domingo, 6 de julio de 2014

“EL GOBIERNO DE LA CASA”, TRABAJO DEL TALLER LITERARIO DE LA ESCUELA DE ADULTOS DE ADEMUZ.

A propósito de la edición del libro correspondiente al curso 2012-13.


“Lo que no se convierte en recuerdo, se fue”
Antonio Porchia (1885-1968), poeta italo-argentino-.



            Un libro -el objeto cultural por excelencia- constituye siempre un regalo muy socorrido, aunque lo difícil es acertar en la elección del título, pues para atinar hay que conocer muy bien a la persona y sus hábitos lectores. Hace pocos días mi mujer me trajo uno: Mira, te he traído un libro, seguro que te gustará; ¡lo han hecho las mujeres de la escuela de adultos de Ademuz...! –dijo persuadida del acierto-.
            Se trataba del libro cuyo título se reseña en el epígrafe “El gobierno de la Casa” (2012-13), una publicación sencillamente editada en tapa blanda [15x21 cm., 120 páginas] con algunas fotografías en blanco y negro en su interior. En la portada del libro puede verse el rostro y torso de unas preciosas niñas al estilo de los años cuarenta, una de ellas con velo, posiblemente del traje de la boda o primera comunión, otras con un libro delante, sin duda fotos del colegio. Entre los rostros puede verse también el de una persona mayor...
            El regalo fue acertado y muy de mi gusto, no hay duda que la persona que me lo regaló me conoce bien. En cualquier caso, el libro resulta estupendo y se merece un comentario, pues el resultado obtenido es ejemplar. Mi glosa incluye algunos dictámenes críticos..., aunque siempre positivos y afectuosos.


Detalle de la portada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia), curso 2012-2013.



            Contenido e índice del libro.
            El libro comienza con la fotografía de una señora mayor, y una dedicatoria: “Con el recuerdo de nuestra compañera, Vicenta Argilés”. Probablemente se trata de una de las asistentes al taller literario de la Escuela de Adultas recientemente fallecida. A continuación, bajo el título, se reseñan las Autoras, ordenadas por orden alfabético del primer apellido: Jacinta Amado Garrido, Ángeles Andrés Ramírez, Teresa Aparicio Muñoz, Encarnación Aparicio Soriano, Teresa Blasco Adalid, Azucena Monleón Degracia, Encarnación Montesinos Martínez, Purificación Pérez Peinado y Carmen Rubio Blasco.
            En el reverso de la primera pagina se han colocado tres citas, que traducen la clave en que debe leerse el libro: una del escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-14), premio Nóbel de Literatura (1982), otra del poeta satírico bilbilitano Marco Valerio Marcial (40-104) y una tercera del poeta italo-argentino Antonio Porchia (1885-1968). Todas aluden a la memoria, a la importancia de los recuerdos, pero yo me quedo con la de Porchia: “Lo que no se convierte en recuerdo, se fue”. No en vano las personas somos recuerdos, sueños e ilusiones. Y aunque la vida no es ningún sueño, sin recuerdos e ilusiones no somos nada –porque lo de vivir exclusivamente del presente no deja de ser una falacia-. Se dice que todo lo que hemos visto, vivido y sentido permanece en algún surco de la memoria, y que puede reaparecer en cualquier momento de nuestra vida: el ser humano es la suma de lo que ha sido (en el pasado),  de lo que es (en el presente) y de lo que será (en el futuro); y en última instancia, tiempo y memoria. Pero, ciertamente, lo que no se evoca, se esfuma.

Detalle de escena del mundo rural, "Hombres sentados a la puerta del molino de la villa" en Ademuz, sin fecha (s/f) [Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].


