miércoles, 18 de abril de 2018

DON JOAQUÍN VIDAL MUNÁRRIZ (1882-1939), UN CORONEL REPUBLICANO EN TORREBAJA (y II).



Reseña biobibliográfica para una aproximación al conocimiento del militar republicano,
Jefe del XIX  Cuerpo de Ejército de Levante en Torrebaja durante la Guerra Civil Española 
(1936-1939).








Viene de:

Al final de la Dictadura (abril de 1930) encontramos al comandante Joaquín Vidal Munárriz en Castellón: “Marchando con permiso el teniente coronel don Eladio López Rosas, queda dado de baja para el servicio, haciendo entrega del batallón en armas al comandante don Joaquín Vidal Munárriz, a quien por ordenanza le corresponde”.[1]

La siguiente referencia al capitán Vidal Munárriz la hallamos en marzo del año siguiente (1931) y se refiere a un Consejo de Guerra por los sucesos de diciembre, esto es, el levantamiento militar contra la monarquía de Alfonso XIII durante la “dictablanda” del general Berenguer que la historia conoce como “Sublevación de Jaca”. En aquella causa, que debía celebrarse en abril de ese año, el capitán Vidal Munárriz debía actuar como defensor del comandante Recaj Navarro, al que el fiscal pide “Seis meses y un día de prisión militar correccional”.[2] El tribunal pronunció su sentencia al día siguiente.[3]


El coronel don Joaquín Vidal Munárriz (en el centro), héroe de Bilbao comandante del XIXº Cuerpo de Ejército Republicano en Torrebaja (Valencia), junto con la madrina del acto de entrega de la bandera (Elenita de Albo) durante la Guerra Civil (1936-39); el segundo por la derecha (entre Elenita y un militar con gorra) es don Carlos Sanz Asensio, Comisario Inspector del XIXº Cuerpo de Ejército, de filiación anarquista (CNT). Otros personajes son un tal Ejarque y Pepe Martínez (aunque no los podemos identificar en la fotografía, desconociendo asimismo sus cargos)
[Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"]. 


Posteriormente -ya en plena II República-, sólo hallamos el nombre del capitán Vidal Munárriz en los Anuarios Militares:

* 1932 y 1933: Décima Brigada de Infantería, Cuartel General (Huesca): General de Brigada: Francisco Llano Encomienda. Ayudante de campo: Joaquín Vidal Munárriz. Tropa: Regimiento de Infantería número 19 (Jaca). Regimiento de Infantería número 20 (Huesca).
* 1934, 1935 y 1936: Tropas Divisionarias, Quinta Brigada de Infantería, Cuartel General (Valencia). General de Brigada: Francisco Llano Encomienda. Ayudante de campo: Comandante de Infantería: Joaquín Vidal Munárriz. Plana mayor: Carlos García Nieto.

En una nota de Información militar relativa a Destinos en Infantería, Caballería e Ingenieros (de agosto de 1935) encontramos al capitán Joaquín Vidal Munárriz destinado al ministerio.[4] Al año siguiente (abril de 1936), en plena primavera trágica aparece en nota de prensa nueva noticia relativa a destinos militares en la que figura el biografiado: “y al teniente coronel de Infantería don Joaquín Vidal Munárriz para el mando del batallón de Montaña de Arellano número 4 (Bilbao).[5] La noticia la recoge también el diario ABC del día siguiente (2 de abril de 1936).[6] En la misma fecha, la información aparece también el del diario El Sol.[7]

Cronológicamente nos hallamos en la denominada “Primavera trágica”, periodo comprendido entre las elecciones de febrero de 1936 y el levantamiento militar derechista que dio origen a la guerra civil española. Un editorial –La crisis de nuestra economía- en el diario independiente El Sol (del jueves 2 de abril de 1936), dice:
  • Unas elecciones, en 1931, derribaron la Monarquía; otras, las de 1933, desplazaron del Poder a las Izquierdas; las de 1936 eliminan del Poder a la derecha y al centro./ Se han repetido todos los tópicos para Justificar esta última evolución, como antes, y en los tres casos, sin acierto. No se ha llegado a explicar satisfactoriamente la causa de este desplazamiento de las masas hasta constituir mayorías tan dispares en su significado ideológico. ¿Motivos políticos? ¿Lucha de clases? Los orígenes de estos vaivenes, en períodos tan breves para la vida de un pueblo, hay que buscarlos en causas fundamentales. En la escasa prosperidad general, en la falta de trabajo./ Son figuras equivalentes, contrapuestas en su acción, prosperidad y paro forzoso, trabajo y miseria. El complejo nacional se ha movido en un circulo vicioso en los siete últimos años, con evidente mala fortuna. La coyuntura nacional, a pesar de su poca relación con la crisis mundial, ha sido cada vez más lamentable. En siete años no se dió con el remedio. La escasa labor realizada para la creación de trabajo; la falta de visión certera, o mejor de visión de conjunto, ha sido tal, que el paro obrero ha crecido, con sus dobles vertientes, sobre el proletariado y sobre ese otro seudoproletariado, la clase media, donde se mezclan y borran las líneas diferenciales, las profesiones liberales, el pequeño comercio y la pequeña industria, los primeros perjudicados por el descenso aterrador del poder de compra de la masa que el paro ha producido./ El paro obrero. He aquí el promotor del descontento, y por ende, de estos desplazamientos de opinión. El peligro se veía lejos, muy lejos. Sin embargo, no era así; se agrava por momentos, es necesario afrontarlo inmediatamente; ya no se puede pensar en actuar con reactivos sobre la economía privada, sobre la iniciativa particular; ya no se puede lucubrar sobre esa técnica de la oportunidad de las inversiones de dinero. Ahora hay que crear trabajo, y crearlo aprisa. En junio, las estadísticas de paro deben cerrar su interrogante. Quinientos, mil, dos mil millones de pesetas. No precisamos el gasto. Señalamos la necesidad ineludible de que se resuelva de una manera definitiva este cuadro de miseria./ Pesan sobre el Gobierno estas consideraciones. Aparte de que el problema del paro es la esencia de su programa preelectoral, hoy un imperativo de conciencia que obliga a resolverlo. De una manera especial queremos requerir al ministro de Hacienda./[8]


