[3] Estas edificaciones protohistóricas de tradición celta dulcifican el paisaje, humanización que completan los cientos de miles de almendros que pueblan estas cumbres, y que a estas alturas de la estación ofrecen su fruto maduro al cultivador. Bajo la benévola sombra de uno de estos sufridos árboles de rugoso tronco, contemplamos el paisaje reseco y pedregoso, evocando uno de esos hermosísimos versos de la liturgia de las horas que rezan los católicos por la tarde (vísperas):

“Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que Él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador”.
[Salmo 71]

            
El año ha sido extremadamente seco; sin embargo, los almendros no han dejado de producir su fruto, en mudo homenaje a los que los cultivan, podan, labran y varean con esfuerzo. Durante nuestro trayecto encontraremos algunas barracas más -unas circulares y otras cuadrangulares o alargadas-, todas con la misma técnica constructiva, ya sea junto al camino ya en la distancia, dispuestas en las márgenes de las labradas. Merece la pena detenerse un momento junto a ellas, acariciar sus piedras, observar la belleza y solidez que demuestran, con sus paredes rectas al exterior y curvadas al interior, viendo cómo se aproximan las lajas para formar la falsa cúpula. Dichas construcciones fueron levantadas lejos de las poblaciones, para servir de refugio a los campesinos que trabajaban en estas latitudes, hasta el punto de que en tiempo de labranza o cosecha pasaban varios días en ellas, sirviéndoles de refugio y para guardar el hato. Asimismo para los pastores que pacían sus rebaños, caso de tormenta... Fueron construidas por expertos alarifes locales con los materiales que afloraban en las roturaciones y están tan bien dispuestas e integradas en el paisaje que resultan consustanciales al mismo, hasta el punto de pasar desapercibidas.


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Vista frontal de una barraca, construcción de piedra en seco en el Pinar Llano,
situada en el Camino de la Vera Cruz de Ademuz a Landete (2012).
            

Dejamos la zona de cultivos y nos internamos en un paraje de páramo y monte bajo, sembrado de romeros y aliagares resecos, entre pinos, sabinas y enebros que forman manchas verdioscuras en la planicie. De trecho en trecho partidas de almendros, barbechos y pedregales. El Camino está bien señalado, mediante chapas clavadas en los postes o directamente pintadas sobre las rocas que limitan la vereda. Pero hay que estar atentos, especialmente en los cruces de caminos, pues toda la planicie se halla surcada por una compleja red de caminos. Con todo, para no perderse hay que ir siempre en dirección meridional... Al frente derecha tenemos los montes de Santerón, atrás hemos dejado la villa de Vallanca y la aldea de Negrón, cuyos caseríos se vislumbran entre almendrales en la lejanía. Si giramos la vista atrás, hacia el noroeste veremos las familiares siluetas de los montes del Rodeno, con su peculiar aspecto de sierra, y el Javalón, que tiene forma de naveta invertida. En la vertiente opuesta, esto es, al levante, podemos distinguir el Javalambre, el Pico Calderón y las estribaciones más bajas de la sierra de Tortajada.

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Señalización del Camino de la Vera Cruz en el Pinar Llano,
con la silueta del Pico Javalón al fondo (2012).


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El Camino de la Vera Cruz a su paso por el Pinar Llano,
con los montes de Santerón al fondo (2012).


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Otra barraca, construcción de piedra en seco junto al Camino de la Vera Cruz a su paso por el Pinar Llano, en dirección a Landete (Cuenca), 2012.
            
La senda es pedregosa, con suaves repechos, pero transitable. La marcha resulta así muy agradable en este tramo de altura, el cielo está despejado, intensamente azul, aunque con algunos retazos de nubes altas en la lejanía. El sol pega fuerte, si bien la brisa de montaña sosiega la canícula del medio día. El caminante o peregrino puede meditar, charlar, reflexionar o rezar, pues el panorama, tan abierto y diáfano invita a la intimidad y la oración. ¡Qué pequeño se siente uno en medio de estas cumbres, qué insignificantes los problemas en estas resecas soledades! Merece la pena disfrutar del silencio que aquí se respira, apenas roto por el vuelo rasante de algún pajarillo asustado... No hemos encontrado a nadie en todo el trayecto -ningún sonido humano nos ha perturbado- ni encontraremos a nadie hasta llegar a Pedro Izquierdo: de ahí que resulte aconsejable no emprender el trayecto en solitario, pues un mínimo percance podría ponernos en un serio apuro. Conviene, así, ir acompañado y con agua, pues tampoco hemos hallado, ni hallaremos manantiales –de los que, por otra parte, siempre es comprometido beber.