            La Presentación del libro resulta un ejercicio de discreción, mesura y buen hacer, juzguen ustedes mismos (la cursiva es mía):
  • <La época que nos ha tocado vivir está resultando ser una época de crisis, de cambios que, a priori, parece que nos llevan a algo peor respecto al sistema de bienestar que hasta ahora habíamos disfrutado. La ciudadanía está perdiendo sus empleos, su dinero, sus esperanzas... La queja y la indignación invaden las calles de nuestros pueblos y ciudades. La gente está cabreada y se siente indefensa antes las circunstancias que nos han tocado sufrir./ Pero no es la primera vez que los españoles nos encontramos con una situación como esta o, al menos, nuestra historia ha tenido momentos que nos recuerdan fuertemente lo que hoy estamos padeciendo, aunque sea por razones muy diferentes, y hemos conseguido superarlos. Sin ir más lejos, la generación de nuestros abuelos vivieron una época, la de la posguerra, que fue muy dura y de la que, sin duda, podemos aprender mucho./ La generación de loa posguerra daba gracias por todo porque lo había perdido todo. Para ellos, tener un trabajo era  una bendición, como lo era poder comer tres veces al día y vivir sin la cartilla de racionamiento. El coche llegó tan tarde que la gente se sacaba el carné a la edad en la que ahora pensamos en el plan de pensiones. El televisor había que pagarlo en cinco años o más. Los recién casados se iban de vacaciones a Madrid o Barcelona, y casi nadie conocía otro país diferente al suyo propio. Era una generación que quería dejar algo a los hijos pues cualquier día podría sobrevenir una catástrofe, como la que ellos o su familia habían vivido: la casa, las tierras, los animales... Para aquella generación, la vida consistía en trabajar mucho, gastar lo justo, salir pronto de las deudas y ahorrar por si las moscas. Vivieron unos años tan duros, que ahora se les reconoce en la calle porque, cuando hay huelga de transportistas, corren al mercado a por las lentejas, latas de atún y leche porque “esto es como en la Guerra”./ Gracias a ellos, las generaciones posteriores conocimos las mesas llenas de comida y la frase (que) más nos dedicaban era: “Cómete todo porque tú no sabes lo que es pasar hambre”. Nos inflaron a comer. Pero no tres sino ¡cuatro veces al día! Porque a la hora de la merienda nos enchufaban bocadillos de sobrasada, de chorizo, de pan con leche condensada (había una versión a la que se le añadía colacao), y había gente que merendaba unos bocadillos como el antebrazo de un albañil. Comer, comer, comer... Había que dejar el plato limpio porque de lo contrario, uno estaba insultando la memoria de la Guerra Civil, y se iba a la cama con tantos remordimientos que no podía pegar ojo./ Nuestros abuelos, en su mayoría, no eran de una generación rebelde porque tener una casa donde caer muertos después de infinitas jornadas de trabajo y un caldo calentito, ya era una gran rebeldía contra el hambre de la posguerra./ Ahora, a nuestra generación también le ha llegado la crisis. A los de la posguerra, con sus pensiones y sus casas ya pagadas, esto les parece grave pero no tan grave como las cartillas de racionamiento. Las generaciones posteriores nos hemos quedado traspuestos. No hay empleo, no hay dinero, no hay futuro. Así de pronto. ¿Es el fin? No, porque las generaciones anteriores ya conocieron qué es una crisis, y salieron adelante, con mucho esfuerzo, pero nos sacaron adelante>.

            Decía de la discreción y mesura de la presentación, pero yo no sería tan discreto ni mesurado... La presentación compara los tiempos de la posguerra, que fueron los de la niñez y primera juventud de la mayoría de las alumnas del taller literario, con la situación de crisis y cambio social actual, crisis que en el ámbito internacional ha sido “producida por las viles especulaciones de los grandes bancos norteamericanos que (además) han quedado impunes”, y a escala nacional por la mediocridad y falta de visión de nuestros políticos, que no supieron verla ni preverla en su momento. La crisis actual, con todo, no es tan mala como la vivida por las alumnas en los primeros años de la posguerra, en los que muchos ciudadanos sufrieron el fantasma de la represión, del hambre y las cartillas de racionamiento. Esto mismo sucedió en Rusia y muchos otros países centroeuropeos tras la guerra mundial. Prueba de que no ha sido tan grave es que pese a la pérdida de empleos, de dinero y esperanzas la gente no se ha echado a la calle como hubiera sido lo previsible, quizá porque la situación se ha visto almohadillada por las ayudas sociales, el subsidio del paro, las asociaciones caritativas, la solidaridad familiar...

