jueves, 15 de marzo de 2012

EL RINCÓN DE ADEMUZ VISTO POR EL BOTÁNICO CAVANILLES (I)

Repaso a la historia natural, geografía, agricultura, 
población y frutos de la zona en la última década del siglo XVIII.

--Primera parte--

Gozan las tierras de Ademuz aguas abundantes y puras, y un cielo despejado:
el clima no es de los más benignos, puesto que no pueden vivir allí olivos ni algarrobos; á excepción de los quales todo prospera en aquel suelo...”
Antonio J Cavanilles (1797).





Palabras previas.
Cavanilles –me refiero a don Antonio Josef de Cavanilles Palop (Valencia, 1745-Madrid, 1804)-[1] estuvo en el Rincón de Ademuz a comienzos de la última década del Setecientos: vino por orden del rey -entonces lo era Carlos IV (1788-1808)-,[2] respondiendo su visita al encargo real de “recorrer la España”, con el propósito de “examinar los vegetales que en ella crecen”.

Don Antonio Josef de Cavanilles Palop (Valencia, 1745-Madrid, 1804).

            
Pero Cavanilles, como buen ilustrado –quizá el último de la Ilustración valenciana- no se limitó a su estricta función botánica, que debió ser la primera y principal de sus ocupaciones, sino que atendió también a los aspectos humanos, agronómicos, económicos, físicos y geográficos de los lugares por donde pasaba. Fruto de su curiosidad como naturalista fueron dos extraordinarios volúmenes, donde recoge todo el conocimiento que acopió, producto de sus indagaciones y reflexiones: Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia (Madrid, 1795-1797),[3] libro sin precedentes en la bibliografía hispana, que todavía se sigue consultando y citando para hacer referencia a la realidad de su tiempo, pues contiene “una masa de información meticulosa, exacta, relativa al marco geográfico, a la flora y la fauna, al fondo social, que no ha perdido vigencia” en doscientos años, hasta el punto de haberse constituido en una pieza clásica, por su veracidad, utilidad y belleza.

Portada del segundo volumen de las Observaciones de Cavanilles (Madrid, 1797).

            
En homenaje al monumento de su obra, gloria de la bibliografía valenciana (y española), se reeditaron Las Observaciones de Cavanilles doscientos años después (Valencia, 1995), fabulosa edición patrocinada por la obra social de Bancaja, con Prólogo de José Mª López Piñero, Introducción de Joan F. Mateu Bellés y Epílogo de Vicent M. Rosselló Verger, en cuatro impresionantes volúmenes, cuyos autores son Julio Lacarra, Ximo Sánchez y Frances Jarque.
            
En su Introducción –Cavanilles y el oficio de viajar- el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Valencia, pormenoriza distintos aspectos de la vida del botánico, cuya lectura resulta imprescindible si se pretende comprender la magnitud de la obra del abate valenciano –porque hay que saber que era sacerdote, además de hombre de ciencia-, singularmente en lo que hace a sus antecedentes como preceptor y formación como naturalista y botánico, y sus experiencias viajeras, analizando el contexto y los objetivos de sus viajes. Cavanilles inicia sus excursiones en 1791 y continua en los años siguientes (1792 y 1793), con diferentes recorridos. Durante el segundo año (1792) realizó cuatro tramos, el último entre el 22 de agosto y el 3 de octubre, siendo en este periplo cuando visitó el Rincón de Ademuz:
  • El lunes 3 de septiembre siguió por Santa Cruz (de Moya) hasta Vallanca y al día siguiente continuó por Castielfabib, Torre Baja, Ademuz y regresó a pernoctar de nuevo a Vallanca, donde el rector José López le ofreció hospitalidad. El mismo López le acompañó de retorno el día 5 hasta la villa de Aras (de los Olmos). El anciano cura de Aras, Carlos Herrero, le acogió de nuevo en su casa –por donde había pasado en su camino hacia el Rincón de Ademuz-. Con razón, Cavanilles en las Observaciones se referirá con gratitud a los párrocos que –como los de la Serranía (y el Rincón de Ademuz)- le abrieron sus casas para pernoctar. En caso contrario, “me hubiera tocado dormir con las mulas” –dice en su Diario de viaje (1792)-.[4]

