viernes, 4 de noviembre de 2011

FIESTAS PATRONALES "VERSUS" FIESTAS CULTURALES

A propósito de las conmemoraciones de 
Santa Marina y San Roque en Torrebaja[1]
(2007, agosto 23-27)

           
Como es sabido, la palabra fiesta procede del bajo latín festa, término utilizado para referirse a un grupo de personas que se reúnen con la intención de divertirse o para celebrar algo. Asimismo, alude a los actos extraordinarios con que se festeja una solemnidad (civil o religiosa) u otra cosa.
De esta forma, cuando decimos de las Fiestas Patronales de Torrebaja nos estamos refiriendo a la serie de eventos vinculados a la conmemoración –memoria y evocación- de los patrones del pueblo -santa Marina (de Jerusalén) y san Roque (de Montpellier)-: una virgen que en condiciones adversas se dedicó al cuidado de su padre, aceptando de paso un hijo que no era suyo (lo que serviría para proponerla como patrona y protectora de los padres que adoptan), cuando podía haber elegido un matrimonio cómodo y ventajoso; y un hombre bueno, solidario y comprometido, que se dedicó al cuidado de enfermos contagiados, hasta el punto de enfermar él mismo: ambos lo hicieron cumpliendo el mandato evangélico, por amor de Dios y de sus semejantes.


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Procesión con la imangen de santa Marina durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia), tradicionalmente portada por mujeres.
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Procesión de subida a la ermita de san Roque durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia).

Valga este punto para meditar acerca de las virtudes encarnadas por nuestros patronos (el cuidado de los padres y el de los enfermos contagiados), que parecen ajenas a la actual sociedad del bienestar, donde se juzga que es el Estado quien debería atender semejantes demandas sociales y sanitarias; aún sabiendo que la Administración no cubre –ni puede cubrir- más que una parte de tales necesidades. Lejos pues de resultar anacrónicos los valores que nos transmiten Marina y Roque, ya que son rabiosamente actuales, y tal vez nunca más necesarios que ahora, cuando aumenta la población anciana y las residencias se nos proponen como la mejor opción para aparcar a los mayores; al tiempo que crecen las bolsas de indigentes y marginados, una novedosa versión de modernos apestados.

Sin embargo, frente a las tradicionales Fiestas Patronales, parecen ir tomando auge las fiestas culturales, hasta el punto de pretender sustituirlas en algunos lugares, con la excusa de que estamos en una sociedad laica y multicultural. Ciertamente, vivimos en un sistema democrático, cuyo marco constitucional define al Estado como aconfesional, al tiempo que ampara la pluralidad religiosa. Pero nuestra sociedad dista de ser laica, en el sentido de irreligiosa, ni España ha dejado de ser católica, toda vez que hay amplios sectores sociales que se reconocen creyentes en diverso grado o practican abiertamente su religión tradicional. No hay más que ver las personas que se movilizan con ocasión de ciertas celebraciones: visitas de imágenes peregrinas (Nuestra Señora de los Desamparados, la Virgen de Tejeda...), en romerías y septenarios... 

En todo caso, si entendemos correctamente el término “laicismo”, como doctrina o tendencia que define la independencia del hombre (y de la mujer, claro), de la sociedad o del Estado de toda influencia religiosa, habrá que posicionarse diciendo que todos o casi todos los ciudadanos estarán conformen en que los poderes públicos estén separado de la Iglesia -me refiero a la Iglesia católica-, en tanto poder instituido. En lo que posiblemente no nos pongamos de acuerdo será en que el individuo, como persona y ciudadano deba estar o no influido por una norma moral de orden religioso. Personalmente, me coloco junto a los que creen en la bondad del posicionamiento moral frente al relativismo; pues, de la misma forma que “el hombre no puede ser separado de Dios, la política (tampoco puede apartarse) de la moral” –santo Tomás Moro (1478-1535), dixit-.

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Procesión con la imagen de santa Marina por las calles de Torrebaja (Valencia), en este caso portada por hombres.