Continúa diciendo:
  • A un lado, sus deseos, como buen economista, de mantener la política de reajuste. A otro lado, la miseria, el hambre, la revuelta en la calle. Hay que decidirse por lo más urgente. A la postre, del obrero al burgués, todos gozarán de la prosperidad a través de una política de gasto bien ordenada, que tenga por objeto remediar el paro, la puesta en marcha de toda la riqueza nacional en colapso. Sabe el ministro que no puede haber hacienda donde no hay orden, que este orden no nace de las medidas de coerción, sino de la existencia de un buen pasar en las clases populares. Aun iremos más allá. Es inútil buscar un presupuesto nivelado a base de una economía depauperada. Los avances fiscales más renovadores -que aun caben muchos en España- sólo son soportables cuando el bienestar, exponente de actividad y de trabajo, engendra una riqueza imponible más intensa./ Cuando las Cortes se constituyan, esta debe ser la primera materia de discusión, encaminada a conseguir que el dinero del Tesoro, elemento esencial de este ataque contra la miseria, no sea lanzado a voleo, sino empleado en proyectos remuneradores debidamente estudiados./ El mejor remedio contra el paro sería la rápida aprobación de una ley que concediese los créditos necesarios para la puesta en práctica de numerosos proyectos, ya en buena parte o totalmente discutidos en las Cortes, sin contar las obras ya comenzadas e insuficientemente desarrolladas por deficiencias en la consignación presupuestaria. Obras de las Confederaciones hidráulicas, supresión de pasos a nivel, ferrocarriles de nueva construcción, edificios públicos en proyecto, sobre todo escuelas; obras de defensa nacional, construcción de unidades de la escuadra, ley de Comunicaciones marítimas. He aquí un programa realizable inmediatamente, mediante una primera ley. Con más calma se construiría el segundo escalón y se dibujarían mejor los perfiles de la obra total./ Se precisa a la vez utilizar en los dos próximos trimestres, en obras y suministros dotados en los presupuestos vigentes, las consignaciones totales fijadas en el presupuesto prorrogado. Refuerzo que ayudaría a cerrar el ciclo de trabajo de los braceros, cuya ocupación en las faenas del campo durante el verano permite esperar que en otoño se inicie un plan de mayor empuje./ Conviene poner de relieve que, iniciado el plan, se produciría un reflejo favorable en la Industria pesada, que inmediatamente se extendería a otras ramas de la metalurgia y de la industria en general, para repercutir, precisamente en la hora de los aprovisionamientos para el invierno, en todas las industrias de consumo./ En espera de una coyuntura menos penosa, al finalizar el ejercicio se podrían estudiar las reformas fiscales para 1937, base del reajuste presupuestario, más hacedero sobre una economía en camino de resurgimiento, aun considerando los intereses y amortizaciones de los créditos o deuda creados para la reducción del paro./ El ministro de Hacienda debe recordar, para que esa experiencia alumbre su camino, cuál ha sido la orientación de sus antecesores -Ventosa, Caner, Chapaprieta- y cuáles los frutos recogidos. Con la mejor buena fe, actuaron según las normas clásicas. Los resultados, poco brillantes para los mismos intereses que creían salvaguardar, se recogen ahora..[9]


Un análisis de la situación económica y social del país sensato y nada despreciable. Sin embargo, la situación política era mucho más compleja, pues el editorialista –basándose en los acontecimientos que tenían lugar por todo el territorio nacional: la miseria, el hambre, la revuelta en la calle- no es capaz de prever que tres meses después habría de estallar una guerra civil.

Al estallar la rebelión militar (julio de 1936), Vidal Munárriz era Teniente Coronel Jefe del Regimiento de Garellano en Bilbao, manteniéndose fiel a la República. Según recoge Canales Serrano (2010), la secuencia de los hechos, en relación con el levantamiento militar derechista, fue la siguiente:
  • El pronunciamiento que había de dar inicio a la guerra civil fracasó en Bilbao al mantenerse fieles a la República los principales jefes de los cuerpos armados de la ciudad: el Teniente Coronel Joaquín Vidal Munárriz, al frente del batallón de la Montaña n.6 (Garellano), el teniente coronel Colina, jefe de la Guardia Civil, y el comandante Aizpuru, jefe de la Guardia de Asalto. De hecho, en Bilbao el pronunciamiento fue abortado antes de producirse.[10]

  • Según el relato recogido por la Causa General, el jefe del movimiento en Vizcaya había de ser el comandante de artillería retirado Alejandro Velarde González. Éste contaba con la opinión favorable al golpe de la oficialidad del Batallón de la Montaña [...], también conocido como Batallón de Garellano. En el interior del Batallón dirigía la conspiración el capitán de infantería Juan Ramos Mosqueda. Al no contar con los oficiales de mayor graduación ni con la Guardia Civil, toda la conspiración se centró en la sublevación del Cuartel de Basurto. Esta concentración facilitó sin duda la actuación de las autoridades fieles al gobierno. Ya la noche del 17 de julio se personó en el cuartel el jefe de la guardia municipal de Bilbao con la orden del gobernador civil de retirar 130 fusiles. La actitud golpista de la oficialidad quedaba ilustrada por la resistencia pasiva que ofreció a esta entrega; pero la lealtad a las autoridades republicanas del Teniente Coronel Vidal [Munárriz] estaba fuera de duda. Incluso el informe relata que, ante la resistencia dilatoria de la oficialidad, el propio Vidal rompió los cristales de la vitrina donde se guardaban los fusiles con su bastón de mando.[11]