            
Mateu Bellés se basa en los diarios de Cavanilles, obra no editada... Resultan muy interesantes las apreciaciones que el botánico hace en su Diario, donde recoge anotaciones que no aparecen en las Observaciones, pero que resultan de gran utilidad para comprender las circunstancias de los viajes. En Vallanca nombra al cura párroco -don José López-: dicho nombre aparece grabado en la campana de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles, cuya epigrafía dice:

ME CONSAGRAN AL P.S. ROQUE Y A S. VICENTE M/ + EL D(OCTOR) JOSEF LOPEZ RF/ GORGOLLO/ ME HIZO AON DE 1814

            
Por el nombre y la fecha de vaciamiento del bronce puede afirmarse que se trata del mismo párroco que Cavanilles menciona en su dietario, en cuya casa pernoctó durante su estancia en Vallanca.[5] Asimismo, el mismo don José López figura como autor de un extenso manuscrito donde se dice del pleito mantenido entre el conde de Castellflorido, Comendador de Montesa en el Rincón de Ademuz y los párrocos de Puebla de San Miguel, Torrebaja y Vallanca, por el reparto de ciertos frutos –demostrando allí su sentido común y profundo conocimiento de la historia local, basada en documentos hoy desaparecidos, que se conservaban en el Archivo Parroquial de Vallanca-.[6]

Mapa del Rincón de Ademuz según Cavanilles (1797).

Mapa del Rincón de Ademuz (Valencia), en la actualidad.

            
El recorrido geográfico: las villas y lugares y las especies botánicas.           
En su recorrido por el Rincón de Ademuz viaja con el mapa del geógrafo y cartógrafo ilustrado Tomás López (1730-1802),[7] en el que observa errores que trata de subsanar, pues, como es sabido, nuestra comarca se halla entre la provincia de Cuenca y la de Teruel desde mediados del siglo XIII,[8] mientras que en el mapa del geógrafo el Rincón de Ademuz forma un totum continuum con Valencia, lo cual es inexacto:
  • Así es que quando desde Aras se intenta penetrar en Ademúz, es preciso pisar ántes parte de dichos reynos; el de Aragon y término de Arcos (de las Salinas), si se baxa por la Losilla, [...]; y el de Castilla y término de Santa Cruz (de Moya), si se toma á la izquierda en busca de este pueblo, que cae al poniente de Aras [...].[9]

Vista de Vallanca (Valencia) desde Los Altos,
con el camino y Cuestas de Moya (Cuenca), al fondo derecha.



 Vista parcial de Vallanca (Valencia), desde el cerro frontero.

Escudo municipal de Vallanca (Valencia), en el frontal de la fuente de los Caños.

           
La entrada al Rincón de Ademuz la hace por Vallanca, procedente de Santa Cruz de Moya (Cuenca), escribiendo:
  • Salí de este pueblo por el barranco y camino de Asturias que guia para las tierras de Ademuz, y por tres quartos de hora subí la cuesta hasta llegar á las elevadas llanuras. Desde el camino se descubren por la izquierda espesos pinares, precedidos de hermosos campos cultivados: á la derecha y en la senda que sirve de camino hay coscoxas y otros arbustos casi hasta llegar al caserío de Asturias, en cuyas inmediaciones se ve una hoyada hermosa que á la sazon estaba en barbecho. Llegado á la altura del monte pisé un suelo estéril, yermo y pedregoso, y poco después un dilatado carrascal, que está en término de Moya.[10]

            
Observa que toda esta parte se halla inculta en toda su extensión, aunque con algún campo de cultivo rodeado de páramos. Y sigue diciendo:
  • Quando se pasa la raya que divide los reynos, y separa los términos de Moya (Cuenca) y Vallanca (Valencia), que es una de las villas del Rincón, empiezan pinares, barbechos y cuestas para baxar á la población.[11]