Detalle de paisaje con arquitectura rural, "Edificios de La Balsa" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

Aquí se nos propone un ejemplo del que cabe aprender, y una esperanza, conforme podremos salir adelante, como salieron nuestros padres y abuelos de una situación todavía más desesperada como fue la de la posguerra española, con la guerra mundial como telón de fondo. Aunque ya nada será igual, quizás porque la confortabilidad vivida en el pasado reciente, anterior a la crisis, superaba nuestras expectativas; lo que llevó a muchos a vivir por encima de sus posibilidades y a los políticos a no cumplir con su deber de proteger la seguridad y el bienestar ciudadano.
            Qué razón tiene el prologuista cuando dice que “El televisor había que pagarlo en cinco años o más”, y “Los recién casados se iban de vacaciones a Madrid o Barcelona, y casi nadie conocía otro país diferente al suyo propio”. Anteayer fueron los televisores y los coches, pero hoy son las viviendas hipotecadas a treinta o cuarenta años. Las bodas ya no son los festejos que reunían a familiares y amigos para comerse una paella, beber, bailar a los sones de una acordeón y después viajar los recién casados un par de días a la capital de la provincia, hoy son auténticos bodorrios que incluyen viajes de luna de miel a Cancún o Tailandia, lugares que a muchos les resultaría difícil situar en el mapa.
            Hoy la gente no sueña con “dejar algo a los hijos”, “salir pronto de las deudas y ahorrar”; sino en pagar la hipoteca del piso, los plazos del coche para volver a empeñarse. ¡A esto le llaman vivir al día! La gente de antaño aprovechaba todo, cualquier cosa podía arreglarse, mientras que hoy se derrocha y nada se recompone. Ciertamente, cuando se pasa de una situación de precariedad a otra de abundancia no hay tiempo ni razón para la rebeldía, por eso nuestros predecesores no fueron sediciosos ni insurrectos con su realidad. Ello no significa que nuestros hijos y nietos no deban ser revolucionarios y luchen por mejorar su situación y la misma justicia social, sólo que hay que saber de dónde se viene y de la realidad de antaño. De ahí que la abundancia y la comodidad apaguen el espíritu de superación y progreso, cualidades que la generación de las alumnas de la Escuela de Adultos de Ademuz tuvieron en abundancia. Es por ello que en la presentación se insista en la esperanza, conforme de toda crisis puede salirse –porque el aprieto actual no es el primero ni será el último-, aunque sin pretender que las cosas vuelvan a ser como fueron en las décadas pasadas, ya que aquellas circunstancias tampoco eran conformes a la economía real, y la historia nunca no se repite de la misma manera.

Detalle de escena doméstica del mundo rural, "Matacerdo" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

Detalle de escena doméstica del mundo, "Echando grano a las gallinas" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].


            Estructura orgánica del libro.
            El libro se halla estructurado en dos partes bien diferenciadas:
-                     la primera constituye una compilación de relatos basados en los recuerdos de las alumnas, incluyendo todo lo relacionado con la economía doméstica y la gestión de los recursos en la posguerra.
-             la segunda es un relato basado en un supuesto de la imaginación, esto es, una familia compuesta de varios miembros (padres, hijos y abuelos), la cual debe ser autosuficiente, como sucedió durante la posguerra inmediata (años cuarenta y primeros cincuenta).

La autosuficiencia a la que se alude en la fábula de la segunda parte entronca con lo que desde una óptica sociológica se denominó Autarquía, situación de la economía y los recursos sociales que padeció España en la posguerra –entre 1945-1951-, no sólo por efecto de la guerra sino también por el aislamiento internacional a que fue sometido el país por los aliados dado el régimen político instaurado y su vinculación con los regímenes fascistas que perdieron la guerra. Los bloqueos de este tipo dañan al régimen político que gobierna, pero muy especialmente a la población.

           La primera parte contiene una serie de epígrafes bajo los que se hallan los títulos de cada experiencia, constituyendo el corpus del libro: -Vivencias, El gobierno de la casa, El precio de las cosas, Los oficios, El huerto, ¡Cómo calentarse y tener luz!, Tiempo de celebraciones, Nos comunicamos, El estraperlo.

