domingo, 9 de noviembre de 2014

DESDE EL MIRADOR DEL CASTILLO DE ADEMUZ (VALENCIA) [I].


A propósito de una visita a las ruinas de la ermita de santa Bárbara.


“Casi todas (las casas de Ademuz) gozan la deliciosa vista
que el Turia y campos inmediatos les presentan;
pero el sitio mas ventajoso para disfrutarla es el castillo,
situado en la cumbre del cerro”
-Antonio J. Cavanilles, Observaciones (Madrid, 1797)-.

Dedicado al señor Jesús Blasco Sánchez y a su esposa,
la señora Ana Camañas Peinado,  
amigos de Ademuz.
 

            En nuestro recorrido por los miradores del Rincón de Ademuz arribamos hoy al del Castillo de Ademuz y ermita de Santa Bárbara: un solar devastado donde yacen las ruinas de una capilla del Setecientos y estructuras medievales defensivas, todo ello muy perdido. Si hubiera quien se atreviera a valorar y escoger el mejor mirador entre los existentes en la comarca no cabe duda que lo tendría difícil, pues son muchos y variados los que hay -todos ellos sobresalientes-: el Mirador de la Hoz en Ademuz,[1] el Mirador de las Hoces del Ebrón en Castielfabib,[2] el Mirador de Mirar Bueno en Puebla de San Miguel,[3] el Mirador de San Roque en Vallanca,[4] etc.
            Cuando pronunciamos la palabra “mirador” solemos pensar en un lugar alto, elevado, en una atalaya desde la que contemplar algo hermoso, ya sea paisaje natural o arquitectónico. En mi vida he tenido la suerte de poder viajar, algo que recomiendo encarecidamente, pues los viajes permite al ser humano alejarse de su lugar de origen, conocer gente nueva y otros paisajes, lo que aprovecha para ampliar el horizonte de nuestra mente. Y después regresar para contarlo; porque lo mejor de los viajes es volver a casa. Pero si entre los paisajes que he conocido hubiera de elegir no lo dudaría: primero, el panorama de la Acrópolis de Atenas desde la colina Filopapos al atardecer; segundo, la ciudad de Jerusalén desde la iglesia de Lacrima Christi, también conocida como Jesús flevit –lugar donde dice la tradición que Cristo lloró a la vista de la ciudad-: desde aquí puede verse la ciudad santa en su perspectiva oriental, dos de sus más célebres puertas, la de los Leones y la Dorada, y el cementerio judío a los pies de la muralla. Se trata de lugares de ámbito urbano que reúnen una belleza inefable, sobrecogedora, maravillosa. Decía cierto pintor francés, Jacques-Louis David o Delacroix, que no hay paisaje sin cielo. Pero el verdadero paisaje debe contener a mí entender, además de naturaleza, construcción que lo humanice.
        Propiamente, los paisajes del Rincón de Ademuz carecen de la grandiosidad de las grandes construcciones de la antigüedad, pero poseen en abundancia otros elementos indispensables que los hace igualmente magníficos: valles y montañas, obra humana y cielos despejados. Aunque la obra humana no sea más que una cija de muros desmochados. Porque la belleza de un lugar se halla antes en el que le contempla que en el propio paisaje...

Espectacular vista general de Ademuz (Valencia), desde el Pico Castro (897 m), 2004.

            En busca del Castillo de Santa Bárbara.
            Para visitar los restos del castillo de Santa Bárbara hay que ir a Ademuz, villa del Rincón de Ademuz y cabecera de esta comarca del poniente valenciano, la cual se halla fuera de su provincia de origen, entre Cuenca y Teruel. Una vez en Ademuz pueden seguirse varios caminos para subir al castillo: uno, directamente desde el Vallado, popular barrio situado en la parte más elevada del caserío, bajo el propio castillo; otro, yendo por la calle Cruces, en dirección al cementerio local; otro más, yendo por el camino del barranco de la Virgen, que finalmente confluye con la parte alta de la citada calle Cruces.
            Las dos primeras opciones nos permitirán conocer por dentro el caserío de Ademuz, sus gentes, las callejas estrechas y empinadas, y su complejo urbanismo. Lo de conocer gente es una posibilidad, pues cabe también que no encontremos a nadie. Si pretendemos subir al castillo con vehículo, antes que aventurase por las calles, lo mejor es ir por el camino del barranco de la Virgen, que va por la ladera septentrional del cerro sobre el que se asienta el caserío ademuceño.

Vista de la plaza de la Iglesia en Ademuz (Valencia), con detalle  del acceso al templo, la fuente con pilón en el frontis de Las Gradas y la calle Boticario, al fondo (2014).