            
El botánico se detiene en este punto, para describir la forma del Rincón de Ademuz, a la que define “casi elíptica”, rodeada de “altos y destemplados montes”, describe los “cerros de yeso” y “otros de tierra roxa”, origen de “llanuras y lomas fértiles” cuando aquellos se descomponen. Respecto a los cauces fluviales, menciona el Turia, que cruza la comarca de norte a sur, “fertilizando sus riberas”, a las que se añaden las que recibe del Ebrón y Boilgues, y de la rambla de la Puebla de San Miguel: “esta le entra por la izquierda, y aquellos por la derecha”. Respecto al poblamiento, dice:
  • Habitan en el Rincón 1400 familias, repartidas en quatro villas, dos lugares, y ocho aldeas principales. Ademuz es la villa principal, situada casi en el centro del Rincón á la derecha del Turia, y de ellas dependen las aldeas llamadas Casas altas y Casas baxas, que yacen al sur en la ribera derecha del Turia; (Mas del) Olmo, Sesga y Val (de la Sabina) situadas á la izquierda. Castelfabíb es la segunda villa, colocada al norueste de Ademuz en los confines de Aragón, de la qual dependen las aldeas nombradas los Santos, (Cuesta del) Rato y (A)Royo (cerezo). Vallanca es la tercera, que cae al poniente, y tiene al Negrón por anexo. La quarta se llama Puebla de San Miguel, puesta al nordeste de Ademuz; y los dos lugares son Torre alta y Torre baxa, que yacen al nordeste, este á la derecha del Turia, y Torre alta á la izquierda.[12]

            
La precisa descripción del naturalista corresponde a la última década del siglo XVIII, de ahí que Casas Altas y Casas Bajas dependieran todavía de Ademuz: Casas Altas se constituyó como municipio independiente el 5 de octubre de 1945 y Casas Bajas el 5 de junio de 1838.[13] Vallanca ya se había segregado de Ademuz a finales del siglo XVII –el 14 de abril de 1695-, reinando todavía Carlos II el Hechizado, mientras que Puebla de San Miguel lo hizo a comienzos de la segunda mitad del XVIII –el 12 de febrero de 1765-, mediante decreto de Carlos III.[14] Asimismo, menciona los lugares de Torrealta y Torrebaja, situados a ambos lados del Turia: cabe añadir que Torrealta pertenecía a la jurisdicción de Ademuz y era de los Garcés de Marcilla y barones de Andilla, mientras que Torrebaja era de los Ruiz de Castellblanque y se hallaba en la de Castielfabib, separándose de sus municipios de origen a finales de la primera mitad del Ochocientos; en todo caso, en 1849 Torrealta y Torrebaja ya formaban un solo Ayuntamiento.[15]

            
Descrita la ubicación de los núcleos urbanos, respecto a la climatología y los cultivos, dice:
  • [...] el clima no es de los más benignos, puesto que no pueden vivir allí olivos ni algarrobos; a excepción de los quales todo prospera en aquel suelo, que produce maiz, y toda especie de granos, vino, y una cantidad considerable de nueces; vense con freqüencia nogales monstruosos, y no pocas veces como bosques de ellos.[16]

            
Sin embargo, el botánico anota la existencia de muchas zonas sin cultivar, achacando su causa, “ya por falta de brazos, aunque aumentados en este siglo, ya por ser el suelo peñascoso: allí pacen los ganados, y las plantas nativas suministran alimento á millares de colmenas, que rinden quantiosas sumas”. El tiempo histórico en que escribe el botánico nos remite al momento de expansión agrícola en la zona, lo que coincide con la de crecimiento poblacional, hecho que se venía observando desde principios de la centuria y que tuvo su apogeo a comienzos del Novecientos.[17] De facto, el aumento del censo y las roturaciones continuaron durante todo el siglo XIX, hasta el punto que en el regadío de Torrebaja a mediados del Ochocientos todavía había muchas zonas sin labrar.[18]

            
Realizada la representación general del Rincón de Ademuz, retorna a las cuestas de Vallanca, donde había dejado su relato:
  • La mayor (de las cuestas) es la mas inmediata á la villa, con muchas arroyadas, plantada de robustos pinos. Hállase Vallanca en una cuesta rápida; sus calles y edificios sin gusto, ni mas comodidades que las precisas para el abrigo de 200 vecinos, de las caballerías y frutos. En esta pobreza aparente, ó desaliño natural, vive un pueblo feliz sin luxo ni necesidades, pero laborioso y activo.[19]
Detalle de fuente en Vallanca (Valencia).

