viernes, 19 de agosto de 2016

MARIANO LÓPEZ MARÍN (Salvacañete, 1953), CRONISTA OFICIAL DE SALVACAÑETE (CUENCA).


Entrevista a propósito de la publicación de su última obra.


Todos mis libros y artículos están escritos con mucho trabajo,
 ganas e ilusión para difundir nuestra historia,
nuestra cultura y el carácter de las gentes de un pueblo...
-del contenido textual-.





Conozco a Mariano –me refiero a don Mariano López Marín (Salvacañete, 1953)- desde hace años. Me lo presentó don Ángel Antón Andrés en Casasbajas, durante una “garchada” que hubo con motivo de la VIIIª Feria Comarcal de 2004. Lo cierto, sin embargo, es que apenas recuerdo aquel encuentro, aunque él sí lo recordaba, pues rememoró el momento con motivo de la entrevista.

Desde entonces nos hemos venido tratando –sería más correcto decir “mensajeando”- a través del correo interno de Faceboock, medio en el que suelo yo divulgar las entradas de mi página web. Mariano suele tener la cortesía de hacerme algún comentario, siempre halagador, por supuesto. Es agradable -y de agradecer- que alguien haga algún comentario de tu trabajo en la distancia, digo de agradecer porque no suele ser frecuente.

Con motivo de la publicación de Tiempo de Trashumancia (2012) me envío el libro, con otro que había publicado anteriormente Salvacañete: su historia y sus gentes (2004). Junto al doble envío incluía una carta personal diciendo: “Son un regalo personal mío a quien como yo ejerce de Cronista Oficial y se preocupa en cuerpo y alma en recoger la historia de su zona”. Zonas, la suya de Cuenca y la mía del Rincón de Ademuz, “que han compartido historia común desde la Edad Media –sigue diciendo-, y como zonas próximas la siguen compartiendo. Los Ruiz de Castelblanque de Torrebaja tuvieron su origen en el Señorío de las Veguillas, actual Torrefuerte, en Salvacañete, en el siglo XIII”. Ciertamente, las relaciones entre nuestras respectivas zonas, a las que cabría añadir la de Teruel, han mantenido y siguen manteniendo desde el medioevo intensas relaciones.

A finales de julio de este año vino a visitarme a Torrebaja, llamaron al timbre y era Mariano -¡que sorpresa!, pues no lo esperaba-: me traía su último libro, una preciosa edición en gran formato Etnología y costumbres populares de Salvacañete (2016), publicada por Ediciones Rodeno. Durante la conversación le propuse una entrevista para mi página web DESDE EL RINCÓN DE ADEMUZ, y acepto. La fecha y la hora la acordamos en otro momento.

La presente entrada es el resultado de aquella entrevista, que tuvo lugar en su casa de Landete (Cuenca), una tarde de principios de agosto y fue del tenor siguiente.


mariano-lopez-marin-salvacañete
Mariano López Marín (Salvacañete, 1953),
durante la entrevista en su casa de Landete (Cuenca), 2016.


Contenido de la entrevista.
Para llevar a cabo la entrevista me desplacé desde Torrebaja hasta Landete, fui por la variante de la CN-330 de Manzaneruela a Torrebaja, pero al llegar al Pinar Llano me desvié por Pedro Izquierdo, vía Santo Domingo y Huertos de Moya. Además de acortar en el trayecto el panorama resulta estupendo, en especial la vista del cerro de Moya, tanto en su perspectiva septentrional como en la meridional, todavía más espectacular al atardecer. Conozco la zona del pueblo donde vive Mariano, pero él ya me estaba esperando. Aparqué bajo unas acacias, a la vista de la torre-campanario de la parroquial de Landete, y entramos en su casa. Como me había prometido mi entrevistado, el lugar era ideal: fresco, silencioso, tranquilo.

-- Mariano, ¿dónde y cuándo naciste, quiénes fueron tus padres, tienes hermanos...?
  • Como sé que te gusta comenzar por el principio, te diré que mi nombre completo es Mariano López Marín, nací en Salvacañete, pueblo de Cuenca, un 9 de septiembre de 1953, pronto cumpliré los 63 años. Mis padres fueron Mariano López Marín y mi madre Bienvenida Marín Marín: mi padre falleció hace unos años pero mi madre vive todavía, pronto cumplirá los 92 años. Ellos se dedicaban a la agricultura... Mi padre fue hombre de muchos oficios, porque en esta tierra, para salir adelante había que hacer muchas cosas: trabajaba en el campo, hacía la trashumancia, pastoreaba ovejas, era trufero, etc. Las trufas las buscaba con perros. Fuimos dos hermanos de familia, yo que soy el mayor y una hermana, Isabel, maestra como yo, y que vive el Teruel.

-- ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en el Salvacañete de los años cincuenta?
  • Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia en el pueblo, de mi familia, de los juegos con los niños, de la escuela... Mi primera maestra fue doña Pura, una dulzura de mujer y estupenda maestra: su marido era también maestro en Salinas del Manzano, y todos los días subía y bajaba a Salvacañete en bicicleta. La escuela de párvulos donde comencé la vida escolar estaba en un  bajo junto a mi casa, la maestra nos dejaba jugar todo el tiempo, aquello era como un juego... En aquella época yo tenía un defecto, me dormía cada dos por tres, esto hasta los cinco o seis años, pero participaba mucho en las actividades de la escuela... Solo por el cariño y la ilusión con que nos trataba aquella maestra es para recordarla toda la vida. Es cierto, los buenos maestros se recuerdan toda la vida... En primaria fui con don Evaristo Perea Mañas, la clase estaba dividida en tres secciones. A don Evaristo, que falleció en 1999, le recuerdo incluso con añoranza. Le hice un homenaje póstumo, porque fue un maestro que hizo mucho por los niños y la gente del pueblo... Con él hice la preparación para el ingreso de Bachillerato –para obtener beca había que sacar un siete-; en aquella época empezamos a estudiar muchos niños del pueblo. Don Evaristo y doña Manuela, una maestra de Alcalá de la Vega -mujer de don Vicente, un médico de aquí-, nos prepararon para aquel examen. Sí, en aquella época se comenzaba la escuela a los seis años y se terminaba a los catorce, era la escuela obligatoria. Las escuelas eran unitarias, con varios cursos juntos, organizados en tres secciones, los niños y las niñas separados. Se empezaba como párvulo, para iniciarse en la lectura y la escritura, después venían las enciclopedias “Álvarez” de primero, segundo y tercer grado, que compendiaban todas las materias. Para llevar treinta o cuarenta alumnos con distintos niveles los maestros se tenían que organizar de maravilla...

Sigue evocando:
  • En los años sesenta estuvo aquí otra maestra, que ahora es abogada y escritora –María Socorro Mármol Bris-, natural de Bezmar, Jaén. Escribe unos relatos preciosos. Cuando publiqué mi primer libre me puse en contacto con ella y se lo envié. Se alegró mucho, porque éste fue su primer destino y lo recordaba con mucho cariño, la casa donde estuvo hospedada, la gente con la que trabó amistad... Claro, han pasado muchos años desde entonces, ella estudió después derecho y ejerció en Marbella y en Madrid. De los años de mi infancia en el pueblo recuerdo especialmente que estábamos todo el día jugando, la escuela estaba al lado de la plaza y allí jugábamos también durante los recreos, por la tarde después de la escuela, a todas horas... Mientras fuimos pequeños mi madre nos dejaba con unos vecinos cuando ellos se marchaban al campo, pero cuando ya fuimos algo mayores íbamos a ayudar en lo que nos mandaban... El pueblo y la vida han cambiado mucho desde entonces, pero yo recuerdo aquella época de la infancia como muy feliz. Las calles eran de tierra, las casas mal acondicionadas, con servicios mínimos... La luz eléctrica procedía de una central que fundaron varios socios: surtía a Salvacañete, Salinas del Manzano y a dos aldeas, Hoya del Peral y Casas Nuevas, también a Arroyo Cerezo, que es ya de Castielfabib... La central funcionaba con un salto de agua que había en el Cabriel, era de poca potencia y sólo iba por las noches, cuando el agua no se utilizaba para regar... Hubo también una serrería que llevaba luz al Cubillo, y un molino eléctrico. Yo iba con mi padre al molino y al campo, a la trilla..., son recuerdos inolvidables. Tanto mi hermana como yo fuimos buenos estudiantes, cuando terminábamos la escuela en verano íbamos a ayudar a los padres en las faenas del campo, entonces era así, porque había mucha faena y faltaban brazos, en especial de junio a finales de agosto: Por eso mis vacaciones eran realmente cuando estaba estudiando... Sí, claro, teníamos también animales de corral (gallinas, conejos) y algo de ganado (cabras, ovejas) y dos caballerías para trabajar, una yegua con la que criaba y un macho, y una burra. Recuerdo cuando mi padre bajaba a la feria de Ademuz: Había dos ferias, una para san José y otra en noviembre, las hacían en el Rabal. Aquí en Landete hacían otra por san Miguel...