  • Durante el día 18, “el ambiente en el cuartel era de nerviosismo e intranquilidad. Los comprometidos vigilaban al Teniente Coronel Vidal y éste vigilaba a sus subordinados y daba noticias al Gobernador Civil”. Finalmente, la noche del 18 al 19 Vidal [Munárriz] hizo detener a los cabecillas de la conspiración. Mientras tanto, el Gobernador Militar, coronel Piñerúa, se negaba a obedecer las órdenes de Pamplona que le instaban a declarar el Estado de Guerra y convocaba una reunión de los principales mandos militares. El Teniente Coronel Colina, jefe de la Guardia Civil, amenazó con atacar el Cuartel de Basurto con sus 800 guardias si el Batallón de Garellano se sublevaba. A esta intención se sumó el jefe de la Guardia de Asalto y el de Carabineros. Así, pues, en la noche del 18 al 19 de julio el Alzamiento en Vizcaya quedaba sentenciado.[12]

El coronel don Joaquín Vidal Munárriz, comandante del XIXº de Ejército Republicano en Torrebaja (Valencia), posando junto a Elenita de Albo, madrina del acto de entrega de una bandera al Cuerpo de Ejército y un grupo de militares y civiles frente a su residencia (actual oficina de farmacia del Ldo. Villanueva); el segundo por la izquierda es don Carlos Sanz Asensio, Comisario Inspector del Cuerpo de Ejército  [Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"]. 


Actuación en el Frente del Norte.
Pocos días después del comienzo de la guerra -el 20 de julio de 1936- vemos al teniente coronel Vidal Munárriz dirigiendo una columna que salió de Bilbao en dirección a Vitoria; dicha columna fue desorganizada por un bombardeo aéreo ocurrido el día 22 de julio, razón por la que permaneció a la defensiva frente Villarreal de Álava.[13] Nuevos hechos de guerra en los que intervino datan de octubre de 1936 –veamos la crónica de aquel combate (la negrita es mía)-:

  • BILBAO 9 (11 n.).—Ante la combatividad de nuestras fuerzas en el frente de Ochandiano, los rebeldes se replegaron para lanzarse poco después a un nuevo y furioso ataque. Nuestras fuerzas, inmejorablemente situadas, contraatacaron enérgicamente, cortando la ofensiva del enemigo, que por segunda vez se vio forzado a retroceder bajo una intensa cortina de metralla./ Perseguido por las fuerzas leales, bien pronto se convirtió el repliegue de los facciosos en una desordenada huida, y la primera trinchera de nuestras fuerzas, donde se desarrolló la parte más encarnizada de este episodio guerrero, aparecía cubierta de cadáveres enemigos./ Se calculan las bajas que les infligimos en unas doscientas./ Después de la lucha nuestras fuerzas llevaron a cabo una exploración de reconocimiento sobre el terreno donde se desarrolló la batalla, encontrando más de cien cadáveres. Se recogieron también ocho soldados heridos, que en calidad de prisioneros fueron trasladados al hospital de sangre. Los rebeldes sufrieron la pérdida del comandante Julián Cogolludo García y la del sargento Rafael Gutiérrez Luco, natural de Bilbao, que estaba propuesto para su ascenso a alférez./ Se cogieron al enemigo dos morteros, además de otro material (de) guerra, en abundancia; documentos importantes, listas de nombres de los individuos que tomaron parte en la operación, emblemas, cartillas militares, etc. Por las listas se ha comprobado que casi todos los elementos que tomaron parte en el ataque pertenecían al regimiento de Infantería de San Marcial, número 44, de guarnición en Burgos, aunque los más castigados fueron los requetés./ Las fuerzas rebeldes las mandaba un teniente coronel que llegó expresamente de Vitoria, para dirigir la operación./ El combate empezó al amanecer y duró hasta las once de la mañana, si bien el fuego de fusilería y ametralladora se prolongó durante toda la jornada./ Un soldado que intentó pasarse a nuestras filas fué herido por un sargento, al que momentos después daban muerte los milicianos. Al tenerse conocimiento en Ochandiano del triunfo logrado por las milicias, el vecindario invadió la plaza del pueblo y aclamó al teniente coronel Sr. Vidal Munárriz y a las fuerzas a sus órdenes./ En poder de varios soldados muertos se encontraron cartas que dirigían a sus familiares y amigos en las cuales referían que llevaban cuarenta y dos días sin ser relevados y que esperaban que pronto lo serían. Otro escribía a un amigo que esperaban la orden de atacar Bilbao, y que en un periódico de Vitoria se publicaba la noticia de que en Bilbao se había celebrado una manifestación de mujeres pidiendo la rendición de la villa, uno de tantos bulos lanzados por los facciosos para levantar el decaído ánimo de sus tropas.[14]