Detalle de fuente en Vallanca (Valencia).


            
Las cualidades que define en los vallanqueros las deduce observando “el cultivo de las huertas y conducción de las aguas” y viendo “el cuidadoso trabajo del secano”, además de “en la industria de colmenas”. Según el botánico, la forma de ser y trabajar de este pueblo tiene su origen en que los vecinos son dueños de las fincas que cultivan, por el contrario de lo que había observado en Santa Cruz, cuyo término debía ser tierra de señorío, y donde sus moradores eran cultivadores arrendatarios o simples aparceros -como sucedía por ese mismo tiempo en Torrealta y Torrebaja-. De ahí su célebre sentencia, donde se evidencia más que en cualquier otro lugar la mentalidad e idiosincrasia del naturalista: el derecho de propiedad excita en el hombre ideas útiles, que ni la pobreza ni la esclavitud pueden conocer... Pero la frase no sólo refleja el sentir del botánico, sino la propia cultura ilustrada, lo que se ha entendido como el fundamento intelectual del reformismo; esto es, "la utilización de la crítica como herramienta para el perfeccionamiento de la organización social". Pues, como es sabido, la Ilustración se planteó como un instrumento intelectual para reformar el Antiguo Régimen y permitir su supervivencia; pero el fenómeno ilustrado fue mucho más allá, hasta el punto de constituirse, ¡oh paradoja!, en germen de la Revolución. (Martínez Shaw, C., El Siglo de las Luces. Las bases intelectuales del reformismo, 1996).
         
Por lo demás, la tierra es generalmente agradecida cuando se la trabaja con celo y dedicación, compensando el esfuerzo.

            Rendimiento anual de cultivos en el término de Vallanca (incluyendo Negrón), en tiempos de Cavanilles (1792).
VALLANCA
PRODUCCIÓN
Avena
1.400 f.
Cáñamo
250 a.
Cebada
1.800 f.
Colmenas
> 40
Judías
80 f.
Maíz
10 f.
Manzana
Mucha
Nueces
10 f.
Trigo
90 f.
Vino
200 c.
                Elaboración propia (2012). Nota: (a) arrobas; (c) cántaros; (f) fanegas. Las mas 40 colmenas suponía una ganancia de 40 reales.

            
Respecto a las huertas de Vallanca, comenta que están regadas por el río Boilgues -que nace en la Vega, poco más arriba de la villa-, cuyo cauce de tosca serpea hasta abocar al Turia, por debajo de Ademuz. Arribado a este punto, el naturalista se detiene a comentar los nefastos efectos que produce el agua en el lecho calizo del río, pues dicho material es sumamente soluble en contacto con la humedad, ello propicia que el cauce se vaya profundizando con el tiempo, dificultando la toma de agua para los cultivos; de ahí que proponga la siguiente solución:
  • [...] debieran hacer estacadas y emparrillados en el cauce del río, y rellenarlos de piedra, para que el rio, léjos de aumentar sus excavaciones, corriese á menor profundidad por los cuerpos que iria dejando en aquellas barreras.[20]

            
La profusión de piedra tosca en la zona ha hecho que sea el material preferido por los vallanqueros para construir sus viviendas, “por ser ligera, fuerte y abundante”. Alude también al mecanismo de formación de las piedras toscas y a la fosilización de elementos vegetales (adelfas) y organismos animales (caracolitos). Siguiendo el curso ascendente del Bohílgues, menciona la fuente del Romero –a la que califica de “preciosa”-, y poco más arriba “un montecito calizo, en el qual hay hermosos mármoles, por lo común de color de rosa muy tierno, matizado de nubes roxas, y venitas blancas de espato” – en la actualidad se está explotando una cantera de piedra marmórea en la zona llamada El Losar-.[21]


Poste señalizador de direcciones en Vallanca (Valencia).