Se nombra aquí a la maestra, abogada y profesora de Mediación -Socorro Mármol Bris, natural de Sierra Mágina (Bezmar, Jaén)-. Autora de varios libros -Mágina Mágica: Cuchicheos y Patrañas (2005) y Ellas: manual uterino para machos en celo (2007)-, que ha recibido varios premios.[1]

mariano-lopez-marin-landete
Mariano López Marín (Salvacañete, 1953),
antes la entrevista en su calle de Landete (Cuenca), 2016.


-- Al terminar la escuela obligatoria tuviste que dejar del pueblo para estudiar el Bachillerato, ¿cómo recuerdas aquel momento, adonde fuiste...?
  • Como te decía, en el pueblo yo era muy aplicado y cuando terminé la escuela, un practicante de Salinas del Manzano, casado con una prima hermana de mi padre, insistió a mis padres para que me mandaran a estudiar; los maestros también se lo habían dicho. Los maestros nos prepararon para el examen de ingreso, había que sacar un notable de media para que te dieran una beca... Yo aprobé y el curso 1964-65 empecé el Bachillerato en el instituto "Alfonso VIII" de Cuenca. En Landete había también instituto, pero yo preferí ir a Cuenca, con unos tíos. Estos eran los institutos que había entonces, después hicieron el de "Hervás y Panduro", en Cuenca, frente a la Escuela de Magisterio. Al llegar a Cuenca enseguida hice amigos... Hice las dos reválidas, y en el curso 1970-71 comencé Magisterio, entonces ya exigían sexto. Durante mi estancia en Cuenca venía al pueblo por vacaciones y en algún puente... Mi estancia en Cuenca la recuerdo con agrado, era una ciudad pequeña con muchos estudiantes, había mucha convivencia. En el instituto éramos unos cuarenta alumnos, gente de toda la provincia... El claustro era muy bueno, con mucho nivel. Ahora es un centro de excelencia, para estudiar allí se precisa un notable de media... Magisterio fue una época diferente a la del instituto, yo ya era mayor, más consciente de lo que hacía y de lo que quería. Nuestro plan de estudios era el del 67, ese plan contemplaba que el 10% de los mejores alumnos entraba a la plaza sin oposición, yo tuve la suerte de entrar en ese porcentaje, de la Escuela de Magisterio pasé directamente a trabajar... Hacían una evaluación de todo el expediente, los dos primeros años Didáctica General y en tercero prácticas, que nos las pagaban. Después esto lo quitaron, pero duró unos años. Recuerdo que mi primer sueldo fue de 4.500 pesetas. Esto fue en el colegio "Primo de Rivera" de Cuenca. De aquella época puedo evocar a don José Antonio Peña Rodríguez, al que tuve en quinto de Bachiller y luego en Magisterio. Él era catedrático de Geología, un salón de actos en la Universidad de Castilla-La Mancha lleva su nombre. Le ponía pasión a la enseñanza, era tan didáctico que a mí me daba pena cuando borraban las pizarras... Hacía unos dibujos y unos esquemas magníficos, te entraban por los ojos; en Magisterio era muy exigente, enseñaba cómo enseñar, y te inculcaba el amor al conocimiento y a la enseñanza: Lo que se hace hay que hacerlo con ganas... –decía-. Entonces ya había proyectores de diapositivas, pero nada que ver con los medios audiovisuales actuales. Tuve también la suerte de asistir a muchos cursos con él, ya en Magisterio... Esta época de formación fue muy importante para mí, conocí a mucha gente; todo ello me ayudó a descubrir y desarrollar mis aptitudes para la enseñanza, lo que me gustaba. Recuerdo también a Pedro Saugar Muñoz, director por oposición del colegio "Primo de Rivera", que fue Presidente de la Diputación Provincial de Cuenca, un hombre muy recto al que gustaba el trabajo bien hecho...

Se nombra aquí a don Pedro Saugar Muñoz (1934-2014), maestro y abogado, Presidente de la Diputación Provincial de Cuenca (1983-1987), Diputado de las Cortes Regiones en dos legislaturas y director de los colegios Primo de Rivera y Fray Luis de León, en Cuenca.[2] Sigue comentando:
  • Mi promoción de Magisterio era muy numerosa, éramos unos 220-230 alumnos, y teníamos mucha convivencia entre nosotros, con alguno de ellos he mantenido relación después, otros ya han fallecido. Hacíamos excursiones para el estudio de la geología y la zoología algunos sábados. Nos exigían un proyecto de investigación, y había que presentar un informe de lo que hacía cada equipo, maquetas de relieve, estudios de población, etc. Entrevistar a la gente de los pueblos para recoger costumbres y tradiciones. De aquí me viene la afición a la investigación histórica... Tuve una profesora, Gloria Martínez, a la que encantaba la historia, y nos obligaba a presentar un trabajo de investigación sobre nuestros pueblos a fin de curso, así es como empecé a investigar sobre la fabricación del acero en la provincia. Con el profesor de música el trabajo de campo obligado era sobre el folclore: Unas navidades estuve grabando con un casette de cintas canciones típicas de Salvacañete: los mayos, canciones de ronda, de quintas, de bodas... -fui de puerta en puerta, entrevistando a los mayores-. Aunque en su momento lo publiqué por separado, ahora lo he publicado todo junto en mi último libro.

-- Entonces, una vez terminas los estudios de Magisterio, ¿cuál fue tu primer destino?
  • Como te decía, yo entre por aquel sistema del diez por ciento de los alumnos que sacaban las mejores notas; no tuve que hacer oposiciones, aunque el primer año no te daban plaza... Estuve en la Escuela Hogar "San Julián" de Cuenca, como educador. La escuela estaba justo debajo de la torre de Mangana, en la parte alta de la ciudad, allí cuidaba de los alumnos internos, niños que venían de pueblos donde habían suprimido la escuela, y que estudiaban en el "Colegio del Carmen", que estaba enfrente... Yo era responsable de un grupo, durante la comida y el estudio, estaba pendiente de ellos hasta que se acostaban. Pedí una prórroga en la mili y estuve allí un curso entero, esto fue en 1974, tenía yo entonces 21 años. El año siguiente hice el servicio militar, el campamento en Alcalá de Henares, luego me destinaron a Madrid capital, en Actividad Antiaérea, Regimiento 81. Allí estuve de maestro, dando clases y enseñando a leer, pues había algún analfabeto. Aunque la mayoría de los que venían era para sacarse el graduado escolar, para empezar la formación profesional... Fue una experiencia fantástica, porque trabajaba de lo mío, como si fueran unas prácticas; allí conocí a un maestro de Lérida con el que hice amistad. Estando en la mili ya recibí el nombramiento como funcionario de carrera... Al terminar la mili pasé un año en el "Colegio del Carmen" que te decía, frente a donde había estado de educador. Entonces ya vivía en un piso que habían comprado mis padres años antes... Para el curso siguiente ya pedí destino y me dieron Mira, un pueblo de la zona baja de Cuenca, por Garaballa, Henarejos y esa parte. Allí estuve siete años, muy bien... Me impliqué mucho en la vida del pueblo, colaboraba en las fiestas, algunos fines de semana me quedaba allí, pues hice muchos amigos... Montamos con los alumnos un periódico escolar, todo muy artesano, pero disfrutábamos un montón... Investigábamos, por ejemplo, sobre los nombres de las calles de Mira, por qué se llamaban así; sobre personajes ilustres del pueblo, refranes del lugar, entrevistas a vecinos mayores, historias, relatos de tema local..., y la vida del pueblo. La revista no tenía nombre, bueno le llamaba “Colegio de Mira”. En Mira estuve de los 22 años a los 29 años, en que me casé, esto fue en 1983... Al casarme me trasladé a Utiel. La boda fue en Landete, porque la novia era de Landete, yo ya la conocía de venir a las fiestas, pero me la presentó una amiga común que también era maestra... En Utiel estuve muchos años, hasta que me jubilé; y allí seguimos, porque Mª Pilar, mi mujer, todavía trabaja, en Correos... Sí, tuvimos dos hijas: Sara y Raquel, ambas maestras... Sara en la especialidad de música y Raquel en la de inglés...


