miércoles, 10 de abril de 2013

ICONOGRAFÍA FUNERARIA EN EL CEMENTERIO DE VAL DE LA SABINA (ADEMUZ) [I].

A propósito de las imágenes y símbolos en las tumbas 
de su camposanto, "in memoriam" de los allí inhumados.


"La cultura se basa en el tratamiento que se da a los muertos.
La cultura se desvanece con la decadencia de las tumbas"
-Ernst Jünger (1895-1998),
escritor, filósofo e historiador alemán.-

No basta con pensar en la muerte,
sino que se debe tenerla siempre delante.
Entonces la vida se hace más solemne, más importante,
más fecunda y alegre
-Stefan Zweig (1881-1942), escritor austriaco-.



I.- Palabras previas.
De una u otra forma, todas las entradas de este blog se hallan vinculadas al Rincón de Ademuz, ámbito comarcal al que fundamentalmente se circunscribe esta página. Sin embargo, hay artículos que se hallan a su vez incardinados, ya sea por asunto, espacio o tradición, tal el caso presente, que debe verse en conexión con dos textos previos: Pilones y ladrillos cerámicos del Vía Crucis de Val de la Sabina, aldea de Ademuz[1] y La ermita de San Miguel en Val de la Sabina (Ademuz).[2] La actual entrada y las dos cifradas completan, en principio, el ciclo de la aldea ademuceña...
El epígrafe del título define el perímetro de estudio de este artículo, pues la “iconografía” se refiere exclusivamente a la descripción y el estudio de las imágenes o representaciones simbólicas halladas en las lápidas o señalizaciones mortuorias del cementerio parroquial de Val de la Sabina. Obviamente, cabe decir del recinto funerario, de su estado actual y evolución histórica, lo que implica una perspectiva de futuro.
Ni que decir tiene que un lugar tan peculiar y representativo como el cementerio, espacio de enterramiento de los difuntos de una comunidad, dice mucho de la mentalidad, circunstancias, condición social y forma de ser los lugareños: el caso de Val de la Sabina resulta paradigmático, como también el de otros pequeños cementerios locales: Cuesta del Rato (Castielfabib), Mas del Olmo y Sesga (Ademuz), Puebla de San Miguel, Torrealta (Torrebaja), estudiados y expuestos en este mismo blog.[3]
Nadie quiere saber de la muerte, y menos de su propio fin y acabamiento, pero ahí está, impasible y obstinadamente presente en el horizonte de nuestra vida: prueba de ello son los cementerios municipales y parroquiales comarcanos, donde con suerte irán a parar nuestros restos mortales; y que ningún lector se agobie ni desespere, pues sólo es cuestión de tiempo...

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Vista del Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), desde el camino de Los Arenales (2013).


II.- Situación geográfica y poblacional de Val de la Sabina.
Val de la Sabina se halla al nordeste de la villa de Ademuz, aguas arriba de la rambla de su nombre, margen derecha de la misma, en la cota media-baja de una ladera arcillosa que mira al suroeste. Con acertada visión geográfica, Rodrigo Alfonso (1998) la ubica “en el extremo del interfluvio entre ésta –se refiere a la Rambla del Val- y su afluente el Barranco de las Cañas o del Val”.[4]
Según el geógrafo, el asentamiento del Val se desarrolló a lo largo del siglo XIX, aunque sus orígenes están en una masía de Ademuz: su ermita –San Miguel Arcángel- ya se cita a mediados del siglo XVI (1558), fundada por los predecesores de cierto beneficiado de Ademuz, perteneciente a una familia de la pequeña aristocracia local.[5] Con todo, a finales del Setecientos apenas contaba con 11 vecinos, mientras que a mediados del Ochocientos (1845) ya censaba 44, equivalente a las 37 casas habitadas que recoge el Nomenclator de 1860. Con todo, el censo aldeano permaneció estable durante un siglo, esto es, durante la segunda mitad de esta misma centuria y primera de la siguiente, cifrándose su población en unos 200 habitantes. Como en el resto del territorio comarcal, su declive poblacional comenzó en la década de los cincuenta del siglo XX, hasta el punto de que en 1960 su censo estaba en 34 habitantes, cifra que descendió hasta los 25 en 1996.[6]

Evolución censal de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia) [1845-1996].
1845
(vecinos)
1860
(casas)
1960
(habitantes)
1986
(hab)
1991
(hab)
1996
(hab)
44
37
34
46
34
25
Tomado de Rodrigo Alfonso (1998).