Vista de la plaza de la Iglesia de Ademuz (Valencia), con el templo a la derecha, la barbacana a la izquierda y el portal de San Vicente al fondo (2014).
Detalle del muro que sujeta la barbacana de la plaza de la Iglesia en Ademuz (Valencia), 2014.
           Para nuestro recorrido partiremos de la plaza de la Iglesia -anteriormente, plaza de don Blas Mañez-, frente a la parroquial de San Pedro y San Pablo, cuyo edificio fue declarado por la Generalidad Valenciana en 2007 en Bien de Relevancia Local (BRL).[5] Además de la iglesia, lo más característico de esta plaza es la barbacana que tiene al levante, muro de grandes dimensiones que salva el desnivel con la calle inferior, y la fuente con pilón que hay en el frontis de Las Gradas, escalinata de doble vertiente que permite el acceso al templo por su puerta oriental. La plaza tiene su entrada principal por la calle Mesón, que procede de la parte inferior y norte de la villa y sale por el Portal de San Vicente, que guía para la parte más antigua y meridional del caserío, donde se halla la plaza del Ayuntamiento y la Casa Consistorial. Dicha puerta es la única que queda de las que poseía la antigua muralla medieval. Dicho así habremos de entender que el Portal de San Vicente permitía el acceso a la villa antigua por esta parte, de forma que el templo parroquial, fábrica del siglo XVII, se hallaba extramuros. La plaza de la Iglesia posee forma alargada, en dirección norte-sur, con el templo a la espalda (oeste) y la barbacana al frente (este). La barbacana posee un pretil y un banco corrido en su base, constituyendo un balcón natural sobre la vega del Turia. Propiamente, la plaza posee otra vía de acceso por la calle Boticario, que discurre por encima y paralelamente de la del Mesón -aunque lo de paralela es un decir imposible en Ademuz-. Asimismo podría decirse de la calle que pasa por la base del muro de la barbacana, que lleva a la avenida de Valencia, en lo que constituye el acceso meridional de la villa. La plaza de la Iglesia posee otros dos accesos o salidas, circundando el templo por sus fachadas norte y sur, aunque estas sólo son practicables caminando.

Vista de la vega del Turia desde Las Gradas de la iglesia de Ademuz (Valencia), con detalle de La Celadilla al fondo (2014).

Detalle del acceso a la calle Cruces por la escalinata de los Toriles, que pasa frente a la puerta austral del templo parroquial de Ademuz (Valencia), 2014.

Acceso a la calle Cruces por la escalinata de los Toriles en Ademuz (Valencia), 2014.
            El acceso meridional es conocido como escalinata de los Toriles, rodea el templo por su fachada sur y continúa por la occidental, subiendo hasta la calle Cruces. Lo de los Toriles tiene su explicación... Resulta que los lugareños son muy aficionados a los festejos taurinos, hasta el punto de que hasta hace pocos años montaban en la plaza de la Iglesia unas complejas estructuras de madera atadas con cuerdas, formando a modo de coso donde torear los astados. Como corral o toril utilizaban una zona estrecha sita entre el templo y la escalinata que sube hasta la calle Cruces. La plaza de la Iglesia es quizá la más popular entre los lugareños, más si cabe que la del Ayuntamiento, seguramente por ser más lucida. Allí se celebra en la actualidad el mercadillo semanal, siendo también el lugar de paso obligado entre la parte antigua del pueblo y la más moderna. Como fuera de esperar, su aspecto no ha sido siempre el mismo, ya que hasta pocos años después de la guerra civil (1936-39) -muchos vecinos todavía lo recordarán-, hubo allí un copudo olmo rodeado de un murete. Del árbol ya nos dice Madoz a mediados del siglo XIX (1845): debía ser el mismo olmo, pues entre la cita del estadista y la época en que lo talaron apenas pasó un siglo, y estos árboles son muy longevos. Probablemente se secó y lo talaron, aunque hay quien dice que lo cortaron porque quisieron, y que el alcalde de entonces se llevó la leña...[6]

Singular vista de la plaza de la Iglesia en Ademuz (Valencia), con detalle de la fuente antigua y los típicos entablados levantados para los festejos taurinos [Foto de Alicia Mañas, tomada de la revista Ababol 6 (1996), 14].

            Para subir al castillo iremos por la escalinata de los Toriles, rodeando la fachada meridional del templo hasta la citada calle Cruces. Esta vía es la que tradicionalmente se ha utilizado en Ademuz en los entierros: el cortejo fúnebre salía por la puerta austral del templo, ascendía por la escalinata y llegaba al cementerio, que se encuentra en una planicie de la parte alta del pueblo, por encima del castillo. Durante el trayecto, el féretro era portado a hombros por los vecinos, amigos y familiares del muerto: así lo habría querido él, y de esta manera lo entendían sus deudos, además de que durante muchos años no había otra forma de hacerlo. Antiguamente la escalera era más estrecha, pero hace años se estrechó, en detrimento de los Toriles. Los peldaños son amplios y la subida cómoda, dada su disposición en varios tramos. La parte alta sobrepasa en altura a los tejadillos de las capillas laterales, lado del evangelio del templo, y coincide con la capilla de la Comunión, que se halla hacia la cabecera y posee forma octogonal. La escalinata y la parte correspondiente de la calle Cruces poseen una baranda lateral. Desde este punto veremos que los muros de piedra y hormigón para salvar el desnivel son comunes en Ademuz, dada su ubicación en la ladera del cerro sobre el que asienta. Asimismo, veremos unas peculiares construcciones de planta estrecha, sitas entre dos niveles del terreno, muy típicas en la villa.

Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle del templo y la escalinata de los Toriles a la derecha (2014).

Vista del caserío de Ademuz (Valencia), subiendo por la calle Cruces: detalle de arquitectura local con los omnipresentes muros salvando el desnivel entre calles (2014).
            Siguiendo por la calle Cruces veremos que ésta se dirige hacia la derecha, en posición ascendente. Se trata de una calleja cementada relativamente estrecha y sinuosa, con viviendas a ambas manos. Algunas de las casas muestran su aspecto antiguo, grandes portalones, ventanas rejadas y amplios balcones o solanares de madera torneada. Conforme ascendemos podremos observar que el panorama se abre a nuestra derecha, ampliándose hacia levante, para mostrarnos la vega del Turia a su paso frente a la población. Y ello hasta un punto en que los tejados de las casas quedan por debajo de la vía. Continuamos ascendiendo hacia la parte más elevada de la villa, lo que se evidencia en que los edificios se han convertido en pajares, con sus eras en la parte alta. Puede dar la impresión de que las construcciones se han convertido en pajares, pero es más bien lo contrario, los antiguos pajares se han ido habilitando como viviendas. Uno de los elementos más significativos del paisaje que descubriremos en nuestra ascensión es la mole del Pico Castro (897 metros de altitud), sito en posición norte respecto a la villa, con su típica forma de chimenea: coronado por una amplia cornisa plateada de gran potencia, sus laderas se muestran pinadas hasta casi la base, producto de la reforestación de posguerra. Hacia la derecha, el espectáculo resulta igualmente excelente, con los tejados del caserío a nuestros pies, hasta la vega del Turia que se muestra en un plano más hondo, para volver a elevarse en la loma de la Celadilla, que queda enfrente. Por detrás del montículo el paisaje se amplía hacia el sureste, dibujándonos un panorama ciertamente esplendoroso. La vega discurre por la parte central del valle, con el Turia en su margen izquierda y la carretera que viene de Santa Cruz de Moya, vía Casasbajas y Casasaltas por la derecha. En un punto el río cruza la vega pasando a la derecha, lo que se evidencia por la hilera de chopos ya tocados por el otoño que circundan sus riberas: en ambas márgenes crecen tupidos maizales y árboles frutales. A la altura de Los Arenales observamos un nuevo elemento en el paisaje, nuevo porque no surgió hasta los años noventa del pasado siglo: se trata del gran viaducto que salva la vega, correspondiente a la variante de la carretera nacional 330 que viene de Manzaneruela y se dirige a Torrebaja. Por detrás del puente, a la izquierda aparece el pico de La Muela (905 m), con una cornisa dorada de gran potencia en la parte alta y laderas pinadas, émulo del Pico Castro. Con motivo de las obras de la nueva carretera se realizaron ciertas prospecciones arqueológicas de urgencia en la base de La Muela -junio y julio de 1995-, que llevaron al descubrimiento del yacimiento ibérico denominado "Los Arenales", también conocido como "La Celadilla" de Ademuz.[7] En un plano más alejado se adivina el Pico Picadoras (893 m), al suroeste de Val de la Sabina. El horizonte más lejano lo cierran al sureste las estribaciones de la sierra de Tortajada, frente a Casasaltas y Casasbajas. Otro elemento curioso del paisaje, sito éste en la Vega, margen derecha del Turia, entre éste y la desembocadura del río Boilgues, es la plaza de toros de Ademuz, única en la zona y que evidencia la específica pasión taurina de los ademuceros, compartida por muchos rinconademucenses.

Vista del caserío de Ademuz (Valencia), ascendiendo por la calle Cruces, camino del cementerio local (2014).

Vista del caserío de Ademuz (Valencia) con detalle de arquitectura local: balconadas y solanares en una vivienda de la calle Cruces (2014).
            Arribados a la parte más elevada de la calle Cruces, ésta hace un brusco giro a la izquierda, junto en el punto donde irrumpe el camino que viene del barranco de la Virgen. Aquí calle y camino se hacen uno para continuar por la ladera hasta el cementerio local. En la parte alta (derecha) de la vía observaremos una serie de pilones con una hornacina en la parte alta, se trata de las estaciones del Vía Crucis.[8] Los pilones son de ladrillo rojo macizo, asentados sobre una base de roca caliza labrada, coronado todo por una cruz sobre la cobertura piramidal. En la hornacina moran las cerámicas con las representaciones de la pasión de Cristo. Los azulejos son bonitos, quiero decir agradables de ver por su hechura y colorido, pero los casilicios se hallan muy deteriorados. Los pilones muestran restos de jalbegue, lo que les resta vistosidad. Sucede lo que con todas las obras de este tipo, que no se sabe muy bien de quién son, si de la Iglesia, la parroquia o el municipio, lo que conlleva que nadie se ocupe de su conservación. Lo cierto, sin embargo es que se hallan en Ademuz y forman parte del patrimonio cultural y religioso de la villa, y como tal debieran tratarse. Este último tramo del camino hasta el Cementerio conviene hacerlo tranquilamente, admirando el hermosísimo paisaje que se nos muestra. Podemos mirarlo y remirarlo una y mil veces, y no nos cansaremos, pues contiene algo en su bosquejo singularmente armónico y  tranquilizador, quizá por la amable y conocido... 