En nuestro caso, la tradición (práctica y usanza) nos ha legado la religión católica, sin cuyos elevados principios sería inconcebible nuestra cultura y la propia civilización europea occidental. Hasta tal punto ello es así que Europa y su florecimiento tiene su germen en Grecia (que aportó la filosofía), en Roma (que aportó el derecho) y en la tradición judeocristiana (base de los principios morales que dignifican al hombre).[2] En su sentido más profundo, por tradición local debe entenderse aquello que nos ha sido dado, lo que nos identifica como directos legatarios de nuestros antecesores sobre este paisaje... Pero, obviamente, este paisaje no es sólo nuestro, sino de todo el que desee vivir en él... 


Permítanme una pregunta: ¿Acaso los torrebajenses (y vecinos del Rincón de Ademuz en general) debemos renunciar a nuestros principios y creencias en aras de un relativismo cultural, porque haya entre nosotros una creciente porción de gentes de otras confesiones y culturas? Resulta evidente que no, hay que continuar practicando nuestras creencias y tradiciones, quizá con más ímpetu que nunca, porque en ello va nuestra identidad (y continuidad). Lo cual no significa que deba impedirse que personas de otras creencias puedan practicar las suyas, toda vez que les ampara la máxima norma constitucional. A propósito, apostamos por la integración, antes que por el multiculturalismo. Pero éste es otro asunto..., en el que no vamos a entrar ahora. Con todo, son cuestiones que deben tratarse y sobre las que hay que informarse para poder enjuiciarlas con criterio, si es que realmente pretendemos ser tolerantes y convivir en paz.

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Entrega de premios a los "pelotaris" durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia).
Cuando digo de cultura, no me estoy refiriendo a la cultura en general como concepto antropológico (conjunto de conocimientos y actividades científicas, industriales y artísticas de un pueblo, país o época, considerados globalmente o en cada una de sus materias), sino a la noción sociológica de cultura popular, a la expresada por la realidad cotidiana del pueblo y que se transmite por tradición. En este sentido las Fiestas Patronales son plenamente compatibles con las fiestas culturales, hasta el punto de complementarlas y enriquecerlas.


Las referencias más antiguas que conozco respecto a las fiestas de Torrebaja se hallan en el Libro de Actas del Ayuntamiento (1906), en cuya Sesión del 9 de septiembre se dice:
  • <Con el fin que se halle alumbrada la plaza pública durante los días de la festividad de los patronos de este pueblo, Santa Marina y San Roque, se coloquen cuatro focos de luz eléctrica en la expresada plaza para darle más vista y para que la música pueda ejecutar sus escogidas piezas y al mismo tiempo el público pueda aprovecharlas bailando los más y sirviendo de distracción a los otros; que el gasto de estas luces se pague del capítulo de imprevistos>.[3]


Lo primero que llama la atención de la cita es que a comienzos del siglo XX la festividad de los patrones de Torrebaja se celebraba a principios de septiembre -al domingo siguiente de la Virgen de Tejeda-, una vez terminada la recolección de la mayoría de los frutos del campo, constando que ya entonces se disfrutaba de luz eléctrica en el pueblo. Se trataba del primer alumbrado público, utilizando farolas ubicadas en algunas esquinas de la población; la iluminación en el interior de las casas vino algo más tarde.

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Entrega de premios a los "pelotaris" durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia).
El resto del párrafo apenas requiere comentario, bastando para demostrar la importancia de la actividad festiva: la plaza debía estar bien iluminada, para que la música pudiera “ejecutar sus escogidas piezas” y que la gente bailara o se distrajese mirando... Algo muy parecido a lo que sucede actualmente, sólo que ahora se prefiere la oscuridad y las piezas musicales son muy distintas, pues las orquestas de entonces debían componerse de tambor y pita, guitarras o bandurrias y algún acordeón. Este punto debe servir para manifestar un mayoritario sentir vecinal de la gente mayor -y no tan mayor-, censurando de paso a los responsables por la contratación de las músicas denominadas “discomóviles”, estridente ocurrencia musical que embravece al más calmado y lacera los tímpanos. Y por la extensión del horario, que se alarga hasta el amanecer: hacer caja para pagar las fiestas no justifica la burricie colectiva, potenciando el “botellón oficial”, ni el estropicio de bienes públicos y privados. Con todo, no estamos en contra de tales músicas, buscando una vuelta al atabal y la dulzaina; tan sólo bastaría con disminuir los decibelios y acortar la actuación.