En noviembre, interviene en la ofensiva de Legutiano. De este tiempo data una Orden del Gobierno Vasco, por la que se asciende al empleo inmediato superior al Tte. Coronel de Infantería Joaquín Vidal Munárriz, que dice:
  • “Su Excelencia el Presidente del Gobierno de Euz-/ kadi y Consejero de Defensa,/A propuesta del general en jefe de los Ejércitos/ del Norte, y en conformidad con el Decreto del Go-/ bierno de la República de 20 de octubre último (DIA-/ RIO OFICIAL número 215) y el de 13 del mismo/ mes (DIARIO OFICIAL número 210), ambos del Mi-/ nisterio de la Guerra, y haciendo uso de las faculta-/ des que me confiere el artículo 10 del Estatuto de/ Autonomía, vengo en ascender al empleo de coronel/ al teniente coronel de Infantería don Joaquín Vidal/ Munárriz, con antigüedad de 19 de julio último y/ efectos administrativos a partir de 1.° del mes de/ octubre, fecha que le corresponde con arreglo a las/ mencionadas disposiciones, continuando en comisión/ en su anterior destino de jefe del Batallón Garellano/ número 6./ Bilbao, a 27 de noviembre de 1936./ El Consejero de Defensa./ JOSE A. DE AGUIRRE”.


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Recorte del Diario Oficial del País Vasco, por el que se nombra Coronel al Tte. Coronel don Joaquín Vidal Munárriz (27 de noviembre de 1936).


Respecto del momento histórico, de otras fuentes recojo lo que sigue:

  • Al comienzo de la ofensiva de Mola, las fuerzas vascas formaban parte del Ejército del Norte republicano que bajo el mando oficial del general [Francisco] Llano de la Encomienda (1879-1963) se dividía en tres cuerpos (Euzkadi, Santander y Asturias)./ El Cuerpo de Ejército de Euzkadi disponía de 71 batallones de infantería, unos 48.000 hombres, más los de ingenieros zapadores y otras armas menos numerosas. Estas fuerzas se hallaban destinadas en tres frentes estables: el frente de Gipuzkoa, mandado por el coronel Joaquín Vidal Munarriz; el frente de Araba, mandado por el teniente coronel Gabriel Aizpuru; y el frente de Burgos, mandado por el coronel Daniel Irezabal.[15]
  • En febrero de 1937 es nombrado jefe del Frente de Guipúzcoa y poco después se le asigna el mando de la 2ª División del Ejército de Euzkadi.// En vísperas de la caída de Bilbao fue sustituido por [Nino] Nanetti. Ostentó durante unas semanas la jefatura del Cuerpo de Ejército. Cercana la caída de Santander, Vidal Munárriz fue puesto al mando de la defensa costera y, posteriormente, de los servicios de retaguardia y transportes. Afiliado al Partido Comunista. Tras el derrumbamiento del frente del Norte, mandó el XIX Cuerpo del Ejército de Levante.[16]

Aunque parece que no participó en el ataque sobre Villarreal de Álava, a comienzos de diciembre de 1936, el Coronel Vidal Munárriz sustituyó a Cueto en los últimos momentos de la batalla.[17] A principios del año siguiente (1937) le hallamos al mando del Frente de Guipúzcoa -sectores de Lequeitio, Marquina, Éibar, Elgueta y Elorrio-. A finales de marzo cambió la denominación de las unidades, pasando a mandar la 2ª División vasca, cargo que ocupó desde el 31 de marzo hasta el 19 de junio de ese mismo año, participando en la campaña de Vizcaya, donde tuvo una destacada actuación. Tras la caída de Bilbao -19 de junio- fue sustituido por Nino Nanetti: Vidal Munárriz pasó entonces a mandar los servicios de retaguardia y transporte.[18]

Antes de concluir el mes de junio (de 1937), ya en tierras cántabras, el coronel Vidal Munárriz fue nombrado Comandante del I Cuerpo de Ejército de Euzkadi, cargo que desempeñó durante un corto período -desde el 19 de junio hasta el 20 de julio de 1937- siendo sustituido por el Coronel Adolfo Prada Vaquero (1883-1962). Todavía en el Frente del Norte, durante la ofensiva sobre Santander, ocupó otros cargos, actuando en la defensa de costas y de la capital santanderina.[19]


Actuación en la Zona del Centro.
Destinado a la zona Centro, el 15 de noviembre de 1937 fue nombrado Jefe del XIX Cuerpo de Ejército en Levante, siendo dicho nombramiento el que le vincula con el frente de Teruel y su estancia en Torrebaja (Valencia), donde se hallaba el Mando de este Cuerpo de Ejército. El coronel Vidal Munárriz vino a sustituir en el mando del XIX Cuerpo de Ejército al coronel Manuel Eixea Vilar, que fue su primer comandante. Valga el punto para decir que el XIX Cuerpo de Ejército fue creado el 2 de agosto de 1937, y junto con el XIII Cuerpo de Ejército formó el Ejército de Levante, constituido el 19 de agosto de 1937.

El documento, datado en Torrebaja a 8 de agosto de 1937 -siendo alcalde municipal Balbino Luz Gómez-, alude a "cuatro sillas y una percha para Oficinas del XIX Cuerpo de Ejército", requisadas por el Consejo Municipal al "Ciudadano Justo León", que regentaba un café en el  bajo de su domicilio, sito en la actual plaza del Ayuntamiento [Registro cedido por el vecino Javier León Miguel, nieto del ciudadano Justo León Sánchez (1937)]. 

 


Por estas fechas ya estaban avanzados los preparativos en el ejército republicano para su ofensiva sobre Teruel. Las fuerzas meridionales para su intervención en la batalla de Teruel estaban acantonadas en el Rincón de Ademuz y otros pueblos del entorno. Sin embargo, el Coronel Vidal Munárriz no intervino en la toma de la capital, por haber quedado defendiendo la comarca al oeste de la capital.