Vista de la vega del Turia desde la calle Cruces de Ademuz (Valencia), 2014.

Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle de arquitectura local (2014)
            Hacia el suroeste veremos aparecer un nuevo elemento en el paisaje, se trata del cerro de Horca, con su forma troncocónica, sito en la margen derecha del río Boilgues, frente a la villa. Desde su base vemos ascender un camino asfaltado que pasa frente a la ermita del Rosel, proveniente de Libros, Torrebaja, El Soto y Ademuz, y que conduce hacia el Pinar Llano: se trata del antiguo Camino Real que lleva para Castilla, vía Pedro Izquierdo y Santo Domingo de Moya. Al final del camino que venimos siguiendo arribaremos al cementerio, cuyo solar se halla a la derecha, cercado de altos muros. Se trata de un camposanto parroquial, dependiente de la Iglesia. Según me hacen saber, la Iglesia ha ofrecido su gestión al Ayuntamiento, pero éste ha rechazado el ofrecimiento, razón por la que los nichos se los fabrican los propios vecinos asociados en cooperativas. Adosada al muro del cementerio se halla la antepenúltima estación del Vía Crucis, los dos últimos pilones se hallan en la placeta que hay frente al recinto cementerial, cuya entrada se halla en la fachada meridional. La explanada frente al muro oriental del santo lugar forma un estupendo balcón natural sobre el valle del Turia, con el caserío de la villa a nuestros pies.
 
Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m) desde la calle Cruces en Ademuz (Valencia), 2014.


Detalle de la parte alta de la calle Cruces en Ademuz (Valencia), 2014.

Vista de la vega del Turia, con detalle del caserío de Ademuz (Valencia) a nuestros pies, y el Pico Castro (897 m) al fondo iquierda (2014).

         El Mirador del Cementerio se halla protegido por una sólida baranda de hierro, varios pinos sombrean la placeta del mirador, en cuyo centro se halla la última estación de la Pasión: Jesús es colocado en el sepulcro. Merece la pena detenerse un momento para admirar el espectáculo que desde este punto se ofrece al visitante, ya que se trata de unos de los más fastuosos de la comarca. A nuestros pies, los tejados del caserío de Ademuz. De norte a sur, la vega del Turia, cuyo cauce sinuoso viene señalado por los chopos y sargas que circundan sus riberas. En la margen derecha, en posición septentrional, frente a la población, la eminencia del Pico Castro, con su pétreo capitel coronando la cima y sus laderas pobladas de pinos, por cuya base discurre la carretera que lleva para Teruel. Al otro lado del valle, margen izquierda del río, los Puntales del Mediero, frente a Torrebaja, cerros que forman parte de Los Molares (1.077 m), en cuya parte baja se aprecian las rojizas arcillas de Los Terreros y la zona reforestada de La Dehesa. En la misma margen, el graderío de montañas baja hasta el valle, conformando el paraje de Los Planos, afloraciones terciarias de característico colorido. A los pies del Pico Castro veremos el puente de El Sotillo, que cruza el Turia a la entrada de Ademuz. El camino del puente lleva hacia levante, en dirección a Mas del Olmo y Sesga, vía Val de la Sabina, aldeas de Ademuz. La carreterita, más bien camino rural asfaltado, pasa por detrás de la pinada loma de La Celadilla, por cuya ladera norte discurre la rambla del Val.
            El río Turia fluye sinuoso por la vega y se acerca por el norte al caserío de Ademuz, frente al que forma una amplia herradura, para alejarse de nuevo en dirección sureste: atraviesa el valle y continúa su trayecto por la parte izquierda del mismo, camino de Los Arenales. En este paraje veremos el gran viaducto de la carretera de Manzaneruela a Torrebaja, que desde las Casas de la Balsa salva el valle y se inserta en un tajo del monte abierto a los pies del Pico de la Muela. Decíamos que La Muela constituye otro de los iconos del paisaje ademuceño, junto con el Pico Castro y el Cerro de Horca. Sus eminencias rojizas conforman a modo de doble diadema, una en la parte alta de la cornisa y otra en la inferior. Por detrás de La Muela se abre paso la rambla del Val, cauce que recoge las aguas de las vertientes occidentales de las estribaciones de Javalambre, desde Puebla de San Miguel a esta parte, abocando al Turia en El Sotillo, a los pies del Pico Castro. Frente a La Muela, otro lado del Turia, se alza el Cerro de Horca, cuyas laderas escalonadas fueron antiguas zonas de cultivo hoy en gran parte abandonadas. El cerro se halla coronado por una cornisa pétrea de gran potencia: todas estas formaciones montañosas van desmoronándose por efecto de la karstificación (disolución de la roca por el agua) y gelivación (acción del hielo y deshielo sobre la roca) que la afectan.

Vista del Pico Castro (897 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que sube al cementerio (2014).

Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle del cerro de Horca, desde el camino que sube al cementerio (2014).

Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que sube al cementerio (2014).

Vista de la vega del Turia en Ademuz (Valencia), desde el camino que sube al cementerio (2014).

Vista del Pico Castro (897 m) en Ademuz (Valencia), desde la placeta del cementerio (2014).
Detalle la entrada principal del cementerio de Ademuz (Valencia), desde el camino que baja al castillo y ruinas de la ermita de Santa Bárbara (2014).
         Dejamos el Mirador del Cementerio para descender por un camino cementado que nace en la plazuela, junto al penúltimo pilón del Vía Crucis: Jesús muerto, en brazos de su madre. A los pies del pilón hay un bloque de piedra a modo de asiento que señala el camino que lleva al “huerto de la muerte”, cuya entrada se halla en el muro meridional: posee un gran portón de dos hojas de madera enmarcado por un arco recto de piedra, cubierto de tejadillo y coronado por una cruz latina: dos añosos cipreses custodian el margen derecho de la entrada. En nuestro recorrido bajamos por el camino cementado que conduce al solar del antiguo castillo medieval de Ademuz y a la ruinosa ermita de Santa Bárbara, ambos sobre la eminencia del cerro que domina la villa en esta parte. En su tramo final el camino desciende en brusca pendiente, entre antiguas labradas, donde todavía se mantienen algunos almendros y oliveras, para dar a una somera placeta frente a unos ruinosos edificios: se trata de viejos pajares con su era. Unos pilones de obra impiden el tránsito de vehículos al recinto histórico. Resultará obvio decir que desde el Mirador del Cementerio hasta la placeta de la era podremos seguir contemplando el grandioso panorama que se nos ofrece por la izquierda y que hemos tratado de describir. Conforme descendemos, el paisaje ademuceño se nos ofrece en una nueva perspectiva, destacando la torre-campanario de la parroquial, cuyo chapitel emerge entre el caserío, casi al alcance de nuestras manos. Asimismo destaca el cuerpo del templo con su cobertura a tres aguas, los tejadillos y contrafuertes de las capillas del lado del evangelio, la cúpula de la capilla de la Comunión...

 
Vista del cerro de Horca en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y ermita de Santa Bárbara (2014).
            Desde los pilones que marcan la entrada al recinto propiamente arqueológico puede observarse una singular perspectiva del camino por donde hemos descendido desde el Mirador del Cementerio: lo más llamativo es la eminencia pétrea que corona el cerro de los Zafranares, a cuyos pies se halla el camposanto, y el pronunciado declive de las terrazas, donde todavía perviven viejos almendros resecos. Antes de atravesar los pilones nos acercamos a un panel con texto y fotos que hay en un rincón de la era, hoy placeta: lamentablemente, el texto resulta ilegible y las fotografías borrosas por efecto de la intemperie. Ya hemos manifestado muchas veces este fenómeno, que no hay quien se ocupe del mantenimiento de este tipo de indicadores que hay en tantos lugares de interés... Ello resulta penoso, ya que si un visitante foráneo se acerca hasta este lugar, ¿cómo podrá saber qué es lo que está viendo, su origen y proceso histórico?
          Atravesando la hilera de pilones que marcan el recinto arqueológico nos toparemos con una fuentecita de hierro que hay en la base de unas rocas calizas. La fuente no tiene agua. Junto a un muro de la derecha vemos varios árboles: un cerezo, una higuera, un serval común, un tamarindo… Las mencionadas rocas calizas tras de la fuente forman franjas horizontales de mediana potencia, a modo cimientos aéreos de lo que pudieron ser lienzos de muralla o muros de torreón basados en mampostería de piedra tomada con cal y canto. Dada su ubicación bien podrían corresponder a la entrada principal de la fortaleza, presumiblemente dispuesta entre torreones. De hecho sería la zona mejor fortificada, pues el resto del recinto posee sus propias defensas naturales en la altitud y lo escarpado del terreno. La fuentecita marca el ángulo de dos caminos: uno se dirige hacia abajo, donde el depósito del agua potable que sirve a la población y las ruinas de la ermita de santa Bárbara, y otro hacia arriba, donde una somera plazuela, en cuyo margen meridional pueden observarse restos de muro similares a los descritos. Caminamos hacia arriba, para ver con una mejor perspectiva los restos arqueológicos mencionados. Desde la placeta, en la que hay mesas y bancos de madera, farolas y alguna papelera, puede observarse otro lienzo de muro parejo a los descritos, cuya base caliza se ha desmoronado parcialmente. Estos fragmentos de muro o torreones son lo que queda del antiguo castillo de Ademuz. Pascual Madoz (1845), que fue Ministro de Hacienda y autor de una Ley de Desamortización que lleva su nombre, comenta de Ademuz y su castillo:
  • <Dominando la población, sobre un cerro, cuya falda está ocupada (por el caserío), se ve el antiguo y desmantelado castillo, obra de los árabes [...] Los moros la llamaron Adamuz, y la cercaron de altos muros y torreones: en el año 1212 la conquistó D. Pedro 2º de Aragón, y la pobló de cristianos, pero disfrutaron poco de su posesión, porque el rey moro de Valencia, la tomó luego pasándolos a cuchillo; la reedificó, y á su fort(aleza) añadió un cast(illo), cuyos restos conserva en su parte mas elevada. El rey D. Jaime 1º de Aragón la conquistó por segunda vez en 1259, después de una gran resistencia y mucha pérdida de gentes, y la mandó poblar de cristianos de su ejército á quienes concedió muchos privilegios. Este pueblo fue de los primeros asi en la religión cristiana, como en el señ(orío) de los reyes de Aragón>.[9]

Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y ermita de Santa Bárbara (2014).