PRIMERA PARTE

1. VIVENCIAS

¡Cómo se vivía después de la guerra

Mis vivencias

Cómo se vivía antes

Recuerdo

Lo de antes que era todo económico

La economía

Cómo vivíamos antes

Economía doméstica

Los lavaderos

Mi pueblo

La gente de mi pueblo

Recuerdos

De lo presente a lo pasado

La organización de las familias

Las compañeras de la escuela de adultos

Los juegos de antaño

Cosas de mi niñez

Hace muchos años

De la hierba

Recuerdo de los maestros

Recordando a Vicenta
2. EL GOBIERNO DE LA CASA
La crisis de ayer y de hoy

La vida como era antes

Cómo se guisaba antes

Conserva de tomate

Planchar

Tema de los frutos secos

Plantas silvestres medicinales

Reciclando ropa

Recordando los tiempos pasados

Poema del papel de los años 40

La caza

A cazar

Mi perro Cordiles

Hablaremos del agua

Aprovechando todo
3. EL PRECIO DE LAS COSAS
La crisis de mi niñez

El precio de las cosas

Recordando los precios

Cantando un pasado

Poema de la peseta

Economía doméstica
4. LOS OFICIOS
El afilador

El esquilador de mulos y otros oficios

El esquilador de ovejas

La caldera del espliego

El azafrán

La elaboración del vino

La siembra del tabaco

El molino de la Fuente Vieja

El oficio de espartero

Las caleras

El horno

Trillar

La siega

Las faenas del campo

La elaboración del turrón

Los años 40: la fabricación del yeso

Poema del yeso negro
5. EL HUERTO
Poema de la huerta del rincón

El huerto

El huerto, las hortalizas y el tomate

Mi huerto

El huerto de mi padre
6. ¡CÓMO CALENTARSE Y TENER LUZ!
Maneras de calentarse

Calentarse y guisar

Calentitos en invierno

Domingo de invierno

Cuando el tiempo era menos moderno

Poema del año 53

En la escuela

Cuando yo era joven

La luz que teníamos antes

La vida en Ademuz
7. TIEMPO DE CELEBRACIONES
La Navidad

Cómo se vivía antes la Navidad

Recordando a mis padres

La Navidad de antes

Poema de los años 45: Reyes

El día de Reyes

Poema de un Año Nuevo

El ajuar

Ajuar de novia

Preparándose para la boda

Poema de un ajuar

¡Cómo eran las bodas antes!

La albada del Rincón de Ademuz

La Purísima
8. NOS COMUNICAMOS
Los medios de comunicación

Lo que era la comunicación

Ademuz en los años sesenta

Temas de los años 40
9. EL ESTRAPERLO
El estraperlo

Los tiempos del estraperlo
Elaboración propia (2014).

        La segunda parte contiene los relatos del supuesto literario: -Mi familia, Mi abuelo, Las fiestas, Cosas que pasan en casa, La siega y la limpieza de la cuadra, Muchos de familia, Una familia unida, Una familia numerosa, Todos ocupados, Relato de una familia.

Detalle de escena del mundo rural, "Labrando al par con dos burros" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].
Detalle de escena del mundo rural, "Trillando en la era" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

Detalle de escena del mundo rural, "Aventando en la era" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].
  
            Los relatos de cada epígrafe son cortos, en ocasiones contados de forma periodística, telegráfica, conservando la chispa de las expresiones populares -ello no obstante la mediación que hayan podido tener de los maestros o profesores del taller-. Cada narración podría servir para un análisis de texto, en el que desmenuzar su contenido, en especial el sociológico, etnológico, etnográfico. El primer relato de Vivencias se titula ¡Cómo se vivía después de la guerra!, en cuyo primer párrafo se dice:
  • <Ademuz era una población de 4.000 habitantes. No había nada, la gente vivía como podía, los niños hasta la hora del colegio cogían el baleo y a recoger los boñigos por las calles, con ese estiercol se abonaba el huerto; así se sembraban patatas y hortalizas. La madre hacía una sartén de sémola o patatas fritas. La familia llenaba la tripica y a trabajar todo el día, y por la noche alubias en ensalada>.