Respecto a la “Batalla de Teruel”, conviene saber lo que sigue:
  • El frente sur de Teruel y toda la zona del Rincón de Ademuz estuvieron prácticamente inactivos hasta noviembre de 1937, con las características de un frente de escasa actividad (pasivo). Sin entrar en el detalle de las consideraciones estratégicas, puede decirse que las divisiones elegidas por el mando del ejército frente popular para la toma de Teruel quedaron establecidas en tres grandes masas de maniobra y una de reserva: Columna de la derecha (Norte), Columna del Centro, Columna de la Izquierda (Sur) y otra de Reserva. La que afectaba nuestra zona fue la ubicada al sur y estaba formada por el XVIII Cuerpo de Ejército. Contaba éste con las Divisiones 34 y 64, un batallón de carros (T-26), cuatro grupos de artillería y otros cuatro “batallones de Fortificación”. Las fuerzas de Reserva de dicha columna, escalonadas hacia el oeste, eran la 70 y 47. El referido Ejército de Levante (Cuerpo de Ejército XIII y XIX) se consideraba una fuerza local (frente pasivo), y sus jefes –Comandante Balibrea y Coronel Vidal Munárriz-, junto con los de las citadas Divisiones de Reserva (70 y 47) quedaron directamente subordinados al Mando supremo del conjunto, para las contingencias que surgiesen.[20]

  • Para los efectos de la maniobra táctica de concentración, las fuerzas [del XVIII Cuerpo] de la División 34 se hallaban repartidas en tres pueblos del Rincón de Ademuz (Ademuz, Castielfabib y Torrebaja), mientras que las de la División 64 se ubicaron en Alobras y Tormón (Teruel). A la luz de lo expuesto, merece la pena reflexionar al respecto, para imaginar por un momento la distribución de gente armada que supuso la concentración de aquella gran unidad militar en nuestros pueblos, pues entre los tres citados sumaban unos nueve mil soldados. A principios de diciembre ya se conocía el volumen probable de los efectivos que deberían tomar parte en la operación. En total se establecieron unos 77.000 hombres, de los que 15.000 correspondían a la citada Columna de la Izquierda (Sur). Los vehículos a motor dispuestos para la operación reunían unos 3.230, una cantidad considerable para el ejército frente popular, a los que cabía añadir unas 2.350 caballerías.[21]

  • Respecto a la enorme cifra de vehículos dispuestos para la operación, cabe apuntar que los vecinos de Torrebaja recuerdan la ingente cantidad de camiones y coches de todo tipo reunidos en la zona, hasta el punto de formar una larga hilera desde la misma localidad hasta el puente del Ebrón en Los Santos (Castielfabib). Asimismo referente a las caballerías, que se requisaron en gran numero entre los labradores de la comarca. Semejante trasiego de gente, animales y vehículos, no podía pasar desapercibida al mando nacional en Teruel, que recogió dicha información merced a ciertos “pasados” al otro bando. Por dicha razón, enviaron dos espías a Torrebaja, para confirmar la noticia en el mismo cuartel general enemigo. Y volvieron con la confidencia de un ataque inminente de gran envergadura, para el que se contaba con unos cincuenta mil hombres.[22]

  • Tocante a la estructura militar, mandos y carácter político de los ejércitos, sabemos que el XVIII Cuerpo de Ejército se hallaba a las órdenes del teniente coronel Fernández Heredia. Sus Divisiones (34 y 64) estaban mandadas por el mayor Etelvino Vega y Martínez Cartón respectivamente, ambos comunistas. La primera División (34) pertenecía al XVIII Cuerpo y la segunda (64) al XIX, del Ejército de Levante. Resta decir, referente a las zonas de concentración, que la División 70 (Reserva) se distribuyó entre Tramacastiel y Libros (Teruel). La orden para el comienzo de la operación, la denominada “toma de Teruel” fue dada desde Barracas, donde se ubicaba el cuartel general del coronel Hernández Saravia, quedando establecida para las 7:00 horas del día 15 de diciembre de 1937. Los otros puestos de mando quedaron fijados en Jérica-Barracas (Mando conjunto), Mora de Rubielos (XIII Cuerpo de Ejército), Corbalán (XXII), Cubla (XX), Torrebaja (XIX) y Tormón (XVIII). El mando de la aviación se situó en Jérica y el de la D.E.C.A. en Barracas.[23]


Al Coronel Vidal Munárriz el final de la guerra le sobrevino en su puesto de mando en Torrebaja, como Comandante del XIX Cuerpo de Ejército republicano de Levante, sin que interviniera en ninguna otra acción de guerra digna de nombrarse. Obtuvo la Medalla al Valor, mención que le fue otorgada el 26 de junio de 1938. Finalmente, apoyó la sublevación del Coronel Casado contra el Gobierno de Negrín.[24]

Por el contrario de lo sucedido con los mandos políticos y civiles, los militares fueron casi en su totalidad detenidos por los nacionales, encarcelados, juzgados y muchos de ellos ajusticiados, cual fue el caso del Coronel Joaquín Vidal Munárriz:
  • El 12 de julio de 1939 fue juzgado en Bilbao […] el que había sido jefe de los cuarteles de Garellano y que abortó el golpe de Estado en la capital vizcaína. El instructor le acusó de haber considerado legítimo el Gobierno del Frente Popular, de haber ejercido de testigo de cargo en el juicio que la República organizó contra los militares golpistas, de haber evacuado a Burdeos a la llegada de los tropas franquistas y de haber seguido en su puesto tanto en Cataluña como en Levante. No hubo, como era habitual, cargos de “rebelión”, sino de “traición” y el fiscal pidió la pena de muerte, previa degradación. Vidal Munárriz fue ejecutado el 4 de agosto de 1939. […], el juez instructor envió un telegrama “urgentísimo” a Carlos Quintana, coronel en Burgos en la Caja de Reclutas, por si deseaba asistir a la ejecución.[25]


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Acto de entrega de una bandera al XIX Cuerpo de Ejército republicano de Levante en Torrebaja (Valencia), durante la Guerra Civil (1936-39). Tomado de SANCHÍS, J., Fotografía de Guerra (1937-38), Biblioteca Valenciana, Valencia, 2005, p. 191.