Asimismo, resulta curioso hojear los libros de fiestas de antaño para comprender el significado de lo tradicional (ancestral y arraigado) y la evolución de las prácticas festivas locales. Al efecto, resulta paradigmático el ejemplar editado a finales de los años sesenta, con motivo de las Fiestas Patronales (1969, septiembre 3-7), donde puede verse una “Salutación” del señor Alcalde (don Avelino Esparza Gómez), un texto titulado “Hijos de Torrebaja” del cura párroco (don Gabriel Sancho Marín), el escrito “Volver” (de Ricardo Fombuena Vidal), otro escrito “Rincón de Ademuz: Torrebaja”, firmado por el médico (don Manuel Fernández Arraiza) y el titulado “La Comisión os habla”, del presidente de la Comisión de Fiestas (José Cortés el Campero). Y un último texto, “Historicidad de Santa Marina Virgen”, suscrito por el mantenedor de la fiesta (don Antonio Díaz Tortajada), sacerdote, escritor y periodista.

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Estancia en la ermita de san Roque durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia).

Aquel año de finales de la "década prodigiosa" fue Reina de las Fiestas la moza María Noeli Licer, a la que acompañaban un ramillete de guapas jóvenes torrebajeras vestidas de fallera: muchas de ellas  son hoy madres y aun abuelas. Entre las Damas de Honor una falleció recientemente: Carmina Sánchez Manzano (d.e.p.). Curiosamente, los actos festivos del programa se clasifican en "Religiosos" y "Populares". Entre los primeros: destacan la predicación en las misas, cuya homilía corrió a cargo de don Salvador Pla Álvarez (el párroco precedente), el rezo del Santo Rosario por las tardes y la misa en la ermita de san Roque, “con asistencia de ancianos, impedidos y devotos del santo que habitualmente no pueden hacerlo”. Entre los segundos cabe mencionar: el volteo de campanas y el disparo de una gran traca anunciando el comienzo de las fiestas, la “cremá” de las hogueras en honor de santa Marina, los pasacalles, espectáculos (el ventrílocuo “Fele” con sus muñecos, “Felín y Felón”) y varios artistas del teatro Ruzafa de Valencia acompañados de un acordeonista. Actos taurinos recreativos, con aficionados locales, rogando “que los asistentes porten el tradicional pañuelo local” para mayor realce del acto. Y también “bonitos y vistosos” fuegos artificiales. Un aperitivo ofrecido por la Reina y Corte de Honora las autoridades, distinguidos visitantes y Comisión de Fiestas”. El juego de pelota vasca; las verbenas, con bailes populares por las noches. Y el último día el disparo de una gran traca, como final de fiesta.

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Procesión de bajada de la ermita de san Roque durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia).
Aunque la estructura del mencionado libro resulta similar al actual -un cuadernillo tamaño cuartilla con diversa paginación-, cabe destacar las diferencias. Permanece la “Salutación” del señor Alcalde, el de la Comisión de Fiestas y algún otro texto (poema, articulito de crónica o histórico). Sin embargo, en los de los últimos años ha faltado una página reservada al rector, desde donde el señor cura pueda dirigirse a los feligreses y visitantes en nombre de la parroquia: no en vano lo que se celebran son fiestas patronales, y nadie mejor que el párroco para comentar el significado religioso de las mismas.

Desde una óptica sociológica, un capítulo interesante es el de los anuncios de publicidad insertos en el libro de fiestas, mediante los que se sufraga la edición. A través de su contenido puede seguirse la evolución de las casas comerciales del pueblo, entorno y allende comarcanas, lo que podría servir para un somero estudio del tejido industrial y económico del territorio desde los años sesenta, así como del diseño gráfico y textual de los reclamos.
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Celebración del acto "Homenaje a los Mayores" durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia).