            Puestos en la labor de análisis crítico, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el municipio de Ademuz (aldeas incluidas) alcanzó la cifra de 4.092 habitantes en 1920 –constituyendo el techo poblacional del término-: en 1930 (3.961 hab.), en 1940 (3.866 hab.): quiere decirse con esto que en la posguerra Ademuz no llegó nunca a los cuatro millares, y que el contexto es aproximado.[1] Cuando dice “No había nada, la gente vivía como podía,”... -¿qué quiere decir?, porque lo que se dice haber había muchas cosas, aunque faltaran otras tantas-. Además, la carencia no afectó a todos por igual. Es decir, la relatora expresa su vivencia personal, manifestando la escasez y penuria general de entonces, pero si continuamos su relato comprobaremos que realmente había muchas cosas y se hacían muchas más.

            En el segundo relato del mismo apartado, titulado Mis vivencias, se dice:
  • <Yo voy a escribir (acerca) de lo que he vivido. Tendría yo unos 8 ó 10 años cuando esto pasaba en este pueblo. Éramos unos cinco mil habitantes y también había necesidad como hay ahora en algunos sitios. Había un edificio que está al lado de mi casa, ahora se llama “La Sociedad” antes se llamaba el Servicio Social, que era donde daban un plato de comida al que no tenía. Había una mujer que guisaba y otra que le ayudaba./ Todos los días, o casi todos, hacían lo mismo, patatas con bacalao. Cuando era la hora de comer había cola en la calle. Llevaban el plato bajo el brazo y una cuchara, les echaban dos cazos de comida y ya estaban listos hasta el día siguiente./ Con esto quiero decir que no había colesterol, azúcar ni tensión, no daba tiempo a tenerlo>.

            El relato se basa en una experiencia personal, algo vivido por la relatora en su pueblo al final de la primera década de su vida. Acerca del número de habitantes ya hemos dicho, entendiendo se refiere a que entonces había mucha gente en el pueblo. La narración posee gran valor testimonial, incluso historiográfico, pues dice de la existencia de algún tipo de organización de caridad, tipo Auxilio Social, que daba de comer a los más necesitados del pueblo: casi siempre lo mismo, “patatas con bacalao”. Los comensales portaban “el plato bajo el brazo y una cuchara”. Probablemente era la única comida del día, pues “ya estaban listos hasta el día siguiente”. Y concluye con una nota de humor, diciendo que la escasez de comida evitaba las enfermedades de la abundancia hoy tan frecuentes. Resulta estupendo, pues en pocas líneas hace un bosquejo de la realidad social de entonces.

Detalle de escena del mundo rural, "Vendimiando" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

Detalle de escena del mundo rural, "A caballo por las calles de Ademuz", s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

Detalle de escena del mundo rural, "A caballo sobre un macho tordo, labrando" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

            En La crisis de mi niñez, primer relato de El precio de las cosas, se dice:
  • <Cuando yo era pequeña todo el mundo estaba en crisis, [...], pero nadie decía crisis, todos pensaban en trabajar. No corría el dinero, sólo eran céntimos, perricas gordas y pequeñas, y reales./ Una docena de huevos costaba veinticinco céntimos. Los celtas cortos costaban dos perras gordas y los cuarterones costaban dos reales, o sea, cincuenta céntimos. Unas zapatillas de esparto y lona te costaban ocho reales./ Los machos que costaban dos mil reales ya son muy buenos, y por una burra se pagaban 200 reales, te criaba, la echabas al caballar y parían muletos muy buenos, que se recriaban y se vendían por quinientos reales, ya esa bien pagado./ Y un huerto grande, donde sembrabas de todo, te costaba cuatro mil pesetas, o sea, 16.000 reales. Pero hasta conseguir esos reales cuánto había que sudar la camiseta./ De lo que costaba la comida ya no lo nombro porque todo se cogía en el campo: garbanzos, guijas, alubias pardas, moradas, del barco, esas eran blancas, para ensalada. Estas se hacían para cenar porque no son flatosas, y la pilaricas, eran muy buenas./ Patatas, macucas, las macucas se echaban en vinagre, y para los matacerdos se ponían adobos para cenar. [...] Todos estos productos de la tierra se hacía trueque con ellos, por manzanas, naranjas por huevos.../ La tierra cuidándola bien rinde mucho. El mejor abono es el hierro, o se, la azada es buena, quita las hierbas. [...] Las gallinas y conejos también eran muy rentables. Los huevos se comían de muchas maneras y se echaba llueca, y así se recriaban los pollicos. Todo, todo era trabajar con mucha idea, nada de quejas>

            Se nombra aquí “los celtas cortos”, una marca de cigarrillos, así como “los cuarterones”, tabaco en forma de picadura; el precio de los animales de labor, machos, burras, muletos, y de la tierra, todo tasado en reales, céntimos y pesetas, expresión de la escasez dineraria, lo que se paliaba mediante el trueque de unos productos por otros.