Evolución censal de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia) [2003-2012].
Sexo
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012

Varones

11
10
10
11
16
13
12
12
13
15
Mujeres
4
3
2
2
4
3
2
3
3
4
Total
15
13
12
12
20
16
14
15
16
19
Población del Padrón Continuo por Unidad de Población (INe).


Como sucede en otros núcleos aldeanos del Rincón de Ademuz, nos hallamos ante una población claramente regresiva, con predominio cuantitativo de los varones sobre las mujeres.

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Vista de la ermita de San Miguel Arcángel y del Centro Social -antiguas Escuelas Nacionales- de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), desde el camino de Los Arenales (2013).
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Detalle de pilón con ladrillos cerámicos del Vía Crucis en Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), 2013.


III.- En busca del Cementerio Parroquial de Val de la Sabina.
Para visitar la ermita y el cementerio de Val de la Sabina había quedado con el vecino señor Antonio Chicharro Navarro (Ademuz, 1944), pues él es el guardián de la llave de estos recintos. Durante nuestra estancia en la ermita de San Miguel se nos añadió otro vecino, el señor Luis Antón Yuste (Val de la Sabina, 1940); fue en compañía de ambos como inspeccioné el camposanto.
Desde la ermita puede verse el cementerio, que se halla en la parte baja de una ladera, al noreste... Para ir a visitar el santo lugar desandamos el camino desde la ermita hasta los pajares y continuamos en dirección contraria a la aldea, esto es, hacia levante. No hay mucho que ver en este lugar de descanso, pero su peculiaridad le hace digno de verse:
  • <Al cementerio (parroquial) de Val de la Sabina se accede por el camino de las eras, que discurre entre pajares y huertas, por encima de la ermita. Se trata de una humilde construcción rectangular, ubicada en la ladera arcillosa del monte, próxima al ermitorio. Sus paredes son de piedra y barro, cubiertas por una albardilla de losas y tejas. A lo que parece, sus constructores levantaron primero los paredones, rebajando y rellenando el interior con tierra de la misma ladera, de forma que pudieran excavarse zanjas para el enterramiento -algo similar a lo que hicieron los de Sesga, cuyo campo santo se alza también en una ladera pedregosa-. La puerta principal y única del lugar se halla en la fachada este, mirando al levante. Ahora posee una puerta metálica, pero hasta hace pocos años tenía un portón de tablas con un grueso travesaño por dintel, coronado éste por una cruz de forja. Entrando a la izquierda hay un pequeño recinto cubierto, aprovechando la esquina. El resto del espacio cementerial se halla sembrado de cruces, con alguna lápida, pues todos los enterramientos se han realizado en fosas. La “tumba-cruz” más antigua corresponde al día 5 de septiembre de 1961, lo que significa que hasta dicha fecha los señalamientos tumbales serían simples cruces de madera que el tiempo ha consumido>[7]
Desde las últimas construcciones de la aldea caminamos hacia el cementerio por un amplio camino de tierra, que llaman de Los Arenales, en dirección levante. En cierto punto hallamos a nuestra izquierda una pilastra del Vía Crucis local, correspondiente a la IXª estación –Jesús cae por tercera vez-: el camino sigue entre la parte baja de la ladera y una zona de cultivos, que hasta el nivel de la ermita es de secano. Muchas de las fincas se hallan abandonadas, aunque todavía verdean en ellas almendros y oliveras.