-- Hablemos ahora de tu obra, ¿de dónde te viene la afición por la investigación etnológica, histórica...?
  • Como te decía antes, mi afición por recopilar la historia, las costumbres y el folclore de mi tierra comenzó en mi época de estudiante, con aquellos trabajos de campo que nos mandaban en la Escuela de Magisterio... Empecé recogiendo el folclore de mi pueblo en aquellas entrevistas grabadas en cinta... Aquellos trabajos iniciales se incluyeron en una publicación sobre el folclore de la provincia, una joya que incluye referentes de casi todos los pueblos de Cuenca. Esas mismas grabaciones se las facilité después a grupos musicales, uno de ellos el Grupo folk Alajú, que dirigía un compañero y amigo, Gabriel Alarcón. En aquellos primeros trabajos de campo recogí de gente mayor los textos y músicas que se cantaban en los mayos, seguidillas... –iba con mi grabadora de casa en casa-. Recuerdo al tío Mariano Yuste en su casa, con dos de sus hijas, al amor de la lumbre, cantando los tres... El hombre me decía: Por favor, que no se pierdan los mayos... –y no se han perdido, porque ya te digo que se siguen cantando-. El folclore se mantiene por esta gente, y otros que lo han conservado... Claro, todo este saber cultural si no se recoge acaba perdiéndose. En el año 1979 me hice cargo de las fiestas de Salvacañete, me lo propusieron y acepté, estuve cinco años. Tuve la suerte de poder rodearme de gente del pueblo y de fuera ilusionados con esta labor, y les propuse hacer un libro de fiestas, que no se había hecho nunca. Puse una sección “Salvacañete en la historia” en la que cada año incluía un artículo sobre la historia local, y a la gente le encantaba conocer su historia. La revista y la sección todavía continúan, van por el número 37... Era una historia por fascículos, basada en mi propia investigación. En Salvacañete, de 1870-80 para atrás no quedaba nada en el archivo, pues en las guerras carlitas se perdieron muchos documentos, también el la última guerra civil, pero más en las carlistas. Muchas veces, los responsables de los archivos no valoraban los documentos que se guardaban y los quemaban... Tengo documentos que demuestran que Salvacañete ardió varias veces en el siglo XVIII, con motivo de las luchas entre aragoneses y castellanos; en una ocasión ardieron cuarenta y tantas casas..., con motivo de estos desastres desaparecieron muchos registros. Para recomponer la historia local hay que recurrir a archivos foráneos, del duque de Frías y otros particulares, pues ya te digo que en los municipales solo quedan de los años setenta y ochenta del siglo XIX para adelante. He seguido investigando y recopilando datos y documentos, porque como te digo la gente tiene mucho interés en conocer el pasado de su pueblo, de su zona... Desde 1994 hasta 2014 estuve dirigiendo la Semana Cultural de la tercera edad y todos los años se hacía una exposición etnológica y de historia local. Yo tenía el trabajo encuadernado, hasta que en 2004 el Ayuntamiento decidió publicarlo. Como decía Vicente Gimenez Garrido, el alcalde: Esto es como el que hace una calle, hay que invertir también el cultura... Se trata de una publicación muy amplia, que vale mucho dinero; pero claro, no se puede hacer para un día ni para dos... Después hubo otras publicaciones.

-- ¿Cuál fue, entonces, tu primera publicación?
  • La primera fue un libro titulado Folclore de Salvacañete (2000), obra editada en colaboración con la Rondalla "Virgen de Valdeoña". Se publicó aprovechando unas subvenciones de la Diputación de Cuenca, pues ya estaba digitalizado. Lo presenté en la plaza del pueblo el 30 de abril, cuando se cantan los mayos, asistieron varios grupos folk: Uno de La Alberca del Záncara, otro de la Serranía y la Rondalla de Salvacañete. La publicación tuvo mucho éxito, se vendió enseguida, porque la gente tiene gusto en conocer este tipo de obras, y todavía la pide... La siguiente obra que escribí fue Salvacañete: su historia y sus gentes (2004), editada por el Ayuntamiento de Salvacañete en colaboración con Caja Castilla-La Mancha. Como dice el título, se trata de un libro dedicado a mi pueblo, a sus gentes en tanto protagonistas de su historia, y a mis padres, que me ensañaron a amar esta tierra... Como toda obra de investigación, el libro supone muchas horas de trabajo, pero creo que mereció la pena. Todos mis libros y artículos están escritos con mucho trabajo, ganas e ilusión para difundir nuestra historia, nuestra cultura y el carácter de las gentes de un pueblo, Salvacañete, límite entre tres reinos, aspecto este que ha condicionado su historia, cultura y forma de ser...

Tras un inciso para hacerle unas fotos, sigue comentando:
  • Hay un autor, Aurelio Yuste Valero, paisano mío, ya muy mayor, que ha publicado varias obras literarias sobre la zona que son una maravilla Adios labriego, adios (1985), un homenaje al mundo rural con personajes ficticios en los que, no obstante, resulta fácil descubrir a los reales en los que se basan. Otros libros suyos son Voces del pasado (2007) y La molinerilla pecosa y otros relatos (2008), todos ellos editados por el Departamento de Publicaciones de la Diputación de Cuenca. El último es una serie de cuentos o relatos muy bien escritos, al estilo de Miguel Delibes pero ambientados en esta zona... Él hace literatura costumbrista, yo investigación histórica y etnográfica –formas distintas de abordar el mismo tema-. Mi tercer libro fue Tiempo de trashumancia (2012), donde trato el tema desde un punto de vista histórico, a la vez que etnológico y literario, mostrando también los aspectos económicos. Nada, yo tenía el trabajo hecho y se lo ofrecí a Nacho Ruiz, que lleva Ediciones Rodeno, se interesó y acordamos publicarlo.


mariano-lopez-marin-salvacañete
Portada del libro "Salvaceñete: sus historia y sus gentes (2004), segunda obra de Mariano López Marín (Salvacañete, 1953), 2016. [Ficha técnica: tapa dura, tamaño 17,5x25 cm. 831 páginas, ilustraciones B/N]. 


-- ¿Qué puedes contarme de la trashumancia?
  • Pues la trashumancia es un fenómeno sociocultural muy interesante, que ha tenido en el pasado mucha influencia en toda esta zona, en la de Albarracín y la Serranía de Cuenca. Es un tema que me apasiona, porque tengo muchos recuerdos vinculados a esta actividad, ya que mi padre fue pastor trashumante, también mis abuelos y otros antecesores... Claro, yo conocía de primera mano el asunto... Viniendo de Torrebaja, pasada la Casa del Mojón, en un altozano que llaman La Tejería, siendo yo niño íbamos a esperar a los trashumantes, que llegaban en mayo de la parte de Valencia. Mis padre y abuelos nacieron en esa zona, en un caserío que llaman La Boquilla: a la derecha de la CN-420, entre el Arroyo del Rebollo y el Barranco de la Tejería. La Tejería, por donde pasa la vereda, por allí hay un yacimiento íbero o celtíbero, reaprovechado durante la Edad Media. Yo era pequeño, y recuerdo cómo llegaban los pastores con los ganados... Llevaban una caballería para el hato, y desde Salvacañete hasta donde ellos bajaban, por la parte de Domeño, Geltalgar, Chiva, hacían nueve jornadas. Cuando llegaban a Chera se juntaban con los colmeneros que también bajaban con las colmenas para la invernada. Bajaban desde finales de octubre y noviembre hasta mitad de mayo... La zona de trashumancia era por Chulilla, Los Serranos, Hoya de Buñol, Turis, Macastre, Domeño, Marines, Casino, Liria... –toda esa parte-. Como te decía, desde Salvacañete hasta las zonas de trashumancia hacían nueve jornadas: en la primera llegaban hasta Pedro Izquierdo y Moya. En la segunda hasta por debajo de Sinarcas. En la tercera hasta Villanueva, una aldea de Benageber. La construcción del pantano les fastidió el paso, y tenían que rodearlo por una zona muy montañosa. En la cuarta llegaban hasta Gestalgar y esa parte... De aquí bajaban dos pastores y otro con las caballerías para el hato. Durante el camino se juntaban con otros ganaderos. Las ovejas iban juntas, las conocían por la marca de hierro y la señal de la oreja. Iban a los pastos que tenían arrendados a los Ayuntamientos o Hermandades de Agricultores y Ganaderos.

mariano-lopez-marin-trashumancia
Portada del libro "Tiempo de trashumancia" (2012), tercera obra de Mariano López Marín (Salvacañete, 1953), 2016. [Ficha técnica: tapa blanda, tamaño 21x30 cm. 159 páginas, ilustraciones B/N]. 