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Vista de las ruinas del rento de Benarruel (Moya),
desde el Camino de la Vera Cruz, dirección Landete (Cuenca), 2012.

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Posando junto a las ruinas del rento de Benarruel (Moya), con los montes de Santerón al fondo (2012).
            El camino que venimos siguiendo da a una humilde carreterita de asfaltado deficiente, frente a un ruinoso caserío: se trata de la carretera que viene de Negrón (Vallanca) y las ruinas corresponden al antiguo rento de Benarruel –sobrepasada la linde del Rincón de Ademuz con Castilla- que es ya término de Moya (Cuenca). Nos acercamos hasta el lugar de las ruinas, apenas unos muros desmochados con el interior lleno de escombros. Las edificaciones hoy arrasadas fueron casas de labranza con corrales y descubiertos, y estuvieron antaño pobladas por varios renteros, pues es zona de cultivo en secano, con una hoya regada por una somera fuentecita hoy perdida. El rento era propiedad de una señora de Casasaltas (Valencia) y el último rentero procedía de Negrón: el señor Eleuterio Férriz Sánchez y su esposa Victoria Adalid Orero. 

Durante las semanas iniciales de la Guerra Civil (1936-39), el lugar fue escenario de trágicos sucesos, pues en una de estas casas estuvo escondido un sacerdote –don Ramón Fos Adelantado (1891-1936), de 45 años, natural de Segorbe (Castellón) y párroco de Corcolilla de Alpuente (Valencia)-: el clérigo fue descubierto y detenido por unos milicianos de Ademuz, que le condujeron por el Pinar Llano hasta el rento de Borrachina, para asesinarle en la partida de Los Aljezares, un punto del camino que une dicho rento con Casas Bajas. El sacerdote fue enterrado en el mismo lugar de su asesinato –que tuvo lugar el 16 de agosto de 1936- y allí permaneció hasta después de la guerra, momento en que sus familiares lo trasladaron al cementerio de Casas Altas, donde recibió cristiana sepultura.[4] 

Otro hecho vinculado con el citado rento está relacionado con otro sacerdote –don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), de 65 años, natural de Fuentelespino de Moya y párroco de Henarejos (Cuenca)-: el clérigo fue detenido por miembros del Comité Revolucionario de Moya y llevado a la villa, donde padeció arresto y humillaciones, hasta ser entregado por los del Comité a milicianos de Ademuz, los cuales le condujeron hasta el rento de Benarruel, allí fue muerto y enterrado –esto sucedió el 30 de agosto de 1936-. Y en este lugar permaneció hasta después de la guerra, momento en que la familia trasladó sus restos a un panteón familiar del cementerio de Fuentelespino, donde fue cristianamente enterrado.[5]

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El Camino de la Vera Cruz en dirección a Landete, vía Pedro Izquierdo y Santo Domingo de Moya, con la serranía de Cuenca al fondo (2012).

            Decía que las casas del rento son hoy un montón de ruinas, apenas unos muros desmochados y con el interior lleno de cascotes, enmarcados entre el cielo y los montes de Santerón, que le sirven de contrapunto... Continuamos nuestro camino por la carreterita mal asfaltada, que finalmente se convierte en un camino de tierra: ya nos encontramos en tierras de Castilla-La Mancha, en los dominios del antiguo marquesado de Moya. El paisaje se torna más seco y desolado por momentos, con predomino del gris pardo de los montes, en contraste con el tono azulenco del horizonte más lejano.


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Corrales y parideras junto al Camino de la Vera Cruz, dirección Landete -vía Pedro Izquierdo y Santo Domingo de Moya (Cuenca)- (2012).
            
En un descenso del Camino encontramos a nuestra izquierda unas construcciones de piedra en seco con cobertura de teja árabe, cuyos tonos rojizos destacan en el árido paisaje: son parideras de monte, con corrales y descubiertos. Tras subir el repecho arribamos a un ceniciento edificio alargado junto al que se alza una torre de comunicaciones con grandes antenas circulares. El sendero –ancho y pedregoso, surcado por grandes arroyadas- inicia una fuerte pendiente, cuyo descenso nos lleva a una carreterita asfaltada, correspondiente a la salida de la nacional 330 y que conduce a Pedro Izquierdo, aldea de Moya. En el cruce del sendero con la carretera puede verse una cruz de madera en un lado (izquierda) y un poste señalizado del Camino de la Vera cruz que venimos siguiendo en el opuesto (derecha), indicándonos el camino hacia la aldea: un villorrio de apenas una cuarentena de vecinos, situado a 1.100 metros de altitud.