Precios oficiales para distintos productos en la España de 1940 (febrero).
Aceite
3,5 ptas/ litro
Arroz
1,3 ptas/ kg
Azúcar
2,3 ptas/ kg
Garbanzos
2,3 ptas/ kg
Chocolate
2,1 ptas/ libra
Patatas
0,8 ptas/ kg
Dulce de membrillo
4,75 ptas/ kg
Huevos
6 ptas/ docena
Pan
1 pta/ kg
Tomado de "El franquismo año a año. Lo que se contaba y ocultaba durante la dictadura", 1939-1940: Franco-Hitler: diálogo de sordos en Hendaya, Biblioteca El Mundo, Madrid, 2006, p. 138.

        Los relatos se suceden -breves, jugosos, ingenuos...- cual teselas de un rico mosaico, conformando las pinceladas vivas del gran tapiz del tiempo de la posguerra. Bien es cierto que no todos los relatos poseen el mismo valor (sociológico, literario...), pero entre todos colaboran a la visión que se pretende. En Tiempo de celebraciones, se dice ¡Como eran las bodas antes!:
  • <Dos días antes de la boda se mataban los pollos y conejos, cuando estaban para cortar lo hacían así: los mejores trozos se hacían rustidos y las patas, el cuello y lo demás para caldo./ La comida eran paellas de arroz que según los invitados se hacían cuatro o seis de segundo plato: rustido y de postre: manzana esperiega, y para beber vino del cubo del Perdigacho, que era un clarete muy bueno>

     Bodas íntimas -sencillas, familiares, entrañables...-, nada que ver con las ostentosas celebraciones actuales. En el apartado El estraperlo, se dice de Los tiempos del estraperlo:
  • <Las carnes se criaban en casa, como el cerdo, (los) conejos, (las) gallinas, etc. Las verduras y demás se criaban en el campo y el azúcar, (el) arroz, (el) aceite, (el) chocolate y (la) mantequilla eran de estraperlo. La gente se las ingeniaba para comprarlos>

       Es decir, había productos que se producían en casa, pero otros había que comprarlos. Haberlos, los había; pero no se hallaban al alcance de todos. El estraperlo era el comercio ilegal de bienes y productos sometidos al control, impuesto o tasa del Estado. Hubo quien se enriqueció con estas prácticas del mercado negro..., a costa de los que querían disfrutar de los pequeños placeres de las cosas necesarias, o no tanto. En cualquier caso, el estraperlo, efecto directo del racionamiento, constituyó una lacra que distorsionó el mercado español de los años cuarenta.

Detalle de escena festiva del mundo rural, "En traje de comunión", en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

Detalle de escena festiva del mundo rural, "Boda en Ademuz", s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].


Nota acerca de la posguerra española.
Como escribí en otro lugar, a modo de contrapunto del período histórico conviene conocer algunos datos estadísticos de reciente publicación: “Estadísticas históricas de España: siglos XIX-XX/ edición en tres volúmenes coordinada por Xavier Tafunell Sambola, Albert Carreras i Odriozola, Barcelona, 2005. 

CONCEPTO

AÑOS 30
AÑOS 50
Esperanza de vida al nacer
50 años
62 años (1950)
Mortalidad infantil
34,7 por mil (1935)
12,5 por mil (1950)
Estatura media reclutas
165 cm (1935)
168 cm (1950)
Número de maestros
52.000 (1934)
78.000 (1950)
Número de alumnos por maestro
64,7 (1934)
41 (1950)
Enseñanza secundaria
124.000 alumnos (1934)
[34.000 alumnas]
215.000 alumnos (1950)
[75.000 alumnas]
Tomado de Tafunell y Carreras (2005).