            Antes de seguir adelante conviene aclarar algunas afirmaciones contenidas en el párrafo citado. Cabe decir, no obstante, que Madoz no es historiador, ni lo pretende. Respecto a los asuntos históricos, él se limita a recoger lo que se sabía o se creía saber en su tiempo, tomando muchas veces la información de los propios lugares que trata. Afirma el texto que “los moros [...] la cercaron de altos muros y torreones”: obviamente se refiere a la localidad, sin mencionar propiamente un castillo o fortaleza. Por lo que sabemos, en tiempo de los moros ya existía algún tipo de estructura defensiva en Ademuz, bien sea torreón o castillejo, formando parte de una línea imaginaria que unía Albarracín con Alpuente, vía Jabaloyas, Tormón, El Cuervo, Castielfabib, Santa Cruz de Moya... Asimismo, había otros castillos, castillejos o torreones a ambos lados de esta línea: Villel, al este, y Huélamo, Salinas, Alcalá de la Vega, Boniches, Algarra, Mira, éstos al oeste. Se dice también que “en el año 1212 la conquistó D. Pedro 2º de Aragón, y la pobló de cristianos”. A tenor de lo que demuestra la historiografía, la conquista cristiana tuvo lugar realmente en 1210, antes de la batalla de las Navas de Tolosa, por Pedro II el Católico de Aragón: el cronista Jerónimo Zurita (1512-80) recoge y comenta en sus Índices (Zaragoza, 1577) detalles de aquel momento: 
  • <A finales de marzo (de 1210) el rey (don Pedro de Aragón) reúne sus tropas en Monzón, y hace una incursión por tierras del reino (almohade de Valencia). [En aquella expedición] Conquistan la villa de Ademuz, Castielfabib y Sertella, con sus castillos. Estas fortalezas no se agregan al reino de Aragón, sino que forman el reino de Valencia, que puestas en la frontera eran como las primicias de una gran expedición. Los castillos próximos se rindieron y aceptaron las condiciones propuestas. [...] y aquel día en presencia del rey, del obispo de Zaragoza se ofreció y entregó a don Pedro de Montagudo maestre del Temple y a su orden>.[10]

            Volviendo al estadista, dice éste que los cristianos que repoblaron la localidad “disfrutaron poco de su posesión, porque el rey moro de Valencia, la tomó luego pasándolos a cuchillo; la reedificó, y á su fort(aleza) añadió un cast(illo), cuyos restos conserva en su parte mas elevada”. Es cierto que tras la conquista cristiana de 1210 existe un vacío documental de varios años sobre la zona, quiero decir que no hay constancia fehaciente de que realmente esto fuera así. En cualquier caso, si Ademuz fue reconquistado por los moros, Zurita afirma que Castielfabib no lo fue. Lo más probable es que la zona constituyera una frontera inestable, con incursiones de ambos bandos. Respecto a los tratados establecidos en los años veinte y treinta entre el rey don Jaime y el destronado rey de Valencia -Zeid Abuceit (1195-1268)-: por el primero, firmado en Calatayud el 20 de abril de 1229, cuando el rey de Aragón se hallaba preparando la conquista de Mallorca, se estipula que a cambio de su amistad y protección, Zeid cedería a don Jaime la cuarta parte de cuanto se recuperase de su reino y fuera de la conquista aragonesa: el Conquistador  deja en prenda los castillos de Ademuz y Castielfabib, permutándolos por los de Peñíscola, Morella, Cúllar, Al puente, Jérica y Segorbe, que deberían ser ocupados por vasallos del rey aragonés (ACA: Pergaminos Jaime I, nº 373). De este momento escribe el cronista aragonés (la negrita es mía):
  • <[Pactos de Jaime I y el rey de Valencia] Por el mes de abril Zeit Abuzeit rey de Valencia, arrojado de su reino, se confedera con el rey (don Jaime) por sí y en nombre de su hijo Zeit Abahomet. En prenda de su pacto (el rey moro) promete entregarle seis fortalezas: Peñíscola, Morella, Cullera, Alpuente; Jérica y Segorbe. El rey (cristiano) le hace juramento de que le prestará su ayuda y le ofreció de entregar Castielfabib y Ademuz. Este (el rey moro), dio las máximas esperanzas al romano pontífice y al propio rey (don Jaime) de que, abjurada la impiedad, abrazaría la religión cristiana y recibiría el sagrado bautismo>[11]

Por el segundo pacto, datado en Teruel a 30 de enero de 1232, el destronado rey de Valencia, previendo la dificultad de volver a reinar, renuncia a los derechos del primer pacto en favor de don Jaime (ACV: Pergaminos de Jaime I, nº 480).[12] Los compromisos firmados entre Zeid y don Jaime no fueron obstáculo para otras transacciones... Así vemos que con fecha 26 de febrero de 1231, el rey  de Aragón empeña ante el rey de Navarra -Sancho VI  el Fuerte (1194-1234)- varios castillos, entre los que se hallan el de Ademuz y Castielfabib, con sus pobladores y pertenencias, para la conquista de Mallorca (AGN, Cartulario 3, p. 175). Tras su desempeño, ambos castillos pasaron de nuevo al rey de Aragón...