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Vista de antiguas construcción en Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), desde el camino de Los Arenales, que conduce al cementerio local (2013).
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El señor Antonio Chicharro Navarro (Ademuz, 1944), guardián de las llaves de la ermita y del cementerio, que me acompañó en la visita (2013).

El cementerio se halla un poco más adelante, sito en un somero altozano de la margen inferior de la ladera que mira al suroeste, por cuya pendiente trepa la carreterita que lleva a Mas del Olmo y Puebla de San Miguel. El recinto aparece circundado por una tapia de piedra enlucida, cubierta por losas y tejas en todo su perímetro: las tejar forman canal hacia fuera, mientras que las losas vierten hacia dentro. Los muros se hallan muy deteriorados en la base, donde ya se han descarnado algunas piedras. Comentando el mal estado de las tapias del cementerio, el señor Luis Antón, explica:
  • <Sí, las tapias están bastante mal, no sería de extrañar que alguna pared se derrumbara y salieran todos los huesos… Hace un tiempo, desde la Asociación de vecinos intentamos rehabilitar las tapias del cementerio con unos contrafuertes y ampliarlo hacia arriba, incluso hacer nichos: Hicimos un proyecto y ya teníamos el dinero, sólo faltaban los permisos de Sanidad… Pero alguien argumentó: ¡Si el cementerio es parroquial, que lo arregle el cura! -y todo quedó en nada-. Pero hubiera sido bueno restaurarlo, porque aunque sea de origen parroquial el cementerio es nuestro, y aquí están enterrados nuestros antepasados… Además, aunque el cementerio sea de titularidad parroquial no creo que la Iglesia tenga obligación de arreglarlo, pues la parroquia no obliga a nadie a enterrarse aquí ni cobra nada por ello; la iniciativa debería ser vecinal o del municipio>.

Dejamos el camino que venimos siguiendo y tomamos el que conduce al cementerio, bordeando el muro meridional y continuando por el de levante, donde se abre diáfana la puerta de entrada. Al bordear la esquina sur oriental nos apercibimos que esta parte del cementerio ha sufrido una ampliación en algún momento histórico, pues el tipo de fábrica del muro es distinto, faltando también el enlucido que cubre el resto de la obra.

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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), detalle del ángulo suroeste (2013).
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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), detalle de la fachada meridional (2013).

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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), detalle del ángulo sureste (2013).

La entrada posee una airosa cancela de hierro formada por dos hojas, que se cierran mediante una cadena con candado. Mientras el señor Antonio abre la puerta observo el interior del camposanto, sembrado de cruces y lápidas que emergen de la tierra rojiza y arcillosa; las últimas lluvias han hecho proliferar la hierba, verde y jugosa… No hay cipreses en el cementerio de Val de la Sabina, tampoco pinos. Los árboles son un lujo en los cementerios, un lujo artístico, decorativo y ornamental que los aldeanos no han podido permitirse, como si todo el espacio debiera reservarse para las sepulturas. Dada la pequeñez del recinto, sorprende que el cementerio haya dado para tantos enterramientos, pues según hemos visto por la evolución censal, la aldea dio cobijo a dos centenares de habitantes entre mediados del siglo XIX y mediados del XX. Cabe decir, sin embargo, que hasta bien avanzado el siglo pasado la mayoría de las inhumaciones se producirían sin féretro, con una simple mortaja. Al menos eso puede deducirse de la existencia del "cajón de muertos" utilizado antiguamente en las aldeas comarcanas para transportar a los difuntos desde su casa hasta la iglesia, y de ésta al cementerio.

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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), detalle del antiguo portón de entrada, que lucía un grueso travesaño por dintel (2006).

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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), detalle de la nueva cancela (2013).