-- ¿Pasar en las zonas de invernada varios meses favorecería que los trashumantes establecieran relaciones con los lugareños y se creara toda una cultura vinculada a la misma?
  • Claro, se establecían relaciones culturales y afectivas: De hecho hubo varios matrimonios entre los pastores y los lugareños de esas zonas... Además, la trashumancia conlleva aspectos medioambientales muy interesantes, pues las ovejas portan en la lana semillas de distintas variedades de plantas y arbustos, y al caer al suelo germinan... De hecho en Salvacañete hay una zona de romeros entre la Casa del Mojón y Vallanca, junto a la vereda trashumantes, que no se da en ninguna otra zona. Esto es debido sin duda al transporte de las semillas que hacían las ovejas que pasaban por allí... También hay una relación clara entre ciertas especies botánicas y los ganados de la trashumancia. Y al extinguirse esta actividad, desparecen también las veredas y las relaciones botánicas. Igualmente hay relación entre la desaparición de los rebaños de cabras y los incendios forestales, pues está claro que los ganados limpian el monte... Todos estos aspectos se recogen en mi libro de la trashumancia: las vías pecuarias, el factor humano y etnológico, el vocabulario vinculado a la ganadería, el vestido de los pastores y su vida, el esquileo y sus herramientas... Toda una riqueza cultural, patrimonial, que se halla en trance de desaparecer, ya desaparecida. Aunque en Casas Nuevas quedan todavía dos hermanos, Fermín y Abilio Muñoz que todavía hacen la trashumancia... Y un pariente mío, Benito Marín que se baja a Gandía con las cabras, pero ya utilizan medios de transporte...

Respecto del tercer libro de Mariano López Marín, puede verse una entrada en esta misma página DESDE EL RINCÓN DE ADEMUZ: "Tiempo de trashumancia", último libro de Mariano López Marín (2012).[3]

 -- ¿Qué puedes decirme del cuarto y último libro que has publicado, cómo se gestó...?
  • Mi último libro es Etnología y costumbres populares de Salvacañete (2016), editado como el anterior en Ediciones Rodeno. Se trata de un trabajo de investigación de muchos años –podría decirse que de media vida-, de ahí que sea tan grande y voluminoso. De hecho contiene información que empecé a recoger siendo estudiante de Magisterio. Mi idea era recoger todos los aspectos populares, etnológicos y costumbristas de Salvacañete. El libro incluye aspectos folclóricos de mi pueblo y festivos de todos los de la comarca, por ciclos o estaciones: Primavera, verano, otoño, invierno... Resulta curioso que muchas costumbres son compartidas por distintos pueblos, pero en cada uno surgen aspectos distintos, me refiero a los pueblos del antiguo marquesado de Moya. Por ejemplo, el “judas de Pascua”, un muñeco que se hace para baquearlo, en Salvacañete hacían uno, pero en Alcalá hacían dos (chico y chica), y en Landete varios... En mi pueblo el muñeco se colgaba entre dos balcones de la plaza con las cuerdas de las samugas, o en una zona que llaman La Cruz, entre los árboles. Pero en Landete se colgaban en las paredes para que los vieran al paso de la procesión de Pascua. Resulta también de interés ver como hay fiestas o celebraciones que son compartidas por distintos pueblos, incluso de distintas provincias o comunidades como las fiestas de Tejeda o de Santerón, septenarios incluidos, que congregan gentes de los pueblos de Cuenca, del Rincón de Ademuz y Teruel. Esto puede explicarse porque toda esta tierra, desde Albarracín hasta Utiel-Requeña y Minglanilla ha sido tierra de frontera desde la Edad Media, con mucha permeabilidad de gentes y disputas entre reinos. Claro, porque eran zonas estratégicas en la frontera... Esta situación fronteriza nos ha enriquecido histórica y culturalmente. Ha habido también una historia local que se ha transmitido verbalmente, como historias de las guerras carlistas: Respecto de la última, mucha gente en la primera mitad del siglo pasado había oído de sus abuelos noticias del paso de las tropas, donde habían acampado, etc. Un vecino de Salvacañete, Nestor Adalid García, molinero de profesión fallecido hace poco y que fue alcalde me contaba muchas cosas de la historia del pueblo, que sabía por haberlas vivido u oído, por lo que le habían contado: Era del tiempo de mi padre y falleció hace unos meses, yo adoraba a este hombre... Me contó sobre el estraperlo de posguerra, lo que pasaba en los molinos... Que en La Peraleja había un montón de escoria de hierro, lo que prueba que hubo allí una industria de este tipo... –porque él sabía que yo estaba investigando acerca de este asunto-. Después lo comprobé documentalmente, y así muchas otras cosas. Recoger información de la gente mayor del pueblo me ha servido mucho en mis investigaciones. Además, a la gente le gusta transmitir esta información, se sienten felices cuando encuentran alguien interesado en cosas que vivieron en su infancia o juventud... Incluso documentos manuscritos, como el reglamento de una comunidad de regantes de la "Fuente Vieja", la que suministra agua al pueblo. Asimismo del tema del transporte de las maderas por los ríos... Tuve la suerte de conocer al último ganchero que hubo en Salvacañete, Mariano Murciano, el Honrubia le decían, porque era de esta familia. Me contaba su experiencia en el transporte fluvial porque él vivía en un rento próximo al Cabriel, y las maderas las bajaban por el río desde la parte de Albarracín, hasta Alcalá de la Vega y Cofrentes. Lo hacían en invierno, cuando aumentaba el caudal del río por el deshielo. La última maderada bajó en 1941, y se quedó varada en la Vega de Alcalá, no pudo pasar de ahí... En los años noventa comencé a ampliar la investigación, incluyendo la trashumancia, los juegos... Muchos de los artículos los tengo ya publicados en mi blog, pero la gente prefiere tener el libro en formato papel, sobre todo la gente mayor… Tengo previsto presentarlo este verano, primero en Moya y después en Salvacañete, y está a la venta en distintos lugares. En octubre lo presentaré en Utiel...


mariano-lopez-marin-etnologia
Portada del libro "Etnología y costumbres populares de Salvacañete" (2016), cuarta obra de Mariano López Marín (Salvacañete, 1953), 2016. [Ficha técnica: tapa blanda, tamaño 21x30 cm. 594 páginas, ilustraciones B/N]. 

-- Una curiosidad, ¿qué puedes decirme de la ermita de la Virgen de Valdeoña, siempre me ha llamado la atención la singularidad de su fábrica?
  • La ermita de la Virgen de Valdeoña está a la salida de Salvacañete, dirección Cuenca, en la margen derecha del Cabriel. El edificio que hoy puede verse es una reconstrucción de posguerra, ya que cuando la Guerra Civil fue polvorín, y por ese motivo fue bombardeada y derruida... En El Ventorro de Salvacañete, en El Cañizar de Cañete  y en Pajaroncillo hubo botiquines de guerra que dependían del Hospital de Sangre de Torrebaja, vinculado a su vez al del monasterio de Garaballa. Pepe Benedicto, de Fuentelespino, ha investigado mucho sobre los hospitales de sangre de la zona... Como te decía, la ermita fue bombardeada y derruida en 1938, pero el polvorín ya se lo habían llevado de allí. Los nacionales debían tener información al respecto, porque el bombardeo fue por toda la huerta de Salvacañete, mató a algunas caballerías y derruyó la ermita, pero no murió nadie... La forma que tiene recuerda la original, pero ya te digo que fue reconstruida por entero en el mismo emplazamiento que la primitiva, mediante el sistema de concejadas. Hay datos de que en su solar, a la izquierda del edificio, que corresponde al poniente, se descubrieron restos de una villa romana. El hallazgo fue documentado por los arqueólogos, pero finalmente cubrieron el hallazgo porque la gente se llevaba las teselas de los mosaicos. Dentro de la ermita, en la parte del altar encontraron también un montón de vasijas de origen romano, pero la zona está sin excavar, pendiente de una prospección reglada..., pero como Cuenca tiene tantos restos de este tipo ahí está. Los alrededores de la ermita están también plagados de restos romanos... Posteriormente se hicieron estudios geológicos, y en la actualidad toda la zona está protegida.