Vista de la vega del Turia y pico de La Muela (905 m)  en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y la ermita de Santa Bárbara (2014).

Vista de la vega del Turia y Pico Castro (897 m) en Ademuz (Valencia), desde el camino que baja del cementerio hasta las ruinas del castillo y la ermita de Santa Bárbara (2014).

            Mediante el tercer acuerdo establecido entre el destronado rey moro de Valencia y don Jaime, datado éste en Teruel el 28 de mayo de 1236, se produce la confirmación de los tratados anteriores y se establecen otros nuevos (ACA, Perg. Jaime I, nº 678).[13] Los castillos puestos en garantía por don Jaime –Ademuz y Castielfabib- debieron quedar en manos del señor de Albarracín, pues hay un documento, de fecha de 13 de febrero de 1241,  por el que el III señor de Albarracín -don Pedro Fernández de Azagra (1196-1246), autotitulado vasallo de Santa María- se compromete devolver a don Jaime los castillos y villas de Ademuz y Castielfabib en el plazo de dos años, contados a partir de la próxima fiesta de san Juan, 24 de junio (ACA, Perg. Jaime I, nº 831).[14] Asimismo, existen varios documentos más que vinculan a don Jaime con el IV señor de Albarracín -don Álvaro Pérez de Azagra (1246-1260)-, a través de nuestras villas -Ademuz y Castielfabib-: mediante el último registro, datado éste en Calatayud, a 7 de febrero de 1256, el rey don Jaime confirma al IV señor de Albarracín los feudos que en ese momento le concede y los que ya poseía –Calatayud, Híjar, Daroca, Teruel y Ademuz-, prometiéndole además su ayuda caso de guerra con Castilla o contra quien le hiciese daño, a cambio de su lealtad y apoyo contra el mismo rey castellano, poniéndole en fianza el castillo de Albarracín (ACA, Perg. Jaime I, nº 1.440).[15] Según el pacto, con fecha de 1256 el "honor" de Ademuz y demás lugares citados (Calatayud, Híjar, Daroca y Teruel), pasaron a manos del señor de Albarracín... (Almagro, 1959:342-343).[16]


Para acabar de complicar el asunto, traemos al texto el primer Testamento de Jaime I -publicado en Barcelona, el 1 de enero de 1242-: mediante éste, el rey Conquistador reparte sus reinos entre sus herederos: deja Aragón y Cataluña a su hijo Alfonso de Aragón (1222-60), además de varios condados feudalmente autónomos, aunque no en lo político. Y al infante Pedro -futuro rey don Pedro III el Grande (1276-1285)- le deja "tot el regne de València", además de Mallorca y demás islas, Montpellier y varios condados y castillos de la Occitania. Lo más interesante del asunto, sin embargo, es que cuando se pone a describir los límites del Reino de Valencia usa los definidos en la versión latina de los Fueros; asimismo, cuando establece los límites con Aragón utiliza el cauce del río Alventosa, tal como dicen ambas versiones de los fueros, latina (1240) y romanceada (1261). El testamento incluye un anexo, mediante el que deja al infante don Pedro, además del Reino de Valencia, dos castillos: Castrum Habib et Adamuz.[17] Si le dejó el Reino de Valencia y los castillos de Ademuz y Castielfabib significa que a la fecha del testamento (1242) éstos no se hallaban todavía dentro de los límites del nuevo reino cristiano; de lo contrario no tendría sentido decir que le deja "tot el regne de València" y los castillos del pre-Rincón de Ademuz, bastaría con decir el Reino de Valencia.