            
De Vallanca se dirige hacia Castielfabib, que se halla en dirección norte... Siguiendo sus pasos subimos hasta la partida de Los Altos, zona de sembrados, a la que se asciende desde la villa cruzando junto a las tapias del cementerio, que llaman calle de la Fuensomera, dejando a la mano izquierda la ermita de san Roque, y continuando por Las Cabezas, monte público propiedad del municipio, y siguiendo hacia el noroeste, buscando los poblados de Las Tóvedas –alta y baja- que quedan a una hora y media larga de marcha y a los que sitúa en:
  • un dilatado y hermoso valle sin riego, pero cultivado con esmero: la tierra es algo roxa y arcillosa, de la misma naturaleza que la contigua del Colladillo, que es el granero de aquel término. Solamente ví inculto en el camino un monte de un quarto de legua cubierto de pinos, enebros, coscoxas, sabinas, romeros y aliagas: crece allí el hysopo oficinal, la salvia, el tomillo, el erigerón tuberoso, la inula con hojas de sauce, la atractílide baxa, con otras plantas conocidas.[22]

El botánico grafía "Tóbedas", con -b, aunque en la actualidad los escribimos con -v, lo cual resulta frecuente en los textos de la época con ésta y otras muchas palabras.

El Nogueral, barranco que conduce hacia Salvacañete (Cuenca),
en Vallanca (Valencia).

Plantación de almendros en Los Altos de Vallanca (Valencia).

Paraje de Los Altos en Vallanca (Valencia), con la sierra de Javalambre al fondo.

            
En nuestro paso por la zona de Las Tóvedas observamos hermosas fincas de cultivo, que este año se hallan en barbecho, prácticamente desde la cabecera del barranco. Las pinadas que envuelven el valle se muestran espléndidas, pese a la sequía, con los pinos negrales libres de los albos bolsones de la procesionaria. Donde más patentes son los efectos de la sequía, sin embargo, es en las majestuosas nogueras, que proliferan en las márgenes de las fincas, cuando no centrando los cultivos, muchas de las cuales se hallan en franco declive. En la parte alta del valle la tierra es rojiza, con muchos cantos sueltos, pero en las zonas más profundas predominas las blanquecinas y limpias de piedras. Muchas partes del valle, las más elevadas e improductivas, están abandonadas y convertidas en resecos aliagares, pero antaño todo estuvo cultivado. Los regueros son frecuentes, prueba que antaño hubo manantiales de agua continuos, procedentes de las vertientes de cabecera, de los que no quedan mas que los cauces vacíos y escuálidos rodales de juncos. 

Otras aparecen plantadas de almendros, aunque éstos están abandonados, y otras, las menos, con jóvenes plantaciones de nogales. Las casas del rento de Tóvedas de arriba se hallan hoy desmanteladas, con las techumbres hundidas y los pisos descindriados, pero antaño hubo moradores fijos en la zona, que formaban parte del poblamiento disperso del Rincón de Ademuz: la mayoría de los rentos y masías de estos términos se comenzaron a despoblar después de la Guerra Civil, en los años cuarenta y cincuenta; uno de los últimos en abandonarse fue El Cañizarejo –ubicado entre Tóvedas de abajo y El Colladillo- que se mantuvo hasta comienzos de los sesenta. 

Pinada, caserío de Tóvedas de arriba y valle de su nombre en Castielfabib (Valencia).

Nogales en labrantíos de Tóvedas de arriba en Castielfabib (Valencia).



Nogales en labrantíos de Tóvedas de arriba en Castielfabib (Valencia).