-- Quería preguntarte también por Moya, ¿cómo es posible que estuviera habitada hasta los años cincuenta y en medio siglo ha devenido en una completa ruina?
  • La cosa se explica porque cuando la gente se marchó aquello quedó sin controlar, los edificios se hundieron y fueron expoliados... Se llevaron piedras, sillares, rejas, etc. Restos de este tipo puedes encontrártelos por ejemplo en casas de Los Huertos de Moya, y otros lugares... Lo que te decía de los archivos municipales puede aplicarse a Moya, que cuando más sufrió fue durante las guerras carlistas. Hubo una fortificación en la villa y todo iba a parar allí... En un septenario de Tejeda tuve la suerte de conocer y hablar con uno de los últimos vecinos que hubo en Moya, me contó dónde estaba cada cosa y cómo era la vida de la villa. Mi suegro también me contaba que muchas veces subía a Moya a jugar al frontón, que estaba detrás del convento de las monjas... Hasta que la Asociación "Amigos de Moya" no empezó a crear conciencia sobre el valor de aquellas ruinas no paró el expolio... Además, mientras fue de la duquesa de Alba tampoco pudo hacerse nada, ni ella se preocupó. Luego pasó al Patrimonio que hizo responsable al Ayuntamiento de Moya. Las siete puertas de Moya fueron restauradas hace unos años por el Ministerio de Fomento, a través de la Escuela Taller. La Diputación Provincial ha tomado también cartas en el asunto, el año pasado hizo la reconstrucción de la Iglesia de la Trinidad... Ahora quieren actuar en la iglesia de San Bartolomé, edificio desmontado durante la guerra: Pretenden reforzar la cimentación, descombrar el interior y recuperar la espadaña..., con la idea de hacer un centro para la recepción de visitantes. El problema está también en el mantenimiento, porque lo que se restaura requiere después un mantenimiento: Hace años pusieron un sistema de iluminación en las ruinas que costó cuatro millones de pesetas, y a los cuatro días se lo habían cargado, se llevaron las lámparas... La Guardia Civil sube alguna vez, pero la vigilancia en insuficiente. Desde mayo y hasta noviembre hay un grupo de trabajadores actuando en la zona, están dejándola muy limpia... Hace poco estuvo visitando las ruinas el presidente de la Diputación, pero una vez creada la conciencia del valor de sus ruinas, el problema está en la financiación. Pues se trata de un Ayuntamiento con pocos recursos, que además tiene que mantener los servicios de cuatro núcleos urbanos, El Arrabal, Pedro Izquierdo, Huertos de Moya y la propia Santo Domingo de Moya. Las posibilidades de explotación cultural son enormes, haría falta un centro de interpretación histórica y paisajística, un lugar para la vigilancia, visitas guiadas, etc. Todo esto es difícil, complicado... Debieran implicarse mucho más los empresarios de la zona, hoteleros y restauradores, pues las ruinas constituyen un centro de atracción turística, histórica y cultural de primer orden.

cerro-moya-cuenca-rio-ojos
Vista meridional del "cerro de Moya", con detalle de las ruinas y torre del Homenaje, desde el puente del río Ojos de Moya (2016).


-- Mariano, para concluir, ¿qué perspectivas de futuro tienen estos pueblos de la zona de Cuenca, Teruel y el Rincón de Ademuz por Valencia?
  • Dada la situación actual, el futuro para estas zonas se plantea muy negro... Existe el proyecto este de la "Serranía Celtibérica de España", la cuestión es que son zonas muy diferentes, aunque los problemas sean los mismos. Tanto Cuenca, como Soria y Teruel, incluyendo el Rincón de Ademuz y Los Serranos, padecen idénticos problemas de despoblación, me consta que las Administraciones son concientes de ello, pero la solución es difícil, requiere una gran inversión que no sé si estarán dispuestas a afrontar... En cualquier caso las inversiones deberían dirigirse a incentivar el desarrollo de los recursos de la zona –lo que hablábamos de las ruinas de Moya, por ejemplo-, facilitando el asentamiento de gente joven que mantenga e incremente la población y los servicios. Por eso es necesario ser conscientes de los recursos de todo tipo que pueda haber –históricos, gastronómicos, paisajísticos, medioambientales...-, para desarrollarlos y potenciarlos. Asimismo en lo que hace a las pequeñas industrias que puedan montarse, industrias madereras, serrerías, como hubo antaño, etc. Hace falta que las Administraciones apoyen a la gente en sus iniciativas, porque para que una zona se desarrolle precisa de gente, y la gente no puede venir ni asentarse si no hay formas de vida, economía que pueda sustentarles. Hay que mejorar las comunicaciones. En Algarra, El Cubillo y Alcalá de la Vega están sacando mineral sin apenas beneficio para el municipio, a estas empresas les importa muy poco que aquí haya o no población, lo único que les interesa es el mineral y que haya carreteras para sacarlo. Lo mismo que pasa en Riodeva con las minas de caolín..., se llevan el mineral y lo procesan en otro lugar, porque a las empresas les resulta más beneficioso. Pero debería intentarse que el procesamiento de esos minerales, al menos una parte del mismo se hiciera aquí, empleando mano de obra local... Está también la cuestión medioambiental y paisajística, y es que por mucho que se comprometen estas empresas a restaurar las zonas de extracción, no lo hacen y los territorios se degradan... Me refiero a la reforestación y el cuidado del monte, a la creación de balsas para las especies cinegéticas, etc. Las Administraciones debieran exigir el cumplimiento de estos aspectos, y no lo hacen... En Torrefuerte, por ejemplo, en los años setenta hubo una explotación de caolín, y en los antiguos pozos de extracción de mineral crearon balsas donde se desarrollan diversas especies acuáticas, aprovechando los manantiales próximos. Esto son recursos y hay que aprovecharlos, fijando además población. De lo contrario no hay nada que hacer... Piensa que si no se toman medidas en este sentido, en quince o veinte años esto se convertirá en un desierto demográfico. El de la "Serranía Celtibérica" es un proyecto europeo, ya que el problema de la despoblación afecta a muchas otras partes del continente, y muy especialmente a nuestras zonas... A la Comunidad Europea le preocupan los datos macroeconómicos, que el sistema se pueda mantener, pero llegar de forma efectiva a estos lugares es muy difícil. Por eso pienso que el futuro es muy negro...

Se dice aquí del proyecto “Serranía Celtibérica”, extraordinario trabajo acerca del desarrollo rural que pone en evidencia la realidad de una amplia zona geográfica española afectada por el fenómeno de la despoblación, en la que se incluye el Rincón de Ademuz y zonas limítrofes de Cuenta y Teruel.[4]
 

mariano-lopez-marin-landete
Mariano López Marín (Salvacañete, 1953),
tras la entrevista en su calle de Landete (Cuenca), 2016.


A modo de conclusión.

No obstante estar jubilado, Mariano López Marín –Cronista Oficial de Salvacañete (Cuenca), desde 2004- es un hombre muy ocupado, no para de hacer cosas, de investigar, de recopilar y escribir –en la revista “Moya”, órgano de la Asociación Amigo de Moya, nunca faltan artículos suyos-, para su blog, respondiendo a sus lectores, colaborando en lo que le piden. Es de los que no saben decir que no. Este año ha publicado su último libro, una monografía sobre tema popular y costumbrista de gran interés etnológico. Digamos que tiene una jubilación activa, provechosa, satisfactoria. Si todos los pueblos de España tuvieran un cronista como mi entrevistado, otro gallo nos cantaría a los españoles...

Durante la hora larga que duró nuestra conversación me di cuenta de que mi entrevistado es persona apasionada –apasionamiento que se pone en evidencia en la rapidez de su habla, intentando transmitirte todo lo que quiere decirte y algo más- enamorada de su tierra, paisaje y gentes, como lo fue de su profesión mientras estuvo activo. Su pasión por la investigación y su amor al conocimiento le viene de su época de estudiante en Cuenca, en la Escuela de Magisterio. Sus profesores supieron descubrir e inculcar en él esa vocación que le ha acompañado toda su vida.

El tiempo de una entrevista resulta insuficiente para enjuiciar el carácter de una persona, hay que descubrirle pues en sus escritos, en sus artículos y publicaciones. Ningún aspecto de la vida local de su tierra –muy particularmente de su pueblo, Salvacañete y el antiguo marquesado de Moya- le es ajeno. Ha estudiado, investigado y escrito prácticamente sobre todos los aspectos de la vida rural, el folclore (costumbres, juegos, fiestas, tradiciones, canciones, relatos...), la historia y forma de ser de sus coterráneos, compilando y dando a conocer un saber que de otra forma hubiera acabado perdiéndose. Porque su saber parte muchas veces de sus propias vivencias (personales y familiares), de entrevistas hechas a personas que atesoraban ese conocimiento único, y que de no hacerse en su momento se pierde para siempre.