Testimonios y notas de prensa.
Dice el testimonio de la vecina Trinidad Martínez Arnalte (Torrebaja, 1941): “Según contaba el tío Avelino -se refiere al señor Avelino Esparza Gómez (1906-84), que fue Guardia Civil durante la guerra y también alcalde de Torrebaja (1956-70)-, al jefe militar que hubo aquí (en Torrebaja) durante la guerra lo fusilaron, y no le valió ni la influencia de su hermano, que era un pez gordo de los de Franco...”. La misma fuente dice que "hubo un vecino de Torrebaja ya fallecido -cuyo nombre prefiere ocultar- que estando en el frente desertó y regresó a su casa. La pena por deserción era muy grave, pero parece que intervino el Comandante en Jefe de las fuerzas en Torrebaja -se refiere al Coronel Vidal Munárriz- y no le pasó nada... Ya después de la guerra, pidieron avales a favor del Comandante, pero aquel vecino al que probablemente salvó la vida se negó a firmar en su favor...". Cuando la informante me refirió este detalle lo tomé como simple anécdota o historieta de la guerra, pues carecía de datos en que fundamentar el hecho. Sin embargo, recientemente encontré una noticia en el Diario Vasco de San Sebastián, relativa al Desfile de la Victoria en Donostia (1954), cuyos dos primeros párrafos dicen (la negrita es mía):

  • Este año el llamado Desfile de la Victoria se celebró el día 1 de abril, aunque otros años también tuvo lugar en distintas fechas. Apenas amanecido la avenida del Generalísimo, hoy de la Zurriola, era ocupada por los vehículos del Cuerpo de Artillería en tanto que la infantería se situaba en la Alameda de Calvo Sotelo, hoy del Boulevard.// La Misa de campaña comenzó a las 11.30, estando colocado el altar en el kiosco de la música, presidida por el obispo de la diócesis, Jaime Font Andreu, y los gobernadores civil y militar, Tomás Garicano Goñi y Enrique Vidal Munarriz, respectivamente.[26]

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El Coronel don Enrique Vidal Munárriz -presuntamente hermano de Joaquín- en una comida ofrecida por Franco a sus compañeros de promoción en el Palacio de Oriente (Madrid, 1943).


La mención al tal Enrique Vidal Munárriz como Gobernador militar de la zona me hizo recapacitar, pensando que la noticia de mi informante tal vez fuera algo más que una anécdota; y que éste, el “pez gordo de los de Franco” al que se aludía arriba, cuya influencia no bastó para salvar del fusilamiento al Coronel Vidal Munárriz, tal vez fuera su hermano Enrique, dirigente franquista y Coronel de Infantería, además de compañero de promoción de Franco.[27]


Palabras finales, a modo de epílogo.
El coronel don Joaquín Vidal Munárriz personifica al militar español de larga trayectoria que intervino activamente en la Guerra Civil española (1936-39) a favor de la II República, a la que se mantuvo leal en el momento de la sublevación militar derechista de julio de 1936; fidelidad que le costó la vida.

Siendo profesor de la Academia de Infantería de Toledo, tradujo del francés la obra de Georges Boulfray: Los dos sitios de Puerto Arturo, 1894-1904 (1908), y publicó un libro: Ultimas glorias de la Marina española (1910). Como Teniente Coronel, participó en la defensa de la República, ejerciendo como Comandante del Batallón de Montaña de Garellano (17-18 de julio de 1936). Por Orden del Presidente del Gobierno de Euszkadi y Consejero de Defensa –a propuesta del general en jefe de los Ejércitos del Norte- fue nombrado Coronel (27 de noviembre de 1936). Participó en los últimos momentos de la ofensiva sobre Villarreal de Álava, sustituyendo a Cueto (10 de diciembre de 1936).

Estuvo al mando del Frente de Guipúzcoa –sectores de Lequeitio, Marquina, Éibar, Elgueta y Elorrio- (principios de 1937). Como comandante de la 2ª División vasca, participó activamente en la campana de Vizcaya, donde tuvo una brillante actuación (finales de marzo de 1937). Tras la caída de Bilbao –19 de junio- es sustituido por Nino Nanetti; de allí pasó a mandar los servicios de retaguardia y transporte. Posteriormente fue nombrado Comandante del I Cuerpo de Ejército de Euzkadi, puesto del que fue relevado por Adolfo Prada Vaquero (finales de julio). Asimismo, participó en la batalla de Santander, momento en el que ocupó cargos en la defensa de costas y de la propia ciudad.

Detalle del primer momento de un desfile militar con banda de música en la carretera de Cuenca-Teruel en Torrebaja (Valencia), durante la Guerra Civil (1936-39): en el torreón más próximo del fondo estaban las oficinas del Comité y en la casa donde lucen las banderas se hallaba la vivienda del comandante del XIXº Cuerpo de Ejército, don Joaquín Vidal Munárriz -en dicha casa, propiedad entonces de la señora Francisca Vicente Casino, se halla hoy la oficina de farmacia del Ldo. Villanueva- [Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"].