Cabe decir que tanto la esperanza de vida al nacer, como la mortalidad infantil y la estatura media de una población se halla en relación con la calidad de vida de aquella, extensivas a las medidas preventivas higiénico sanitarias y a la cantidad y calidad de la alimentación. En este sentido, “los años 40 distaron mucho de ser una década perdida, y sus logros son mucho más destacables al tener que enfrentarse el país a condiciones mucho más difíciles” –Pío Moa dixit-: se refiere a la inmediata posguerra y a la segunda guerra mundial (1939-45), a la implantación de la cartilla de racionamiento, al estraperlo del mercado negro, al maquis, al bloqueo internacional y al consiguiente período de Autarquía (1945-51) que produjo. Es por ello que los datos estadísticos expuestos resultan tan llamativos en aquella época de carestía, incluso inesperados, por no decir increíbles... De ahí que hablar de la posguerra inmediata y del franquismo en su conjunto como una época de estancamiento, triste y gris no sea creíble, siendo más bien producto de la propaganda, la literatura y el cine más tendenciosos; sirvan los datos estadísticos mostrados como prueba de que es necesario poner en duda muchos conceptos admitidos como dogma por cierto sector de ciudadanos, pues lo que el periodo necesita es una amplia revisión.[2]

 

            A modo de conclusión.
Estimo que la compilación llevada a cabo por el taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia) ha cumplido sobradamente con su propósito, enseñarnos “cómo se vivía antaño con lo poco que se tenía”, “cómo se vivió durante la guerra, qué hacía la gente para llevarse un trozo de pan a la boca, a qué se dedicaban”. No obstante las penurias de antaño, éstas se recuerdan con un halo de simpatía, quizá porque sólo se evoca la parte buena, evitando el aspecto negativo que acompaña a toda experiencia intensa.
La labor del taller posee otro mérito evidente, ya que sirve a los intereses de las personas mayores, estimulándolas a salir de casa y relacionarse, algo de vital importancia en esa época en que tendemos a encerrarnos en nosotros mismos. Evocar el pasado remoto y compartir experiencias de infancia y juventud constituye una buena praxis de cara a la prevención del retraimiento y el olvido. Sin embargo, para acrecentar el valor etnográfico del trabajo y situar mejor la fuente de los recuerdos de las autoras, junto al nombre debiera haberse puesto la naturaleza y el año de nacimiento de cada una. Otro pequeño detalle es la ausencia del cifrado en las estupendas fotografías que el libro contiene, poniendo un pie de foto explicativo que dijera del lugar donde fueron tomadas, nombrando a los que en ella aparecen y datándolas con el año aproximado. Asimismo, falta una fotografía de grupo, con las alumnas y los profesores que han conducido el taller. A los maestros les recrimino no haber firmado la presentación, pues pienso que cualquier labor personalizada debe señalarse, además de reconocerse. Así, pues, ¡felicidades a las alumnas y maestros del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz!

Detalle de escena festiva del mundo rural, "Mujeres de negro con velo y peineta" en las Gradas de la iglesia parroquial de Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].
 
Detalle de escena del mundo rural, "Grupo de niños y jóvenes" en Ademuz, s/f
[Foto tomada del libro "El gobierno de la casa", obra del Taller literario de la Escuela de Adultos de Ademuz (Valencia)].

Propiamente, el presente es legatario del pasado, como la juventud lo es de la adolescencia y ésta de la niñez, y “sin gente como ellas (las alumnas del taller) no habríamos llegado donde hemos llegado, ni seríamos lo que somos” –idea que se expone en el prólogo, y que comparto-. De ahí que se insista en la lectura de estas páginas preñadas de vivencias, de ingenuidad, ilusión, esperanza y buen humor. No hay duda de que contienen una valiosa enseñanza, hasta el punto que si reflexionamos sobre la experiencia que transmiten nos instruiremos en la forma de enfrentarnos a los problemas que la sociedad de hoy nos plantea. En cualquier caso, como dijo el clásico latino Caio Titus al senado: Verba volant, Scripta manent... –las palabras vuelan, lo escrito permanece-. Sólo por eso ya merece la pena el trabajo que se expone. Vale.


De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).


_________________________________ 
[1] RODRIGO ALFONSO, Carles. El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Edita ADIRA, Valencia, 1998, p. 54.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. De las escuelas y maestros del Rincón de Ademuz en otro tiempo, del 15 de febrero de 2012.

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