En suma: mi entrevistado me pareció una persona considerada, amable y tolerante -habituada al trato humano-: Eso se trasluce desde los primeros momentos de la conversación. Habla sin reservas, clara y libremente, quizá porque se muestra tal cual es, y sin enjuiciar a nadie. Su charla me resultó muy agradable, amena e instructiva, propia de las personas ilustradas que no alardean de su conocimiento. Apenas hablamos de su experiencia como docente, pero es el tipo de maestro que uno hubiera deseado para sus hijos. Vale.




[1] ESCRITORES.ORG: Socorro Mármol Bris (Consultada el 10 de septiembre de 2016).
[2] Voces de Cuenca: Fallece Pedro Saugar, presidente de la Diputación entre 1983 y1987, del domingo 23 de marzo de 2014.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. "Tiempo de trashumancia", último libro de Mariano López Marín, en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del miércoles 28 de noviembre de 2012.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Rincón de Ademuz y la Serranía Celtibérica de España (I y II), en el sitio web Desde el Rincón de Ademuz, del lunes 5 de enero de 2015.

viernes, 5 de agosto de 2016

EL HORNO DE MAS DEL OLMO (ADEMUZ), ACTUAL MUSEO DEL PAN.


Recuerdos –evocaciones y remembranzas- de unos masdelosmeños octogenarios.




Visitar el Museo del Pan es como viajar al pasado,
a un tiempo que fue el de nuestra infancia y juventud.
Esperemos que los que vengan detrás sepan mantener todo esto, y valorarlo…”
-del contenido de la entrevista-.




A modo de introducción.

La presente entrada debe verse como una continuación de otra previa -JOSÉ MANUEL BLASCO BLASCO (a) PEPE el Santo, NATURAL Y VECINO DE MASDEL OLMO (ADEMUZ)-,[1] donde se trataban aspectos tradicionales de valor antropológico, sociológico y etnográfico en relación con la vida en la aldea en otro tiempo.

En aquella primera entrega se trataron distintas cuestiones relativas al quehacer de la comunidad de los de Mas del Olmo, todas ellas basadas en la tradición, y asentadas en la memoria de las personas consultadas. Ya que a falta de fuentes documentales primarias, el estudioso debe recurrir a otras formas de información, siendo el testimonio directo de personas que vivieron en el tiempo que se pretende investigar, una de las mejores. Lo que en etnografía se ha denominado “elicitación de informantes”, un método para provocar y recopilar información.[2]

En cualquier caso, aunque la memoria de mis informantes pudiera fallar en algún punto del relato, dentro de la hipótesis de trabajo planteada, las fuentes consultadas constituyen materia prima de primer orden. Dentro del “Modelo” o plan de trabajo establecido, la información puede y deber ser tratada de forma acorde a lo que se pretende, clasificándola de forma crítica, comparándola y complementándola con la procedente de otras fuentes,[3] etc.

El objetivo propuesto es recoger información respecto al horno comunal “de pan cocer” de Mas del Olmo (Ademuz) -un tradicional “horno de poya” hoy convertido en Museo del Pan-, para exponerla de forma ordenada y crítica, disponiéndola así para una redacción historiográfica útil.

mas-del-olmo-ademuz-valencia-museo-pan
Cartel en el muro exterior del "Museo del Pan Horno" de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2011.


Contenido de la entrevista.

La entrevista tuvo lugar una tarde de comienzos de agosto, en la casa del matrimonio compuesto por el señor Julio Morales Aparicio y su esposa, la señora Amelia Blasco Blasco (Mas del Olmo, 1931), estando presente el hermano de ella, señor José Manuel (Mas del Olmo, 1928) y una familiar de ellos, la señora Ramona.


mas-del-olmo-ademuz-valencia-vecinos
Mis informantes -de izquierda a derecha-: el señor Julio Morales Aparicio, su esposa la señora Amelia Blasco Blasco y su hemano, el señor José Manuel, todos ellos naturales y vecinos de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), 2016.

-- Amelia, ¿qué puedes decirme del horno de Mas del Olmo, ha estado siempre en el mismo sitio o hubo otros anteriores?
  • Yo siempre he conocido el mismo horno, el que está en el bajo del Ayuntamiento, allí ha estado siempre, pero quiero recordar que hubo otro más antiguo en el piso de debajo de las Escuelas, donde el consultorio médico... En este punto interviene su hermano, el señor José Manuel: Sí, yo me acuerdo algo, poco... El horno viejo estaba en el bajo de las Escuelas, todavía recuerdo la leña que había allí acumulada, arriba y abajo, pero parece que hubo un incendio y este fue el motivo de que construyeran el actual, además de que el viejo era muy pequeño y como la población debió aumentar por entonces, esa debió ser la razón de que se construyera el actual: Sí, esto fue antes de la guerra, entonces había mucha gente aquí. Ten en cuenta que en el año 42 éramos 110 vecinos (unos 450-500 habitantes). Este año hizo un invierno muy malo, la tía Carolina, que bajaba al médico a Ademuz, se heló... Continúa la señora Amelia: el horno nuevo se construyó en el barrio de La Era, ahora lo han restaurado y se llama “Museo del Pan”.


-- ¿Cómo funcionaba el horno, quién lo gestionaba, había algún hornero profesional...?
  • El horno de Mas del Olmo era comunal, municipal, todos los vecinos eran horneros, cuando les tocaba, porque iba a “tanda de vecinos” –se avisaba unos a otros-: Oye, que mañana te coca el horno... - aunque cada cuál ya lo sabía-. El que hacía de hornero se encargaba de ir al monte por la leña, traerla al pueblo, llenar el horno, prenderlo y todo lo que llevaba de consigo... Esto fue siempre así, pero en los últimos años lo echaban a subasta, cuando empezó a haber menos gente y no todos querían hacer de horneros. En este punto tercia el señor Julio: La subasta consistía en que uno o más vecinos que les interesaba el horno ofrecían más dinero que los demás interesados, y se lo quedaba. La subasta era por un año... También sucedía que le tocaba a uno y éste cedía el turno a otro que le interesaba –porque no era obligado-: El padre de la Ramona, que tenía mucha familia, se lo quedaba a veces, porque al que le tocaba no le interesaba... Continúa la señora Amelia: El horno funcionaba de continuo, aunque hubo una época en que como decía Julio el horno se subastaba para un año y se lo quedaban dos, tres o cuatro vecinos, ellos se apañaban. Entonces ardía cuatro días a la semana: lunes, miércoles, jueves y sábado. El encargado del horno iba al monte de noche “a hacer romeros” que decían: aliagas y romeros, sobre todo... Iban al monte de Puebla de San Miguel, por la noche, para que no los pillara el forestal, porque en Mas del Olmo no teníamos leña. Claro, los de la Puebla iban detrás de ellos para denunciarlos... No, los de la Puebla no nos querían por eso, porque les quitábamos la leña. Tercia el señor José Manuel: Si los cogía el guardia (a los que iba por leña), les quitaban la azada... Una vez lleno el horno, sobre las dos o las tres de la madrugada, se le daba fuego a la leña, para que el horno se fuera calentando: las piedras de abajo y la bóveda de arriba. La hora de encender el horno dependía de la época del año –en verano antes y en invierno después-, porque el horno se abría al amanecer... Cuando se terminaba la leña el hornero recogía el rescoldo hacia la izquierda, barría el piso del horno y cerraba la tapa, para que se calentara bien... Tercia el señor José Manuel: Así se calentaban más las losas, con los fuegos que bajaban de la bóveda. Las piedras del horno las trajeron de Begís-Torás, un pueblo de la provincia de Castellón... Y de un molino de la zona de Camarena o Riodeva, aún recuerdo yo haber ido a este molino a moler dos o tres veces... Una vez bien caliente el horno, se barría de nuevo y comenzaban a hornear el pan. Para iluminar el interior del horno se utilizaba un tronco de madera ardiendo puesto en un lado.

Respecto a Begis-Torás (Alto Palancia, provincia de Castellón), fue un solo municipio hasta 1843, en que Torás se segregó de Bejís para formar municipio independiente. En cuanto al “molino de la zona de Camarena o Riodeva”, puede que se refiera al Molino de Montereta, próximo a Los Amanaderos del Riodeva, donde hubo un molino.

mas-del-olmo-ademuz-valencia-horno-museo-pan
Vista parcial del caserío de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle del "Museo del Pan-Horno" a los pies, desde el barrio de la Ermita (2016).