El contraste entre las sencillas fiestas de décadas atrás con las actuales es evidente. Aquellas celebraciones se enmarcaban en un contexto histórico, social y político bien distinto; sin embargo, merece destacarse la organización y la ilusión de entonces, pese a la precariedad de medios. Cuando no había que pagar para poner las alegres banderitas y farolillos por las calles. La falta de población y por ende de gente joven, entre otras razones, ha influido en el decaimiento de las fiestas, que deberían ser organizadas por una comisión permanente con un representante del Ayuntamiento, como sucede en otras localidades. Pero en Torrebaja falta el espíritu institucional y asociativo que hay en otros lugares – y también el participativo-, bien manifiesto en las célebres “peñas”, cuya actividad (diligencia, entusiasmo y dinamismo) constituye el ánima de la fiesta. Otra de las razones que explican la falta de interés de los jóvenes por las Fiestas Patronales está en que ahora hay demasiadas celebraciones a un tiempo en la zona, y en la posibilidad de marcharse a cualquier otro lugar, pues las de los pueblos se les quedan pequeñas. Y también en la merma de los valores espirituales y religiosos, cuestión nada desdeñable que ha propiciado la desvinculación entre el sentido de la fiesta y el motivo que la originó.

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Preparación del guiso para la "Cena de la Vaca" durante las Fiestas Patronales de Torrebaja (Valencia).

En suma: Pese a los altibajos sufridos en la organización de los actos festivos, hay que reconocer la inclusión de algunos aciertos, como la popular “Cena de la Vaca”, un singular ágape de confraternización al que concurren vecinos y visitantes, el discutido “Concurso de Gachas” y el siempre entrañable “Homenaje a los Mayores”, los ancianos transmisores de la herencia común. Valgan estas simples palabras como reconocimiento a todos los que en alguna ocasión han colaborado, ayudado y hecho posible las Fiestas Patronales de Torrebaja. Que nuestros patrones -santa Marina y san Roque- se lo paguen... Vale.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).



[1] El presente artículo se publicó inicialmente en el Libro de Fiestas de Torrebaja, con motivo de la celebración de los patronos –Santa Marina y San Roque-, que tuvieron lugar del 23 al 27 de agosto de 2007, pp. 3-6.
[2] <Europa, hasta mediados del siglo XV, se llamaba a sí misma "Cristiandad", manejando dos conceptos esenciales: uno, universitas cristiana, es decir, comunidad sometida a valores morales que están por encima de la actividad personal; otro, res publica cristiana, es decir, el bien común que es el que debe perseguir todo poder público. Sobre esta base se edificó una cultura, que era la síntesis de tres elementos: la trascendencia heredada de Israel, el ius que es patrimonio romano y el valor de la persona humana que había defendido el helenismo>: Vid SUÁREZ, Luis. La construcción de la cristiandad europea, Bibliotheca HomoLegens, Barcelona, 2008.
[3] Curiosa nota, por la que vemos que en los albores del siglo XX –septiembre de 1906- el pueblo de Torrebaja ya poseía luz eléctrica, siendo probablemente el primer pueblo del Rincón de Ademuz y entorno comarcal que dispuso de tan preciado servicio. Por diversas fuentes hemos podido averiguar que la central eléctrica se hallaba poco más abajo del molino del Señor –también conocido como de Abajo o del Mayorazgo-, aprovechando como energía motriz el agua de la acequia Hondonera, un ramal de la del molino, con la que se riega la partida del término de Ademuz existente entre la margen derecha del Turia y el camino de las Vueltas.


2 comentarios:

Óscar Pardo de la Salud. dijo...

Alfredo me ha encantado el análisis pormenorizado que has hecho sobre el tema de la fiestas patronales, populares, la cultura, la religiosidad, etc…
En cuanto a la participación o involucración de la gente para organizar las fiestas, no creo que Torrebaja sea distinto a los demás pueblos, cada vez hay un menor movimiento asociativo en general, que no sólo afecta a las Comisiones de Fiestas, sino que afecta inclusive a entidades y asociaciones de mayor calado colectivo como son asociaciones vecinales, e incluso partidos políticos, sindicatos, etc…
Tal vez todos nos hemos hecho más cómodos.
Por lo demás todo un placer pasear por tu blog, un saludo.

Salvador Raga dijo...

Alfredo , quiero felicitarte públicamente por un magnífico blog en el que se nota tu afección por esa intrahistoria de Torrebaja. Estoy disfrutando mucho con su lectura y te animo a que sigamos difundiendo por este medio tanta cultura popular que merece la pena difundirse. Un abrazo.

Salvador Raga
Presidente
ASOCIACIÓN CULTURAL VIA VICENTIUS-GOGISTES VALENCIANS.