Asimismo, el estadista Madoz (1845) afirma que “El rey D. Jaime 1º de Aragón la conquistó (la villa y el castillo de Ademuz) por segunda vez en 1259, después de una gran resistencia y mucha pérdida de gentes, y la mandó poblar de cristianos de su ejército á quienes concedió muchos privilegios”. Propiamente, la cita resulta dudosa, pues da a entender que desde la supuesta reconquista de los moros valencianos el castillo y población de Ademuz habían permanecido en manos musulmanas hasta esta presunta segunda conquista cristiana de 1259. Como hemos visto, ello no es cierto. Además de que no hay documentos que refrenden tal afirmación, la propuesta no resulta creíble, pues a mediados del siglo XIII no podía haber en el interior del Reino de Valencia un reducto musulmán por conquistar, me refiero entre Castilla y la Corona de Aragón por esta parte, como cabe deducir si fuera cierta la tesis de que en 1259 don Jaime de Aragón “la conquisto (a los moros) por segunda vez”. En cualquier caso, como hemos visto, en 1256, Ademuz se hallaba en manos del señor de Albarracín, no de los moros... Bien es cierto, sin embargo, que, como se dice arriba, a la fecha de los Fueros latinos (1240), la zona del Rincón de Ademuz no se hallaba todavía entre las fronteras del nuevo reino cristiano de Valencia. Aunque ya lo estaban en el texto romanceado (catalán) de estos Fueros (1261), en que se nombra específicamente el castillo de Ademuz y el de Castielfabib, afirmando que “aquests dos castels són del regne de València”.[18] Ello no significa que entre ambas fechas (1240-1261) los castillos de Ademuz y Castielfabib estuvieran por conquistar, sólo que todavía no se habían incluidos entre los límites del recién creado reino cristiano de Valencia. En cualquier caso, de estar todavía "por conquistar", esto es, por pasar a la Corona, dichos castillos no se hallaban en manos de los moros, sino en manos del señor de Albarracín.

Detalle de los cantiles que coronan el cerro de los Zafranares en Ademuz (Valencia), con detalle del cementerio local en la base (2014).

Vista del caserío de Ademuz (Valencia), con detalle el Pico Castro (897 m) al fondo, desde el camino que conduce a las ruinas del castillo y ermita de Santa Bárbara (2014).
            Lo anterior parece hallarse en contradicción con lo que hemos visto que dice Zurita (1578): “Estas fortalezas (Ademuz y Castielfabib) no se agregan al reino de Aragón (tras su conquista), sino que forman el reino de Valencia, que puestas en la frontera eran como las primicias de una gran expedición”. O con lo que escribe Madoz (1845): “Este pueblo (Ademuz) fue de los primeros asi en la religión cristiana, como en el señ(orío) de los reyes de Aragón”. Tras la conquista cristiana de Pedro II de Aragón, mal podían nuestras villas agregarse al reino cristiano de Valencia, pues éste no se formaría hasta muchos años después, tras la conquista de la capital por Jaime I el Conquistador en 1238. Lo razonable es pensar que la zona pasaría a ser administrada y defendida desde Teruel y Aragón, como demuestra la historiografía. Lo que sucede es que los hechos de conquista tuvieron lugar a principios del siglo XIII y el cronista aragonés escribe en el siglo XVI, esto es, sabiendo lo que sucedió después.

© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.


[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Réquiem por la Carrasca de Negrón en Vallanca (Valencia), del martes 23 de septiembre de 2014.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Mirador de las Hoces del Ebrón en Castielfabib (Valencia), del sábado 24 de mayo de 2014.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Las Blancas de Puebla de San Miguel (Valencia), lunes 15 de septiembre de 2014.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Mirador de San Roque en Vallanca (Valencia), del jueves 8 de mayo de 2014.
[5] Bien de Relevancia Local según la Disposición Adicional Quinta de la Ley 5/2007, de 9 de febrero, de la Generalitat, de modificación de la Ley 4/1998, de 11 de junio, del Patrimonio Cultural Valenciano (DOCV Núm. 5.449 / 13/02/2007).
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. En busca de los olmos desaparecidos del Rincón de Ademuz, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 107-118.
[7] CASTELLANO CASTILLO, Juan José y SABATER PÉREZ, Ana. El siglo IV a.C., en el Alto Turia: el vertedero y la torre de Los Arenales (La Celadilla, Ademuz-Valencia), en SAGVNTUM (PLAV), 31:195-204.
[8] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Los Vía Crucis del Rincón de Ademuz: origen y significado devocional, en: Del paisaje, Alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2007, vol. I, pp. 167-174.
[9] MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar, Madrid, 1845, pp. 83-83.
[10] ZURITA, Jerónimo. Índice de las gestas de los reyes de Aragón desde comienzos del reinado al año 1410, Edición preparada por Angel Canellas López, Cronista Oficial de la Diputación Provincial de Zaragoza, Zaragoza, 1984, vol. I, p. 143.
[11] Ibídem, p. 166.
[12] MARTÍNEZ ORTÍZ, José. Referencias a Teruel y su provincia en los documentos de Jaime I el Conquistador, Colección Catálogos Documentales, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel, 1960, p. 35, doc. 22.
[13] Ibídem, p. 39, doc. 33.
[14] Ibídem, p. 54, doc. 82.
[15] Ibídem, p. 74, doc. 149.
[16] ALMAGRO BASCH, Martín. Historia de Albarracín y su sierra, tomo III; El señorío soberano de Albarracín bajo los Azagra, Teruel: Instituto de Estudios Turolenses, 1959, pp. 343-343.
[17] GUINOT RODRÍGUEZ, Enric. Els límits del Regne. El procés de formació territorial del País Valencià medieval (1238-1500), Edicions Alfons el Magnánim, Institució Valenciana D`Estudis i Investigació, Generalidad Valenciana, Diputación Provincial de Valencia, Valencia, 1995, p. 34.
[18] Ibídem, p. 31.

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