-- A todo esto las mujeres preparaban la masa, disponiéndola para hornear.
  • Claro, las mujeres que amasaban ese día sabían cuándo se prendía el horno y lo que duraba el proceso, tenían la masa dispuesta para el amanecer, cuando abrían el horno. Las masas se hacían en casa, cada una en la suya... La masa se ponía en un capazo, envuelta en el mandil y la masera, una ropa blanca que era la que estaba en contacta con la masa... Una vez había subido la masa se le daba la mano en la artesa, se cogían pastones, se amasaban y se iban colocando de nuevo en el capazo. Yo le hacía una cruz y decía: La masa está amasada y en manos de la Virgen la masa está entregada... Se tapaba con la masera y luego con el mandil, y se llevaba al horno. En los bancos del horno se troceaba la masa y daba forma a los panes, y se les dejaba que subieran otro poco, en espera de meterlos al horno... Había lo que se llamaba "ensanchadura", que era un trozo de masa que se dejaba para fermentar la siguiente.


-- En vuestra juventud había mucha gente en la aldea, ¿cómo se organizaba el turno para amasar cada día?
  • En el horno hay una caja con unas tablillas numeradas dentro -en total veinte boletos, así les llamaban-: Las mujeres sacaban su boleto, que contenía el número de orden para amasar al día siguiente. Claro, si iban diez mujeres a pedir número para amasar, se sacaban todos los boletos del cajón y se colocaban sólo las primeras diez tablillas: Tantos boletos como mujeres querían hornear en ese momento... Metías la mano y sacabas el boleto con el número. Si habías sacado el número uno, se lo dabas al hornero y él te daba una chapa con ese número. Los boletos de madera estaban siempre en el horno, no salían de allí; pero la chapa con el número te lo llevabas a casa, y se lo entregabas al hornero día siguiente cuando entrabas a hornear. Cada cuatro masas era una hornada... Sólo entraban cuatro amasadoras por vez: del uno al cuatro, la primera hornada; del cinco al ocho, la segunda; del nueve al doce, la tercera..., así hasta que se acababan las masas. Esta era la forma de organizar las hornadas.


-- Tengo entendido que el horno de Mas del Olmo era un “horno de poya”, ¿qué significa exactamente?
  • La “poya” era la forma de pagar al hornero... Se contaban los panes que salían del horno, y uno de cada treinta era para él, si hacías pastas -magdalenas, rolletes-, entonces le correspondían una de cada doce... Claro, si te salían menos de treinta (veintisiete o veintiocho) se le daba igual, no ibas a contar exacto. Para saber cuáles eran los panes de cada una, se marcaban con una señal personal: así no había confusión cuando salían del horno. Aunque la mayoría llevaban la señal de la “pintadora”, que eran un objeto de metal circular con varios circulitos dentro, así salían los “panes de estrella” que llamaban. También se hacían unas cortaduras paralelas, que formaban unos cuadrados. Se amasaban también bollos: panes alargados, a los que se les ponía a veces algo de aceite, como las cañadas; enharinados; rollos de peineta; sobados: se hacían con lo que se recogía de la masa, y llevaban más harina que los panes habituales, a veces se les ponía manteca de cerdo y tenían forma de rollo, este pan era muy bueno para comer uvas. Antes la gente comía mucho pan, no se le daba tiempo a que se pusiera duro, ni que se ranceara... –tercia el señor Julio-. Aquí la gente no pasó nunca hambre, excepto alguna familia que iba más apurada... Entonces se aprovechaba todo: A las gallinas se les daban los boñigos de las caballerías como pienso, mezclados con el salvado. En Ademuz y Val de la Sabina muchos estaban peor que aquí, aquello era más pobrecico. Pero la mayoría vivía bien, no como en Casasaltas que había muchos pobres: “En Santa Cruz nació el hambre, por Casasbajas pasó, en Casasaltas hizo noche y en Libros se avecinó” –eso se cantaba antiguamente-. Los de Casasaltas nunca faltaban a recoger el mollete que se daba por Santa Bárbara, algunos se ponía en la cola dos o más veces, sí, daban la vuelta por la Era para recoger más de uno, por eso los vigilaban. Cuando encapazabas para llevarte a casa el pan horneado, se solía dar al hornero un trozo de pan de propina, como un cuarto. Estos trozos se dejaban en una cesta que tenía preparada el hornero a la salida... Al final, cuando ya quedábamos pocas vecinas, además del pan de la poya le dábamos al hornero un trozo de masa cada una, con esa masa le salían a él varias poyas más. Este sistema le aprovechaba más que los trozos... Los panes horneados se ponían en una cesta y se llevaban a casa: al día siguiente se colocaban en la artesa, ladeados, así se conservaban mejor, cada amasada duraba una semana... Cuando veías que la artesa se vaciaba pensabas: Mañana o pasado tengo que ir a sacar número para amasar... 


mas-del-olmo-ademuz-valencia-horno-museo-pan
Objetos del "Museo del Pan-Horno" de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle de medida de vino, mandil y masera, sobre las tablas del amasador (2011).


-- Amelia, cuéntame algo más de la fiesta de Santa Bárbara y de la fiesta de los panes de la caridad.
  • Antes la gente daba más que ahora, era más caritativa... Había seis caridaderos, y con talegas iban por las casas recogiendo el “trigo de la caridad” que llamaban. Unos daban una fanega, que era mucho, otros media fanega, una cuartilla, un cuartal..., lo que querían o podían. Tercia el señor José Manuel: Una fanega de trigo eran treinta kilos, media fanega quince... Los caridaderos iban de casa en casa y la gente les daba lo que podía, daban según la voluntad, si eran muchos de familia daban algo más: El padre de mi prima Ramona daba una fanega, porque eran doce de familia... También se pasaba a recoger vino con un boto, luego lo echaban en un tonel que se ponía en la Era –esto el día de Santa Bárbara-. Pero lo de recoger el trigo era unos días antes de la fiesta, porque había que bajar a molerlo. Bajaban con las caballerías al molino de los Cuchillos, y al molino de los Lázaros, en Torrebaja. Cada uno llevaba dos caballerías, si bajaban cuatro, pues ocho caballerías con dos talegas cada una... Cada talega pesaría algo más de cincuenta kilos. Bajaban por la tarde y pasaban allí la noche, moliendo... Tercia el señor Julio: Dormíamos en un chamizo de la cuadra que el tío Lázaro tenía frente al molino, mientras él molía. Por la mañana nos hacía un caldero de gachas con sardinas y tocino, y con la harina molida nos subíamos a Mas del Olmo. Nosotros nos maliciábamos que el molinero hacía sisa. Por eso se quedó uno vigilando toda la noche –uno que llamaban Ricardo-, pero por la mañana dijo que el molinero no había cogido nada. El tío Lázaro, que se había dado cuenta de la maniobra, nos dijo: Habéis comido de lo vuestro, porque cada vez que iba a comprobar el chorrillo yo me llenaba la manga de harina… Sí, el tío Lázaro sabía mucho, y su mujer más... El molinero tenía dos hijos muy tremendos, Paco y Pepe... Por parte de ella tenía tres más: Ignacio, Victoria y otra chica. Ignacio se casó con Ramona, una del Val de la Sabina que aún era pariente nuestra, y tuvieron una hija...

Cuando se dice del “molino de los Lázaros” se refiere al Molino de Abajo de Torrebaja, también nombrado como “Molino del Señor”, “Molino Viejo” o “del Mayorazgo”, que estaba frente al puente de Guerrero. Sigue comentado la señora Amelia:
  • Cuando regresaban los hombres con la molienda, se llevaba a la sala del Concejo, que está encima del horno, cuatro artesas, para cerner y amasar. Y otra más para la levadura... El sexto caridadero aportaba las estrides (trébedes) y la caldera para calentar el agua para la masa. Cernían las mujeres de los caridaderos, aunque siempre había quien les ayudaba. El día que se cernía era una fiesta... El salvado resultante del cernido se repartía entre los que habían dado el trigo, en proporción a lo que había aportado cada uno. Claro, cuando se recogía el trigo se tomaba nota de lo que aportaba cada uno, para poder darle después el salvado que le correspondía. La noche que se amasaba, cada caridadera llevaba un perol de levadura madre. Las levaduras se mezclaban en la artesa de la levadura. Cuando llegaba la hora de amasar, se cogía un perol de aquella levadura madre y se hacían las masas en las demás artesas. La levadura sobrante se repartía después entre las mujeres de los caridaderos, que la guardaban para cuando tenían ellas que amasar. El día de Santa Bárbara por la mañana pasaban por las casas con un boto y un perol a recoger vino y luego lo echaban a un tonel que ponían en la Era, porque aquí había mucho viña y varios cubos. Tercia el señor José Manuel: En el Puntal habían tres cubos, aquí en la Era había dos más, que ya son cinco; al subir a la Iglesia otro, seis; el de la tía Pinta, siete; el del tío Pinche, ocho; el del tío Teodorito, nueve; el de Prudencio, diez –por lo menos diez cubos, dice el señor José Manuel-. Un año se juntó el sacacubos del Prudencio, que está en el frontón, con la fiesta de Santa Bárbara, y había tanta gente que en el salón Ayuntamiento no se cabía: Si se echan un alfiler no cae al suelo... Por la mañana de Santa Bárbara se hacía un caldero de gachas para la familia de los caridaderos, las mujeres que habían ayudado y demás... Una vez cocido el pan se contaba, el que hacía treinta para el hornero, y también los que salían defectuosos, feos, torcidos. Los panes se iban poniendo en unas cestas y se subían al salón del Ayuntamiento, allí se colocaban en una habitación, en el suelo, se ponían de lado, haciendo hileras, y allí se dejaban hasta que el cura los bendecía. La bendición se hacía después de la misa y procesión por las calles de la aldea. Después de la bendición de los panes, se reparten entre los asistentes... A estos panes se les llamaba “molletes”. Hoy ya no se hornea, el "pan de la caridad" lo mandan hacer a algún horno de la zona; pero por lo demás, todos se hace igual.

mas-del-olmo-ademuz-valencia-horno-museo-pan
Objetos del "Museo del Pan-Horno" de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle de Pintadora y Palilla (2011).