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Estación de comunicaciones junto al Camino de la Vera Cruz,
en las proximidades de Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca), 2012.

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Cruce del Camino de la Vera Cruz -procedente del Pinar Llano- con la carreterita que lleva a Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca), 2012.


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Aldeanos de Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca), posando junto al Camino de la Vera Cruz (2012).
            

Entramos en la aldehuela por una calleja asfaltada circundada de casas bajas –fachadas de piedra o encaladas con cubierta de teja-, construidas en estilo tradicional, algunas con grandes portalones y descubiertos, hasta arribar a la calle del Olmo, donde se halla la iglesia del lugar, dedicada a Santa Elena. Dicha advocación resulta poco frecuente en la zona, por lo que merece la pena su reseña, singularmente cuando estamos haciendo un tramo del camino de la Vera Cruz, y dada su vinculación con el símbolo cristiano.[6] Se trata de un sólido edificio de medianas proporciones –planta alargada y cobertura a dos aguas-, con fachada mirando hacia poniente, entrada arqueada con dovelas y una espadaña de dos ojos en la parte alta. Frente al templo hay una fuente con pilón de la que mana un hilillo de agua. A nuestro paso nos encontramos con dos vecinos ancianos, que nos informan de la reciente colocación de las señales del Camino que venimos siguiendo, aunque desconocen su significado. Asimismo, nos hacen saber que la ermita que corona el cerro sobre el que asienta la población se halla bajo la advocación de San Cristóbal -el portador de Cristo-; y de que su lugar, junto con Santo Domingo, El Arrabal y Los Huertos son aldeas de Moya, pero el Ayuntamiento está en Santo Domingo.

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Fuente con pilón y abrevadero (1925),
junto al Camino de la Vera Cruz en Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca), 2012.


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Señalización del Camino de la Vera Cruz en un imponente paredón del abancalamiento a la salida de Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca), 2012.
            
El camino peregrino continua en dirección al cementerio del lugar, esto es, hacia el sureste: a la salida encontramos una sencilla fuente de obra, encalada, en cuyo frontis se indica una fecha en letras azules –1925-, con un pilón de dos caños y abrevadero a los pies; frente a la fontana, al otro lado de la calle, se halla el antiguo lavadero. Más adelante hallamos un ciclópeo paredón sujetando el abancalamiento del terreno y un chozo de piedra en seco, construcción similar a las previamente vistas en el Pinar Llano. El Camino se interna por entre labrantíos y plantaciones de almendros, que alternan con eriales y rastrojos, hasta que en un punto comienza a dibujarse la silueta del cerro de Moya con sus peculiares ruinas. Dicho tramo de Camino sale a la carreterita que une Landete con Algarra, junto por debajo de Santo Domingo.

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El Camino de la Vera Cruz a la salida de Pedro Izquierdo-Moya (Cuenca),
con detalle de un chozo a la derecha (2012).

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Vista de Santo Domingo-Moya (Cuenca),
con detalle de la señalización del Camino de la Vera Cruz en el tronco de un almendro (2012).

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Vista de Santo Domingo-Moya (Cuenca), desde el Camino de la Vera Cruz,
 procedente de Pedro Izquierdo (2012).


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Detalle de un caserón de Santo Domingo-Moya (Cuenca), junto en la salida del Camino de la Vera Cruz a la carretera de Algarra a Landete (Cuenca), 2012.
            
Otra forma de llegar al mismo lugar desde Pedro Izquierdo es continuar directamente por la vía que conduce a Santo Domingo de Moya, bajando desde la iglesia por una mediana pendiente. Santo Domingo se halla en el valle, propiamente en la intersección de la carretera que viene de Pedro Izquierdo y la que conduce de Landete a Salvacañete, vía Casas de Garcimolina y Algarra. En Santo Domingo hay poco que ver, más allá del caserío tradicional, con algunas casonas notables y la iglesia de nueva planta, obviamente dedicada a Santo Domingo de Guzmán. Hacemos un alto junto a una fuente de obra, toda jalbegada, con frontis semicircular y un largo abrevadero sin agua a los pies. En el centro gotea un grifo común, junto al que revolotean docenas de avispas... La fontana se halla en un lado de la calle, frente a la farmacia del lugar. Es medio día, el sol cae de plano y en esta hora la botica está abierta. Calle arriba sube gente en varios grupos, hombres y mujeres que vienen de un entierro: algunos visten de luto riguroso, sin duda los familiares del fallecido.


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Posando junto a una fuente con abrevadero en Santo Domingo-Moya (Cuenca), 2012.