Detalle del segundo momento de un desfile militar con banda de música en la carretera de Cuenca-Teruel en Torrebaja (Valencia), durante la Guerra Civil (1936-39): en el torreón más próximo del fondo estaban las oficinas del Comité y en la casa donde lucen las banderas se hallaba la vivienda del comandante del XIXº Cuerpo de Ejército, don Joaquín Vidal Munárriz -en dicha casa, propiedad entonces de la señora Francisca Vicente Casino, se halla hoy la oficina de farmacia del Ldo. Villanueva- [Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"].

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Durante su estancia en Torrebaja (Valencia), el Coronel don Joaquín Vidal Munárriz y su esposa vivieron en el edificio de la carretera (fachada rojiza), donde actualmente se ubica la farmacia del pueblo, que regenta el Ldo. Villanueva Hernández (2018).

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Fachadas de viviendas en la calle san Roque, donde se ubicó el Alto Mando del XIXº Cuerpo del Ejército republicano de Levante, que comandaba el Coronel don Joaquín Vidal Munárriz (2018).


Nombrado Comandante del XIX Cuerpo de Ejército de Levante, se asentó en Torrebaja, localidad del Rincón de Ademuz (Valencia) donde estaba el Alto Mando (15 de noviembre de 1937). Durante la batalla de Teruel participó en la defensa del flanco oeste de la comarca. Le fue concedida la Medalla al Valor (26 de junio de 1938). El final de la contienda le cogió en Torrebaja, sin participar en más acciones militares dignas de mención, si bien apoyó la sublevación de Segismundo Casado contra Negrín. En este punto se plantea la duda, acerca de la presunta pertenencia del Coronel Vidal Munárriz al Partido Comunista –como se afirma arriba-; si el militar se posicionó a favor de la sublevación de Casado resulta poco creíble que fuera comunista, pues “la mayoría de jefes del Ejército Popular Republicano” se adhirieron al golpe, en contra del Presidente de Gobierno -Juan Negrín (1937-45)- y de los comunistas, lo que aparentemente resultaría contradictorio si se hallaba afiliado al Partido Comunista.

En suma: al terminar la guerra el Coronel Vidal Munárriz fue detenido y juzgado por “traición” -no por "adhesión" a la rebelión, como era lo habitual-; “el fiscal pidió la pena de muerte previa degradación”. Presuntamente, un hermano suyo -el entonces Coronel Enrique Vidal Munárriz (1893-1955), que había sido compañero de promoción de Franco, y que con el tiempo sería gobernador militar en San Sebastián (1954) y general de División (1955)-, intercedió para salvar su vida, sin conseguirlo, pues el 4 de agosto de 1939 fue ejecutado en Bilbao mediante fusilamiento. Tenía 57 años. Sirva el presente artículo como homenaje al ilustrado militar, que permaneció fiel a sus principios, incluso al precio de su vida; a la vez que como expresión del desgarro y la tragedia que supuso la Guerra Civil para los españoles. Vale.