-- Entonces, ¿hasta cuándo funcionó el horno de Mas del Olmo?
  • El horno dejó de funcionar en los años ochenta largos, conforme la población de la aldea fue disminuyendo... Hubo gente entonces que se construyó su propio horno. Nosotros –dice la señora Amelia- tuvimos el primero, después se lo hizo mi hermano José Manuel. Mi padre y Julio fueron a buscar las piedras para el horno a la zona de Alpuente, pero al llegar a Hoya de la Carrasca, donde la ermita de santa Quiteria, cogieron las del horno de allí, que ya estaba abandonado: Son unas buenas piedras -de arenisca y muy gruesas-, así conservan mejor el calor... Tercia el señor José Manuel: Cuando quieras traes un cordero y las probamos... Después se lo hicieron Marcos y otro vecino.


-- Según parece, el antiguo horno ha sido recuperado como Museo del Pan, ¿qué os parece esta iniciativa, qué supone para la aldea?
  • Muy bien, de no haberse rehabilitado el edifico hubiera acabado arruinándose… Hacer del horno un museo del pan fue una estupenda idea, porque ha permitido recuperar el edificio y los objetos de hacer el pan y hornear que contiene, todos son originales… Los bancos de amasar que hay a ambos lados son de nogal, los construyó mi padre –se refiere al señor Julio Blasco Aparicio (1899-1993)-, que como sabes era carpintero –dice la señora Amelia-. Lo enseñamos a todo el que quiere visitarlo, y explicamos a los visitantes cómo funcionaba el horno, el nombre de las piezas que hay, y cómo se utilizaban. Hay unos carteles que lo explican, pero es mejor enseñarlo y decirlo… El horno se enciende todavía de vez en cuando, para mostrar su funcionamiento y mantenerlo activo. A través del funcionamiento del horno se puede entender mejor cómo se vivía antaño, la gente trabajaba mucho, era más sencilla, sacrificada y solidaria que ahora…, y lo aprovechaba todo. Visitar el Museo del Pan es como viajar al pasado, a un tiempo que fue el de nuestra infancia y juventud. Esperemos que los que vengan detrás sepan mantener todo esto, y valorarlo…

mas-del-olmo-ademuz-valencia-horno-museo-pan
Objetos del "Museo del Pan-Horno" de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle de Chapas con números (2011).

mas-del-olmo-ademuz-valencia-horno-museo-pan
Objetos del "Museo del Pan-Horno" de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle del Horno (2011).

mas-del-olmo-ademuz-valencia-horno-museo-pan
Objetos del "Museo del Pan-Horno" de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle de Trébede, Fanega y Escobillas (2011).


A modo de epílogo.

El primer “horno de pan cocer” conocido en Mas del Olmo se hallaba en el bajo de las escuelas públicas, como sucede en la vecina aldea de Sesga. La disposición no parece casual, ya que en una zona de inviernos largos y fríos como ésta, el calor del horno aprovechaba para calentar el recinto de las Escuelas que estaba arriba, mejorando su habitabilidad. Este primer horno parece que sufrió un incendio, razón por la que se construyó el horno nuevo, más grande, hecho coincidente con el aumento de población en la aldea. Hemos de pensar que la forma de funcionamiento y gestión del horno viejo serían las mismas establecidas para el horno nuevo, y similares a otros de la contornada.

El nuevo horno fue construido a mediados los años treinta, antes de la Guerra Civil (1936-39). Se halla en el barrio de La Era, frente al regajo o barranco que atraviesa la aldea. Es un edificio de planta alargada, muros mamposteros de piedra careada de la zona con dos alturas y cobertura vertiendo a una agua: en la planta inferior se hallaba el horno y en la superior un local social donde se reunía el Concejo para tratar de los asuntos del común. El edificio ha sido restaurado con esmero, respetando la idiosincrasia constructiva local.

Se trataba de un “horno de poya” tipo moruno con su obrador y un singular sistema organizativo comunal: cada vecino podía ser hornero, el orden se establecía por “tanda de vecinos”; pero no era obligado atender el horno, el turno podía cederse. El encargado del horno ese día se ocupaba de todo lo referente al mismo: ir por leña (aliagas y romeros) al monte, acarrear la leña, llenar y prender el horno, hornear, limpiar el recinto, etc. El turno para hornear las mujeres, porque era una labor fundamentalmente femenina, se establecía mediante dos tipos de números: unos grabados en una tablilla de madera (boletos) y otros en una chapa metálica. Los de la tablilla servían para establecer el orden para el día siguiente, los metálicos se los llevaba cada vecina y servían para entrar a hornear. Cada vez entraban cuatro mujeres con sus masas.

La masa se llevaba al horno ya preparada, en cestos o escriños, tapada con maseras y mandiles para conservar el calor. En el horno se troceaba la masa y se daba forma al pan, se marcaba con la “pintadora” y la señal personal, y se metía al horno: tardaba una media hora en cocerse. Al sacar las piezas se contaban, la que hacía treinta era para el hornero –la denominaba poya-. Si se trataba de pastas (magdalenas, rolletes), la poya era una de cada doce.

De este sistema organizativo comunitario se sirvieron los lugareños de Mas del Olmo para hacer el pan hasta finales de los años ochenta, en que la aldea se despobló. No obstante sus peculiaridades, la forma de funcionar de este horno puede servir para conocer cómo funcionaban otros similares de la zona. Cuando dejó de funcionar, algunos vecinos construyeron hornos particulares en sus casas.

Por iniciativa de la Asociación Cultural de Mas del Olmo, el edificio del horno fue restaurado hace unos años, acondicionando los espacios para fines distintos: se inauguró el día 11 de agosto de 2001. La planta baja aprovecha como “Museo del Pan”, conteniendo una interesante colección museística original relativa al cernido, amasado y horneado: Artesas, Barredores, Capazos, Cedazos, Escobillas, Mandiles, Maseras, Palas, Palillas, Pintadoras, Rasquetas, Retizadores, Talegas, Tornos, Varillas (cernedores), etc. Útiles de labranza y trilla, areles, etc. También contiene unidades de medida de líquidos y cereales, balanzas y romanas. La planta alta sirve como sala de reunión social, a la vez que como local de exposiciones.

mas-del-olmo-ademuz-valencia-horno-museo-pan
Objetos del "Museo del Pan-Horno" de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia), con detalle de Palas de hornear (2011).

En suma: el antiguo “horno de pan cocer” de Mas del Olmo-Ademuz (Valencia) se ha recuperado como espacio museístico, constituyendo una estupenda iniciativa para preservar y difundir distintos aspectos de la vida tradicional de la aldea en otro tiempo, a la vez que como justificación para rehabilitar un edificio público, paradigma de arquitectura vernacular. Vale.



[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. José Manuel Blasco Blasco (a) Pepe el Santo, natural y vecino de Mas del Olmo (Ademuz), del viernes 29 de abril de 2016.
[2] El término “elicitar” (del griego elicitus, "inducido" y elicere, "atrapar"), sería sinónimo de sonsacar, incitar, provocar y en lingüística, sicología y sociología se refiere al traspaso de información de una persona a otra, por medio del lenguaje y de forma fluida: se trata de obtener información de una fuente de manera provocada; método equivalente a lo que en la moderna “computación” sería el traspaso de información de un punto a otro del sistema.
[3] RODRIGO ALFONSO, Carles. El museo del pan de Mas del Olmo,  del miércoles 31 de agosto de 2011.