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Detalle de antiguo picaporte de hierro forjado en la puerta de un corral
 en Santo Domingo-Moya (Cuenca), 2012.

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Vista de la iglesia parroquial de Santo Domingo-Moya (Cuenca),
con detalle del pórtico y torre-campanario al fondo (2012).

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Costanilla a la salida de Santo Domingo-Moya (Cuenca),
camino de Landete, con detalle del cerro moyano al fondo (2012).

            
Dejamos Santo Domingo por un camino asfaltado que conduce hacia el sur, tras un suave repecho arribamos de nuevo a la carretera que conduce a Landete, vía Moya y El Arrabal. Desde este punto se observa una hermosa vista del cerro de Moya en su ladera septentrional, donde destacan sus murallas y distintos edificios ruinosos. Tras una bajada con su correspondiente subida arribamos al poblado de El Arrabal, que se halla en la vertiente oriental del cerro de Moya y al que se accede por una carreterita que nace a la derecha de la que venimos siguiendo. Merece la pena detenerse un momento en este punto, pues la panorámica del caserío de El Arrabal, sito en la parte baja de la ladera oriental, con las murallas de Moya en la parte alta, recortándose contra el cielo azul intenso, es magnífica. Desdice el espectáculo una estridente construcción moderna a la derecha, blanqueada y con barras y asientos en azul: se trata de la parada del autobús. Por el mismo coste, ¿no hubiera sido posible construir otro edificio más congruente con tan histórico y hermoso lugar? Sin la menor duda que sí, pero en lo que hace a la estética, el mal gusto de la Administración es inconmensurable, como la estupidez humana... 

Poco más arriba, lado izquierdo del camino que asciende a El Arrabal y ruinas de Moya, hay un recinto cuadrangular, cerrado por tres lados con un pilón labrado en el centro –puede ser un crucero, pero a mí me recuerda a las "picotas" o "rollos de suplicio" de muchas villas castellanas-; junto al pilón, un arco de bardas secas, correspondiente al LIV Septenario de la Virgen de Tejeda (2011). Posteriormente me informaron que el recinto donde actualmente se halla la columna estriada corresponde a los muros de una ermita -de la Santa Cruz o de La Cruz-, y que la columna es un crucero al que le robaron la cruz, el cual se hallaba junto a la antigua ermita.

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Vista de El Arrabal-Moya (Cuenca),
con las ruinas de la capital del antiguo marquesado en lo alto del cerro (2012).

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Detalle del cartel anunciador de El Arrabal-Moya (Cuenca),
con la silueta de las ruinas moyas en lo alto del cerro (2012).


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Detalle de columna de fuste estriado al comienzo de la subida a El Arrabal-Moya (Cuenca), correspondiente a un crucero que hubo junto a la ermita de la Santa Cruz,
con las ruinas de la antigua villa de Moya en lo alto del cerro (2012).
            
Desde El Arrabal, un camino asciende entre las casas del poblado, atravesando el Tercer Recinto de  la muralla por la Puerta de la Villa. Pero nosotros vamos en bicicleta, razón por la que utilizamos la rampa que zigzaguea por la ladera y que en varios tramos nos conduce hasta la antigua población moyana. Ya en la parte alta cruzamos una zona de muralla por la Puerta de Carros -que tiene un cubo truncado en un lado-: viejas piedras grises, polvorientas y silenciosas, que señalan una historia larga, vetusta, perdida... ¡Cuántas cosas nos contarían estas ruinas, si pudieran hablar! El caso es que sí hablan, pero su lenguaje es difícil de entender y sólo lo conciben los arqueólogos e historiadores, y no sin trabajo.





[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El camino de la “Vera Cruz” a su paso por el Rincón de Ademuz, en Desde el Rincón de Ademuz, del martes 11 de septiembre de 2012.
[2] ESLAVA BLASCO, Raúl (2007). Ademuz y su patrimonio histórico-artístico, Valencia.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Las barracas de piedra en seco de Mas del Olmo (Ademuz), paradigma de riqueza patrimonial local, en Desde el Rincón de Ademuz, del sábado 25 de febrero de 2012.
[4] ID (2011). Don Ramón Fos Adelantado (1871-1936), cura párroco de Corcolilla de Alpuente (Valencia), en la Causa General, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. IV, pp. 105-124.
[5] ID. Don Agustín Navarro Zapata (1871-1936), cura párroco de Henarejos (Cuenca), en la Causa General, en Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 8 de marzo de 2012. 
[6] ID. La iglesia de Santa Elena en Pedro Izquierdo, aldea de Moya (Cuenca), en Desde el Rincón de Ademuz, del jueves 18 de abril de 2013.