El caserío del rento de Tóvedas de abajo estaba formado por dos grupos de casas, con una plaza o "era de pan trillar" en el centro, en cuyo fondo hubo un enorme olmo, que fue víctima de la grafiosis.[23] La casona grande del rento se halla también arruinada, pero debió ser muy hermosa, planta rectangular con techumbre a dos aguas, paredes de mampostería y esquinas de piedra labrada; adosados a la fachada meridional se hallaban los corrales y descubiertos... Su portada principal mira al poniente, esto es, hacia Tóvedas de arriba. Por delante de la casona, hacia la parte inferior, han construido un recinto a modo de redil o paridera basado en bloques de cemento con techumbre metálica, cuya visión daña la vista... Junto a lo útil y bello lo lucrativo y fachoso, como símbolo y paradigma de estos tiempos... 

Desde nuestra salida de Vallanca no hemos visto a nadie por estos parajes, con la excepción de dos pastores, uno en las Tóvedas altas y otro en la paridera de la baja; son gentes duras, hechas a la soledad y a las inclemencias, cuyos trabajos, seguramente, desaparecerán con ellos, ya que difícilmente encontrarán quienes les sustituyan: Los jóvenes no quieren saber nada de campos ni ganados... -decía con resignación uno de los pastores-. Dejamos el rento de Tóvedas de abajo, donde nace un antiguo camino de la madera en dirección a Ademuz,[24] y nos dirigimos hacia el norte, ascendiendo por una prolongada y suave costanilla en dirección al rento denominado El Colladillo de abajo, una zona de sembradíos ya preparados para este otoño. La casona del rento se halla también ruinosa, pues fue desmontada hace años para extraer sus viejas maderas; desde las ruinas del caserío, a cuyos pies se halla el vallejo de Hoya Hermosa, ya se divisa El Torrejón de Castielfabib, un resto desmochado de la antigua muralla medieval y las casas de la parte alta de la villa...

Vista parcial del caserío de Tóvedas de arriba en Castielfabib (Valencia).

Detalle de alacenas y cantareras de obra en una vivienda derruida del caserío de Tóvedas de arriba en Castielfabib (Valencia).

Vista parcial del caserío de Tóvedas de arriba en Castielfabib (Valencia).

            
Según vemos, desde Vallanca el botánico ha subido hasta Los Altos y seguido hacia Las Tóvedas –alta y baja-, en dirección a los Colladillos -que también lo hay alto y bajo-, para continuar hacia el norte, vía Castielfabib: el camino de la villa hacia Castilla seguía esa misma dirección, aproximadamente por donde hoy discurre la CN-420 de Cuenca-Teruel. La variedad de plantas, arbustos y monte bajo que describe lo podemos encontrar todavía, sólo hace falta conocerlas para identificarlas.

Punta de ganado en el valle de Las Tóvedas en Castielfabib (Valencia).

Casa Grande del caserío de Tóvedas de abajo en Castielfabib (Valencia), parcialmente derruida.

Caminante y pastor junto a la Casa Grande de Tóvedas de abajo en Castielfabib (Valencia).

Vista general del rento de Tóvedas de abajo en Castielfabib (Valencia),
en primavera (2007).

Restos del monumental olmo que antaño sombreaba la placeta del rento de Tóvedas de abajo en Castielfabib (Valencia), con la Casa Grande al fondo (2007).

            
Arribado a Castielfabib, villa “situada en la cuesta rápida de un cerro”, el botánico asciende hasta las ruinas de la fortaleza, “para descubrir las cercanías y los objetos que á pocas leguas cierran el horizonte”. Desde la atalaya del castillo de Castiel observa un amplio horizonte que describe con precisión, lo que nos induce a pensar que los que le acompañaban conocían perfectamente el terreno: hacia el noroeste, los montes de Aragón (Tormón y El Cuervo), para continuar por el cauce del Ebrón:
  • Siguiendo con la vista el curso del Ebrón se ven las huertas que fertiliza, y á cierta distancia varios cerros, cuyos cabezos alternan y cortan la vista por aquella parte, donde dexan ángulos entrantes y salientes, y varios recodos aprovechados en huertas. Mas adelante como dos horas del punto de observación se descubre el boquete que dexan los últimos cerros –entre otros el pico Castro (897 m)- en cuyo fondo queda oculto Ademuz, seguido después de elevados montes en forma de graderías[25]
Vista de las ruinas de la Casa Grande del rento de El Colladillo de abajo
 en Castielfabib (Valencia).