Entrando a la izquierda observamos un cobertizo en el ángulo izquierdo, donde hay una cruz de madera sin inscripción, y una caña. El señor Antonio Chicharro, me comenta:
  • <Aquí se colocaban los cadáveres cuando había que hacerle la autopsia a alguno, y la caña me sirve para medir la longitud de la sepultura. En esta misma parte es donde se enterraban los niños. No, yo no soy el enterrador, lo hago porque no hay otro en la aldea que lo haga. Bueno, a veces llamo a alguien para que me ayude. Al abrir una nueva fosa siempre salen restos humanos de otros enterramientos, pues el cementerio está muy aprovechado. Siempre ha habido un orden para enterrar, cuando se terminaba se comenzaba en el punto inicial. Desde hace unos años han comenzado a poner lápidas y cruces, pero antiguamente no se ponían; bueno, sólo el crucifijo del féretro, nada más… No, yo no tengo asco al hacer las fosas, lo hago por la gente. Me cuesta un par de horas o tres abrir la zanja, la cavo hasta un metro y medio de honda por sesenta o setenta de ancho y dos metros de largo, y cobro unos cuarenta o cincuenta euros por abrirla… Claro, hubiera estado bien que se rehabilitara el cementerio; pero ya ves, por una gallina se estropeó el gallinero…>


IV.- Clasificación de símbolos e imágenes en lápidas y cruces.
Para la sistematización propuesta, las imágenes y símbolos de las lápidas y cruces los clasificamos según su significado en:
-Religioso: referido a símbolos que aluden a la religión (cristiana): cruces, rostros de Cristo, vírgenes, ángeles de la muerte y santos.
-Espiritual: referido a símbolos no estrictamente religiosos: manos que sueltan palomas, árboles de la vida, motivos vegetales, etc.
-Profano: ausencia de símbolos religiosos o espirituales: objetos, textos de contenido poético, político e ideológico, etc.
-Mixto: contienen representaciones compuestas, religiosas y profanas (cruces con espigas u otros motivos ornamentales).

Enterramientos –tumbas y lápidas- con símbolos religiosos:
La totalidad de los enterramientos del cementerio de Val de la Sabina corresponden al tipo de tumba-cruz, con alguna tumba-lápida (2001): me refiero a señalizaciones mortuorias formadas por una cruz (vertical) en la cabecera o asociada a una lápida (horizontal), con ausencia de nichos.
La señalización más antigua corresponde a una tumba-cruz, basada en una cruz de mármol blanco con motivos vegetales y geométricos a ambos lados y una hornacina encristalada en la base del stipes, la cual figura a nombre de Josefa Blasco Sánchez (1870-1961) -fallecida el 5 de septiembre de 1961-. En el centro de la cruz luce un medallón representando un rostro femenino doliente, cubierto por pañuelo, con la mano izquierda adosada a la mejilla de ese lado.

JOSEFA/ BLASCO/ SÁNCHEZ
+ 5-9-1961
A LOS 91 AÑOS/
D.E.P.
Tus hijos/ y nietos/ no te olvidan

Todas las señalizaciones poseen data posterior a la esa fecha de comienzo de los años sesenta. Lícitamente, el lector podría preguntarse: ¿Qué ha sido de las señalizaciones anteriores, acaso no hay enterramientos previos? La pregunta es retórica, pues obviamente en las dos centurias que puede tener el cementerio habrá habido muchas, muchísimas inhumaciones que no han dejado rastro. La explicación la dan mis acompañantes, cuando dicen: Desde hace unos años han comenzado a poner lápidas y cruces, pero antiguamente no se ponían; bueno, sólo el crucifijo del féretro, nada más
De hecho, entre la primera tumba nominalmente señalizada y la siguiente pasan catorce años:

ESPERANZA LEÓN BLASCO
+ 23-11-1975

El último enterramiento corresponde a 2007:

CASIMIRO/ YUSTE/ YUSTE
+ 9-5-2007
A los 98 años
D.E.P.

Entre la segunda señalización (1975) y la última (2007), las inhumaciones se producen con un intervalo de uno a cuatro años. En tiempos pretéritos, los enterramientos con sólo la mortaja, esto es, sin féretro, así como la ausencia de señalizaciones fijas, facilitaba que pasados unos años pudiera reutilizarse la tumba, colocando otro cadáver sobre el primero. Esta fue la norma en la mayoría de los antiguos cementerios comarcanos, singularmente en los de las aldeas.