[1] Vida militar en provincias: Castellón, en La Correspondencia Militar. Madrid, del viernes 11 de abril de 1930.
[2] Consejo de guerra por negligencia, en La Época, Madrid, del martes 17 de marzo de 1931. «La Época fue un periódico conservador vespertino publicado en Madrid (entre 1849 y 1936)». Cf. Wikipedia, voz La Época (Madrid).
[3] El Consejo de Guerra ha pronunciado la sentencia, en El Imparcial, Año LXVI, Nº 22.064. Madrid, del miércoles 18 de marzo de 1931.
[4] Información Militar: Destinos en Infantería, Caballería e Ingenieros, en El Siglo Futuro, Año LX, Nº 18.385. Madrid, del jueves 29 de agosto de 1935, p. 4. «El Siglo Futuro fue un periódico español publicado entre 1875 y 1936, vinculado al carlismo y al integrismo. Fue fundado por Cándido Nocedal y estuvo inicialmente adscrito a la causa carlista, […] En 1932 retornó al seno de la Comunión Tradicionalista, de la que sería el órgano oficioso hasta la guerra civil española». Cf. Wikipedia, voz El Siglo Futuro.
[5] Noticias de última hora: Firma Presidencial, en El Siglo Futuro, del miércoles 1 de abril de 1936, p. 17.
[6] Otras informaciones: Firma de decretos, en diario ABC, edición de la mañana del jueves 2 de abril de 1936, p. 20.
[7] Otras informaciones políticas: Firma presidencial, en diario El Sol, Año XX, Nº 5.807. Madrid, del jueves 2 de abril de 1936.
[8] La crisis de nuestra economía, en diario El Sol, Año XX, Nº 5.807. Madrid, del jueves 2 de abril de 1936.
[9] Ibídem.
[10] CANALES SERRANO, Antonio Francisco (2010). La derecha en Barakaldo (1936-39). (Consultado por última vez el 11 de diciembre de 2015)
[11] Ibídem.
[12] Ibídem.
[13] ENGEL MASOLIVER, Carlos (1999). Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, Primera edición, Almena Ediciones, Madrid. ISBN: 84-922644-7-0
[14] Detalles de la gran jornada de ayer en el frente de Vizcaya, en El Liberal, Año LVIII, Nº 20.048. Madrid, del sábado 10 de octubre de 1936, p 4.
[15] MIÑAMBRES AMEZAGA, Aitor. Las Encartaciones. Frente de guerra, en Encartaciones 1937. Los últimos meses de la guerra civil en Euskadi, Bilbao, 2017, p. 8.
[16] MARTÍNEZ ARTOLA, Alberto. Joaquín Vidal Munárriz, militar navarro natural de Pamplona (Consultado por última vez el 17 de abril de 2018)
[17] Ibídem.
[18] Ibídem.
[19] Ibídem.
[20] MARTÍNEZ BANDE, J M (1990). La batalla de Teruel, Editorial San Martín, S. L., Madrid, p. 50-51. SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Refugios antiaéreos en Torrebaja y otras noticias de la Guerra Civil (1936-39), en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2008, vol. II, p. 334.
[21] MARTÍNEZ BANDE (1990), pp. 51-53. SÁNCHEZ GARZÓN (2008), pp. 334.
[22] MARTÍNEZ BANDE (1990), p. 57. SÁNCHEZ GARZÓN (2008), pp. 334.
[23] MARTÍNEZ BANDE (1990), p. 60. SÁNCHEZ GARZÓN (2008), pp. 334-335.
[24] Ibídem.
[25] EGAÑA, Iñaki (2009). Los crímenes de Franco en Euskal Herría, 1936-1940, Editorial Txalaparta, Tafalla, p. 230. ISBN: 978-84-8136-559-7 [Aprovecho la cita para manifestar mi disconformidad con el título de la presente obra, pues no pueden calificarse de “crímenes” los ajusticiamientos franquistas de posguerra, sino de represión política en su sentido más estricto. En cierto sentido, la posguerra fue una continuación de la guerra y para comprender lo sucedido remito a una frase del célebre dirigente socialista, Indalecio Prieto Tuero (Oviedo, 1883 - México, 1962), escritas en un diario madrileño al día siguiente del asesinato de Calvo Sotelo (1893-1936): Don Indalecio Prieto discurre acerca de la situación creada por los últimos sucesos -dice literalmente-: "Será, lo tengo dicho muchas veces—una batalla a muerte, porque cada uno de los bandos sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel. Aun habiendo de ocurrir así, sería preferible un combate decisivo a esta continua sangría”, en La Voz, Año XVII, Nº 4.839, del Martes 14 de julio de 1936, p. 10. Vid PAYNE, Stanley G., El colapso de la República. Los orígenes de la guerra civil (1933-36), Edita La esfera de los libros, 5ª edición, Madrid, 2005, pp. 491-492. Había pues una voluntad de confrontación, y todos sabían las consecuencias. Respecto a la segunda parte del título “Euskal Herría”, sencillamente es un concepto inexistente, sin más contenido que el que utópicamente pretenden sus promotores; pues “Euskal Herría” no ha existido nunca como reino, pueblo o nación: han existido y existen las provincias vascongadas y por extensión el País Vasco, territorio de la actual Comunidad Vasca].
[26] SADA, Javier (2008). 1954: El “Desfile de la Victoria” en Donostia, en La calle de la Memoria, Diariovasco.com (del 10 de abril de 2008).
[27] Otras referencias a Enrique Vidal Munárriz: Las Academias Militares, en Diario ABC, del miércoles 5 de junio de 1907, p. 5; Su Excelencia el Jefe del Estado ofreció anoche una comida a sus compañeros de Promoción. Los puestos en la mesa, en Diario ABC, del domingo 6 de junio de 1943, p. 18; Disposiciones del Boletín Oficial del Estado: Concesión de la Cruz de la Orden del Mérito Militar al coronel de Infantería D. Enrique Vidal Munárriz, en Diario ABC, del jueves 25 de julio de 1943, p. 18.

ARCHIVO FOTOGRÁFICO:

Acto de entrega de una bandera al XIXº Cuerpo de Ejército (Ejercito Republicano de Levante) en la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), durante la Guerra Civil (1936-1939)
[Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"].

Acto de entrega de una bandera al XIXº Cuerpo de Ejército (Ejercito Republicano de Levante) en la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), durante la Guerra Civil (1936-1939)
[Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"].

Acto de entrega de una bandera al XIXº Cuerpo de Ejército (Ejercito Republicano de Levante) en la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), durante la Guerra Civil (1936-1939): entrega la bandera Elenita de Albo, la recoge el coronel don Joaquín Vidal Munárriz, comandante del Cuerpo de Ejército [Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"].

Acto de entrega de una bandera al XIXº Cuerpo de Ejército (Ejercito Republicano de Levante) en la plaza del Ayuntamiento de Torrebaja (Valencia), durante la Guerra Civil (1936-1939): momento del discurso del coronel don Joaquín Vidal Munárriz, comandante del Cuerpo de Ejército tras la entrega de la bandera  [Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"].

Don Carlos Sanz Asensio, alto comisario del XIXº Cuerpo de Ejército (Ejército Republicano de Levante) en Torrebaja (Valencia)
[Foto procedente de la Biblioteca Valenciana, Archivo "Finezas"].


1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya ha sido publicada la investigación de todas las votaciones,acciones y resultados de las elecciones de abril del 36. Resultado que las elecciones del 31 las ganaron los monárquicos y tras el levanamiento popular y la huida del Rey se proclamo la republica y las de abril fueron falsificadas .
Y todo llevó a atrasar la resolución del paro y la miseria de esas décadas terribles en Europa y el mundo con dos guerras mundiales espantosas por las posturas dictatoriales del momento histórico. Y esperamos que esta tercera guerra mundial se acabe pronto en Oriente Medio, Afganistan,Nicaragua, y tantos guerras locales que atrasan el bienestar de los pueblos a manos de desaprensivos ideólogos y dictadores de turno, de variadas tendencias.