Labrantíos en la Hoya Hermosa,
por debajo del rento de El Colladillo de abajo en Castielfabib (Valencia),
con la antigua carretera del Hontanar a la derecha y la villa de Castiel al fondo.

Labrantíos en la Hoya Hermosa, por debajo del rento de El Colladillo
en Castielfabib (Valencia).

            
El ascenso de los montes culmina en la Serretilla de Campablo (Cuenca) –versus Campalvo- que asoma por el sur, y continua en arco hacia oriente, en dirección al Cerrellar de Ademuz y Puebla de San Miguel, que son parajes del Rincón de Ademuz (Valencia); continuando hacia el norte por Riodeva, Camarena de la Sierra y sierra de Javalambre –ya en tierras de Aragón-.
            
Arribado a Castielfabib, el botánico debió entrar por la puerta del Torrejón, que mira hacia Castilla; enseguida describe las hermosas huertas de regadío que aparecen frente a la villa, al otro lado del Ebrón, apercibiéndose, no obstante, de las dificultades que sus propietarios tienen para el riego, hasta el punto “que para regarlas dirigen las aguas por canales excavados en la peña, algunos de ellos á bastante altura”.

          
Contrasta a los vecinos de Castiel con los de Vallanca, diciendo que son “igualmente aplicados al trabajo”, pues ambos “procuran mejorar sus campos, y aumentar sus frutos”, aunque no sin problemas:
  • Consíguenlo sin dificultad en los de secano; pero en los que dependen del riego encuentran un gran obstáculo en las mismas aguas, que parecen huir y esconderse de su vista. En otro tiempo quando se fundó el Convento de San Guillermo, que está a la izquierda del rio en frente de la villa, se sabe por tradición que las aguas pasaban casi á nivel con la superficie del suelo, de modo que sin baxar gradas ni cuestas se tomaban las necesarias; pero actualmente corren 20 varas más profundas, y cada dia se aumenta la profundidad del cauce, el qual es todo de piedra tosca desde que el rio entra en el reyno de Valencia hasta las cercanías de Torre baxa...[26]

            
Resulta curiosa la mención del Convento de San Guillermo, y no resulta extraño que el botánico recoja el relato tantas veces oído de los lugareños en nuestra infancia, conforme el agua del Ebrón pasaba al nivel de los cultivos, hasta el punto que los frailes cogían el agua directamente, “sin baxar gradas ni cuestas”, en tanto hoy el cauce se pierde en la profundad de la hoya. Desconocemos si Cavanilles estuvo en el convento, pero cuando pasó por aquí éste se hallaba habitado por franciscanos.[27] Las huertas más perjudicadas por la hondura del río eran las más altas, mientras que de las bajas, en dirección a Torrebaja, comenta:
  • por mejor situadas forman deliciosos vergeles, donde se crian frutales, hortalizas, trigos, maices... [...] No he visto en el Rincón almendros, y debería tentarse su cultivo: los nogales son verdaderamente monstruosos en Castielfabíb.[28]

            
En nuestro recorrido, siguiendo la ruta de Cavanilles, donde hallamos los nogales más “monstruosos” fue en la zona de Las Tóvedas altas, pero lo cierto es que grandes nogueras las hay por todas partes, siendo verdaderamente numerosas en el barranco del Nogueral (Vallanca), que conduce de la villa hacia Salvacañete (Cuenca), donde según se dice hay tantas como días tiene el año...