            Con la excepción de una lápida de pared colocada verticalmente en el suelo y de otra basada en una cruz metálica, el resto de lápidas poseen la forma de cruz -simple, redondeada, encuadrada- labrada en distintos tipos de piedra o mármol, en tonos claros, oscuros y grises. No se guarda estrictamente el color blanco para las lápidas de difuntos jóvenes, pero sí la simbología de rostros de figuras religiosas masculinas o femeninas para los enterramientos de varones o mujeres, respectivamente, con la excepción de un Sagrado Corazón o de un Cristo adornando lápidas correspondientes a tumbas de mujeres –1993 y 2001-. Pero en la mayoría sí existe aquella correspondencia: 1983, 1985, 1999, 2003 y 2007. Algunas de las señalizaciones poseen el retrato con el rostro del difunto: 1983, 1989, 2003, 1993 y 1996.

            Respecto a las representaciones religiosas o simbólicas, encontramos:
-         Cristo camino del Calvario, coronado de espinas y con la cruz a cuestas (2007).
-         Cristo coronado de espinas, rostro (1983).
-         Crucifijo, Jesús crucificado (1985, 1999 y 2001).
-         Cruz simple (2007).
-         Paloma de la paz, con un ramito de olivo en el pico (1999).
-         Rostro femenino doliente, la cabeza cubierta por pañuelo (1961, 2003 y 2004).
-         Sagrado Corazón de Jesús, mostrando corazón sangrante (1993).
-         Virgen del Carmen, con el Niño en brazos (2003).

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Vista de la fachada oriental del Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), con detalle de la nueva cancela de entrada (2013).
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Vista del interior del Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), con detalle de las señalizaciones funerarias (2013).
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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), detalle de señalización funeraria (2013).

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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), detalle de señalización funeraria (2013).
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Cementerio Parroquial de Val de la Sabina-Ademuz (Valencia), vista general desde la parte alta de la ladera (2006).

En general, todas las señalizaciones funerarias poseen emblemas religiosos cristianos, ya sea como adorno o manifiesto en la propia forma de la lápida (cruz), como corresponde a un cementerio parroquial de mayoría católica. Asimismo, existen varios crucifijos sin fecha (s/f) hincados en el suelo o junto a las tapias, correspondientes a las cruces de los féretros. Esto es, no hay enterramientos –tumbas o lápidas- con sólo símbolos espirituales, ni enterramientos con lemas profanos o ausencia de ellos, pero sí con simbología mixta: cruces con adornos vegetales o geométricos (1961, 1985, 1991, 1993 y 2003).
        Por lo demás, el cementerio carece de “Cruz Cementerial” (central), aunque puede verse una de mediano tamaño -basada en hierro de forja, sita sobre el muro derecho de la entrada-, correspondiente a la señal que ornaba el dintel del antiguo portón.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.



[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Pilones y ladrillos cerámicos del vía crucis de Val de la Sabina, aldea de Ademuz, en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2013/03/pilones-y-ladrillos-ceramicos-del-via.html, del viernes 1 de marzo de 2013.
[2] ID. La ermita de San Miguel en Val de la Sabina (Ademuz), en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2013/03/la-ermita-de-san-miguel-en-val-de-la.html, del sábado 30 de marzo de 2013.
[3] Ibídem.
[4] RODRIGO ALFONSO, Carles. El Rincón de Ademuz. Análisis geográfico comarcal, Edita ADIRA, Valencia, 1998, p. 89.
[5] ESLAVA BLASCO, Raúl. Ademuz y su patrimonio histórico-artístico, Valencia, 2007, p. 181. SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Val de la Sabina, aldea de Ademuz, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2008, vol. II, p. 210.
[6] RODRIGO ALFONSO (1998), p. 57 y 90.
[7] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. La ermita de San Miguel en Val de la Sabina (Ademuz), en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2013/03/la-ermita-de-san-miguel-en-val-de-la.html, del sábado 30 de marzo de 2013.

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