 



_______________________________________________
[1] Cf. Wikipedia, voz Antonio José de Cavanilles
[2] Cf. Wikipedia, voz  Carlos IV de España
[3] CAVANILLES, Antonio Josef. Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia, de Orden Superior. En Madrid en la Imprenta Real, siendo Regente D. Pedro Julián Pereyra, Impresor de Cámara de S.M., Año 1795 y 1797 [Existe una edición facsímil editada por Albatros Ediciones, Bibliotheca Valentina, Valencia, 1989, tomo I y II].
[4] MATEU BELLÉS, Joan F. Cavanilles y el oficio ilustrado de viajar, en: Las Observaciones de Cavanilles doscientos años después, Valencia, 1995, p. 32.
[5] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Vallanca, un siglo de imágenes a través de la fotografía, Valencia, 2008, p. 16 [Obra conjunta, coordinada por Nuria Millán Eslava y Ruth Sánchez Férriz, de la que Alfredo Sánchez Garzón es el autor de los textos].
[6] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2002). Noticia del pleito entre el Comendador de Montesa y los curas de Puebla de San Miguel, Torrebaja y Vallanca (1815), en Aportaciones al conocimiento de la Encomienda de Montesa en el Rincón de Ademuz, Valencia, pp. 245-312.
[7] Cf. Wikipedia, voz Tomás López
[8] ID (2007). De la separación geográfica del Rincón de Ademuz de Valencia, en Del Paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 49-51.
[9] CAVANILLES (1797), párrafo 98, p. 71.
[10] ID. párrafo 100, pp. 72-73.
[11] Ibídem.
[12] ID. párrafo 101, p. 73.
[13] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). La iglesia parroquial Santísima Trinidad de Casasaltas, en: Del paisaje,..., Valencia, vol. I, pp. 251-255. ID (2008). Casas Bajas en la primera mitad del Ochocientos, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp. 239-250.
[14] ID (2008). Carta de privilegio del rey don Carlos III, por la que se concede el título de villa a Puebla de San Miguel, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp. 271-279.
[15] MADOZ, Pascual (1849). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y su Posesiones de Ultramar, Madrid, tomo XV, p. 72.
[16] CAVANILLES (1797), párrafo 101, p. 73.
[17] RODRIGO ALFONSO, Carles (1989). El Rincón de Ademuz, análisis geográfico comarcal, Edita ADIRA, Valencia, p. 53.
[18] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). Estudio de la aparcería en la Torrebaja señorial, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 355-359.
[19] CAVANILLES (1797), párrafo 101, pp. 73-74.
[20] ID. párrafo 102, p. 74.
[21] GIL BAZÁN, Enrique. El mármol de Vallanca (Rincón de Ademuz, Valencia), del sábado 7 de enero de 2012.
[22] CAVANILLES (1797), párrafo 103, pp. 74-75.
[23] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2007). En busca de los olmos desaparecidos del Rincón de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. I, pp. 107-115.
[24] ID (2008). El camino de la madera, rebautizado “del oro verde”, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, vol. II, pp. 67-70.
[25] CAVANILLES (1797), párrafo 103, p. 75.
[26] ID. párrafo 104, p. 75.
[27] A mediados de los años sesenta del siglo XVIII (1764) el convento estaba habitado por 14 frailes: 7 sacerdotes, 1 corista, 7 legos, 8 donados y 1 pretendiente. Cf. SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2001). Aproximación a la historia del convento de San Guillermo en Castielfabib..., Edita Ayuntamiento de Castielfabib, Valencia, p. 65.
[28] CAVANILLES (1797), párrafo 104, p. 76.


GALERÍA FOTOGRÁFICA:

Vista de La Torreta,
punto elevado donde se cerraba la muralla medieval de Castielfabib (Valencia).

Vista parcial del caserío, castillo e iglesia-fortaleza de Castielfabib (Valencia) al atardecer,
desde La Torreta.

Vista de las ruinas de la iglesia conventual de San Guillermo en Castielfabib (Valencia),
desde la Hoya del Ebrón, con detalle del puente de La Ruidera (abajo, izquierda).

Vista parcial del caserío y fortaleza de Castielfabib (Valencia),
desde el camino del Hituelo,
que lleva a las ruinas de la iglesia del convento de San Guillermo.

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